29 noviembre 2006

Editorial


De qué hablamos cuando hablamos del agua

Ahora... Al término de... y las imágenes de una de las novelas con mayor audiencia se suceden en la pantalla del televisor. Ya llega... Ahora... Casi medianoche y la reserva acuífera del Iberá, esa espléndida y subterránea masa de agua dulce, sacude el insomnio y la conciencia de la no muy poblada audiencia que arriba a la región luego de un trasnochado zaping.
Unos días atrás, en la televisión por cable, el misterioso Sr.Tompkins cobró vida mediática, por lo menos su nombre, a través de una discusión entre el funcionario kirchnerista D’Elía y el camaleónico partidario de la oposición Rodríguez Larreta. El tema fue la irrupción de D’Elía cortando los candados de las tranqueras en los campos del Sr. Tompkins. Todo quedo en una bizantina discusión entre los dos invitados, plagada de acusaciones e insultos que serán devorados por la fugacidad de la imagen. Del Sr. Tompkins y de cómo y por qué ha comprado y cercado gran parte de los esteros del Iberá en Corrientes, nada. Una oportunidad más desperdiciada para tratar de acercar luz (¿profundizar, buscando la vertiente?) sobre un tema sensible que compromete nuestras reservas naturales. Es decir, el futuro del país. Pero no, el griterío y la superposición de voces vende más, aunque revestido de seriedad. Es claro como el agua: las peleas en televisión no son sólo patrimonio de los programas de chimentos.
Mientras tanto los verdaderos dueños de la tierra están atrapados entre alambres, negados en su identidad y en sus derechos, y hasta imposibilitados de circular libremente por la tierra que desde siempre habitaron. El agua ya no les pertenece, no pueden llegar hasta ella. ¿Y por qué?. Bien, porque el Sr. Tompkins así lo quiere. Él se siente dueño hasta de la vida de las personas del lugar. Él ha comprado las tierras con la gente, los animales y el agua incluidos. Él, El Sr. Tompkins, haciendo uso del más arrogante cinismo, dice estar preocupado por la conservación del medio ambiente; el problema de la gente es una cuestión de desigualdad social (le parece natural) que debe ser atendida por el Estado y no por él; Estado al que le devolverá las tierras que compró transformadas en maravillosas reservas y parques naturales, como las vendidas a seis veces más su precio a la para nada contaminante pastera chilena.
Pero, ¿Y el gobierno Provincial?. Porque alguien vendió esas tierras consideradas patrimonio y reserva natural del país, alguien lo autorizo y alguien hizo la vista gorda también. ¿Y el gobierno Nacional? ¿Qué responsabilidad tiene en todo este asunto, mas allá de las intempestivas acciones del funcionario D’Elía que no representan una formulación, en modo directo y en forma explicita, de la postura del propio gobierno nacional?. ¿No debería ser declarada una cuestión de Estado y obrar en consecuencia? Porque lo que rápidamente se puede observar es que nuestro país no es dueño de sus reservas energéticas, como el petróleo, ni de las reservas naturales, como el agua de la cuenca acuífera Guaraní. Y más allá de los escépticos y los falsos ambientalistas, el agua es el recurso del futuro. El Sr. Tompkins lo sabe, por eso ha comprado la tierra y no para venderla en botellitas de agua mineral, aunque puede ser parte del negocio.
Así dadas las cosas, en nuestro país no hará falta una guerra de ocupación como en Medio Oriente, ya que la ocupación es hoy, ahora, y no al término de ninguna novela. El futuro llegó hace rato, todo un palo, ya lo ves.

Conrado Yasenza

La Columna Grande


¿Y DONDE ESTÁ EL ENEMIGO?

Escribe Alfredo Grande
(especial para La Tecla Eñe)

El título del primer capítulo de “El misterio del cuarto amarillo”, escrito por Gastón Leroux (el mismo de El Fantasma de la Opera) es el siguiente: “Donde uno comienza a no entender nada”. Con mis nunca curadas manías por las analogías, podría decir que esta democracia amarilla para mí es un misterio y que hace tiempo que he comenzado a no entender nada. No es un mal comienzo empezar por no entender. Una vacuna anti blumberg siempre es necesaria, sobre todo para impedir que el código penal sea la única fuente de razón y justicia. Pero más allá del padre que nunca fue de la plaza, hay una tendencia cada vez menos disimulada a pensar y tratar como enemigo a los que en la actualidad, y desde hace mucho mas que treinta años, vienen sosteniendo las luchas y rebeldías contra todas las formas del denominado “costo social del ajuste”. Sea un costo pagado en dictadura o en democracia. La cultura represora no descansa, al igual que las bolsas de comercio del mundo globalizado. Y prueba de ese no descanso es que la consigna de la izquierda revolucionaria (en la que incluyo a partidos políticos de la denominada izquierda orgánica, blanco predilecto del macarteo de todos los gobiernos) de no pago de la deuda externa quedó clonada en el anglicismo: default. Con la hipocresía de los impunes, se entró al default con la misma alegría que se salió del default. Se pasó en 30 años de una política de rebeldía frente a lo insaciable del Imperio, a un tema de caja registradora. Uno de los méritos indudables de estas democracias paridas de nalgas, es que El Enemigo (si prefieren los enemigos) logra el mayor logro al que puede aspirar un vampiro succionador: ser invisible. Entonces el problema no es que el enemigo no está donde siempre estuvo (la mansión rose) sino en definir, en este momento histórico, político y económico, donde está para ir a buscarlo y enfrentarlo. Al menos, con el intento de no consentir por aquiescencia democrática la masacre de niños y no tan niños en las guillotinas de las necesidades básicas insatisfechas. O peor aun: satisfechas de la peor manera, paco mediante.
En el discurso realizado en el Colegio Militar, nuestro Presidente omitió referenciar la maquinaria imperial con nombre y apellido, y esto si bien es entendible, no lo es tanto cuando desliza un reproche a la caracterización de Videla como general democrático. Este verdadero ritual del anticomunismo vernáculo empalidece frente a la desmentida que el peronismo como tal hace de la década menemista. (Para el interesado en consultar sobre los extraños fenómenos de aparición de “OPNI”, objetos peronistas no identificados, sugiero leer mi trabajo “Se equivocó la cigüeña” en esta misma revista) Desde ya, sigue vigente el anatema que toda crítica al peronismo es marca indeleble de gorilismo. Este ataque al pensamiento crítico sobre el más importante movimiento popular de la Argentina, cristaliza el instituyente en un instituido burocratizado que algunos llaman Partido Justicialista. El mismo Presidente quiso demolerlo al apelar a la transversalidad. Ajeno a las cuestiones del poder terrenal, ignoro el destino de ese intento que me parece da cuenta de la fosilización de muchas estructuras partidarias, incluso las “plebiscitadas”. El pasaje del otrora recontra alcahuete a las filas del oficialismo da cuenta que no solo la momia regresa varias veces. Por eso lo que me interesa es pensar a la producción de subjetividad K en el marco de la batalla de ideas, y la búsqueda de políticas de liberación en detrimento de políticas de administración prolija y seria (¿obsesiva?) de la dependencia. En ese sentido creo que la idealización es opuesta al ideal. Y que la idolatría del metarelato se opone a la micropolítica del cotidiano revolucionario. Aclaro, antes que oscurezca. Los afiches que aparecieron posteriormente a que la militancia de izquierda quedó marcada como siniestra, donde en letras de molde se afirma: Madres de la Plaza, el pueblo las abraza, apunta a la idolatría. Quien esto escribe publicó en el 2001 un articulo Los Enemigos del Pueblo (capítulo de Psicoanálisis Implicado: la marca social en la clínica actual.) Cuando varios atacaban a Hebe de Bonafini por la supuesta “alegría de la muerte” (Horacio Verbistky publicó una nota en Página 12) que le produjo el derrumbe de las Torres Gemelas, no vi ningún afiche de los firmantes que expresaran que el pueblo las abraza. Cuando Página 12 suspendió el suplemento de la Universidad Popular, pese a la gestión personal que hicimos con Vicente Zito Lema, Nestor Kohan, Claudia Korol, Inés Vázquez, tampoco vi esos afiches. ¿Seré rencoroso? Por supuesto, además de memorioso. Pero como nos enseña el tango, rencor tengo miedo que seas amor. Amor frustrado por las Madres al irme de la Universidad Popular. Y amor frustrado al comprobar que se las invoca en vano, porque la loca lucha de las Madres ha sido y será una lucha de la izquierda. De toda la izquierda. Por eso me preocupa la producción de subjetividad K. Hay un mecanismo que Freud describe como el más primario en la constitución de la defensa: la transformación en lo contrario y la vuelta contra sí mismo. Seguramente, el creador del psicoanálisis lo hubiera empleado para entender el destierro de la “juventud maravillosa”. No quiero callar cuando escucho el intento de nuevos destierros. Si la tierra es del que la trabaja, la izquierda, toda la izquierda ha trabajado, mas bien o mas mal, pero trabajado por nuestra segunda independencia. Y siempre le ha preocupado entender donde está el enemigo, mas allá que podamos acordar donde no está. ¿O acaso pedir a la Iglesia que interceda, medie, pontifique, sermonee, o lo que sea, en el tema de las papeleras es una forma de identificar al enemigo y fortalecer el poder popular de las heroicas asambleas de Gualeguaychú?
Por eso me interesa pensar en lo que denomino “Peronismo de Estado”. En esencia diferente y diría que opuesto a la militancia peronista por la liberación. “Peronismo de Estado” que organiza nuevas formas de macartismo. Será La Tecla Eñe el espacio privilegiado para discutir estos temas. No puedo olvidar que “nadie puede ser cristiano en el Vaticano”. Y que siempre habrá mas Papas de los necesarios, y peor aún, mas papistas que el Papa.

