04 marzo 2009

Entrevista/ Horacio González


Entrevista a Horacio González

Monstruos, escándalos y miedos de época

En esta entrevista el ensayista y Director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, analiza cómo influyen las prácticas discursivas y las políticas económicas en la construcción de nuestra cultura, la cual parece estar nutrida por producciones originadas desde la llamada sociedad del conocimiento. Además, nos ofrece su mirada siempre lúcida sobre fenómenos como la violencia y la proyección hacia futuro de la realidad política de nuestro país.

Por Conrado Yasenza

- ¿Cómo influyen las prácticas discursivas del poder político, las cuales atraviesan el entramado cultural de nuestra sociedad, y cómo repercuten las políticas económicas, es decir, cómo se organiza una cultura desde las premisas de una economía de mercado cuya directriz es la industria cultural ?

- No es fácil responder hoy que es la “cultura”. Desde las famosas especulaciones de los años 40 sobre la “industria cultural”, no parece ahora haber otra cosa que esto. Quizás no hay que decirlo con el mismo tono pesimista de entonces, cada uno dispondrá de su propia visión espiritual del fenómeno. Quizás no hay economía sin industria cultural y aquella es posible que sea en algún momento un elemento interno de ésta. La industria cultural será así una verdadera fábrica de hombres, símbolos y consumos. Por supuesto, habrá “alrededores” y “barrios alejados”, que mantendrán un lenguaje de singularidades, renuente a la homogenización. Pero nunca cesará el juego entre esos dos campos, el mayoritario de la industria cultural y las economías del capitalismo en crisis, en interrelación con los lenguajes “no integrados”, que vivirán en distintos grados el drama de su integración, así como partes del macizo central de la industria cultural podrán ser tomadas por experiencias de vanguardia que a su ver sean integradas en el futuro, para revitalizar el sistema. Los gobiernos serán tentados también a formar parte de la industria cultural-económica, o a ser desestabilizados por los públicos organizados por la industria cultural, con sus distintos grados de consumo. Estos consumos serán las tramas que permitirán deducir las nuevas doctrinas del sujeto, la ciudadanía y el reclamo de orden. En este cuadro, las izquierdas deberán definir una posición más nítida en relación a cómo piensan e interpretan esta industria cultural, que también incluye ámbitos de compulsa moral y denuncismo, que en muchos casos empalman con necesidades políticas de expresión de los grupos marginales al sistema político, reclamados muchas veces como “pigmento denuncista” por las industrias simbólicas del poder central. El problema es complejo. Personalmente, no siento interés en interpretar artística o políticamente los medios provenientes de la industria cultural a veces llamada “sociedad del conocimiento”. Más bien creo en una crítica adecuada a este concepto, como en algún momento se criticó a la “acumulación de capital” o al “fetichismo de la mercancía”.

- ¿Qué relación existe en la actualidad entre periodismo, conocimiento y cultura?

- Precisamente, como decía antes, en un punto de intersección entre esos tres aspectos, se sitúa el concepto de “sociedad del conocimiento”, que significa un reemplazo de la idea de cultura por la de información, y el conocimiento mismo por una serie de acciones regladas provenientes de un canon del tipo “second life” o de una tecnología de subjetivización comunitaria tipo “Myspace” o “Facebook”, hoy proyectos que tienen mucho de juego y simulación comunitaria, pero potencialmente proveedores de modelos futuros de sociabilidad virtual.

- ¿Y entre Información y Cultura o saber?

- Pienso que la idea clásica de saber, anterior a Foucault - que también la arrinconó como un capítulo interno del poder- debe ser preservada.

- ¿Cuál es la lógica de los mass medias en cuanto al tratamiento de la información, por ejemplo en temas como el conflicto gobierno-campo, o la estatización de Aerolíneas, el caso Antonini Wilson, tarifas en servicios públicos, etc?

- Hacen cosas que escapan a la autoconciencia posible. Los medios no son planificables por voluntades ajenas a lo que su propia trama tecnológica indica como voluntad interna de ellos mismos. Como decía Godard, las decisiones de cámara y relato, que son la retórica movilera en general, toman decisiones “no centralizadas” pero universales, respecto a los comportamientos sociales en general. Punición y sensiblería son sus artificios. Los gobiernos son todos dudosos, pues deben solucionar su autosustentación política con medios financieros previsibles pero sigilosos, sobretodo si no tienen alianzas mediáticas fuertes, en una época donde los medios llevan su consumo cultural a la cuestión decisiva de la investigación de las acciones sigilosas de los gobiernos, existentes precisamente porque los medios se sitúan en posición de examinar toda la institucionalidad política para condicionarla. Mass media que satisfacen el hedonismo popular para conocer “el secreto” y el viejo artificio del “secreto de Estado”, son complementarios y simétricamente opuestos. En esos parámetros se entienden casi todas las luchas políticas de actualidad.

