TARDE PIASTE!
Escribe Alfredo Grande
(especial para La Tecl@ Eñe)
En el año 1973 el ingeniero Álvaro Alzogaray perpetró, ante el retorno democrático, un engendro partidario que, por el mecanismo denominado formación reactiva, denominó Nueva Fuerza. El candidato a presidente era el ignoto Julio Chamizo. Posterior al acto eleccionario, fue una broma muy difundida calcular el costo de cada voto, dividiendo la brutal inversión publicitaria con los precarios resultados obtenidos. Diez años después el capitán ingeniero perpetró otro engendro, denominado Unión del Centro Democrático. En este caso, mejor suerte tuvo ya que fue elegido diputado del todavía prestigioso Congreso de la Nación. Esta fuerza, autodenominada liberal, logró 6 años mas tarde copular con el justicialismo, y el monstruo parido fue conocido durante diez años como menemismo. Lapso suficiente para que todos los delirios cipayescos del popular “chanchito” se consumaran en exceso. Menos el de la aeroísla, pero nadie, ni siquiera los conservadores, son perfectos. Luego fueron los tiempos de la Alianza, en la cual el coitus politicus interruptus (ya que el vice al año dijo basta y al presidente le dijeron basta a los dos años) fue entre el progresismo del frepaso residual y el alvearismo radical. Finalmente, el Gran Hermano perdedor en elecciones, asumió a pedido de la esposa, un verdadero chiche, la presidencia. Cuando tuvo que elegir su delfín, o al menos su pingüino, optó por Néstor, señor feudal de la provincia de Santa Cruz, a la sazón uno de los entregadores de YPF a la voracidad de Repsol. Recordemos que otro gobernador, de pasado conductor de automóviles en carreras, vió algo que no podía contar. Por lo tanto desistió del convite y se quedó a esperar tranquilo la próxima inundación de Santa Fe. La reivindicación setentista del segundo más votado cuando asumió la presidencia, ante la pícara huida del sultán, sorprendió a todos. El primero, el propio Kirchner, sin trayectoria conocida en la militancia por la defensa de los derechos humanos. Como no deja de ser cierto que sorpresas te da la vida, como escribiera Rubén Blades y aún espera el buldog López Murphy, la primavera kirchnerista fue para algunos un poco de lo que tanto se había esperado. Y ya sabemos que la diferencia entre poco y nada es mucho (aforismo implicado) Pero la capital federal tiene razones que el corazón nacional no entiende. El derrumbe de su primogénito Ibarra, que en su reelección había perdido, pero que por el milagro del ballotage finalmente pudo mantener el cetro, fue el inicio de una caída al infierno más temido. Que la derecha objetiva sea visualizada como el cambio subjetivo. Lejanísimas las profecías del piquete y cacerola, la lucha es una sola, quedó clara al menos más acá de la General Paz, y en todas las circunscripciones, que ahora los viejos conservadores populares (un recuerdo para el entrañable Solano Lima, compañero de fórmula del tío Cámpora, el presidente que no fue según Bonasso, cuando en realidad lo fueron) tenían su revancha histórica.
Las terribles denuncias sobre Mauricio, el Macri peor de todos, fueron apenas una táctica de náufrago. Justamente por ser ciertas, no era entendible que el único castigo que merecieran fuera no votarlo. Antes bien, la razón democrática del estado de derecho debería haber actuado en la multiplicidad de delitos denunciados. Se repetía la fracasada estrategia de impedir que un diputado asuma como tal, pero se le permite presentarse a las elecciones. Por supuesto que Macri y Filmus no son lo mismo. Pero no es fácil encontrar las diferencias fundantes. Los ‘90 se llevaron puesto a muchos menemistas que, ahora conversos, se hacen llamar kirchneristas. El que esté libre de convertibilidad que arroje el primer dólar. Pienso que el centro izquierda, que no es lo mismo que una izquierda de centro, tuvo el balotaje que se merece. Los magros resultados electorales de la izquierda no céntrica, aunque se hubieran volcado a Filmus, en nada habrían variado el resultado. La única ventaja de la miseria electoral de las izquierdas es al menos no ser responsables de la asunción del reaccionario dúo dinámico. Por lo menos, Patricia Walsh estará para dar testimonio de la satisfacción moral de un acto de libertad. Ante la evidente simpatía que despertó Gabriela, la vicejefa, el gobierno pide gancho. Ya están los carteles de Cristina, que es Kirchner, con el enigmático titulado: el cambio recién empieza. Espero que nos digan en que sentido será el cambio, porque de gatopardismos varios estamos al techo. Lamentablemente, si otro mundo es posible, habrá que discutir entre muchos, por cierto que no entre todos, en que consiste hoy el combate contra la cultura represora. De eso se trata, de propiciar que izquierda y deseo vuelvan a ser una misma cosa. Para entonces combatir a la derecha no desde otro mandato, sino desde lo que alguna vez pensamos como poder popular.