Alfredo Grande

Zona Literaria/Ensayo


TRAKL Y TEILLIER; PARA HABLAR CON LOS MUERTOS

Por Adolfo Vásquez Rocca * PH. D.
Ilustración: Pablo Patza
Para hablar con los muertos

“Para hablar con los muertos
hay que elegir palabras
que ellos reconozcan tan fácilmente
como sus manos
reconocían el pelaje de sus perros en la oscuridad.
Palabras claras y tranquilas
como el agua del torrente domesticada en la copa
o las sillas ordenadas por la madre
después que se han ido los invitados.
Palabras que la noche acoja
como los pantanos a los fuegos fatuos.
Para hablar con los muertos
hay que saber esperar:
ellos son miedosos
como los primeros pasos de un niño.
Pero si tenemos paciencia
un día nos responderán
con una hoja de álamo atrapada por un espejo roto,
con una llama de súbito reanimada en la chimenea
con un regreso oscuro de pájaros
frente a la mirada de una muchacha
que aguarda inmóvil en un umbral.”[1]

Jorge Teillier


La poesía como nostalgia

La poesía de Georg Trakl, de estilo abrupto y violento, poseía una rara densidad, en ella se une la nostalgia de la ternura y el presentimiento del fin del mundo. Sus premoniciones de desolación no podían ser comprendidas por sus coetáneos, confiados todavía en las apariencias del esplendor finisecular. Tampoco se podía comprender la videncia del poeta ruso Andrés Biely, el que escribía en 1921: “El mundo volará / por el estallido de una Bomba Atómica / en gavillas de electrones. / Descarnada hecatombe!”. En Trakl aparece un mundo de nostalgia y decadencia. Ya en 1917 Rilke escribía: "la poesía de Trakl es para mí el más conmovedor de los lamentos ante un mundo imperfecto".

La de Trakl es una poesía que alude con melancolía a la casa de sus antepasados; a su ciudad natal, al paisaje de la comarca. Allí aparece un mundo de nostalgia y decadencia, propio de una ciudad que durante la Edad Media había tenido un gran esplendor, y que vivía de un pasado irrecuperable. Por oposición a la ciudad, Trakl se vuelve a la naturaleza, a la que ve exenta de la culpa de la caída[2].

Así la ciudad de Trakl es imagen de la decadencia del mundo occidental que está relacionado con la figura poética del forastero, el solitario, el apátrida, cuya culpa radica sólo en el hecho, por lo demás inevitable, de existir en este mundo donde sólo habitan exiliados.

En contraposición a este tipo de nostalgia, la obra del poeta Jorge Teillier -el fundador de la tendencia conocida como poesía lárica, giro que denomina un tipo de escritura que pone énfasis al recuerdo del "paraíso perdido" de la edad primigenia, en la tierra ancestral, indagando los orígenes primordiales del ser humano- hace alusión constante al terruño, a la infancia, al hogar y al paisaje rural, pero como el lugar idílico al qué volveremos, de allí su particular nostalgia, la nostalgia del futuro. La forma de representación del mundo lárico es, en Teillier, el idilio, que se despliega como representación estática de una particular forma de vida -donde los habitantes de la aldea establecen relaciones de cooperación, correspondencia y armonía consigo mismo, con la colectividad y la naturaleza. Una unidad de vida y paisaje preservada sólo por el poeta, por el guardián del mito.

Para Teillier “el poeta debe dar cuenta primero del mundo que lo rodea a trueque de convertirse en un desarraigado". Este esfuerzo de arraigo comporta una doble y simultánea operación: Por una parte una integración al paisaje al cual el poeta pertenece y por otra, la comparecencia de los antepasados que actúan en el proceso integrador como figuras míticas capaces de revelar en la realidad invisible un rango más alto de realidad, y por ello posibilitando reconocer lo que aún perdura en ella de auténtico a pesar de la ruinosa y desoladora cotidianidad. Como indica Rilke. "Para nuestros abuelos... cada cosa era un arca en la cual hallaban lo humano v en la cual agregaban su ahorro de humano". En este sentido puede hablarse de lo lárico teillieriano como una poesía genealógica que salva la paradoja entre la aparente ahistoricidad del mito y la historicidad concreta de la existencia humana, una realidad impregnada de trasfondos arquetípicos, que posibilitan al lenguaje transfigurar la anécdota en mito[3].

La instalación del poeta en la patria de su infancia, en el universo mítico de los ancestros, se cumple mediante las coordenadas espaciales del viaje, en un caso en ferrocarril desde la capital al pueblo sureño natal y en otro mediante el retorno poético al dominio perdido del sujeto, la infancia tutelada por sus antepasados.

"La muerte
esa manzana llevada por la bruja
ahora golpea los muros
sin dejarnos dormir
La muerte será una hoguera junto
a la cual nos agruparemos
Quizás alguna vez he muerto. Y era otro
Todos seguimos alguna vez nuestro cortejo
y hemos resucitado tantas veces
en el moscardón que ronda las casas"[4].

Así, desde los primeros inmigrantes colonizadores de la frontera, van compareciendo los seres y los objetos que poblaron ese dominio perdido de la aldea con sus generaciones y sus pequeños acontecimientos locales (juegos, amoríos, festejos, vendimias, paseos, etc.), que descuellan únicamente por contraste con la cíclica repetición de siembras y cosechas que acontece según el imperecedero orden agrario.

En Chile la palabra “agrario” no puede sino remitir al proyecto utópico- socialista que el gobierno de Salvador Allende intentó implementar -la reforma agraria[5]- pero curiosamente, en la obra de Teillier no encontramos referencias de orden político. Su inspiración -de carácter no ideológico- ligada más bien a experiencias universales de la naturaleza, la infancia y la muerte; el carácter "arcaico" del poeta como sobreviviente de un paraíso perdido, como testigo visionario -hoy forzosamente marginal- de esa edad dorada de lo humano, y como "guardián del mito y de la imagen hasta que lleguen tiempos mejores", evoca más bien a Hölderlin y a cierto clima neorromántico propio del influjo telúrico de Georg Tralkl. Los lares de Teillier, la Frontera en cuestión parecen ser una trasposición de mundos eslavos y germánicos sobre la experiencia nativa del sur de Chile.

En relación con lo anterior, la investigadora Carolyne Wright en "In Order to Talk with the Dead: Selected Poems of Jorge Teillier"[6] señala que a diferencia de otros poetas latinoamericanos, en la obra de Jorge Teillier hay una curiosa e interesante ausencia de tópicos políticos. La violencia sobre el históricamente (re)fundado mundo de La Frontera - los conflictos con las comunidades indígenas que habitaban esas tierras y que fueron relegadas a territorios marginales, sintomáticamente llamados reducciones, de manera análoga a la reducción de los restos humanos en las tumbas, para hacer lugar a otros- no aparece en la poesía de Teillier. Esta ausencia no puede atribuirse a un descuido del poeta - que era profesor de historia- , sino a una condición poéticamente necesaria para hacer posible y verosímil el ensueño de una comunidad en que estén conciliados la naturaleza y la cultura, el pasado y el presente, el hombre y su prójimo.

Las preocupaciones políticas y sociales con las que se han comprometido tantos escritores, no juegan, pues, en Teillier un papel relevante. Aunque "Retrato de mi padre, militante comunista" revela la afinidad de Teillier con el ideal revolucionario, él ha aclarado explícitamente que su poesía no ha de ser plataforma para polémicas ideológicas (sintomáticamente, aun en "Retrato" describe la utopía revolucionaria de su padre en términos bucólicos). En el prólogo a Muertes y maravillas, que constituye su ideario poético, escribe:

“... a mí me parece que la poesía no puede estar subordinada a ideología alguna ... Ninguna poesía ha calmado el hambre o remediado una injusticia social, pero su belleza puede ayudar a sobrevivir contra todas las miserias”[7].

Pese a todo, en su crítica a la modernidad -Teillier- rechaza las valoraciones de la sociedad capitalista y sus consecuencias -el exacerbado consumismo y la desigualdad social- y propone excluirse de la vida ciudadana o, más bien, convertirse en “poeta residente” en la Provincia, en "comunidades" que, en su caso, afirman una forma de vida generosa y de aldea.


TeillierTrakl; Profeta de Occidente.


