Poesía desde la cárcel, letras en libertad
Por Jorge Boccanera*
(para La Tecl@ Eñe)
(para La Tecl@ Eñe)
La libertad, la muerte, el deseo, el encierro, la soledad, el tiempo, la posibilidad de renacer, son algunos temas que atraviesan la antología “Ondas de Hiroshima”; que incluye 24 poetas del taller literario “Rodolfo Walsh”, internos todos de la Unidad Penitenciaria Nº 48 de la localidad bonaerense de José León Suárez, partido de San Martín.
El taller dirigido por los escritores Cristina Domenech y Pedro Nazar, surge de la organización “Va de Vuelta”, fundada hace 5 años con el objetivo de promover iniciativas que abran una segunda oportunidad en relación a formas sociales, laborales y productivas.
“Ondas de Hiroshima”, ya fue presentada en Argentina, Ecuador y Costa Rica.
El taller dirigido por los escritores Cristina Domenech y Pedro Nazar, surge de la organización “Va de Vuelta”, fundada hace 5 años con el objetivo de promover iniciativas que abran una segunda oportunidad en relación a formas sociales, laborales y productivas.
“Ondas de Hiroshima”, ya fue presentada en Argentina, Ecuador y Costa Rica.
Al por qué eligieron la poesía como medio para forjar un espacio de escritura, responde Domenech: “Porque la poesía permite romper la lógica del lenguaje, apelar a la metáfora, abrir un espacio discursivo a quienes ‘viven al pie de la letra’. La literalidad de lo real deja fuera de toda letra ampliada no sólo a los internos, sino a la sociedad entera”.
El taller de poesía se inscribe dentro del Centro de Estudiantes “Azucena Villaflor” (una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, desaparecida en 1977): “dentro del CUSAM, Centro Universitario San Martín, el espacio cedido por el penal a la UNSAM para su sede universitaria”.
El título de la antología, en cuidada edición artesanal, surge de un verso del interno Waldemar Cubilla que habla de los “pensamientos cautivos” como elementos residuales de una hecatombe: “como hondas de Hiroshima”.
Domenech no oculta su orgullo por el producto final: “Son libros objeto, artesanales. Presentamos la compilación el pasado 9 de noviembre en el Campus de la UNSAM junto al lanzamiento del sello editorial ‘La Franternidad’; como fuente de trabajo para los internos que salgan en libertad”.
El número de gente que participa en el taller literario varía: “La población estable es de alrededor de 20 alumnos, aunque en una cárcel no hay estabilidad posible, cuando no hay traslados hay otros problemas y los alumnos varían también de acuerdo al humor de los astros”.
Los integrantes de dicho taller, que funciona los días martes durante un espacio de tres horas, muestran en “Ondas de Hiroshima” estilos diversos en donde se cruzan numerosas interrogantes y reflexiones: escribe Ignacio Albornoz: “qué soy/ a qué precio” y “”Cuánto falta/ ¿Será mucho?/ Por qué tanto/ ¿Mañana será tarde?”
Mientras Emanuel Peralta nombra a sus “Compañeros de charla/ barco de libertad/ tristeza de hierro”, Ariel Bianco se pregunta: “¿saciaré mi sed?/ ¿qué es la inocencia?”, Waldemar Cubilla remata: “Somos huesos del habitante de paso” y también: “las piedras secan mis raíces/ hay ojos que muerden como perros”.
Ezequiel Galiano Acevedo escribe: “Fue hoy/ mi noche de águila?”, para responderse que “aún me atrevo a soñar”, mientras Gabriel Mateo lanza su queja: “Los que me hieren me invitan/ a que mire mis heridas”, Rodolfo Zalazar convoca: “Espiá la rejilla de tus ojos… Mordé tu imaginación”, Mario Núñez López concluye: “Corrompí la esperanza sin razón”.
Explicando la dinámica del taller, Domenech –autora de los libros de poesía “Tierra Negra” y “Demudado”- sintetiza la metodología de trabajo: “Les acercamos fotocopias de poemas de épocas y estéticas diversas, realizamos lecturas y damos consignas de trabajo, que funcionan como una excusa, una herramienta para generar escritura abierta para romper con la literalidad”.
Hay que decir que en “Ondas de Hiroshima” -sin desmerecer al resto de los participantes- sorprende la poesía del joven Nicolás Dorado con un estilo abierto, propio, original: “Es hora de levantar esta lengua/ armada con hilos/ arrancada a restos de voces” y “Astillas de luz soplan figuras/ hasta la orilla de la imaginación”.
Aquí y allá, Dorado arroja sus imágenes contundentes: “La distancia entre Dios y Dios/ pasa por la calle con su infancia mojada” (…) ”Madre, madre, ¿quién separa/ tu sangre de la mía?”. Domenech califica a Dorado de: “Una revelación extraordinaria, su poesía nos hace preguntarnos una y otra vez por la potencia de la palabra poética y su fuerza como arma de combate”.
