
LAS ZONAS GRISES DEL
KIRCHNERISMO
El kirchnerismo cumplió nueve años. Ha marcado una diferencia importante con todos los gobiernos de la democracia: sus méritos están en el predominio de la política sobre la economía, la presencia del estado incidiendo sobre el mercado, las políticas de derechos humanos y la exterior alineada con los países latinoamericanos; y entre 15 y 20 medidas que hacen la diferencia. La presente nota, después de dejar sentado desde dónde se ubica el autor, intenta hacer un inventario de sus limitaciones y carencias.
Por Hugo Presman*
(para La Tecl@ Eñe)
El kirchnerismo cumplió nueve
años. Ha marcado una diferencia importante con todos los gobiernos de la
democracia: sus méritos están en el predominio de la política sobre la
economía, la presencia del estado incidiendo sobre el mercado, las políticas de
derechos humanos y la exterior alineada con los países latinoamericanos; y
entre 15 y 20 medidas que hacen la diferencia que van desde el NO al ALCA, la
quita a la deuda, la estatización de las AFJP, la expropiación del 51% de las
acciones de YPF, la reconformación de la Corte Suprema de Justicia, hasta el
pago al FMI para concluir con sus supervisiones y evitar la imposición de sus
letales políticas.
El novelista y ensayista Teodoro
Boot lo ha resumido así: “Kirchner consiguió reunificar y conducir al peronismo
en casi todas sus variantes, ampliar su marco de alianzas con fuerzas afines y
construir un consenso social mucho mayor de lo que el peronismo y sus nuevos
aliados podían representar por sí solos. En base a cuatro pilares (fin de la
impunidad, reconstrucción económica por medio de la renegociación de la deuda y
la sustitución de importaciones, fomento del consumo interno, integración
regional) nació lo que en tren de
simplificación o de nueva categoría política y acaso histórica, se llamó
kirchnerismo.”
Desde el punto de vista
económico, el gobierno en su primera etapa, se vanaglorió de tener un tipo de
cambio alto y superávit mellizos que le permitió realizar una política de
desendeudamiento con los acreedores externos. Creció a tasas chinas, bajó en
forma considerable la desocupación y los índices de pobreza e indigencia
descendieron en forma significativa, mientras se crecía a tasas desconocidas en
el país con una inflación baja. Mejoró la distribución del ingreso y a través
del potente incremento de la demanda se redujo a cero la capacidad fabril
ociosa. Se atravesó la crisis del 2008 con políticas económicas activas y se
recuperó el ritmo de crecimiento en el 2010 y 2011, volviendo a caer en el
2012, en medio de una crisis internacional de una profundidad insondable.
En la misma línea Daniel Aspiazu,
Pablo Manzanelli y Martín Schorr en el libro “Concentración y Extranjerización”
sostienen: “Desde hace una década, en el marco de la denominada
posconvertibilidad, se ha venido
desplegando en la Argentina un nuevo esquema económico que ha girado en torno
del “dólar alto” y ha alterado de manera significativa muchos de los aspectos
críticos del modelo de acumulación vigente entre 1976 y 2001. Basta con mencionar la redefinición de los liderazgos
sectoriales, la reversión (aunque acotada) del proceso de desindustrialización,
la importante creación de puestos de trabajo y la consiguiente mejora de los
indicadores sociales (potenciada, a su vez, por un conjunto de políticas
públicas), el desendeudamiento, la reestatización del sistema previsional y los
superávit gemelos (externo y fiscal). Estos elementos positivos y en varios
sentidos auspiciosos, luego del sendero transitado durante el cuarto de siglo
en el que estuvo vigente la lógica basada en la valorización financiera y el
ajuste estructural….”
LIMITACIONES E INSUFICIENCIAS
La presente nota, después de
dejar sentado desde dónde se ubica el autor, intenta hacer un inventario de sus limitaciones y carencias.