También la poesía de Trakl alude profusamente a la melancólica casa de sus padres, donde era un niño que al claro de luna salía a dar de comer a las ratas. El paisaje decadente del otoño, la infancia, la muerte, serán los grandes temas de su poesía.

Trakl, se sabe, fue un alumno mediocre, y al llegar la adolescencia se tornó poco sociable, hablaba corrientemente del suicidio y se aficionó al uso de las drogas. Algunos de sus biógrafos sugieren que pudo aficionarse a éstas por influencia de su madre, la cual era opiómana.

Probablemente estudió farmacia a fin de tener un más fácil acceso a las drogas. Estudió dos años en la Universidad de Viena y de este entonces parece datar su repulsión a las grandes ciudades.

En 1953, en su estudio sobre Georg Trakl, Martin Heidegger lo llama "poeta del occidente aún oculto, de una nueva generación renegada que sucederá a la actual"[8], considerándolo el sucesor de Hölderlin. En su análisis de Trakl, Heidegger señala que el destino histórico de occidente es también el destino del linaje humano. Para Heidegger, es el habla la que habla a través de nosotros. Habría un recíproco destino entre humanidad y lenguaje. Es allí donde la noción de lugar es también la de reunión. Pues tanto como existe en lo humano una extrañeza del mundo, existe en el mundo una extrañeza del hombre, del cual el lenguaje guardaría un residuo inasible.

Heidegger, en este texto, vuelve la mirada a un idílico estado preindustrial, mirada que se corresponde con la sensibilidad neorromántica de los poetas láricos como Trakl, quienes están constantemente intentando regresar a la aldea –al pueblo natal– como muestra de rechazo (velado o inconsciente) de la ciudad moderna, creando un mundo imaginario en el cual declara verdaderamente habitar, y en donde se da el verdadero arraigo, la vuelta al mundo de la infancia y la confianza en la memoria y la leyenda. La memoria como dimensión del inconsciente de la modernidad, el momento en que acontecimiento y experiencia se singularizan en un momento único y a la vez fundante.

En la obra de Heidegger se está constantemente buscando retornar al origen, ya sea por el camino hermenéutico, ya por las señales de ruta dejadas en el devenir etimológico de las palabras o mediante la reconstrucción de sentidos primigenios a través de ejemplos tomados de una vida de aldea, en la cual se puede percibir una gran nostalgia, la misma que él –Heidegger –reconoce en la poesía de Trakl. Una nostalgia por aquel mundo del orden inmemorial de las aldeas y de los campos, en donde siempre se produce la misma segura rotación de las siembras y las cosechas, de sepultación y resurrección, tan similares a la gestación de los dioses propios de la poesía de Hölderlin. En las obras de Heidegger vemos las cosas dotadas de vida, las cosas vividas, el trato con las cosas cotidianas, con las cosas admitidas en nuestra confianza, esto es lo que Heidegger entenderá como el ser de lo útil.

Heidegger

Poesía, naturaleza e historicidad.

Los poetas son fundadores del ser; son, por lo mismo, los depositarios de los mitos fundacionales de un linaje, de una familia y más tarde de un pueblo, son los únicos capaces de revelarnos el origen y la esencia en cuya pérdida andamos arrojados en una existencia que nos vela su manifestación. La poesía es el nombrar fundacional del ser y de la esencia de todas las cosas, un decir por el cual sale a lo abierto por primera vez todo aquello con lo cual luego tratamos en el lenguaje cotidiano. Por eso la poesía nunca toma el lenguaje como una materia prima preexistente, sino que es la poesía misma la que posibilita el lenguaje[9]. La poesía es fundación del ser por la palabra. La poesía es el lenguaje prístino de un pueblo histórico. Un pueblo al que el poeta, como sobreviviente de un paraíso perdido, quisiera regresar, como testigo visionario –hoy forzosamente marginal– de esa edad dorada de lo humano. El mundo del verdadero arraigo, donde “la jornada de trabajo en el molino y el lugar de residencia del campesino reciben el saludo (…) Donde el molino prepara el grano que sirve para la preparación del pan”[10]. En atención al pan piensa el poeta en ese lugar de trabajo; el lugar del trato cotidiano con las cosas, donde acontece el cuidado de lo humano.

Es así como el dominio de la poesía es el de las palabras fundacionales de lo humano, palabras que preservan una forma de vida. La poesía es, pues, una ocupación. Su labor, como guardiana del mito, es instalar constantemente al hombre en su origen, en su pertenencia a la tierra, entendida ésta como la provincia, en oposición a la vida de la urbe, donde con el advenimiento de la técnica ha acontecido el oscurecimiento del ser (Ge-stell).

Ese ver la tierra como el lugar del origen, primer y último reducto de la lucidez, implica una reverencia religiosa ante el mundo, un temblor, una sensación de —para decirlo con Rudolf Otto, que ejerció cierta influencia sobre Heidegger— estar bajo la dependencia absoluta de lo sagrado.

Aquí pues, la tierra es entendida como aprendizaje. Aprendizaje que tiene lugar en el trato con las cosas mismas en su cotidianidad y el mundo es comprendido como la resolución de la “intimidad”. La intimidad se resuelve en el lenguaje, en el lenguaje sentido a la vez como amenaza y como inocencia. La amenaza a través de la posibilidad del ocultamiento (pseudos); la inocencia, a su vez, como la descuidada apertura al natural transcurrir de los días corrientes, en el uso del mundo del lenguaje, y de las palabras como instrumentos. Ese particular arraigo y sentido de pertenencia hace del hombre un ser histórico. “El hombre –como dirá Ortega[11]– no tiene naturaleza sino que tiene historia”. El hombre es lo que conserva en sí, lo que acumula. “El hombre tiene la edad de su primer recuerdo”[12]. El hombre es quien hace que dentro de él, eso que fue, siga siendo en la forma de haberlo sido[13].

El habla es pues, un acontecer que funda, que coloca un mundo, que “pone” el ser del hombre. Este ser, es un ser dialogante, un ser que porta la existencia como diálogo porque éste es la unidad del ser histórico, que reúne lo que permanece con lo que se ha ido[14]. Existir en el tiempo es pues sentir nostalgia; una gran nostalgia, no sólo del pasado sino también del futuro. Es así como el poeta no es el que escribe poesía, sino el que habita poéticamente el mundo. El morar fundante del poeta consagra un modo de vida ya ido, pero que el reproduce y recrea constantemente, todo esto en la esperanza de que algún día seremos leyenda[15].


Adolfo Vásquez Rocca PH. D.

· Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV, Teoría del Conocimiento y Pensamiento Contemporáneo. Profesor de Antropología Filosófica en la Escuela de Medicina UNAB, del Magíster en Etnopsicología y de Postgrado en Filosofía PUCV. Editor de la Revista Observaciones Filosóficas http://observaciones.sitesled.com/ y la Revista de Antropología Médica.
adolfovrocca@gmail.com