- ¿Y cómo observa el fenómeno de Internet y su relación con la difusión de ideas culturales? ¿Tiene alguna posición tomada frente al auge de blogs y revistas digitales?

- Querido Conrado, ya dije bastante sobre ese tema, y no soy contrario al blog y otras yerbas. Me pregunté siempre por el destino de la escritura y la subjetividad literaria con los modelos de expresión del blog. De ello mucho quedará respecto al uso más entrecortado y nervioso del lenguaje, como mucho quedó en las artes visuales luego de la revolución del “videoart” de los años 60. En cuanto a Internet, la acepto tácticamente. La humanidad ha producido mejor intercontactos en cualquier momento de su via crucis, que lo que intenta computar internet con sus millones y millones de pulsaciones diarias. Resume y al mismo tiempo desmembra el horizonte de la civilización compartida. Lo hace con su alma infantil, de comic y plaza domingera con copos de maíz. Está toda la cultura disponible, pero esa disposición tiene una gran inercia. Como no la tuvo la Enciclopedia de Diderot. Quizás, en combinación con nuevas experiencias políticas enriquecedoras, se convierta alguna vez en un tejido de mayor historicidad, ya que ahora se luce espacialmente. Como una vía láctea de contornos difusos, planos e inabarcables.


- ¿Cuál es su visión sobre la actualidad política del país y su proyección a futuro teniendo en cuenta los acontecimientos ocurridos en torno al conflicto campo-gobierno y la crisis económica o financiera norteamericana?

- El gobierno puede salvarse si retoma un lenguaje más claro respecto a que su enemigo es una nueva derecha, pero para ello debe definir sus propias fuerzas, que hoy en muchos casos comparte con sus mismos enemigos. Situaciones complejas como ésta, en tiempos de democracia, no son fácilmente recordables. Es fácil denunciar las deficiencias ostensibles del gobierno. Menos fácil será que en el futuro, alguna fuerza popular legítima llegue siquiera a tener frente a sí el conjunto de disyuntivas que atravesaron a este gobierno, muchas veces muy mal definidas. Pero si sobreviene la restauración conservadora una pregunta que todos deberán hacerse es si analizaron correctamente las vicisitudes paradojales, todo lo oscuras que se quiera, que debió atravesar este gobierno, cuyas acciones le granjearon todos los enemigos que era posible tener en los sectores tradicionales pero no los defensores que hubiera merecido en los sectores populares, sobre todo en los públicos medios tomados por las grandes maniobras mediáticas, que no son necesariamente “manipulaciones” sino indefinibles trazos surgidos de los miedos de cada época.

- ¿Debe el gobierno retomar temas de suma importancia y aún pendientes como la inflación, la pobreza, el Indec, la redistribución de la riqueza?

- Obligatoriamente y ya. Son temas de distintos niveles y alcances, para los que no alcanza lo hecho o pensado hasta ahora.

-¿Qué significa hoy el Peronismo? ¿Es un territorio de la cultura popular o responde más a una estructura orgánica vinculada al Justicialismo?

- Es curiosa su permanencia, pero ya se parece al poder de adaptabilidad de los medios de comunicación. Su uso es una “suma cero”, es invocado de un modo multivariado y significa ahora el poder de invocación total e inerte. Existe en extensión, fraccionamiento e inercia, pues es una maquinaria de incesante poder de exposición y autoanulación. El gobierno la necesita pero es también su sepulturero. Deberá surgir un nuevo nombre para las fuerzas populares que sobrevengan.

- Para Finalizar, ¿cómo analiza Usted el fenómeno de la violencia instalada en nuestro país, con fenómenos que van desde robos con asesinatos, secuestros y hasta narcotráfico?

- Son las formas productivas de la ilegalidad, que han superado los niveles del juego habitual de transgresiones que toda sociabilidad contiene, para convertirse en economías paralelas e incluso en industria cultural. Las formas de combatirlas reproducen su misma lógica. Como es materia nutricia de los medios de comunicación y de su poder de admonición hegemónico, también hay que estudiar políticas que incluyan este tema. Se impone un gran acuerdo entre instituciones críticas (incluyo la universidad), los parlamentos y gobiernos, las empresas que garanticen ajenidad al mercado de la ilegalidad y los medios de comunicación (que llaman “investigación” muchas veces a la reproducción de lo mismo que dicen combatir), un acuerdo para definir la productividad de la ilegalidad, sus alcances y formas de sociabilidad, para limitarla con imaginación y no con primitivismo moral, represión y llamados a la cruzada de los escandalizados. La ilegalidad es una categoría interna de la ley. Analizar esta circunstancia en una nueva legislación y con nuevas actitudes políticas puede llevar a escandalizarnos menos y a actuar con mayor responsabilidad y creatividad.

Febrero 2009

Por Conrado Yasenza

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