
La Ley de Medios y la batalla por la hegemonía del poder
Por Conrado Yasenza*
1- Minimización de la Ley de Medios
Suenan corceles y clarines en
estos tiempos de batalla cultural. En los meses previos a lo que se ha
denominado como el 7D (por el 7 de Diciembre), es decir, el día en que vence el
plazo, según el fallo de la Corte Suprema de la Nación, para que las empresas
de medios de comunicación audiovisuales presenten ante la Autoridad Federal de
Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca) sus propuestas de adecuación a La
Ley de Medios, el cuestionamiento acerca de
la importancia de esta fecha y sus implicancias con relación al
cumplimiento o no de la Ley por las empresas de medios, en especial por el
Grupo Económico-Empresarial Clarín, ha cobrado un vigor no exento de
singularidades dentro del campo nacional y popular, y en particular, en algunos
medios afines al Gobierno. Se ha minimizado la importancia política que
contiene en sí la disputa por el respeto y el cumplimiento de una Ley
democrática, que recogió los 21 puntos planteados por la Coalición por una
Radiodifusión Democrática, y que luego fuera discutida durante un año en
cientos de foros institucionales, comunales, cooperativos, hasta llegar a la
sanción de la Ley por ambas Cámaras del Congreso de La Nación, y aprobada
finalmente por amplias mayorías.
2-
La
Madre de Todas las Batallas
La discusión en torno a la ley de
Medios es una batalla política, sin dudas. Y es una batalla política porque es
una fuerte compulsa por el poder. La batalla política está presentada de este
modo: O el poder está en manos de las corporaciones económico-comunicacionales
que sólo buscan la máxima ganancia corporativa e individual, o el poder lo
ejerce el Estado y en favor de la ciudadanía, el pueblo, y con el fin de democratizar
la comunicación y dinamizar las posibilidades de que entren en escena nuevas
voces que pluralicen la circulación de los bienes culturales y sociales. En
estos términos está concebida la batalla por la Ley de Medios, que entendida
así es la Madre de todas la batallas – frase que acuñó ya hace tiempo atrás el
hoy Vicegobernador de la Provincia de Buenos Aires, Gabriel Mariotto. Pensemos
en los tres años de demora en la aplicación de La Ley como producto de una
cautelar interpuesta inicialmente ante el Juez Carbone – quien le dio curso -
por El Grupo Clarín para frenar el artículo 161 de adecuación (o desinversión, o
desconcentración, términos que no gustan demasiado en ningún sector político y
económico) para dimensionar el poder fáctico de este Grupo Empresario. Hay
posiciones que desestiman este argumento contraponiendo la idea de que en
realidad la Ley se halla vigente con excepción del Art 161, y sólo para el caso
Clarín. Pero, vamos, sabemos que ese es uno de los artículos medulares del
conflicto, y por ello mismo la magnitud de la disputa sostenida con
beligerancia por el Grupo.
También sabemos ya que el artículo 161 obliga al gigante de posición dominante a desprenderse de gran
parte de sus 250 licencias para quedarse con 24, según lo dispone la Ley.
Desglosemos un poco para aportar
claridad sobre las licencias:
Una persona de existencia visible
o ideal podrá ser titular o tener participación en sociedades titulares de
licencias de servicios de radiodifusión con estos límites:
- Sólo una licencia de
servicios de comunicación audiovisual sobre soporte satelital (Por ejemplo,
DirecTV). Esto ya excluye a la misma persona de tener cualquier otro tipo de
licencia de servicios de comunicación audiovisual.
- A nivel local, podrá
tener sólo una AM, dos FM, una señal de cable o un canal de televisión; no
pudiendo tener ambos. (No se pueden tener más de tres licencias de todo tipo a
nivel local).
- Quien maneje un canal de
televisión abierta no podrá ser dueño de una empresa de distribución de TV por cable
en la misma localidad, y viceversa.
A nivel nacional, una
persona podrá tener hasta 10 radios o canales de televisión abierta.
- Una misma persona podrá
tener hasta 24 señales de cable por suscripción distribuidas en todo el país.
- Las licencias se otorgarán
por un período de diez (10) años.