A pesar de muchos logros
significativos si se los compara con el 2003, los mismos se relativizan si se
los compara con 1975, nada menos que 38 años atrás. Pepe Nun, ex Secretario de Cultura, escribió
en Le Monde Diplomatique de septiembre del 2012 sobre la distribución del
ingreso: “Si sólo se dirige la mirada al período 2003-2010, la brecha de
ingresos entre el 10% más rico y el 10% más pobre de la población argentina se
redujo en un 30%. Pero si la comparación parte de 1975, esa brecha se amplió
tres veces y sigue creciendo (y todo sin considerar la notoria magnitud de los
ingresos que el decil más próspero omite declarar)”
La desocupación real es hoy un
200% más que en 1974. La pobreza en términos reales, lejos de las que informa
el Indec (que el gobierno redujo a su mínimo nivel de credibilidad) ronda entre
el 22 y 25%. Lo que habría que
preguntarse, teniendo en cuenta que es difícil mantener los índices de
crecimiento conseguidos en los mejores años de la década kirchnerista, cómo se
podrá seguir bajando el núcleo duro de la pobreza y la indigencia con tasas de expansión menores.
A lo que se suma el trabajo informal que tiene un piso del 35%. Y con relación
a seguir profundizando la distribución del ingreso, el gobierno no asume la
necesidad imprescindible de una reforma integral y de carácter progresivo del
sistema impositivo.
Careciendo de una política
agropecuaria, el kirchnerismo despreció verbalmente a la soja y la ha alentado
en la realidad con un crecimiento
desmedido y siempre progresivo del área sembrada. La concentración de la
economía se ha acentuado con lo que acotar la inflación se vuelve mucho más
difícil, al tiempo que se acrecentó la extranjerización. A simple título informativo:
en lácteos dos empresas tienen el 66% del mercado; en telecomunicaciones, dos
empresas tienen el 100%; en galletitas dulces un duopolio tiene el 73%; en
gaseosas, dos empresas tienen el 84%. La chapa laminada en caliente, una sola
empresa tiene el 84%, en hierro redondo, cuatro empresas concentran el 72%. En
cemento tres empresas cubren el 96%. A su vez la extranjerización: en 1995, de
las 500 principales empresas, 252 eran extranjeras y 248 nacionales. En 2009,
324 eran extranjeras y 176 nacionales. Esto está reafirmado en el libro citado
“Concentración y extranjerización” donde se sostiene: “En el período 1993-2009 tuvo lugar un aumento significativo en la
extranjerización de la cúpula empresaria. Si bien este proceso asumió una
notable intensidad en la década de 1990, en el transcurso de la
postconvertibilidad se ha asistido a la consolidación estructural de los
actores foráneos. Tal es así que durante el período1993-2001 la facturación
de las empresas transnacionales representó, en promedio, el 40,9% de las ventas
totales de la elite, mientras que en 2003-2009 significó alrededor del
60%.”
La política de subsidios al
transporte, imprescindible en los primeros años, no mejoró los servicios y
constituyó un negocio para las concesionarias con fuerte sospecha de un
importante nido de corrupción. El accidente de la estación Once, el 22 de
febrero de este año, patentizó el contubernio irritante del concesionario
rentista, el Estado mirando para otro lado, funcionarios cómplices altamente
sospechados de corrupción, y que se traduce en un servicio altamente
deficitario y finalmente en muertes.
El ensayista Alejandro Horowicz
analizando los fundamentos del procesamiento de los diferentes involucrados en
el trágico accidente imputados por el juez Claudio Bonadio escribió: “Se montó
un “grupo artificial de empresas” que pertenecían al mismo grupo económico y
que se facturaban entre sí millones de pesos
por supuestos servicios; un conglomerado “cuya motivación no era otra
que hacerse de manera espuria de los recursos económicos” de Trenes de Buenos
Aires (TBA) ; la empresa concesionaria “ era presentada como
deficitaria, a fin de continuar con la obtención de los subsidios del Estado
nacional”. Vale decir,
fraguaron sus déficits para seguir obteniendo recursos públicos El juez advirtió que Cometrans, controlante de
TBA, recibió de la empresa ferroviaria 127.798.900,97 pesos a cambio de
asesoramiento integral” prestado por
Sergio y Claudio Cirigliano y “otros asesores externos que nunca fueron
identificados”. Desvíos imposibles
sin “complicidad de funcionarios públicos” que “ no realizaron los controles
que en tiempo y forma debían hacer”, ni exigieron que se brindara un servicio
seguro. TBA gastó casi 128
millones de pesos por asesoramiento y 17,28 millones de pesos, menos del 14%, hubieran bastado
para la renovación completa de los compresores, “vitales para el frenado
de trenes, estamos ante “una práctica
empresarial”, no ante un “accidente”.