[1] TEILLIER, Jorge, “Para hablar con los muertos”, en Muertes y maravillas , Ed. Universitaria 1971
[2] TEILLIER, Jorge, “Georg Trakl, el profeta de occidente”, En El Mercurio, Santiago (11.02.1962), p.12.
[3] DE NORDENFLYCHT, A., En AA.VV. El Descenso. Centro de Estudios Elénicos.UMCE. Colección Itex. Ensayos. Santiago, 1995.
[4] TEILLIER, Jorge, Crónica del forastero, Santiago: Imprenta Arancibia Hermanos, 1968. rastero
[5] En las primeras décadas del siglo XX la sociedad rural chilena mantuvo la agraria tradicional, fundada en el predomino del gran latifundio y una jerarquía social rígida, autoritaria y paternalista. En vista de esta situación las demandas por una reforma agraria fueron desde comienzos de siglo una propuesta permanente de los sectores progresistas del país, como fue en el caso de la campaña presidencial del Frente Popular en 1938. Sin embargo, una vez en el poder los gobiernos radicales decidieron privilegiar la industrialización en el mundo urbano, postergando al rural. Como consecuencia, cientos de miles de campesinos emigraron a las ciudades en busca de un mejor futuro, mientras que la economía agraria comenzó a experimentar una crisis profunda caracterizada por su incapacidad productiva, siendo necesaria la importación de alimentos en los años cincuenta. A mediados de la década de 1960 con la llegada al poder de la Democracia Cristiana, a través de la Presidencia de Eduardo Frei Montalva, el proceso de reforma agraria alcanzó un impulso vertiginoso. Bajo el lema “la tierra para el que la trabaja” el programa reformista del nuevo gobierno buscó la modernización del mundo agrario mediante la redistribución de la tierra y la sindicalización campesina.
El nuevo gobierno Socialista de Salvador Allende continuó el proceso de reforma agraria, utilizando los instrumentos legales promulgados por el anterior gobierno, con el fin de expropiar todos los latifundios y traspasarlos a la administración estatal, cooperativas agrícolas o asentamientos campesinos. Este proceso también estuvo acompañado de una gran efervescencia campesina que se expresó en la ocupación o tomas masivas de predios, desatándose en el mundo rural un clima de violencia y enfrentamiento.
Al producirse el Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 la Unidad Popular había expropiado cerca de 4.400 predios agrícolas, que sumaron más de 6,4 millones de hectáreas. El viejo orden latifundista que había prevalecido por más de 400 años había llegado a su fin. En las dos décadas siguientes el modelo neoliberal irrumpió en el mundo rural, produciéndose el traspaso de la tierra a nuevos capitalistas, quienes modernizaron la producción agrícola y convirtieron en proletarios a los campesinos del campo.
[6] WRIGHT, Carolyne, In order to talk with the Dead, -Para hablar con los muertos- University of Texas Press, 1993
[7] TEILLIER, Jorge, Muertes y maravillas: Poemas 1953-1954. Santiago, Chile, Editorial Universitaria, 1971, p. 13.
[8] HEIDEGGER, Martín, Interpretaciones de la poesía de Hölderlin, Barcelona, Ariel, 1983.
[9] HEIDEGGER, M., Interpretaciones sobre la Poesía de Hölderlin, Ed. Ariel, S. A., Barcelona, 1983,p. 63.
[10] HÖLDERLIN, Recuerdo, Poema (IV, 61 ss.), aparecido por primera vez en el Almanaque de las Musas de Seckendorft, el año 1808.
[11] ORTEGA Y GASSET, Historia como sistema, VI, p. 40, Revista de Occidente, Madrid, 1958.
[12] BARQUERO, Efraín, En artículo “Los Poetas de los Lares” escrito por Teillier y Compilado por Ed. Sudamericana como “Jorge Teillier, Prosa”, Santiago, 2001.
[13] Aquí, ante el peligro de concebir al hombre como un ser constituido fundamentalmente de pasado - “el hombre es lo que ha sido”-, cabe aclarar que en el marco de la concepción existencialista, tanto de Ortega como de Sartre, el hombre aparece también como proyecto y porvenir. En este sentido son clarificadoras las afirmaciones de Sartre en El Ser y la Nada, “Soy el ser por el que el pasado viene al mundo, pues para que ‘tengamos’ un pasado es preciso que lo mantengamos en la existencia gracias a nuestro proyecto hacia el futuro” (L’etre et le néat, p. 580), de modo que es el futuro el que decide si el pasado esta vivo o muerto.
[14] Aquí queda abierta otra reflexión, la de los “no lugares” y su relación con la absoluta simultaneidad –lo que en otro apartado llamo La era de la llegada generalizada-. Al respecto cabe decir, de manera sucinta (dado que el paso de lo real a lo virtual nos sitúa en otro imaginario), que “en la realidad virtual, la transparencia absoluta converge con la absoluta simultaneidad. Esta instantaneidad de todas las cosas en la información global es lo que –con Baudrillard –llama ‘tiempo real’. El tiempo real puede verse como el Crimen Perfecto (Baudrillard, J. Barcelona 2000) cometido contra el mismo tiempo: porque con la ubicuidad y la disponibilidad instantánea de la totalidad de la información, el tiempo alcanza su punto de perfección, que es también su punto de desaparición.” Y, esto por supuesto, porque un tiempo perfecto no tiene memoria ni futuro.
BAUDRILLARD, Jean, La Ilusión Vital, Pág. 57, Ed. Siglo veintiuno, Madrid, 2002.
[15] TELLIER, J. “Noreste”(Periódico de poesía, Santiago, 1989):'Tener nostalgia es tener patria en el tiempo'.

El Damero

Terrorismo de Estado-Sociedad Civil

Ilustración: La serpiente gigante de Australia, Adolf Wolfi
¿Un modo de ser?

Introducción


El terrorismo de estado del 24 de marzo de 1976 tiene algunas particularidades. La principal, y no la menor a mi entender, es que quienes se hicieron del poder implementaron un plan organizado para matar, torturar y apropiarse de bienes y niños ajenos acuñando un significante nuevo: desaparición (de esas personas, niños o bienes.
Estrictamente hablando la palabra “desaparecido” se circunscribía a personas puestas a disposición del Poder Ejecutivo que no volvían a la vida civil ni de las que tampoco se sabía su paradero. La explicación de Jorge Rafael Videla acerca del alcance del término no deja lugar a dudas: “no está, ni vivo ni muerto, no tiene entidad”.[1]
Para lo que no se acuñaron nuevas palabras fueron para los robos sistemáticos de los que eran objeto aquellos a quienes se los secuestraba. Así, de la forma más vulgar saqueaban, destruían o se llevaban lo que consideraban de valor. Además pedían dinero para (no) dar información a los familiares de los detenidos. Y grandes sumas.
En cuanto a la apropiación de menores la excusa explicaba la buena voluntad de dejar a esos niños en manos de gente que los podía educar mejor, negándoles a los familiares directos su guarda y su cuidado a los que la ley los obligaba.
Esto se complementó con un plan económico que destruyó lo poco que quedaba de una industrialización nacional pergeñada en años anteriores y en los que la sociedad civil tuvo algunas responsabilidades. No así con lo ocurrido durante el Proceso porque es sabido que cualquier régimen de terror cuyos instrumentos son el secuestro, la tortura y la muerte paraliza la acción organizada de quienes están bajo su dominio.
Pero la historia argentina no comienza ese nefasto 24 de marzo. Y nos conviene tratar de analizar las causas conjuntas que determinaron la aparición de esos “años de plomo”.

Análisis de la situación

El Gobierno peronista determina el “aniquilamiento” de la subversión.
Los grupos armados que actuaban hacía ya varios años habían sido un elemento más de presión para el retorno de un líder que, desde el exilio, fomentaba en cada uno la ilusión de ser el elegido. La habilidad política de Perón y la pregnancia que tuvo como líder para varias generaciones de argentinos, posibilitaron una identificación entre los seguidores.
Todos peronistas.
Pero, apenas se identificaba a uno de ellos con el proceder de López Rega, por ejemplo, rápidamente se defendía diciendo que ese no lo era. Así, fragmentados individualmente hasta el desconcierto (todos eran de la primera hora pero ninguno quería reconocerse en el otro) la agrupación guerrillera Montoneros (en su nombre está implícita la política de masas, ya que incluye el montón) trató de diferenciarse y en un acto casi suicida, aceptó sin cuestionar su expulsión pública del peronismo por parte de su líder.
Era, más bien el momento de hacer un corte histórico. Reclamarle públicamente que defina para su querido pueblo la estrategia: Sí o no a la lucha armada. Develar aquello que Perón había manejado a su antojo durante sus años de poder: la ambivalencia.
Pero se fueron para pasar a la clandestinidad. Duro error que muchos pagaron con su vida.
Por otra parte, el peronismo de Eva Perón incluía entre sus proyectos las milicias obreras. Proyecto, obviamente, truncado cuando sobreviene su enfermedad y su muerte.
De modo que la violencia estaba implícita en un peronismo que, en su primera época no fue ajeno a muertes y torturas de los llamados, en aquel momento, contreras.
En realidad el movimiento político más importante del siglo XX no era ajeno a la historia de la Argentina.
¿Qué decir de la llamada sociedad Civil?
Si se entiende el “no te metás” se puede decir poco.
Pero todas estas instancias de militancia y de poder también forman parte de la Sociedad Civil.
El pueblo, en sus comienzos, no sabía nada y algunos historiadores creyeron interpretar que “quería saber”.
Yo lo dudo.
Las imágenes infantiles de un pueblo reunido en la Plaza queriendo “saber de qué se trata” se me superponen con las de las Madres de Plaza de Mayo. Creo que en este último caso sabían de qué se trataba y querían saber otra cosa. De hecho abrieron la brecha para que otros podamos preguntar (nos) también de qué se trató este despropósito de alentar una lucha para la cual no estábamos preparados.
Lo de las Malvinas fue una repetición. Ya los jóvenes militantes de los años 60 y 70 se aferraban a la idea de que podían combatir y ¡ganar! en una lucha cuerpo a cuerpo con militares mejor preparados y pertrechados que ellos.
Hay quienes pensaron que esto era un signo de soberbia, como Pablo Giussanni en su libro Montoneros. La soberbia armada.
Pienso más bien que responde a un fenómeno de masas. Freud en su texto Psicología de las Masas advierte como se conjugan dos identificaciones: una al ideal (en los años 70 era el ideal guerrillero), identificación simbólica y otra, imaginaria, al semejante.
El slogan “para un peronista no hay nada mejor que otro peronista” responde a esta última forma de la identificación.
Lo complejo, para la sociedad Civil en su conjunto, es saber, finalmente, a qué Ideal respondía la simbólica. Porque los ideales sociales tienen buena prensa.
De hecho hay un film que se titula Cazadores de Utopías, como si el ideal de conquistar el poder por las armas fuera una utopía justificable.
Claro, todo puede ser justificable comparado con lo que pasó después.
Pero estamos aquí para analizar, empezar a comprender (y puede llevar mucho tiempo) como se generaron las condiciones para que ese ideal calara en un sector de la juventud y produjera actos cuyas consecuencias no se contemplaron. ,
Justamente la acción guerrillera tenía el rasgo de lo impensado.
Líderes guerrilleros reunidos entre sí concluían en acciones violentas para, luego, pretender que aquí no ha pasado nada. O, como algunos decían, para profundizar las contradicciones y provocar a la reacción. Lástima que no quisieron saber nada de cómo podían actuar las Fuerzas armadas en su conjunto, organizadamente.
Y organizaron el país en un campo de matanza dentro del cual, para el 78, ya estábamos todos bajo estricto control.
¿Se podía saber qué iba a pasar?
Imposible predecir el futuro.
Pero podemos hacernos cargos de las consecuencias de nuestros actos, individual y colectivamente.
Gran parte de la sociedad civil no queríamos la lucha armada, pensábamos que no era la forma civilizada de cambiar las condiciones de vida de la gente, trabajábamos y estudiábamos para darnos la oportunidad de hacerlo de otra forma.
No pudo ser.
La pulsión de muerte busca su satisfacción y en la Argentina del pasado reciente ciertos grupos armados crearon las condiciones para que la represión fuera brutal.
Más allá de la culpa de todos los que operaron desde la represión creando el terror y cuyas consecuencias aún estamos pagando, los que deben ahora hacer una autocrítica es lo que resta de dichas organizaciones y de los militantes que avalaban políticamente a esos grupos.
Para terminar, un recuerdo infantil. Durante un paseo vi el Jockey Club destruido. Cuando les pregunté al matrimonio que me llevaba de paseo qué había pasado me dieron una respuesta apta para un niño: unos señores, pobres, enojados porque los ricos no los dejaban entrar, lo habían incendiado.
Supe muchos años después (demasiados) que en ese acto fatal se perdieron, entre otras cosas, obras de arte valiosas. Supe también que la orden vino del Líder bajo la forma ¿“Quieren leña? Den leña Uds.”.
La sociedad civil, de la que formo parte, tiene que saber hacer más allá del duelo por la sangre derramada (esa que, decían, no sería negociada) un análisis del discurso que causó tanto daño.
Mientras no pensemos, en conjunto, acerca de nuestra historia sólo nos queda la repetición.
Hoy escucho grupos que reivindican a algunos pero están peleados con los otros. No hay debate, hay enfrentamiento permanente. A veces pienso que es nuestro modo de ser.