3 – Querellas por el capital
simbólico
Si poseer 250 licencias del
espectro comunicacional no supone una posición dominante, y si esa posición
dominante no se traduce en poder real, fáctico, esencial para la construcción
de sentido común y para la disputa por el capital simbólico, no estamos
comprendiendo bien aquello de que la querella por el capital simbólico es una
lucha por el poder que se da tanto en procesos culturales como económicos,
y simultáneamente. Pierre Bourdieu
aporta lucidez sobre estos procesos que se dan en campos donde se establecen
relaciones de poder según el capital simbólico acumulado: “Para analizar la dinámica social es necesario comprender el campo (lo
social hecho cosa -lo objetivo) como el lugar en el cual se juegan las
posiciones relativas que ocupan los distintos grupos o clases y las relaciones
que entre los mismos se establecen y, al mismo tiempo, comprender las formas de
conformación de la subjetividad, es decir, la constitución del habitus (lo
social inscripto en el cuerpo - lo subjetivo) Una primera aproximación a este
concepto nos permite definirlo como un conjunto de disposiciones duraderas que
determinan nuestra forma de actuar, sentir o pensar” … “Hay una amplia diversidad de campos y subcampos que funcionan con una
lógica específica pero que a su vez comparten un conjunto de leyes generales,
válidas para todos. Cada campo específico se define a partir del capital que en
él está en juego. El capital puede definirse como un conjunto de bienes
acumulados que se producen, se distribuyen, se consumen, se invierten, se
pierden” Podríamos entonces decir que el poder simbólico es un poder de
construcción de la realidad que busca instaurar un orden de conocimiento, un
orden gnoseológico: el sentido
inmediato del mundo, y en particular del mundo social. Los símbolos son el
instrumento por antonomasia de la integración social; tomados como elementos de
comunicación y conocimiento hacen posible el consenso sobre el mundo social y,
a su vez, la reproducción del orden social. Y esto es lo que está en juego,
nada más ni nada menos, con la aplicación de la Ley de Medios de Comunicación
Audiovisual: La ruptura de ese consenso social que reproduce un orden social
establecido e internalizado en el habitus,
en la subjetividad, desde hace por lo menos más cincuenta años. Esto supone un
nuevo paradigma comunicacional que a su vez enfrentará desafíos en su
concreción - y esto es lo que transforma sustancialmente el panorama a futuro
ya que abre un nuevo universo de posibilidades, que pueden incluso ser
defectuosas en un principio, pero desafiantes y perfectibles- ; pero el
elemento disruptivo está planteado y es la Ley de Medios como espinel de la
batalla cultural por la construcción de un nuevo sentido simbólico, social y
económico que es el complemento de un nuevo paradigma político en donde el
Estado tiene un rol activo en la redistribución de los consumos culturales y de
lo bienes económicos, definidos a través de políticas activas de inclusión, participación
y redistribución. Y es por ello que el 7D no es una cuestión menor sino una
importante instancia política de correlaciones de fuerza y poder entre un
estado democrático, soberano políticamente y económicamente independiente, y
entre un Grupo Económico-Financiero-Comunicacional como lo es el Grupo Clarín,
que, y por impericia ética y pereza intelectual – además de una oprobiosa
actitud de sumisión- de los sectores políticos enfrentados con el
Gobierno, se ha transformado en el real
Partido de la Oposición al Gobierno Nacional. Grupo que hasta ahora cotiza en
la bolsa de valores de Nueva York. He ahí el verdadero rostro del Grupo Clarín:
Su Poder Económico con el que ha presionado, condicionado y derribado gobiernos
elegidos democráticamente. Allí está el discurso del expresidente Raúl Alfonsín
en la Sociedad Rural – hace ya tiempo,
socios junto a La Nación y Clarín en Expoagro. Y también la ya tan mentada
frase del torvo radical César Jaroslavsky: Clarín ataca como partido político y
se defiende con la libertad de expresión.
4-
Los
Medios y el contexto Suramericano
La disputa de poder entablada
aquí por el Grupo Clarín contra el Gobierno no es una exclusividad de la
Argentina. El episodio más reciente es el operativo combinado entre
encuestadoras y medios de comunicación que se realizó durante la campaña
electoral en Venezuela, y aun hacia el final del escrutinio. Los falsos sondeos
daban como resultado un empate técnico, y los medios de comunicación fueron los
encargados de tratar de instalar esta idea. De llegar al final del comicio con
un empate técnico, éste habilitaría la vía de la impugnación por fraude. Todo
estaba preparado: la prensa y televisión local, la CNN, y… Clarín y TN-Canal
13, con su periodista insignia-estrella, Jorge Lanata, quien protagonizaría
luego uno de los papelones periodísticos de la jornada al anunciar que según
datos de boca de urna – prohibidos en Venezuela – ganaba Hernán Capriles.
Anecdótico.
