04 marzo 2009

La Columna Grande/ Crítica a la razón peronista

CRITICA A LA RAZON PERONISTA

Escribe Alfredo Grande

Especial para La Tecla Eñe digital

es difícil acertar; mejor es procurar que los demás se equivoquen” (aforismo implicado)


Un discurso siempre es merecedor de análisis crítico. Dicho en otros términos: ser pasible de critica asevera que se trata de un discurso. Si así no fuera, estaríamos en presencia de una producción delirante, cuyo sentido se cierra sobre sí misma. Si bien es cierto que en todo delirio hay un núcleo de verdad, también es cierto que el acceso a ese núcleo tiene riesgos de diferente tipo. El destino de todos los herejes, impíos, traidores y otros anatemas, ha sido el de intentar perforar el delirio llevando ese núcleo de verdad a la superficie.
Hablamos entonces de pensamiento crítico en su acepción de cuestionador, develador, descubridor, de aquella inconsistencia que toda razón-historia oficial obtura. La Racionalidad se sostiene siempre en una afirmación de completa coherencia. Línea de roce, de cosquillas con el delirio, pero siempre manteniendo cierto hiato, aunque pequeño, existente. Pero la Razón no entiende las razones del corazón. Afirmación del poeta que no puedo menos que compartir. Si por “corazón” entendemos ese exceso no capturado por la racionalidad hegemónica. Al menos, no capturado para siempre, al menos, no capturado sin esperanza de liberación. La Razón Peronista se impuso como Razón de Estado, al menos desde 1943. Juan Domingo Perón, Cámpora, Maria Estela Martínez, Carlos Saúl Menem, Adolfo Rodríguez Saa, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner, Cristina Fernández han sido en diferentes circunstancias Jefas y Jefes del Estado. Una humorada del General ante un periodista extranjero lo llevó a decir: “ah no, peronistas son todos”. Cuando la parte y el todo coinciden, la hegemonía está consolidada. Un Todo Peronista es una Racionalidad Política que no admite fugas por derecha ni por izquierda. La denominación más habitual de este Todo es “Movimiento”. Funciona como definiera hace décadas la teoría de la comunicación como “cerco de goma”. Sus fronteras se extienden, se estiran, incluso pueden tomar formas en apariencia incompatibles (bonasso-rico) Pero el movimiento tiene una capacidad de lo que hoy algunos denominan resiliencia. Este concepto, que en salud mental tiene a mi criterio la marca de cierto endogenismo reaccionario, me parece interesante para pensar la tozudez histórica del peronismo. Uno de sus recursos me trae a la memoria los diferentes nombres que utilizó el filósofo Soren Kierkegard al publicar sus libros. Veamos: peronismo, justicialismo, camporismo, isabelismo, menemismo, adolfismo, duha-aldismo, kirchnerismo. No me atrevería aun hablar de “sciolismo” pero nunca se sabe. El sostenimiento de la Razón Peronista no es ajeno a estos deslizamientos del significante. Sus efectos prácticos son indudables: posibilidad de criticar al menemismo, sea ese el caso, sin por eso quebrar la Racionalidad que lo sustenta. Poder criticar al kirchnerismo sin por eso quebrar la Racionalidad que lo sustenta. Aunque he cometido, sino el peor, un pecado de lesa escritura. En realidad, en la Racionalidad Peronista no hay espacio para la crítica, pero es un cultivo permanente de reproches. Kunkel no estuvo dispuesto a investigar la participación de Juan Domingo Perón en la organización de la temible triple A. No hay critica de la Razón sin investigación. La Racionalidad de la generación espontánea de vida fue demolida por la persistente investigación de Pasteur. Quizá el General nada supiera, pero prohibir la investigación sólo es prerrogativa de los príncipes de la iglesia católica. Y entonces la cosquilla con el delirio se produce cuando la Racionalidad toma la forma de la ideación religiosa. Y nadie puede reprocharle nada al Papa, ni siquiera al actual, aunque presenta evidencias de un nazismo clínicamente demostrable. Habrá que esperar que el Dr. House lo diagnostique? La fórmula que se me ocurre es que al mismo tiempo que la Razón Peronista impide toda crítica al General, propicia todo tipo de reproches entre los peronistas. Muchos de esos reproches terminan mal porque empiezan peor. El reproche es el envés del enamoramiento, como hace décadas describieron Isidoro Berenstein y Janine Puget. La forma más brutal del reproche es el exterminio, en donde aquello que no se tolera del otro, encuentra en la eliminación del reprochado la más cruel de las soluciones, siempre finales. Cuando algún liderazgo decanta en cierta hegemonía, el reproche da un paso al pasado y retorna como nuevo enamoramiento: los recontra-alcahuetes. En la actualidad, diferentes formas de reproche a la transversalidad y al frente para la victoria, dio un paso al pasado y la racionalidad peronista vuelve a enamorarse del PeJota. Todos estos mecanismos son intrínsecos a la Racionalidad Peronista, y las eventuales supremacías ni siquiera ameritan “internas”, porque siendo una racionalidad hegemónica, la interna derrapa en la externa. Por ejemplo: en la provincia de Buenos Aires antes del “sciolismo”, los tres senadores elegidos fueron peronistas, aunque en las circunstancias aparecían como candidatos de “partidos” diferentes. El reproche es la versión tanática de la crítica. Siempre me parece falaz la aclaración “crítica constructiva”. En tanto crítica, no puede menos que construir una nueva perspectiva. La crítica no constructiva es el reproche. Descarga mortífera sobre el otro, sobre los pensamientos del otro, sobre la vida y obra del otro. No esta de mas recordar que es la modalidad de toda racionalidad represora, desde la genocida hasta la más amable de las democracias tutoras o encargadas de la supuesta soberanía popular. La exclusión de Rulli de Radio Nacional es uno de las últimas evidencias de esta modalidad reprochante y castigadora. Cuando la Racionalidad siente que puede perder hegemonía, cuando los reproches hacia adentro siempre necesarios, ya no son suficientes, queda el último recurso. El más peligroso. Los reproches con diferentes intensidades, son dirigidos hacia ese afuera que la racionalidad no incluye. Y no solamente el afuera que nunca estuvo adentro. En el caso de la Racionalidad Peronista, la oligarquía y sus cómplices de capas medias. También hay un afuera que estuvo adentro y se fue o lo fueron. Me refiero a la izquierda peronista y a la profecía combatiente de una Patria Socialista. Es obvio que la sangre no fue derramada para una Patria Capitalista Seria. Por eso, cuando muchos puntos de inconsistencia de la actual Racionalidad Peronista denominada “kirchnerismo” son evidencia diaria, glaciares mas, tarifas menos, aparecen voces que responsabilizan, reprochan y culpabilizan del eventual fracaso de esta gestión presidencial (del continuum néstor-cristina-) a los que desde afuera no apoyan lo suficiente. Un historiador como Galasso, de méritos intelectuales que yo al menos admiro, lo escribió recientemente. La inconsistencia actual de la Racionalidad Peronista no tiene que ver con un adentro contradictorio, incluso incompatible, sino con un afuera no suficientemente seguidor. Y entonces toda legítima crítica por izquierda, por ejemplo los documentos de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, pueden ser asimilados a reproches por derecha, por ejemplo, los engendros rentistas de la Mesa de Enlace. “Si triunfo es porque soy bueno, si fracaso es porque los demás son malos” puede ser un axioma que en los actuales tiempos no prometen el necesario espacio abierto para que se despliegue la crítica a todas las formas de la racionalidad.

Febrero 2009

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