Julio 2007
Escribe Alfredo Grande
(especial para La Tecl@ Eñe)
En el año 1973 el ingeniero Álvaro Alzogaray perpetró, ante el retorno democrático, un engendro partidario que, por el mecanismo denominado formación reactiva, denominó Nueva Fuerza. El candidato a presidente era el ignoto Julio Chamizo. Posterior al acto eleccionario, fue una broma muy difundida calcular el costo de cada voto, dividiendo la brutal inversión publicitaria con los precarios resultados obtenidos. Diez años después el capitán ingeniero perpetró otro engendro, denominado Unión del Centro Democrático. En este caso, mejor suerte tuvo ya que fue elegido diputado del todavía prestigioso Congreso de la Nación. Esta fuerza, autodenominada liberal, logró 6 años mas tarde copular con el justicialismo, y el monstruo parido fue conocido durante diez años como menemismo. Lapso suficiente para que todos los delirios cipayescos del popular “chanchito” se consumaran en exceso. Menos el de la aeroísla, pero nadie, ni siquiera los conservadores, son perfectos. Luego fueron los tiempos de la Alianza, en la cual el coitus politicus interruptus (ya que el vice al año dijo basta y al presidente le dijeron basta a los dos años) fue entre el progresismo del frepaso residual y el alvearismo radical. Finalmente, el Gran Hermano perdedor en elecciones, asumió a pedido de la esposa, un verdadero chiche, la presidencia. Cuando tuvo que elegir su delfín, o al menos su pingüino, optó por Néstor, señor feudal de la provincia de Santa Cruz, a la sazón uno de los entregadores de YPF a la voracidad de Repsol. Recordemos que otro gobernador, de pasado conductor de automóviles en carreras, vió algo que no podía contar. Por lo tanto desistió del convite y se quedó a esperar tranquilo la próxima inundación de Santa Fe. La reivindicación setentista del segundo más votado cuando asumió la presidencia, ante la pícara huida del sultán, sorprendió a todos. El primero, el propio Kirchner, sin trayectoria conocida en la militancia por la defensa de los derechos humanos. Como no deja de ser cierto que sorpresas te da la vida, como escribiera Rubén Blades y aún espera el buldog López Murphy, la primavera kirchnerista fue para algunos un poco de lo que tanto se había esperado. Y ya sabemos que la diferencia entre poco y nada es mucho (aforismo implicado) Pero la capital federal tiene razones que el corazón nacional no entiende. El derrumbe de su primogénito Ibarra, que en su reelección había perdido, pero que por el milagro del ballotage finalmente pudo mantener el cetro, fue el inicio de una caída al infierno más temido. Que la derecha objetiva sea visualizada como el cambio subjetivo. Lejanísimas las profecías del piquete y cacerola, la lucha es una sola, quedó clara al menos más acá de la General Paz, y en todas las circunscripciones, que ahora los viejos conservadores populares (un recuerdo para el entrañable Solano Lima, compañero de fórmula del tío Cámpora, el presidente que no fue según Bonasso, cuando en realidad lo fueron) tenían su revancha histórica.
Las terribles denuncias sobre Mauricio, el Macri peor de todos, fueron apenas una táctica de náufrago. Justamente por ser ciertas, no era entendible que el único castigo que merecieran fuera no votarlo. Antes bien, la razón democrática del estado de derecho debería haber actuado en la multiplicidad de delitos denunciados. Se repetía la fracasada estrategia de impedir que un diputado asuma como tal, pero se le permite presentarse a las elecciones. Por supuesto que Macri y Filmus no son lo mismo. Pero no es fácil encontrar las diferencias fundantes. Los ‘90 se llevaron puesto a muchos menemistas que, ahora conversos, se hacen llamar kirchneristas. El que esté libre de convertibilidad que arroje el primer dólar. Pienso que el centro izquierda, que no es lo mismo que una izquierda de centro, tuvo el balotaje que se merece. Los magros resultados electorales de la izquierda no céntrica, aunque se hubieran volcado a Filmus, en nada habrían variado el resultado. La única ventaja de la miseria electoral de las izquierdas es al menos no ser responsables de la asunción del reaccionario dúo dinámico. Por lo menos, Patricia Walsh estará para dar testimonio de la satisfacción moral de un acto de libertad. Ante la evidente simpatía que despertó Gabriela, la vicejefa, el gobierno pide gancho. Ya están los carteles de Cristina, que es Kirchner, con el enigmático titulado: el cambio recién empieza. Espero que nos digan en que sentido será el cambio, porque de gatopardismos varios estamos al techo. Lamentablemente, si otro mundo es posible, habrá que discutir entre muchos, por cierto que no entre todos, en que consiste hoy el combate contra la cultura represora. De eso se trata, de propiciar que izquierda y deseo vuelvan a ser una misma cosa. Para entonces combatir a la derecha no desde otro mandato, sino desde lo que alguna vez pensamos como poder popular.
Julio 2007
Baci <3
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