“O juremos con gloria perder…”
Por Alfredo Moffatt
(para La Tecl@ Eñe)
El folklore nuestro así lo indica. El tango es una música profundamente depresiva, es la epopeya del fracaso, sus letras hablan de lo irrecuperable. Su baile es muy íntimo, casi la coreografía de un acto sexual, tiene origen prostibulario. En cambio la música de origen tropical es muy estimulante. Digamos que la ecología tropical impide la depresión.
La inmigración europea fue más bien de hombres, pocas mujeres, entonces, la prostitución fue una solución. Fueron engañados todos nuestros abuelos y bisabuelos “brazos para trabajar la tierra”, dijo Alberdi. Pero cuando llegaron las tierras, todas tenían dueño, entonces hombres y mujeres se hacinaron en los conventillos con enfermedades, con prostitución, con destrucción familiar y abandono de los niños. Ya desde ahí existe un nacimiento depresivo.
Además fuimos fundados desde Europa como colonia y no pudimos salir de esa situación.
La ciudad de Buenos Aires se fundó para llevar la riqueza del Río de la Plata y del Alto Perú a España. Mucho después, cuando los ingleses hicieron los ferrocarriles, los trenes que salían de Bs. As. tenían carteles que decían “Para Afuera” y los que iban para Bs. As. decían “ Para Adentro” porque Bs. As. casi pertenecía a Europa (porque nunca entramos al país. Tanto es así que la red ferroviaria es un abanico que va a Buenos Aires, no hay relaciones entre las provincias. Y en Buenos Aires está la tercera parte de un país enorme concentrada en un puerto. Por eso nos llamamos “porteños”. El escudo de la Ciudad aclara bien nuestra dependencia de Europa, son dos barcos. No estamos acá, tampoco estamos allá; no estamos en ningún lado, no pertenecemos y eso es depresivo.
Esto es un prólogo para explicar por qué a veces nos cuesta salir de las crisis.
Brasil en cambio es lo contrario: vegetación lujuriosa, playa, carnaval. Las relaciones allí son amables: tudo bem, pra frenchi Brasil…
En cambio entre nosotros hay una agresividad larvada consecuencia del carácter depresivo. Bien se sabe que no hay que hacer enojar a un depresivo porque es peligroso; el depresivo tiene mucha frustración y debajo de la depresión hay mucha rabia, bronca; tanto es así que, a veces, en atención clínica la recomendación es hacerlo enojar al depresivo. El paciente hace cuatro semanas que está en cama y no se levanta pero si se lo hace enojar, incluso de forma grosera, se va a levantar para pelear con lo cual salió de la inmovilidad. Entonces ya se hizo dueño de su cuerpo que estaba muerto en la cama.
Elegimos siempre los peores gobiernos. A Carlos Menem lo elegimos tres veces, sabiendo que estaba vendiendo el país, (podemos hablar de masoquismo electoral)
Entonces, el tema es la identidad Argentina: ¿Qué somos?. Al haber mucha población blanca éramos el país más europeo de Latinoamérica, pero no somos europeos, vamos a Europa y somos sudacas.
¿Qué nos pasa a los argentinos?. ¿Por qué nos agredimos?. Muchas veces termino una charla diciendo: “¿Qué nos pasó?. Este era un país lindo, la gente mayor se acuerda, éste era un país fácil de vivir, uno salía a la calle y había comunicación entre los vecinos, y hasta se decían piropos. Esas artesanías poéticas ahora ya no existen porque si uno se acerca mucho a alguien este apura el paso asustada.
La cultura criolla era la cultura de la gauchada, era solidaria. Cuando estuve en Estados Unidos, trabajando en el manicomio de Nueva York ”Brooklyn State Hospital”, después de unos meses de estar ahí pensé: Acá, alguien puede ser sordomudo y el barrio se entera al año o a los dos años, porque nadie habla con nadie. En la Argentina, íbamos al almacén, íbamos a la feria, siempre estábamos charlando; era una red dialógica que nos acompañaba y nos sostenía. No podíamos deprimirnos porque siempre estábamos acompañados. La depresión tiene que ver con la soledad y la soledad es la madre de todas las enfermedades mentales. En Nueva York estuve hace treinta y ocho años. Hoy, en nuestra Argentina, podés ser sordomudo y alguien se entera al mes, porque perdimos el diálogo.