La instrumentación de la tarjeta
SUBE, que iba a discriminar positivamente a los beneficiarios está paralizada.
A 10 años, el sistema de transporte general es deficiente en un país con el PBI
argentino y sus enormes potencialidades latentes. Como en casi todas las áreas
hay soluciones pragmáticas ante los problemas que se presentan, pero una
carencia muy fuerte de una planificación que permita asegurar que en una década
Argentina volverá a tener ferrocarriles en los cuales sus ciudadanos viajen
como seres humanos, y rutas acordes a su parque automotor. Complementariamente
el atraso en materia de subtes en la Capital Federal y su inexistencia en las
principales ciudades del país demuestra cuanto se ha retrocedido en esta
materia. Esto se produce cuando se han
incorporado a las calles y rutas
en los últimos años millones de autos, con autopistas que no se expanden ni se
amplían. Como consecuencia de todo ello, Argentina
tiene uno de los índices más altos de muertos en accidentes de tránsito. La
matriz de insumo- producto, imprescindible para que no suceda esto, la aprenden los estudiantes de ciencias
económicas cuando dan sus primeros pasos en sus carreras.
Los subsidios indiscriminados a
la luz y al gas, que lo han convertidos en muy baratos, han llevado junto con la mejoría económica de amplios sectores, a una demanda
enorme que ha producido un agujero complicado en el rubro importación de
energía. Si a esto se suma que del lado de la producción sólo se ha reducido
a la explotación a ritmo forzado de los
pozos concesionados, la insuficiencia energética ha pasado a tener un peso
enorme en la balanza comercial. El
gobierno controló mal y no exigió lo que correspondía. De haberlo hecho, se
hubiera atenuado significativamente la
actual situación.
Al respecto, escribió el
periodista especializado en economía Marcelo
Zlotogwiazda en la revista Veintitrés del 18 de octubre: “Tampoco hubo sintonía
fina con los subsidios a la electricidad, el gas y el agua, otro de los temas
expresamente señalados por Cristina un año atrás. Luego de una primera tanda de recortes que afectó a unos pocos
barrios con alto poder adquisitivo de la zona metropolitana, el programa quedó
paralizado y el gasto que el grupo Fénix considera “injustificable” sigue
siendo de miles de millones de pesos por año.”
La política minera es en líneas generales una continuación de la de los
noventa: un colador por donde escapa la riqueza sin ninguna contrapartida
importante y dejando una importante contaminación.
Una economía excesivamente
primarizada, una industria demasiado dependiente del tipo de cambio y de los
insumos importados, junto con la
existencia histórica de burgueses pero no de burguesía, lleva a que el
Estado deba cumplir las tareas de aquellos y las más de las veces contra la
propia voluntad de los beneficiados. A su vez, el tipo de cambio se ha sido
revaluando comparando su nivel de devaluación con la inflación real interna. Se
ha podido sortear esta situación por las revaluaciones de otras monedas durante
un tiempo prolongado, como el real.
La inflación ha sido minimizada
con un comportamiento que se asemeja al del avestruz, igual que la inseguridad
en su acepción más restringida, cuya omisión en el discurso presidencial
resulta entre preocupante e irritante.
La política de juzgamiento del
terrorismo de estado es valiosa, aunque la historia que se transmite de los
setenta resulta en varios aspectos tan sesgada que incentiva la posibilidad que
en algún momento se tienda a un equilibrio que coloque el péndulo en un lugar
más preciso.
La perseverancia para que
finalmente se haga justicia alcanzando
a los perpetradores de crímenes atroces
cometidos desde el Estado, se debe prolongar en el presente, como en los casos
de Jorge Julio López y Silvia Suppo, desaparecido el primero, sospechosamente
asesinada la segunda, ambos testigos en
los juicios contra los asesinos del terrorismo de estado. En democracia,
resulta inadmisible la desaparición de Luciano Arruga en una comisaría o de
Diego Duarte asesinado con la complicidad
policial. En estos casos, todo
indica que el gobierno no echó el resto.
