El músico, el historiador y los lazos del destino.
Ahora sí puedo precisar que Gabo (Gabriel) Ferro es músico e historiador, y quizás con estos datos sólo esté precisando un fragmento del riquísimo y vasto universo del ser que responde a una trayectoria que surge a la vida pública en los años noventa al frente de una banda de hard rock llamada Porco, para luego sumergirse en un ostracismo musical de siete años durante los cuales estudió historia y logró un doctorado con su tesis “Barbarie y civilización: sangre, monstruos y vampiros durante el segundo gobierno de Rosas”
Tal vez por el aprendizaje que supone distanciarse de la lógica de los mercados de la música para independizarse y tomar las riendas de su destino, es que esta entrevista intente bucear en el pensamiento de un creador para el cual el desarrollo histórico forma parte de la construcción de sentidos de la vida. En fin, realidad, música y poesía.
Por Conrado Yasenza
- ¿Cómo se articula la labor del historiador con la del músico?
- Si pensara en una articulación estaría admitiendo la existencia de dos cuerpos en uno y no funciona así en este caso. Abordo la escritura de un ensayo o la de una canción con el mismo nervio y con los mismos instrumentos vengan del campo que vengan. No se excluyen ni las excluyo. Por ejemplo, la técnica instrumental de la guitarra sirve poco y nada para escribir un ensayo historiográfico sobre el Higienismo pero, creo yo, tiene un efecto secundario en ciertos momentos de cualquier escritura. Así mismo, para la composición de una canción el ejercicio historiográfico me ha dado cierta gimnasia para el abordaje de una misma cosa desde diferentes perspectivas. Y así otras tantas cuestiones; todo se nutre de todo sin importar su origen tanto sea académico o “profano”.
- ¿Cuál es su visión sobre la actualidad política del país y su proyección a futuro?
- Desde el grado 0 no me gusta este gobierno. Nunca tomé en serio siquiera la candidatura de alguien que no se somete al debate político. No es inocente que alguien elija no probar su discurso y su proyecto político a la lucha reflexiva y crítica con un otro u otros opositores. Sin debate no hay democracia, hay solo conveniencia de partes, negocio. La democracia no debe tener una voz única no solo para el oficialismo sino tampoco para la oposición, y además, esta última se viene en nuestro caso definiendo como un negativo del oficialismo, cosa triste pues solo existe porque existe el objeto – o sujeto - que ataca. Esta situación no deja más que una democracia aparente, una no-democracia en definitiva. Sumando a este escenario que el poder político está subsumido al poder económico - y todo a su vez en “armonía” con la sinfonía de la globalización y el pos pos pos modernismo - la necesidad de un nuevo grupo de actores políticos realmente independiente es fundamental para la supervivencia y reformulación de una democracia nueva y original para este momento y lugar históricos. De aquí que crea que diciembre de 2001 está en Stand-by y ya algún gesto a destiempo lo destrabará nuevamente sin dudas.
- Los valores históricos que han constituido esta sociedad como buena se vienen devaluando desde los tiempos de la misma revolución industrial. Entre tantas cosas las relaciones interpersonales, laborales, de pareja, la política, la democracia, el compromiso con las ideas y las cosas, hasta las ideas y la materia mismas se han abaratado y ciertas cuestiones, esenciales en algún momento, hoy son tomadas como de poca importancia y en muchos casos lo superficial ha devenido como lo importante. Los medios masivos de comunicación mal manejados vienen formando y conformando ya no solo opinión, sino “humanidad” y hasta ciudadanía misma. Una persona comprometida con la política (sea cual sea; de clase, de raza, de género, etc.) es para el individuo medio una especie de estúpido demodé o fanático irresponsable, cualquiera de las dos figuras – entre tantas otras – que operan colocando a estos sujetos en el lugar del “anormal” anulando así su discurso.
- ¿Que opina de la vinculación entre arte política? (comprendiendo dentro de la noción de arte a la literatura, la música, el arte gráfico, etc.)
- No entiendo el arte sino es militante pero atención, no me refiero a una militancia político-partidaria – esta le ha hecho en general bastante mal al arte – sino a las políticas urgentes propias de cada espacio y cada tiempo en los cuales el artista imagina y crea su obra.
- ¿Cree Usted en la idea de que la creación literaria se vincula con la exploración de los márgenes de la vida y la existencia?
- Puede, como no, dependiendo de la subjetividad del autor desde ya. Hay obras que no han buceado ni en las profundidades ni en los márgenes del Ser y no sólo aportan a la historia de la cultura sino que tienen un valor importante para la literatura de su tiempo.
Foto: Majo Zubillaga
- Desde su punto de vista, ¿cuál es la relación entre la palabra escrita y el lenguaje musical?
- Es una de las sociedades perfectas, dos lenguajes que se potencian si trabajan juntos. Dos “idiomas” que deberían complementarse para decir algo que no puede ser dicho de ese modo por una sola de las partes. Esto se ha reflejado claramente cuando ingresaron para el análisis literario en las clases de literatura en la escuela secundaria las letras de las canciones de Charly y Spinetta. Esas letras son solo una parte del cuerpo de un discurso, no el discurso mismo. De allí que no deberíamos poner en pie de igualdad una letra de canción frente a un poema o un cuento. La letra de una canción es una parte de un mensaje; no el mensaje mismo.
- ¿Y cómo observa el panorama de la creación y difusión de la poesía en la actualidad?
- La creación es mucha y la difusión es poca. Hay cantidades de poetas regulares, buenos y buenísimos pero las editoriales – las tradicionales encargadas en difundir la poesía y otros géneros – no ven en esta un negocio y por tanto no la difunden. En mayoría hay ensayistas estrella, novelistas estrella pero no poetas estrella y esto toca directamente en la difusión de la poesía y las y los poetas. Luego hay otros medios que aportan difusión pero allí enfrentamos los límites propios de cada uno de estos campos como la Web por ejemplo.
- Como apuntaba más arriba, como otro soporte para la difusión con sus aciertos, desaciertos y conflictos sobre todo la supuesta “gratuidad” y el supuesto “libre acceso” a ciertos escritos y a cierta música. Uso comillas pues estas fantasías montadas a la existencia de una comunidad virtual “total” que tiene computadora, celulares y otros dispositivos para acceder a Internet – junto a la capacidad para acceder a la Web - se acotan seriamente frente a la población real y la problemática del mismo mundo que las contiene. Desde luego no puede negarse esta “virtualidad”, pero tampoco puede negarse la realidad. No son dos mundos excluyentes; ni siquiera son dos mundos. Tomémosle el peso justo a la cosa. La Web aparece como apareció alguna vez la prensa frente al libro, como un cambio en los tiempos de producción, edición y circulación, ni más ni menos. Pero ciertas empresas - y músicos y escritores - se volcaron con todo a la Red apenas editando algo en hard copy – los que todavía lo hacen - para sobrevivir mientras maquinan como “mudarse” a la virtualidad pues el negocio o las nuevas tendencias estarían por allí. Hay que resistir la sensación de que el mundo virtual ha devenido el mundo real.
- ¿Cuál es a su entender la diferencia, si la hay, entre información y conocimiento?
- Entiendo a la información como un ingrediente más para producir conocimiento. La información puede ser desde el resultado de un conocimiento pero también un dato suelto. Si bien ambas comprometen al hombre, el conocimiento lo involucra de manera más significativa, la información puede inquietar pero el conocimiento conlleva la facultad de la revolución.
- Para finalizar, desde su percepción, ¿cuál es la función de la música?
Entretener y militar
Por Conrado Yasenza
Febrero 2009
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