¿Qué nos pasa a los argentinos?. Tenemos que zafar de esto. Estoy describiendo la enfermedad. Estoy describiendo una radiografía preocupante pero pienso que podemos arreglarlo. Una buena radiografía lleva a una buena intervención.
¿Qué nos pasó? ¿Porqué no tenemos identidad?.
“Yo, argentino…” significaba el descompromiso. Borges dijo: “Soy eso tan difícil de definir: un argentino”. Somos como Zelig, el personaje de Woody Allen. En Londres hay, más o menos, diez mil argentinos inmigrantes y no hay un club argentino, porque ya se convirtieron todos en ingleses. Es decir, la ventaja que tenemos los argentinos es que a cualquier lugar que vayamos, como no tenemos identidad, nos integramos. ¿Saben lo que es el Joker en las cartas?. El comodín que vale por todas las cartas, y todos los argentinos que he encontrado en el exterior ya eran de ese país, porque, justamente no tenían una identidad que les impidiera esa plasticidad. Un brasilero, un mexicano va y se quiere hacer el inglés, toma unos cuantos whiskys, lo confunde con tequila y empieza a los gritos y ya se deschavó... Un brasilero se pone a bailar Samba, no puede impedir el ser brasilero. El último pobre en Brasil dice con orgullo: Eu sou Brasileiro…! Y a nosotros, ¿qué nos pasa?. ¿Es ésta llanura pampeana donde no hay nada la que nos deprime con esos inviernos neblinosos?.. En Colombia, en Brasil, no hay chances de deprimirse. Ya que con una ecología estimulante si uno se duerme es picado por diez bichos y las plantas pueden entrarnos por la oreja. Está lleno de animalitos, de plantas; la naturaleza es lujuriosa. Además el terreno hace que siempre tengamos una pendiente que nos obliga a subir y a bajar; una geografía de recovecos.
Nuestros abuelos y bisabuelos vinieron a “hacer la América”, que quería decir juntar guita y volver para allá, y no pudieron hacerlo. Tanto es así que Pichón Rivière decía que la mina del tango es un duelo imposible de resolver, no se puede elaborar porque la sensación de pérdida es total, la mina se fue y nunca más va a volver, y tampoco hay otra mina. Pichón decía que, en realidad, la mina era la suma de la orfandad y el desarraigo prematuro (madre y terruño) Y decía, también, que la mina del tango, en realidad, era una metáfora del terruño perdido; la mina era el país, era el pueblito de España o el paese de su Italia. Era eso que no se podía recuperar y que si se pierde es como perder la infancia, porque ese lugar de nacimiento tiene todos nuestros recuerdos, es la escenografía de la niñez, si lo perdí, perdí mi infancia, quedé vacío. Además en esa época, había mucho abandono infantil por la prostitución, el desempleo, la tuberculosis. Y de la pérdida temprana de la madre no es posible recuperarse, deja “un vacío imposible de llenar…” En algunos tangos si se sustituye mina por mamá queda perfecto y hasta se entiende mejor.
Entonces, todas estas elucubraciones son para buscar el origen de este carácter melancoloide. De las terapias que existen la que más prendió en Buenos Aires, mucho más que en París, en Alemania o en Norteamérica, fue el psicoanálisis. El psicoanálisis y el tango tienen en común que son dos duelos interminables. Un psicoanálisis de cinco o diez años habla de una sociedad depresiva. En Estados Unidos, en tres semanas, sacaban a un veterano de Vietnam para que vuelva a la guerra o para que se reintegre a la producción, con técnicas conductistas, ensueño dirigido con Pentotal, o teniendo que repetir trescientas veces: “Yo estoy bien. Me siento mejor”, ayudado por alguna pequeña droga estimulante, pero no se les ocurriría nunca una terapia de diez años. Las terapias de Freud eran de meses, un año, nunca esa prolongación.