Mientras excepcionales proyectos del Poder Ejecutivo como el de las
empleadas del hogar y el del trabajo agrario fueron aprobados en la Cámara de
Diputados y están cajoneados en el Senado, la lamentable ley antiterrorista fue
rápidamente aprobada y el pro-empresarial proyecto sobre los accidentes de
trabajo será convertido en ley.
CONSTRUCCIÓN POLÍTICA
El kirchnerismo ha decidido en materia de construcción política, un cambio en sus principales bases de sustentación lo que abre un interrogante de cara al futuro y los problemas a resolver. Está claro que no hay movimiento nacional y popular viable sin la presencia activa y representativa de la clase obrera.
Cuando Néstor Kirchner accedió al
gobierno con el 22% de los votos, su debilidad de origen fue el acicate para
que con inventiva y audacia revirtiera la situación. Primero intentó con la
transversalidad, a la que dejó de lado cuando venció contundentemente al
duhaldismo y se apoderó del aparato. Cristina ha decidido elaborar una nueva
construcción que siguiendo las premisas del ensayista Ernesto Laclau, concrete
un desplazamiento del sector sindical como actor social principal y un ascenso significativo de La Cámpora y
las organizaciones sociales. La solvencia de la nueva base de sustentación aún
no ha pasado por la prueba de
consistencia.
Todo gobierno es una película y no una foto, un balance sobre el mismo implica analizar su capital que está conformado por la diferencia de sus medidas trascendentales que significan su activo y lo que no afrontó o lo hizo mal que constituye su pasivo. Esta nota hace hincapié fundamentalmente en las zonas grises del kirchnerismo algunas de las cuales quedan expuestas. Pero a pesar de ellas, su capital ha sido reconocido hace apenas un año con un 55% de los votos y con una diferencia con el segundo, inédita, de 40 puntos.
El modelo kirchnerista es una
ruptura en muchos aspectos con la década del noventa y en otras significativas,
una continuidad. Para su sustentabilidad en el tiempo, necesita como un
ciclista para no caerse, seguir pedaleando, es decir acentuar las rupturas.
Al respecto sostienen los autores
de “Concentración y extranjerización”: “(Los) elementos positivos y, en varios
sentidos, auspiciosos luego del sendero transitado durante el cuarto de siglo
en el que estuvo vigente la lógica basada en la valorización financiera y el
ajuste estructural, no impide reconocer
la existencia de numerosos nudos problemáticos “nuevos” o “viejos” que, en
algunos casos , han sido fortalecidos por la política económica de la
postconvertibilidad. Tales son los ejemplos que brindan la ausencia de
cambio estructural en el perfil de especialización productivo- industrial y de
la inserción del país en la división internacional del trabajo, las ostensibles
inequidades territoriales y regionales, la fuerte oligopolización de los
mercados, la persistencia de la fuga de capitales locales al exterior con sus
implicancias sobre el sector externo y el comportamiento de la inversión en las
grandes empresas, el elevado nivel de empleo precario e informal , la vigencia
de salarios muy reducidos en términos
internacionales e históricos (correlato de las modalidades del patrón de
especialización comercial) y las presiones inflacionarias asociadas al nuevo
modelo económico.”
El gobierno debería comprender
que no tiene escriturado el 54% a su nombre, y que en este primer año de su
reelección ha perdido franjas de clase media que la votaron y ha incrementado
la virulencia opositora de las mismas franjas que no la votaron.
Las zonas grises del kirchnerismo
cuentan con el enorme hándicap de una oposición inexistente en lo político y
fuertemente activa como concentración económica. La oposición política
mayoritariamente es la continuación del establishment económico y articulada
por los medios hegemónicos, quedando muy visibles quién es el ventrílocuo y
quién es el muñeco de madera.
Ambos parecen ajustarse a la
frase del periodista uruguayo Federico Fasano Martens “O no entendieron
lo que está pasando o ya pasó lo que estaban entendiendo.”
*Periodista
31-10-2012
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