29 noviembre 2006

La Columna Grande


¿Y DONDE ESTÁ EL ENEMIGO?

Escribe Alfredo Grande
(especial para La Tecla Eñe)

El título del primer capítulo de “El misterio del cuarto amarillo”, escrito por Gastón Leroux (el mismo de El Fantasma de la Opera) es el siguiente: “Donde uno comienza a no entender nada”. Con mis nunca curadas manías por las analogías, podría decir que esta democracia amarilla para mí es un misterio y que hace tiempo que he comenzado a no entender nada. No es un mal comienzo empezar por no entender. Una vacuna anti blumberg siempre es necesaria, sobre todo para impedir que el código penal sea la única fuente de razón y justicia. Pero más allá del padre que nunca fue de la plaza, hay una tendencia cada vez menos disimulada a pensar y tratar como enemigo a los que en la actualidad, y desde hace mucho mas que treinta años, vienen sosteniendo las luchas y rebeldías contra todas las formas del denominado “costo social del ajuste”. Sea un costo pagado en dictadura o en democracia. La cultura represora no descansa, al igual que las bolsas de comercio del mundo globalizado. Y prueba de ese no descanso es que la consigna de la izquierda revolucionaria (en la que incluyo a partidos políticos de la denominada izquierda orgánica, blanco predilecto del macarteo de todos los gobiernos) de no pago de la deuda externa quedó clonada en el anglicismo: default. Con la hipocresía de los impunes, se entró al default con la misma alegría que se salió del default. Se pasó en 30 años de una política de rebeldía frente a lo insaciable del Imperio, a un tema de caja registradora. Uno de los méritos indudables de estas democracias paridas de nalgas, es que El Enemigo (si prefieren los enemigos) logra el mayor logro al que puede aspirar un vampiro succionador: ser invisible. Entonces el problema no es que el enemigo no está donde siempre estuvo (la mansión rose) sino en definir, en este momento histórico, político y económico, donde está para ir a buscarlo y enfrentarlo. Al menos, con el intento de no consentir por aquiescencia democrática la masacre de niños y no tan niños en las guillotinas de las necesidades básicas insatisfechas. O peor aun: satisfechas de la peor manera, paco mediante.
En el discurso realizado en el Colegio Militar, nuestro Presidente omitió referenciar la maquinaria imperial con nombre y apellido, y esto si bien es entendible, no lo es tanto cuando desliza un reproche a la caracterización de Videla como general democrático. Este verdadero ritual del anticomunismo vernáculo empalidece frente a la desmentida que el peronismo como tal hace de la década menemista. (Para el interesado en consultar sobre los extraños fenómenos de aparición de “OPNI”, objetos peronistas no identificados, sugiero leer mi trabajo “Se equivocó la cigüeña” en esta misma revista) Desde ya, sigue vigente el anatema que toda crítica al peronismo es marca indeleble de gorilismo. Este ataque al pensamiento crítico sobre el más importante movimiento popular de la Argentina, cristaliza el instituyente en un instituido burocratizado que algunos llaman Partido Justicialista. El mismo Presidente quiso demolerlo al apelar a la transversalidad. Ajeno a las cuestiones del poder terrenal, ignoro el destino de ese intento que me parece da cuenta de la fosilización de muchas estructuras partidarias, incluso las “plebiscitadas”. El pasaje del otrora recontra alcahuete a las filas del oficialismo da cuenta que no solo la momia regresa varias veces. Por eso lo que me interesa es pensar a la producción de subjetividad K en el marco de la batalla de ideas, y la búsqueda de políticas de liberación en detrimento de políticas de administración prolija y seria (¿obsesiva?) de la dependencia. En ese sentido creo que la idealización es opuesta al ideal. Y que la idolatría del metarelato se opone a la micropolítica del cotidiano revolucionario. Aclaro, antes que oscurezca. Los afiches que aparecieron posteriormente a que la militancia de izquierda quedó marcada como siniestra, donde en letras de molde se afirma: Madres de la Plaza, el pueblo las abraza, apunta a la idolatría. Quien esto escribe publicó en el 2001 un articulo Los Enemigos del Pueblo (capítulo de Psicoanálisis Implicado: la marca social en la clínica actual.) Cuando varios atacaban a Hebe de Bonafini por la supuesta “alegría de la muerte” (Horacio Verbistky publicó una nota en Página 12) que le produjo el derrumbe de las Torres Gemelas, no vi ningún afiche de los firmantes que expresaran que el pueblo las abraza. Cuando Página 12 suspendió el suplemento de la Universidad Popular, pese a la gestión personal que hicimos con Vicente Zito Lema, Nestor Kohan, Claudia Korol, Inés Vázquez, tampoco vi esos afiches. ¿Seré rencoroso? Por supuesto, además de memorioso. Pero como nos enseña el tango, rencor tengo miedo que seas amor. Amor frustrado por las Madres al irme de la Universidad Popular. Y amor frustrado al comprobar que se las invoca en vano, porque la loca lucha de las Madres ha sido y será una lucha de la izquierda. De toda la izquierda. Por eso me preocupa la producción de subjetividad K. Hay un mecanismo que Freud describe como el más primario en la constitución de la defensa: la transformación en lo contrario y la vuelta contra sí mismo. Seguramente, el creador del psicoanálisis lo hubiera empleado para entender el destierro de la “juventud maravillosa”. No quiero callar cuando escucho el intento de nuevos destierros. Si la tierra es del que la trabaja, la izquierda, toda la izquierda ha trabajado, mas bien o mas mal, pero trabajado por nuestra segunda independencia. Y siempre le ha preocupado entender donde está el enemigo, mas allá que podamos acordar donde no está. ¿O acaso pedir a la Iglesia que interceda, medie, pontifique, sermonee, o lo que sea, en el tema de las papeleras es una forma de identificar al enemigo y fortalecer el poder popular de las heroicas asambleas de Gualeguaychú?
Por eso me interesa pensar en lo que denomino “Peronismo de Estado”. En esencia diferente y diría que opuesto a la militancia peronista por la liberación. “Peronismo de Estado” que organiza nuevas formas de macartismo. Será La Tecla Eñe el espacio privilegiado para discutir estos temas. No puedo olvidar que “nadie puede ser cristiano en el Vaticano”. Y que siempre habrá mas Papas de los necesarios, y peor aún, mas papistas que el Papa.

Alfredo Grande

No hay comentarios:

Publicar un comentario

comentarios