Mirta Vazquez de Teitelbaum
Lic. En Psicología
Psicoanalista miembro de la EOL




[1] Respuesta a un periodista por televisión. 1978.

El Damero




DEL JUICIO A CRIMINALES DE GUERRA Y OTROS CUENTOS

Por Mery Castillo-Amigo*
Ilustración: Le p`oete rouge, Clovis Trouville
Cuando pensamos en los juicios a los criminales de guerra, a la mayoría se nos viene a la mente el famoso juicio a Eichmann, que tan magistralmente relatara y analizara Hannah Arendt en las páginas del The New Yorker (y que luego se convertiría en el libro Eichmann in Jerusalén); pensamos también en varios otros líderes del nazismo, sentados en el banquillo de acusados en Ñüremberg. En esos tiempos estos juicios eran algo serio, algunos de los acusados sufrieron la pena de muerte y otros fueron sometidos a condenas.
Parecen muy lejanos esos tiempos. Hoy en día, los juicios contra varios de los personajes más siniestros que ha dado la política mundial, se han convertido en un teatro, o un burdo cuento de nunca acabar. El juicio a Saddam Hussein, ha devenido en una sucesión de ardides, en el que el inculpado desacredita la función del tribunal, y éste a su vez no pareciera tener la solidez moral necesaria para dar visos de legitimidad a su papel.
En el ínterin, el juicio a Slobodan Milosevic llegó a su fin convertido en exequias funerales, luego de años de alegatos, legajos de declaraciones cada vez más tediosas y millones de dólares derrochados. Las sospechas iniciales de suicidio y la posterior confirmación de una muerte causada por medicaciones no controladas oficialmente, no hacen sino demostrar falta de eficacia y control. Mientras escribo estas líneas, Charles Taylor, el ex dictador de Liberia, ha sido detenido, y se inicia la discusión de cuál será el tribunal que lo juzgará. Y no nos olvidemos de los miembros del Khmer Rouge, sobre quienes después de casi una década, aún no queda claro si serán llevados a juicio.
Por supuesto esto no quiere decir que es mejor acabar de una vez con estos asesinos de masas que ejercieron el poder durante buena parte del siglo XX. No es para ufanarse el que un personaje como Nicolai Ceaucescu, último gobernante comunista de Rumania, muriera ejecutado sin un juicio justo. El sentido de un tribunal recae en la legitimidad de los actores, y en la normatividad legal que la justicia necesita, no importa si el resultado final sea el mismo.
Al parecer en la actualidad parecieran existir dos modelos para proceder contra un dictador destituido. Un país puede someter a juicio a sus propios ex gobernantes, como es el caso de Argentina, que ha llevado a varios de los generales responsables de haber desaparecido a más de 5000 de sus compatriotas. Internacionalmente, el modelo de Ñüremberg todavía puede ser utilizado para posibilitar nuevos juicios, pero con las condiciones con que las potencias suelen asignar la responsabilidad, como cuando se trata de crímenes contra la humanidad, que no habían sido claramente definidos cuando se perpetraron.
En algún momento eran claras las ventajas de los juicios nacionales tanto como de los juicios internacionales. La posibilidad de los juicios dentro del propio país, permitía a la ciudadanía ser participe del proceso. De esa manera se abre la posibilidad de entender lo sucedido, asumir su papel en los hechos y buscar las garantías para que no se repitan.
Dentro de todo, el enjuiciamiento de los generales en Argentina ha hecho parte de un ritual necesario en la transición a la democracia. Aunque se mantienen aún muchos cuestionamientos, ya que a pesar de las condenas, el poder de los militares seguía manteniéndose; los juicios terminaron y obtuvieron el perdón presidencial. Después de veinte años, Argentina todavía no ha resuelto la maraña legal de esos juicios. Pero el caso de Chile es el más desesperanzador, luego de la detención de Pinochet en Londres, hecho que daba esperanzas de un juicio internacional, la entrega posterior a su país, ha demostrado las dificultades en que se encuentran las legislaciones nacionales. Lo más certero es que Pinochet será juzgado por evasión y corrupción y no por su responsabilidad en los crímenes y desapariciones de chilenos.


Cuando el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas estableció el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (ICTY) se generó la confianza y abrió expectativas acerca del funcionamiento. Al asumir el juicio a Milosevic, la falta de claridad respecto a su funcionamiento y duración y la aparente abundancia de cautelas, han terminado en lo que ya conocemos. No nos queda claro tampoco cuál habría sido el manejo que los serbios le hubieran dado al dictador en un juicio local. Lo más cercano es que en ese influiría el partido político que manejara el tribunal.
En todo caso los juicios de personajes como Milosevic, Hussein y otros, nos deben enseñar algunas lecciones. Una de ellas, es que hay que tener cuidado al enjuiciar a éstos buscando solamente acabar con eso, que podríamos llamar carisma, ya que usarán el juicio para reivindicar sus actos y convertirán un tribunal en su palestra. Para ello es necesario que sean derrotados totalmente y que sus sociedades lo asuman así. Todavía hay muchos que han logrado evadir la ley. Y hay países, como en el caso de Colombia, que intentan iniciar estos procesos. Es importante aprender la lección.


* Filósofa y analista social.

El Damero


Diferencia y desaparición




Por Sara Rosenberg


(Especial para La Tecl@ Eñe)

La escritora y artista plástica Sara Rosenberg, ganó en el pasado mes de abril el premio “La escritura de la differenza”, en Nápoles, Italia, por la obra de teatro “El Tripalio”. En el trabajo que se publica en este número de La Tecl@ Eñe, la autora reflexiona sobre la relación de los desaparecidos en la sociedad y en la literatura. El eje del texto surge de dos palabras clave: diferencia y desaparición.


Ilustración: Figuras, por Sara Rosenbreg



Diferencia y desaparición.

Sobre la palabra Diferencia.*
Por Sara Rosenberg.**


La diferencia define toda una manera de entender la escritura. Un nombre que implica un pensamiento y un espacio múltiple, polifónico, social, donde sea posible crear juntos un discurso diferente al dominante. Diferente al discurso del mercado, y de las pautas culturales que este manipula con tanta habilidad. Diferente al discurso que sostiene y justifica el robo, el crimen, la guerra, y que siembra de muerte nuestros sueños y nuestra vigilia. Diferente porque rechaza el sacrificio, el hambre y el dolor como hechos naturales y eternos. Diferente porque es capaz de imaginar al mismo tiempo, otra forma de relación entre los que habitamos este hermoso y lastimado planeta. Diferente en el sentido profundo que tiene afirmar la vida, la justicia y la igualdad, frente al discurso del poder y de los señores de la guerra, la corrupción y la ley de la máxima ganancia. Reivindicar la diferencia es resistir la explotación brutal y la muerte.