Entonces... ¿Qué nos pasó en los últimos años?. Este país iba bien. Si cuando yo era joven hubieran querido vender YPF, la gente quemaba la Casa de Gobierno. Se vendió YPF, se vendió la siderurgia, se vendió la Patagonia y nadie dijo nada, ¿qué nos pasó?. Claro, el proceso militar fue brutal, fue de un nivel de crueldad que nos quitó la calle y no la recuperamos. La calle es de nadie porque está vacía, por eso hay chicos de la calle. En la India y en el norte de Brasil no hay chicos de la calle. ¿Saben por qué?. Porque todos viven en la calle. Entre nosotros la calle es violenta y la familia se ha reducido muchísimo; afuera te matan y adentro no hay nadie. Actualmente podemos decir que estamos en “arresto domiciliario” con rejas y todo.
La familia de antes, tenía esas tías que eran las grandes psicólogas, que bancaban nuestras angustias... una familia tradicional nos banca cualquier patología porque hay mucha contención, mucha escucha. La familia se convirtió en familia nuclear, y la familia nuclear que es: mamá, papá y dos nenes se desarmó también, y quedó: mamá jefa de hogar, pero mamá jefa de hogar tiene que ir a trabajar porque no está el marido y quedan los chicos solos con lo que yo llamo “el tío psicópata”, que es el televisor. ¿Por qué psicópata? Porque es un instrumento que aumenta la soledad. Nunca se comprobó que el televisor nos escuche. Los medios de comunicación masiva son medios de incomunicación masiva, y además por la televisión ya hacemos de todo; los chicos juegan viendo jugar, nosotros conversamos viendo conversar y hasta hay sexualidad, autoservicio en la televisión. Le perdonaría todo a la televisión si se pudiera comer a través de ella, pero no se puede. Ponen un plato calentito y si te lo querés comer sólo chupás un vidrio frío.
Acepto que esta visión crítica es un poco apocalíptica, pero es para que nos sacudamos un poco. ¿Qué nos pasó?. Este era un país que tenía las fiestas tradicionales y tenía muchos espacios comunitarios: la Navidad y los carnavales, la vereda era nuestra..
Si bien hago sociodiagnósticos preocupantes sostengo que ninguna sociedad se suicida. En la historia ocurrieron muchas situaciones patológicas, tanáticas, en distintas sociedades, sin embargo la raza humana no se extinguió; quiere decir que tiene anticuerpos. La sociedad es como un organismo que si se enferma, levanta fiebre en forma de una gran pueblada, como en todo proceso revolucionario y quema la infección que es la corrupción y la injusticia social.
En esta sociedad injusta, incluso los que se robaron todo también viven infelices. La ambición desmedida es un camino equivocado: nos compramos una cosa, nos compramos otra pero igual nos sentimos solos porque es la mirada, la contención de otro ser humano lo que nos defiende de la angustia existencial. Dice Sartre: “Yo soy la mirada del otro” y los objetos nunca nos miran; un Mercedes Benz no nos salva de la angustia de muerte. Además para comprarse muchas cosas tenemos que ser insensibles y joder a otros para ser ricos. Entonces estamos en un encierro: se pueden comprar doscientos bifes de chorizo, pero cuántos se pueden comer; uno, dos; se pueden comprar cien inodoros, pero tienemos un solo culo. No entiendo. Supongamos que los ricos fueran como los tigres, que son los depredadores; ningún tigre acumularía diez ciervos apilados, y no es por tonto, es que con uno solo come y los demás ciervos se pudrirían. ¿Para qué se necesitan diez departamentos, cien inodoros?. En este juego no se sabe cuándo parar porque ningún objeto nos termina de proteger de las ansiedades básicas de la vida: los cambios, las pérdidas, la soledad, los miedos… Otro inconveniente de ser rico es que nunca se tiene la seguridad del amor “¿me quieren por mí o por mi plata? El “Yo te quiero”... está siempre en duda. Pobres ricos, están jodidos. En cambio, cuando alguien me dice que me quiere, estoy seguro que no es por mi plata.