“Nunca había leído poesía. Y su comprensión poética fue innata. En estos casos nos sentimos con la responsabilidad de que estos muchachos sepan que es una herramienta para vivir, para respirar. Lo que hacen ellos no es nuestro mérito. Nosotros sólo facilitamos el medio. Dorado tiene muchos años de prisión por delante; nuestra idea es que pueda publicar un libro”.
El interés que el taller despertó entre los internos, asegura la poeta, es “impresionante”: “Pasa que empiezan a ‘poder escribir’ por fuera de lo que toda la vida pensaron es muy fuerte. Hay una apertura hacia otro espacio, otro tiempo, otro mundo, el de la libertad, así lo expresan. Es una libertad que nadie les puede quitar”.
El taller de poesía se inscribe dentro del Centro de Estudiantes “Azucena Villaflor” (una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, desaparecida en 1977): “dentro del CUSAM, Centro Universitario San Martín, el espacio cedido por el penal a la UNSAM para su sede universitaria”.
El título de la antología, en cuidada edición artesanal, surge de un verso del interno Waldemar Cubilla que habla de los “pensamientos cautivos” como elementos residuales de una hecatombe: “como hondas de Hiroshima”.
Domenech no oculta su orgullo por el producto final: “Son libros objeto, artesanales. Presentamos la compilación el pasado 9 de noviembre en el Campus de la UNSAM junto al lanzamiento del sello editorial ‘La Franternidad’; como fuente de trabajo para los internos que salgan en libertad”.
El número de gente que participa en el taller literario varía: “La población estable es de alrededor de 20 alumnos, aunque en una cárcel no hay estabilidad posible, cuando no hay traslados hay otros problemas y los alumnos varían también de acuerdo al humor de los astros”.
Los integrantes de dicho taller, que funciona los días martes durante un espacio de tres horas, muestran en “Ondas de Hiroshima” estilos diversos en donde se cruzan numerosas interrogantes y reflexiones: escribe Ignacio Albornoz: “qué soy/ a qué precio” y “”Cuánto falta/ ¿Será mucho?/ Por qué tanto/ ¿Mañana será tarde?”
Mientras Emanuel Peralta nombra a sus “Compañeros de charla/ barco de libertad/ tristeza de hierro”, Ariel Bianco se pregunta: “¿saciaré mi sed?/ ¿qué es la inocencia?”, Waldemar Cubilla remata: “Somos huesos del habitante de paso” y también: “las piedras secan mis raíces/ hay ojos que muerden como perros”.
Ezequiel Galiano Acevedo escribe: “Fue hoy/ mi noche de águila?”, para responderse que “aún me atrevo a soñar”, mientras Gabriel Mateo lanza su queja: “Los que me hieren me invitan/ a que mire mis heridas”, Rodolfo Zalazar convoca: “Espiá la rejilla de tus ojos… Mordé tu imaginación”, Mario Núñez López concluye: “Corrompí la esperanza sin razón”.
Explicando la dinámica del taller, Domenech –autora de los libros de poesía “Tierra Negra” y “Demudado”- sintetiza la metodología de trabajo: “Les acercamos fotocopias de poemas de épocas y estéticas diversas, realizamos lecturas y damos consignas de trabajo, que funcionan como una excusa, una herramienta para generar escritura abierta para romper con la literalidad”.
Hay que decir que en “Ondas de Hiroshima” -sin desmerecer al resto de los participantes- sorprende la poesía del joven Nicolás Dorado con un estilo abierto, propio, original: “Es hora de levantar esta lengua/ armada con hilos/ arrancada a restos de voces” y “Astillas de luz soplan figuras/ hasta la orilla de la imaginación”.
Aquí y allá, Dorado arroja sus imágenes contundentes: “La distancia entre Dios y Dios/ pasa por la calle con su infancia mojada” (…) ”Madre, madre, ¿quién separa/ tu sangre de la mía?”. Domenech califica a Dorado de: “Una revelación extraordinaria, su poesía nos hace preguntarnos una y otra vez por la potencia de la palabra poética y su fuerza como arma de combate”.
“Nunca había leído poesía. Y su comprensión poética fue innata. En estos casos nos sentimos con la responsabilidad de que estos muchachos sepan que es una herramienta para vivir, para respirar. Lo que hacen ellos no es nuestro mérito. Nosotros sólo facilitamos el medio. Dorado tiene muchos años de prisión por delante; nuestra idea es que pueda publicar un libro”.
El interés que el taller despertó entre los internos, asegura la poeta, es “impresionante”: “Pasa que empiezan a ‘poder escribir’ por fuera de lo que toda la vida pensaron es muy fuerte. Hay una apertura hacia otro espacio, otro tiempo, otro mundo, el de la libertad, así lo expresan. Es una libertad que nadie les puede quitar”.
*Poeta y periodista
Los conocí a los escritores del libro... a varios de ellos en el encuentro con Juan Gelman el 9 de agosto. Fue muy movilizador... Buena nota!
ResponderEliminarQ recuerdos..fue lindo a pesar de l situcion de encierro poder participar del libro..gracias pedro y cristina!!!
ResponderEliminarConozco a Rodolfo zalazar ..la verdad hermoso libro 👏👏👏
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