Sin embargo, la Diferencia, ha sido siempre una palabra peligrosa para los dueños del poder. El otro, el diferente, ya deshumanizado, fue el objeto de explotación de todas las potencias coloniales y es el sujeto invisibilizado de nuestro tiempo, el trabajador precario, el explotado de hoy, nosotros. Desde 1492, millones de indios –eran diferentes- fueron “cristianizados”, es decir sometidos y asesinados en América Latina. Cuando necesitaron más mano de obra esclava, el diferente negro, el salvaje, temible y oscuro africano, fue cazado, trasladado a América, y obligado a llenar las arcas de la Europa colonial. La violencia de la conquista, que fue brutal, construyó sus fantasmas y proyectó en el otro sus propias conductas, para sembrar el miedo. La diferencia, la alteridad, en manos del amo siempre fue un instrumento para criminalizar la resistencia. Eran tontos, brutos, salvajes, caníbales, negros, indios, no humanos, una deshumanización necesaria para su gran empresa extractiva. El otro, el no-humano, sólo era apto para ser sometido y robado. Sobre esta barbarie, la Europa colonial, blanca y satisfecha, erigió su imperio y su cultura. Este proceso iniciado en los albores del capitalismo, no cesó durante todos los siglos posteriores. América continuó siendo saqueada durante cinco siglos y sus habitantes condenados a la barbarie en nombre de la civilización.
Como dice el Calibán-caníbal de Shakespeare, “Me enseñaron su lengua, y de ello obtuve el saber maldecir: ¡La roja plaga caiga sobre ustedes por esa enseñanza!”. Qué duda cabe que “no existe documento de cultura que no sea a la vez documento de barbarie”. Tal vez por eso mismo nombrar es comprometido y no existe la neutralidad.
En América, la iglesia y la espada que siempre estuvieron juntas en la misión “civilizatoria”, no sólo prohibieron las religiones locales, esos dioses de los otros, los no-humanos, sino y sobre todo la narración oral, el cuento, la imaginación, la posibilidad de recordar y auto narrase. El combate contra la memoria y contra la historia fue implacable. Un indio que se atreviera a contar un cuento merecía que le cortaran la lengua, o la muerte.
Y ya en siglo XX, cuando Alemania se atrevió a colonizar Europa, continuó esta línea maestra de la barbarie, masacró al diferente: fuera judío, comunista, gitano, homosexual, republicano, disidente, cualquier diferencia debía ser suprimida, porque la identidad de la raza aria fue el concepto que les sirvió para dar cohesión a su política de genocidio, explotación y expansión económica. La identidad tiene una especial carga de muerte.
Qué decir de nuestro siglo XXI, cuando siguen cayendo las bombas en Bagdad y en Palestina, y en todo el Oriente el demonio usa turbante, mientras el petróleo fluye hacia los coches que circulan por las amplias avenidas de la modernidad contaminando y destruyendo poco a poco la dignidad del ciudadano de a pie. Para robar el oro negro, también se demoniza y se masacra al que ha sido previamente deshumanizado. Llamado terrorista, y utilizado para investirlo de los fantasmas del opresor, que ejercita día tras día el terrorismo contra un pueblo que resiste como puede la invasión y el saqueo.
El “bárbaro” de hoy se agolpa en las fronteras del bienestar, muerto de hambre, agobiado por el saqueo y la guerra post-colonial; se ahoga en el Estrecho de Gibraltar, esa inmensa fosa común, o se electrocuta sobre las vallas inteligentes, o deambula en el desierto. Algunos llegan a la tierra de promisión, donde serán parias sin derechos sociales. Los derechos sociales no son rentables para el imperio que levanta siniestros muros de contención. El campo de concentración se ha extendido. Tal como decía el cartel en la puerta de Azwitch, una promesa mortal, “El trabajo os hará libres”. Su concepto sólo se ha ampliado y ha cambiado de forma: un ejército de mano de obra barata y desesperada espera a las puertas de Europa obtener un trozo de pan, una migaja que jamás podrá ser más que una migaja. Un ejercito de diferentes, de oscuros diferentes que han sido previamente condenados por el amo, el mismo amo, al hambre y a la barbarie.
Decía Lewis Carroll que las palabras tienen dueño, y tienen historia, están modeladas y creadas por ese conjunto inmenso de voces que nos precedieron, que nos hablan, y reclaman con urgencia ser escuchadas. Por eso nombrar es siempre comprometido. No existe la palabra ni el lenguaje neutral, porque no es posible escribir ni pensar sin tener un punto de vista, una concepción del mundo y de nuestra vida, de nuestro lugar en él. La “objetividad” programática de los medios de información, nos satura de mentiras día tras día, e impide la articulación, la relación de cada suceso con sus causas. La formación de lo que suele llamarse opinión pública, es bochornosa. No hay objetividad sino desinformación, manipulación del conocimiento en función de un objetivo muy concreto: desarmar el pensamiento libre, la diferencia, la voz propia que se rebela y disiente, porque cuando digo robo no digo beneficios ni guerra humanitaria, cuando digo explotación de los recursos naturales, no digo inversiones, cuando digo democracia, no digo monopolios, cuando digo amor, no digo contrato mercantil, cuando digo libertad, digo igualdad y justicia.

