Ilustración: Rodrigo Crespo Vides
Otra vez el Sur de la República Argentina arde. Santa Cruz, en esta oportunidad. El pasado 14 de Agosto el ex funcionario kirchnerista Daniel Varizat, un hombre de la política, no pudo evitar una manifestación de trabajadores, entró en pánico (no tendría a mano su Paroxetina y Rivotril), y embistió contra la marcha con su lujosa 4x4, mandando a una veintena de manifestantes al hospital. Pobre: dijo que se le escapó el freno. Sí, el freno que regula una de las pulsiones más primitivas del ser humano: la de matar. Dijo también que temió por su vida; temió que lo matara un pueblo que viene reclamando en paz por una justicia independiente del poder central de la Nación; un pueblo que no quiere ser gobernado por un patrón de estancia, y se revela ante el encarcelamiento y represión de los trabajadores que luchan contra la impunidad de los negocios y el dinero (vale recordar que Santa Cruz sigue militarizada) Un pueblo que reclama por su salario - ya sabemos que vivir en el Sur es duro y muy caro -, y por el respeto global de los Derechos Humanos. Digo: ¿Varizat, será un asesino en potencia, por lo cual deberá ser juzgado como un reo común, o será un paranoide que teme por su vida y ve posibles asesinos en manifestaciones que no puede sortear, por lo que entonces deberá ser internado en un neuropsiquiátrico, como ocurrió con el presunto camionero magnicida. Esto implicaría algo más que Paroxetina y Rivotril, ¿no?.
Pero centrándonos en un tema fundamental, que es el de los Derechos Humanos, nadie puede dudar que el gobierno de Néstor Kirchner ha desarrollado una intensa y loable gestión política sobre esta cuestión, que en palabras de Alain Touraine, es el rasgo constitutivo de la identidad Argentina. Si algo le da identidad en el mundo a la argentina es el mito que reinterpreta la atrocidad de la muerte perpetrada desde el Estado y ofrece un nuevo espíritu de época con el cual afrontar los desafíos de la construcción de un nuevo país fundada en la defensa absoluta y total de los Derechos Humanos. Pero ocurre, y esto duele realmente, que esta oportunidad prometeica de fundar y sostener esta nueva identidad, no es respetada en su conjunto; no es interpretada como ley general. Y esto se ve patentizado por el silencio y la tardanza en la reacción presidencial frente a lo ocurrido en Santa Cruz. Luego, es inadmisible que el acto que realizaba el Frente para la Victoria, a pocas cuadras de la marcha de los trabajadores, haya continuado con su insolente y festiva descarga de fuegos artificiales. Y en un tercer momento, y este hecho duele aún más, no se haya pronunciado palabra alguna de lo ocurrido cuando la candidata a presidente Cristina Fernández de Kirchner y su marido, nuestro presidente, inauguraban el Barrio Mujeres Argentinas en el lujoso y costosísimo paraíso habitacional de Puerto Madero, residencia de nuevos ricos noventistas, empresarios y actuales funcionarios de gobierno. Digo que este suceso duele mucho más aún ya que en el acto se encontraba una importante, respetada y querida representación de los Organismos de Derechos Humanos. Como dirá Vicente Zito Lema en un necesario trabajo publicado en esta edición: “La paradoja del discurso de la dignidad humana, de un todo para todos sin cuerpos a la vista... Junto a ello, agudizando la herida del pensamiento humanístico, hasta volverla crónica, mortal, otros millones de seres vivos, los que más necesitan del socorro de la vida, cruzan los desiertos y los mares del infortunio, encadenados a la crueldad de sus días, tan lejos del centro del poder como del disfrute de los bienes civilizatorios que por simple presencia en el mundo les corresponde, excluidos de toda propiedad que no sea las migajas de su propio cuerpo, su delirio, o un sueño redentorio, donde la violencia que siempre los alcanza se alterna con una pasividad que raya con la desmesura…”
Cito a Vicente. Z. Lema pero lo libro de compromiso alguno. Soy yo el autor y único responsable de estas líneas. En ocasiones, ciertos textos y opiniones suelen ser inoportunos, pero creo que justamente en ese rasgo reside el valor de los mismos. Necesitamos que nuestros imprescindibles Organismos de Derechos Humanos, nuestras queridas y respetadas Madres y Abuelas de Plaza de Mayo continúen con su extraordinaria labor, esa maravillosa identidad que nos representa en el mundo, con independencia del Poder Central. Esto es vital. Nuestro Presidente no hizo otra cosa que cumplir con lo prometido en la campaña electoral, y que por otra parte es, ni más ni menos, lo que debía y debe hacer: cumplir con el nuevo mandato fundacional de la identidad Argentina, el soberano respeto global a los Derechos Humanos, ya que todavía no hemos abandonado por completo el “Tiempo de los Asesinos”, como lo demuestran la hambruna y pobreza de vastas regiones de nuestro país; como lo patentiza el soberbio, e impune hasta el momento, desenfreno de Varizat; como quedó evidenciado a través de los beneficios jubilatorios alcanzados por militares comprometidos con el asesinato y desaparición de compatriotas, y lo que completa la retahíla, la designación, realizada por el presidente Kirchner, como general de División de Jorge. A. Tereso, actual director de Planeamiento del Ejército, integrante del Grupo de Tareas 3.3 de la Escuela de Mecánica de la Armada (el centro por antonomasia del horror y el avasallamiento de la condición humana) entre 1976 y 1978, y condecorado por el Almirante Emilio Massera con la medalla... Massera!!!
Como diría el Poeta Neruda: “Sólo soy de carne humano por eso si apalean a mi hermano con lo que tengo a mano lo defiendo... no me importa una rosa más o menos, tengo un pacto con la hermosura”.
Y lo que tengo a mano son estas inoportunas líneas, y un llamado urgente, un vínculo de amor, para estar siempre alertas.
Conrado Yasenza
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