Pero lo importante es cómo todo
el dispositivo comunicacional de lo que solemos denominar “la derecha” dispuso
todas sus baterías periodísticas, y en una suerte de “Internacional del
Periodismo Hegemónico de Derecha”, para tratar de horadar la imagen de Hugo
Chávez e instalar a Capriles. Como dije antes: durante la campaña y antes de
finalizar los comicios. Y allí también estuvieron, como laderos del Grupo
Clarín – que apostó por Capriles como maniobra anterior para lo que
consideraban la operación de perforación y desgaste final de la Presidente
Cristina Fernández de Kirchner – la “Brigada Internacional del Desánimo”
conformada por el Pro y el Peronismo Residual.
Sobran ejemplos de este poder
económico-financiero-comunicacional operando políticamente para reinstalar la
restauración conservadora en la región: El intento de asimilar durante las
elecciones y como acción de desprestigio, a Ollanta Humala con Hugo Chávez. La
denostación permanente de los Presidentes Evo Morales y Rafael Correa, y la participación en los intentos de Golpe
de Estado en Bolivia y Ecuador. La acción contundente y efectiva en la
preparación, días antes y con la acusación mediática por la masacre de
campesinos en la localidad de Curugua-ty,
del Golpe Institucional a Fernando Lugo en Paraguay. Y claro, la participación
en el Golpe realizado contra Chávez en 2002, en donde los golpistas tomaron la
televisión oficial de Venezuela para que el pueblo no se enterase de lo que
estaba aconteciendo (recomendable es ver el documental La Revolución no será televisada, se encuentra en You Tube).
En Argentina la fase es de
desgaste cotidiano: Cacerolazos, Harvard, Georgtown, Gendarmes y Prefectos
sublevados inicialmente por un reclamo salarial que se transformó en una suerte
de rebelión a la que se sumaron policías y hasta Marinos; embargo de la Fragata
Libertad en Ghana, embargo ocasionado por una decisión de su capitán de amarrar
en puerto ghanés por “razones operativas y técnicas” nunca aclaradas; regreso
de los marinos que fue presentado por el Grupo Clarín como una segundo operativo
de “desmalvinización”; el bochorno del Consejo de la Magistratura y los jueces
jubilados subrogantes, y finalmente, supuestos reclamos salariales en la Marina
y el cacerolazo que se está organizando para el 8 de Noviembre próximo. Claro,
todos estos episodios descontextualizados, editados maliciosamente, capturados
por las islas de montaje y edición, y fogoneados desde el Multimedios y sus
satélites. Ejemplos más que evidentes de que la batalla cultural, dentro de la
cual se halla contenida y como Batalla Mayor, la Ley de Medios, es una batalla
política por la hegemonía del poder.
5- 10 D
Qué ocurrirá el 10 de Diciembre,
luego de vencido el plazo para la adecuación, es un inquietante interrogante.
Los artilugios, tanto legales como no, a los que puede apelar el Grupo Clarín
para no desconcentrar, son múltiples y tratar de enumerarlos supone correr el
riesgo de caer en teorías conspirativas o paranoides. La apuesta es fuerte. De
ambos lados. Pero el Gobierno sabe que de no ganar esta batalla puede perder
todo su capital simbólico y de poder acumulado hasta el momento. Y por ello lo
importante del 7D y de la definitiva y legítima aplicación de La Ley de Medios
de Comunicación Audiovisual. Por lo cual es algo incomprensible la minimización
de este hecho dentro del campo periodístico, que supone que a la sociedad no le
interesa el tema ya que “la politización” no ha llegado a esas costas. Mares
turbios y de fondo se mueven también en el campo del periodismo y sus análisis.
La batalla por la Ley de Medios es crucial ya que, y en tanto batalla por el
poder, supone que de salir victorioso el Gobierno, el camino para la
profundización del modelo nacional y popular, de distribución de bienes
culturales e ingresos, quedará algo allanado. Y además, y este no es un dato
menor, saldrá fortalecida la democracia que costó tanto esfuerzo y dolor para
su construcción. Nada está dicho aun, el partido está en sus minutos
decisorios, y las acechanzas, y a 35 años de Democracia, siguen merodeando como
el cazador que espera pacientemente a su presa. Habrá que revitalizar las
defensas, y el triunfo de la Ley por sobre las corporaciones económico-financieras,
será esencial para esas defensas que pugnan por enriquecer nuestra democracia.
*Periodista.
Editor de La Tecl@ Eñe – Revista Digital de Cultura y Política
Excelente artículo!!... Felicito sinceramente al autor, el Periodista (con mayúscula) Conrado Yasenza.
ResponderEliminarMe ha parecido muy completo el trebajo de investigación y muy sólido el análisis.
Gracias por esclarecer en lugar de oscurantizar, gracias por recuperar el sentido de la labor periodística.
Muchas Gracias por tus palabras!; alientan a seguir adelante. saludos. Conrado
Eliminarpusulabet
ResponderEliminarsex hattı
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