La realidad existe en el trabajo. Si no estamos insertos en la producción no existimos, porque el rol secundario es el rol de trabajo. El rol primario es ser padre, hijo, abuelo, pero son cuatro. Entonces, el tema es: ¿Qué pasó que han destruido el trabajo? ¿que han destruido los ferrocarriles?, ¿Qué destruyeron el país?, ¿Qué vendieron todo?. Fuimos a pelear por las Malvinas, me parece bien, pero antes debiéramos reconquistar la Patagonia que vendimos a los ingleses y norteamericanos.
No entiendo lo masoquistas, lo tanáticos que somos. No hay mejor posibilidad de terapia que a través de un buen diagnóstico: ¿qué nos pasa que nos hacemos mierda, qué nos pasa que tenemos esa vocación tanática?. Los brasileros estaban mucho peor que nosotros y ahora están mejor. En Brasil disminuyó algo la pobreza, Brasil está bien, está vivo. ¿Qué nos pasó?. Guerra no tuvimos, sólo un intento muy loco.
El intento camporista era muy idealizado porque cuando salimos de la depresión pasamos a esa hermosa euforia revolucionaria de aquel tiempo, y en este momento estoy pensando que somos bipolares.
Sabemos que la gente de pueblo no es violenta, que va a entrar caminando, pero como las termitas van a comerse todo lo que hay en las vidrieras de la avenida Santa Fe y todo lo que hay en Puerto Madero, yo espero ese día. Cuando veo pasar a los pobres históricos, desde el balcón de mi Escuela en la Av. Rivadavia, que vienen con los carritos, los nenes, la abuela y sus cosas yendo para el centro, digo: están ensayando la toma de Buenos Aires.
También creo que la hipótesis de la depresión originaria nos explica otra característica nuestra: la “avivada” argentina. El depresivo es hipotónico, tiene la musculatura laxa, le cuesta la acción, el trabajo, el esfuerzo. Entonces, toma un atajo, “la avivada”, “la viveza criolla”.
También nuestra soberbia: “somos los mejores…”. Se debe a la baja autoestima que compensamos con lo contrario. En el exterior hay cuentos sobre nosotros, uno dice que: A un argentino hay que comprarlo por lo que vale y venderlo por lo que él dice que vale. Dando clases en Colombia me contaron otro: dos argentinos van a una fiesta, uno le dice al otro -¿ ché, les decimos que somos argentinos? Y el otro contesta –No, que se jodan…
Finalmente el maltrato entre nosotros se da porque la depresión se origina en una pérdida que no se repara, esto lleva a una frustración que genera rabia y agresión.
La hipótesis es que nuestra historia contiene un núcleo depresivo producto de una gran pérdida, que se habrá originado en ese fracaso de nuestros abuelos de “hacer la América”. Tenemos que salir de eso, creo que sí, que vamos a salir. Soy, como digo, un pesimista esperanzado.
Estoy viendo la juventud, muy interesante. Ayer me impresionó, en un acto de una escuela secundaria dije más o menos esto y otras cosas peores de nuestra vocación perdedora pero cuando hablé de la esperanza todos los chicos aplaudieron a lo loco, con mucho entusiasmo. Esto quiere decir que están vivos. Y les dije: de ustedes es el futuro, ustedes van a hacer lo que quieran, van a arreglar este país porque tienen que vivir en ese futuro. Van a heredar estas casas y las van a pintar del color que quieran. No les vamos a poder impedir que ustedes hagan lo que quieran. ¿Saben porqué?. Porque nosotros vamos a estar muertos.
Fotos del archivo de Alfredo Moffatt
gracias Alfredo y Conrado, compatiendo mi esperanza del Hacer en el día a día...actuando,,viviendo, amando..
ResponderEliminarGracias a vos Marina por el mensaje y por leernos.
ResponderEliminarBeso grande Conrado. PD: Le reenvío el mensaje a Alfredo.
Perdón María
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