2. Diferencia y Desaparición.

Argentina ha sido un laboratorio de lo siniestro. Allí se experimentó el método terrorista del estado para aniquilar cualquier resistencia a su proyecto económico y político: máxima ganancia para las empresas extranjeras y los bancos, saqueo de los recursos naturales, destrucción de la industria nacional, mano de obra barata y sin derechos sociales, es decir hambre para la mayoría de la población.
El proyecto de saqueo neoliberal necesitaba acabar con la resistencia de los trabajadores -la diferencia de criterio que se llamó subversión- para poder imponerse. El ejército, la iglesia, y los partidos políticos de la burguesía financiera se aliaron en esta tarea. El método empleado fue el terrorismo de estado.
Primero utilizaron bandas armadas del ejército, la policía y la derecha peronista, que se hicieron llamar Triple A, y que operaron contra la población durante los años 74 al 76. En el 76, las fuerzas armadas dan un golpe militar y asumen desembozadamente la tarea de eliminar a la oposición e implantar el sistema neoliberal. La guerra sucia del ejército se libró contra una población civil desarmada, a la que se invistió de un infernal poder de subvertir el orden. ¿Cuál orden?. Obreros, estudiantes, intelectuales, sindicalistas, mujeres, niños, viejos, pasaron a formar parte desde entonces de la trágica figura del Desaparecido. Una figura dolorosa y aterradora.
Como bien dice Eric Howsbaum, las guerras del siglo XX se libraron sobre todo contra la población civil, y en Argentina esta máxima se cumplió absolutamente. Hay una continuidad que no es posible soslayar. Nuestra historia personal, arranca en el siglo XX, necesaria y decisivamente cruzada por los nombres de Azwitch e Hiroshima. Noche y niebla, millones de desaparecidos en el humo de los campos, y en el humo de las bombas atómicas, lanzadas también después del cese de las hostilidades de la 2º guerra mundial. Azwitch e Hiroshima son las coordenadas que dan lugar al comienzo de lo que se llamó la guerra fría. La guerra contra todo aquello que no se alineara detrás del vencedor imperio americano. El demonio entonces era el comunismo y el poderoso imperio no escatimó medios para llevar la guerra de conquista a los confines del mundo.
Vuelvo sobre las dos palabras que he nombrado antes: Subversión (diferencia) y Desaparecido. Ambas se acuñaron durante esos años siniestros. Ambas tienen su historia y es a nosotros a los que nos corresponde contarlas. Ambas son los extremos de un arco tensado en aquellos años terribles, y que siguen dejándonos en las manos una larga tarea de reflexión y de lucha, porque los asesinos hoy gozan de buena salud, están en libertad, aunque algunos hayan sido juzgados y condenados, continúan siendo impunes. Alguno de ellos cumple arresto domiciliario, pero la mayoría compra el pan por la mañana en la panadería al lado de mi casa, o sigue trabajando como siempre en los servicios de seguridad e inteligencia, ya sean privados o públicos.
Durante los años setenta, en el cono Sur de América Latina se funda una empresa a la que llamo “Asesinatos Sociedad Anónima” para exterminar a la población que se resistía a ser saqueada en silencio o que simplemente podía estorbar sus planes de enriquecimiento ilícito. Los gobiernos de Chile, Paraguay, Argentina, Uruguay, Bolivia y hasta Brasil, crearon esta empresa criminal, una mafia terrorista, llamada “Operación Cóndor”, y colaboraron intensamente secuestrando, matando y despareciendo a miles y miles de ciudadanos que no tuvieron ni siquiera derecho a ser juzgados. Las líneas aéreas nacionales, como Lan Chile, sirvieron para trasladar prisioneros secuestrados de un país a otro, los edificios públicos fueron transformados en bases operativas de los torturadores, todas las infraestructuras de los estados terroristas se pusieron al servicio de la represión. Los militares latinoamericanos que participaban en los interrogatorios y torturaban lo hacían según las enseñanzas recibidas en la Escuela de las Américas, dirigida por Estados Unidos y donde previamente se habían formado como torturadores, terroristas y asesinos. Millones de dólares se invirtieron para destruir a las poblaciones civiles, que reclamaban su derecho a una vida digna. Millones de dólares ganaron los asesinos con esta tarea. Fueron bien pagados por los bancos americanos, y cosecharon inmensas fortunas. Trabajaron a conciencia y sembraron la muerte, además del desempleo, la miseria, la corrupción, y toda la situación económica y social que aún padecemos. Las empresas americanas hicieron sin embargo suculentos negocios y los bancos duplicaron y triplicaron sus beneficios.
En ese contexto surge la atroz figura del desaparecido. En ese contexto, y con un programa claro de aniquilación y exterminio, del que no debían quedar pruebas, es decir cuerpos, nombres, ni memoria. El desaparecido es básicamente una figura de la impunidad.
Contaron con el apoyo de una parte envilecida de la sociedad: médicos, notarios, abogados, periodistas, empresarios, curas, obispos, nuncios, una larga lista que colaboró con el crimen y que también continúa impune, probablemente trabajando en alguna empresa conocida, que los debe haber premiado con altos dividendos.
Me da pavor decir que ni los métodos son nuevos ni han dejado de operar. Son los mismos métodos que hoy se aplican en Guantánamo, en Abu Ghirab, en Masin Sharif, en todas las cárceles y prisiones dirigidas por Estados Unidos y sus aliados. Son los mismos métodos de terror que hoy se utilizan contra la población de Afganistán, de Palestina, de Irak, y que antes, hace pocos años se ejercitaron en Yugoeslavia.
En Argentina muchos de nuestros desaparecidos fueron lanzados vivos al río, desde aviones militares. También ahora usan aviones que sobrevuelan el espacio aéreo europeo y democrático para transportar a miles de prisioneros secuestrados de un país a otro, hacia cárceles que nadie conoce y adonde no se puede reclamar por ellos.
El método del terrorismo de estado es el mismo, se ha perfeccionado, se ha internacionalizado, se ha globalizado, como se dice ahora. Está operando, y decirlo, lo reconozco, me produce cólera y por supuesto, terror.
En Argentina, todos los que no colaboraron con la dictadura fueron definidos como diferentes-subversivos, y posteriormente “desaparecidos”. La palabra se usó como demonio, se creó un monstruo para justificar la represión y contar con el silencio aterrado de la mayoría. Sin límites legales, cualquiera podía ser asesinado. La palabra desaparecido nombra la ausencia en el doble sentido de ausencia de cuerpo e identidad, y la ausencia de un sistema legal. Generó miedo, dolor y sirvió para expandir el terror. Pero esa palabra, operó como un boomerang, porque fue defendida y transformada gracias a la lucha de las Madres de Plaza de mayo, y de los familiares que reclamaron desde los primeros momentos su aparición con vida y hasta hoy siguen reclamando el castigo para los autores del crimen. Volver a darles nombre será una tarea larga, porque nos faltan años todavía para conseguir que se haga justicia, es decir que los asesinos sean no sólo juzgados, sino encarcelados.
El miedo fue la droga del terrorismo de estado y narcotizó
la conciencia de la gente. Te decían “se lo llevaron, algo habrá hecho”. Métodos de terror que se expandieron y lograron que la ciudadanía se transformara en un montón de solos aterrorizados, desprovistos de cualquier capacidad de reacción contra lo que estaba sucediendo. El resultado, un país que ha sido destruido, saqueado, y que ha retrocedido tanto como para cerrar el siglo con una crisis económica tan profunda que condenó al 70 % de la población a pasar hambre, en una de las regiones más ricas de la tierra.
En el caso de Argentina, han pasado ya treinta años. La mayor parte de los terroristas están en libertad. Este año se ha juzgado y condenado en Madrid a Scillingo, y este juicio sienta un precedente importante, en relación a la posibilidad de juzgar también los crímenes del franquismo que aún continúan impunes. En España los asesinos jamás fueron juzgados, y se pactó el silencio, el olvido más atroz de las víctimas de la guerra civil iniciada por el General Franco contra la República Española y la democracia.
Mucho se ha hablado de literatura y compromiso. Ha habido grandes discusiones sobre el lugar del artista en la sociedad. Sin embargo, creo que sólo hay dos lugares posibles, el de la dependencia del poder o el de la independencia del pensamiento. Toda escritura es comprometida: o bien con el conservadurismo y el poder, o bien con la invención de otro modelo de sociedad.
El poder tiene otras formas menos violentas y extremas, pero permanentes, de hacer desaparecer. Otras formas de crear desaparecidos en nuestra sociedad y en nuestra cultura. Son aquellos invisibles para el mercado y la cultura oficial. Todo lo que no sea “ontológicamente comercial”, es decir todo aquello que el mercado no promociona porque contradice su propia estructura. Y lo ontológicamente comercial, promocionado, es aquello que explica o se refiere a lo que no cuestiona y no exige el sano arte de la duda y la contradicción. Todo aquello que se expresa como diferencia, es invisible, desaparecido. Hay que vender distracción y entretenimiento. Hay que vender evasión. Todo es posible mientras el sistema no sea puesto en cuestión. Esa es la eternidad que promueve el poder y el poder necesita que la cultura provoque inercia. Gastan millones para conseguirlo. Pero, no sólo hay censura, aunque se diga que estamos en sistemas con libertad de expresión, sino algo mucho más temible, y muy común, que es la autocensura, cuando no, la participación abierta en la construcción del bochornoso sentido común, la degradación del nivel de exigencia y el gran negocio del espectáculo. No vale la pena dar nombres, pero basta con mirar lo programas culturales de la televisión o leer las páginas culturales de los periódicos. Hay una desaparición de la función crítica del intelectual. Esa es la cultura desaparecida en este tiempo de poder mediático. Diez grupos de poder controlan todas las publicaciones en el mundo, la televisión, las editoriales, los periódicos, las radios, el cine.
Es la cultura de la exclusión, y el desaparecido existe, tiene una presencia inmensa. Es la gran masa, la oscura masa que trabaja cada día para sostener la sociedad del bienestar para otros, y que aún no tiene voz. La masa de pobres, humillados, ofendidos y sobre todo silenciados de nuestro tiempo. Ellos no divierten ni son vendibles como evasión. Su presencia en nuestra vida y en nuestra literatura es paradójica, claro, porque su inmensa presencia es la de los ausentes. En la sociedad de la mercancía, el trabajador desaparece, porque el trabajo ya no es un derecho y mucho menos un placer, o una función social, sino una forma de perder la identidad, el cuerpo, la voluntad y la dignidad.
Por eso, el desparecido, es sobre todo la complicidad con el olvido y el silencio. Un silencio al que se llega por el tenaz trabajo que se ejercita con el miedo. En la medida que podamos contar, simbolizar y nombrar las causas de la injusticia, estaremos sembrando un camino hacia otra situación. Desaparecer es estar condenados, o elegir, el cómodo silencio. La inercia y la falta de preguntas. El pacto con el olvido y por lo tanto la incapacidad de relacionar el presente con el pasado y con la voluntad de transformarlo.

Decía Bertold Brecht,

No acepten lo habitual como cosa natural,
Pues en tiempos de desorden sangriento,
De confusión organizada,
De arbitrariedad consciente,
De humanidad deshumanizada,
Nada debe parecer natural,
Nada debe parecer imposible de cambiar.

28 marzo, 2006.
Sara RosenbergÓ


*En este mes de abril la obra de teatro “El triplalio”, de Sara Rosenberg, ganó el premio “La escritura de la differenza”, en Nápoles, Italia. La autora del artículo dio una conferencia en la universidad sobre “Los desaparecidos en la sociedad y la literatura”. Las dos palabras, diferencia y desaparición, fueron los ángulos de su disertación.

**Sara Rosenberg ha escrito las novelas: "Un hilo rojo", 1998, Editorial Espasa Calpe; “Cuaderno de invierno”, 2000, Ed. Espasa Calpe y “La edad del barro”, 2003, Editorial Destino. Ha escrito también cuentos, publicados en varias antologías (Lengua de Trapo, Edaf)

