28 febrero 2011

Sociedad y Cultura/Segunda entrega del libro El Desperdicio argentino de Mirta Vazquez de Teitelbaum

De la consecuencia de los actos y la famosa culpa argentina.

Por Mirta Vazquez de Teitelbaum*

(para La Tecl@ Eñe)
Ilustración: Felipe Noé

La Tecl@ Eñe publica la segunda entrega del libro El Desperdicio argentino, escrito por Mirta Vázquez, psicoanalista y miembro de la comisión directiva de la Asociación de Interacción Arte-Psicoanálisis (Aiap)

Un trabajo mío de hace años tenía como título: Hamlet o la imposibilidad del acto.
[1]
Se basaba en la manera en que Jacques Lacan piensa la neurosis obsesiva en los años 60 como la procastinación[2] del acto. En un seminario analiza Hamlet considerándolo el paradigma del neurótico ya que demanda garantías para producir el acto en cuestión pero como no existen lo posterga indefinidamente.
En psicoanálisis un acto no es una acción necesariamente, puede ser una palabra y la demora en asumirlo es una maniobra neurótica que posterga la implicación subjetiva en lo que acontece.
“¿Qué he hecho yo para merecer esto?” es la pregunta del “alma bella” quien cree que todo lo que “le” sucede de malo viene de afuera. Por ello el primer movimiento de un psicoanálisis es involucrar al sujeto con lo que le sucede.
Lacan
[3] nos enseña que el acto “se tiene por cometido”, es decir que su consecuencia, en tanto modifica la posición subjetiva de quien lo realiza no puede ser desconocida por el sujeto. Y es siempre “aprés coup”, lo que deja en evidencia que se realiza sin el otro de la garantía.
La famosa frase de Freud de fin de un análisis “donde ello era el yo debe advenir”, trabajada por Lacan concluye en “allí donde eso era el sujeto debe advenir”. Se trata entonces de un sujeto advertido ya que un psicoanálisis no curará de la neurosis pero hará al neurótico responsable de su(s) acto (s). Lo que no es poco.
La negación en psicoanálisis es la medida de la subjetivización de quien habla. Freud, escucha de un paciente “no era mi madre” y concluye que efectivamente lo era por cuanto el inconsciente, que no conoce la contradicción, la nombra (afirmación) a condición de negarla.
Cuando decimos: “no soy yo es el otro” ambos términos son afirmaciones de una relación entre uno y otro que tiene sus consecuencias.
A condición de negar nuestros propios actos y decisiones hacemos recaer la responsabilidad y la culpa sobre el otro que se transforma en el artífice de nuestros males.
En la Argentina en el plano social esto es sabido de modo que los chistes (que tienen relación con el Inconciente como se titula un texto de Freud) ponen en evidencia esta modalidad de goce que se puede resumir en esa frase: “la culpa la tiene”… Siempre, por supuesto, se trata de algo causado por alguien anterior a quien habla.
El psicoanálisis revela un acto, nimio, donde se escucha al deseo inconciente. El acto fallido. Es una pulsación del inconciente que aparece puntualmente y subvierte lo que la persona quiere decir o hacer. No es voluntario, no se propone antes pero luego no se puede dejar de “haberlo cometido” y es eso lo que se analiza.
Lo que pasa es que hay actos fallidos, como en Hamlet, que por especular acerca de la mejor forma de cometer su acto lo demora en el tiempo y, por efecto de esa misma demora, termina en una tragedia general.
La frase “que se vayan todos” merece una reflexión: está proferida de manera impersonal y es un significante que aparece en un momento de manera colectiva, sin la autoría de nadie. Como tantas otras reivindicadas por sectores políticos según su conveniencia pone de manifiesto un deseo pero no indica su realización. Estaba referida a la desconfianza que despertaba la política en ese momento cuando un gobierno legítimo no atinaba a realizar los actos que se esperaban de él.
Cuando, luego de algunas vacilaciones, asume legítimamente otro gobierno olvida las condiciones de su ascenso y comienza con un discurso que niega lo logrado por gobernantes anteriores. De allí que algunos de sus actos están en la línea discursiva de negar lo bueno que se pueda haber hecho y cada falla es “culpa del otro”.
Habría que deslindar acá responsabilidad y culpa. La culpa es inconciente y no hay otra que la ceder el propio deseo
[4]. La responsabilidad nos hace hacernos cargos de nuestros actos nos gusten o no sus consecuencias.
Arturo Frondizi fue víctima de un golpe de estado. Previamente a su destitución dijo: “ni renuncio ni me suicido” dejando en evidencia, para quien sepa escuchar, las consecuencias que podrían derivarse de un golpe de estado en esa época. A la luz de lo que aconteció después es lícito deducir que sabía que en este mar de malos entendidos de los que se nutre el discurso político su renuncia o su muerte podrían haber útiles para algunos. En esta doble negación está la afirmación de un hombre que se hace responsable de sus actos. Y es interesante que lo diga en un momento de pérdida de poder.
La negación de la responsabilidad por el acto es otra forma de desperdicio porque no permite procesar la pérdida y transformarla en causa de algo nuevo. En cambio, que el sujeto vaya allí a hacerse cargo del acto cometido le permite procesarlo y, asumiendo lo perdido, relanzar el deseo.

*Mirta Vazquez de Teitelbaum
Psicoanalista
Miembro de la EOL (Escuela de la orientación lacaniana)
Miembro de la AMP (Asociación Mundial de Psicoanálisis)
Miembro de Comisión Directiva de Aiap (Asociación de interacción Arte-Psicoanálisis)


[1] Publicado en un libro del Simposio del Campo freudiano. Ver en la EOL (Escuela de la orientación lacaniana)
[2] Termino relativamente poco usado en nuestra lengua corriente que implica demora o postergación.
[3] Jacques Lacan. Seminario del acto ( 1968)
[4] Jaques Lacan. Seminario La Ética del Psicoanálisis (1960) Editorial Paidós.

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