El Damero/


Nada ha sido casual


Nada ha sido casual... Cuando uno ve, lee o escucha, cualquier medio de información de nuestro país (salvo honrosas excepciones) y piensa en el diario Noticias, en el El Descamisado, en El Combatiente, etc, se da cuentaque nada ha sido casual...¿Se imaginan, si en vez de Grondona o tantos otros cipayos de turno, estuviera Rodolfo Walsh, en un horario central de la televisión?, o si tuviéramos un diario dirigido, por ejemplo, por Enrique Raab, Norberto Habbeger y Julián Delgado, y escribieran en él Pirí Lugones, Paco Urondo, Tilo Wenner, Diana Guerrero y Enrique Walker, entre otros...? Cuando uno ve que sus pibes y todos los pibes, miran a toda hora y en cualquier lugar, los programas de Cartoon Network y Discovery Kids y le colonizan la cabeza culturalmente a tan temprana edad, se da cuenta, que nada ha sido casual... ¿Se imaginan si en la tele, a la hora en que esos pibes vienen de la escuela, vieran una o varias historietas escritas por Oesterheld y dibujada por Francisco Solano López ...? Cuando uno analiza el cine y la televisión que mira nuestro pueblo y comprueba el grado de extranjerización y enajenación al que se expone (excepto honrosas excepciones), se da cuenta que nadaha sido casual... ¿Se imaginan si en vez de esos programas tilingos de Tinelli , Sofovich o Susana Giménez dieran un documental de Raymundo Gleyzer o una película del “tigre” Cedrón...? Cuando uno ve que la gente lee a escritores como Bucay y Cohelo y se entera de las ventas de títulos como El Señor de los Anillos, El código Da Vinci, etc, se da cuenta que nada ha sido casual...¿Se imaginan una revista literaria hoy, dirigida por Roberto Santoro ,Haroldo Conti y Migel Ángel Bustos, donde escribieran tipos como Dardo Dorronzoro, Enrique Courau, Claudio Adur, Ovaldo Balbi, Oscar Barros, Lucina Álvarez, Claudio Ferraris, Luis Elenzvaig , PajaritoSánchez...? Cuando uno ve y escucha a este Papa o al otro y ve y escucha a los representantes de la Iglesia católica (salvo honrosas excepciones), se da cuenta que nada ha sido casual... ¿Se imaginan la misa del domingo por Enrique Angelelli?, o alguna capilla de barrio organizada por los monjes palotinos y otra por las monjas francesas Alice Dumon y Leoni Duquet...? ¿Podrían imaginarse la Homilía del 9 de Julio en la Catedral Metropolitana, a cargo del Padre Carlos Francisco Sergio Mugica...?Cuando uno escucha a los políticos argentinos (excepto microscópicas excepciones) y nota el nivel de debate que hay en los medios de comunicación o en las distintas instituciones políticas del país, se da cuenta que nada ha sido casual.... ¿Se imaginan hoy día a Rodolfo Ortega Peña , Julio Troxler o Alicia Eguren en una banca del Congreso? Y a Roberto Carri y el Robi Santucho en el Senado de la Nación...? Podrían ustedes imaginarse a Silvio Frondizi y Jorge Di Pascuale, debatiendo en ”A dos voces”, el programa de los revolucionarios Silvestre y Bonelli...? Cuando uno está en su trabajo o en el colectivo o en una reunión familiar o en el barrio y habla con el tipo que está al lado suyo o con un pariente y descubre el grado de confusión política que tienen,tristemente ratifica, que nada ha sido casual... Cuando uno ve a nuestro país con todas las posibilidades económicas que un territorio quisiera tener, riqueza petrolera, itícola , ganadera, minera, hidrográfica, geológica, climática etc., y se entera de la mortalidad infantil de nuestras provincias, del analfabetismo, de la prostitución infantil y adulta, de la desocupación, del grado de adicciones en nuestros jóvenes, es decir, de la degradación creciente de nuestros compatriotas, rabiosamente comprueba que nada ha sido casual... Y no obstante todo lo trágicamente dicho, cuando uno ve la infatigable lucha de las Madres de Plaza de Mayo y conoce el número de nietos (82) que recuperaron su verdadera identidad, gracias a las invencibles Abuelas de Plaza de Mayo y ratifica la labor de H.I.J.O.S y de tantas otras agrupaciones que luchan a brazo partido por alcanzar la verdad y mantener viva la memoria, se conmueve... Por otro lado, uno sabe del compromiso de muchos obreros, estudiantes, escritores, maestros, médicos, periodistas, hombres y mujeres que no entran en las grandes biografías, pero que hacen su trabajo diario y solitario con una entereza y una dignidad que asombraría a más de un incrédulo. Entonces uno se da cuenta también, que nada está perdido y que si bien es inconmensurable el daño social, cultural, político y económico que se le ha hecho a la Patria, estamos dando pelea y lo que hace falta es la capacidad de aunar esfuerzos y practicar sobre todo dos operaciones matemáticas básicas y bien conocidas : suma y multiplicación... Ningún esfuerzo ha sido en vano, en todo caso, lo que ha sido en vano, es la torpeza de algunos asesinos (con la anuencia de miles de cómplices) y algunos cipayos(con la anuencia de miles de cómplices), de creer que con la muerte de muchísimos seres humanos y la entrega del patrimonionacional, se puede evitar la incesante, irrefrenable y arrasadora vida de los pueblos... Ahí está Cuba de pie, y ahí está Venezuela de pie y ahí está Bolivia de pie y acá estamos nosotros con Brasil, Uruguay, Chile etc, saliendo de la posición de rodillas a la que nos tenían acostumbrados y tratando poco a poco, de llegar a estar rectamente erguidos, posición final, de los pueblos dignos... A treinta años del golpe genocida del 24 de marzo de 1976 , tengo más de 30.000 razones para pensar que de lo sucedido, nada ha sido casual, y que para hacernos merecedores de tanta colosal entrega, por parte de nuestros compañeros y compañeras, el único homenaje posible, es seguir dando pelea hasta la concreción final de una Patria Grande Y liberada... Cueste lo que cueste caiga quien caiga.... Nosotros los pueblos, si alcanzamos la capacidad de unirnos, tendremos siempre la última palabra...


Enrique “indio” Zabala

Zona Literaria/Poesía


Poemas de Vicente Zito Lema


Publicamos aquí dos poemas de Vicente Zito Lema, poeta, periodista y dramaturgo. Uno escrito en Marzo de 2006, y el otro en 1978, durante su exilio en Holanda.



A 30 años del horror
del Terror del Estado


El arte no olvida, tampoco perdona: crea la mañana.

I El arte frente a la muerte

La materia del arte es el recuerdo...
El destino del arte es nombrar con belleza
lo que vivirá mañana sin olvidos...

El principio de la muerte
es el olvido de la vida...
El arte trae el mañana, crea con el sueño
la materia...
La muerte no sirve para la vida,
la muerte es apenas muerte...
Pobrecita la vida ante tanta muerte...
¡Que el arte no cubra con belleza
el olvido de la vida...!
...La materia del arte es el recuerdo...
El sentido del recuerdo
es provocar la belleza de la vida...

II El arte frente al olvido

El horror del Terror.
La noche sin estrellas en el llanto del niño...
El silencio de Dios es un principio
para el lenguaje del arte...
...El grito de la muerte ante el silencio de Dios
en la noche sin estrellas
en el llanto del niño
es el principio del arte
es la necesidad de la creación
frente al horror del Terror
en la noche sin estrellas...
en la mañana sin olvidos...

III El arte frente al horror

Para que haya horror, antes estuvo el Terror...
El Terror retorna cuando se entierran
los recuerdos del horror...
(Es un entierro sin piedad / es un entierro sin entierro...)
El horror padecido vive en las huellas del dolor...
El Terror cometido resucita en el silencio
con que se entierra el grito...
La materia del arte es el recuerdo...
La materia del horror es el miedo
para vivir la vida...

...La vida se merece vivida en la Justicia
La Justicia no es la ley sin pasiones
Es la pasión por la Justicia que vive la vida
sin terror / ni horror
Son las pasiones felices alejando las nubes oscuras
en los cielos de los olvidos
Mientras la belleza nos abre
las puertas del mundo...

IV El arte frente a la humillación de la vida

El arte no detiene la mano
de quien humilla la vida...
Pero sí impide que la humillación de la vida
se convierta en la misma vida...
En un puerto de pesadilla
para el viaje por el río de las pesadillas...

El arte no detiene la mano
de quien humilla la vida...
Pero sí impide que el rostro sin rostro
de la muerte que nos humilla
Sea nuestro rostro en un espejo de profecías
tan natural como eterno...

El arte no detiene la mano
de quien humilla la vida...
Pero sí da conciencia del tamaño de la herida
y del porqué de semejante herida...
El arte nos recuerda la humillación y la herida
El arte es un lenguaje para el anuncio
de la vida
sin herida y sin humillación...

Así como el arte no detiene la mano
Del Terror en el Poder que corta con Horror
el hilo de la vida...
Así tampoco el arte esconde con lágrimas de belleza
su impotencia...
Ni exalta la muerte con belleza...
Ni perdona con belleza al asesino...
La materia del arte es el recuerdo...
El principio de la vida es el castigo de la muerte...
La muerte no es belleza...
La muerte no es amor...
La muerte es sólo muerte en el camino de la vida...

V El arte frente a la conciencia de la vida

Cuando el Poder provoca el Terror...
Entra en acción la conciencia del mal...
La conciencia del mal desnuda su llanto frente a un olvido sin belleza...
Donde los muertos miran la muerte con sus ojos
bien secos...

El arte despierta en el ser la conciencia de la belleza...
La belleza tiene conciencia de cuando no hay belleza...
Como los niños toman conciencia de los sueños
en la cruel realidad...
La belleza que abre sus ojos ante el rostro del horror...
La conciencia de la belleza es la resistencia
ante el Terror...
El arte es el sueño hecho materia...
Mientras el horror toma conciencia del Terror...Tanto oscuridad nos provoca el deseo de la luz...
La luz en la no luz es más luz...

VI El arte frente al deseo del mañana

La conciencia del bien funda la vida como humanidad...
La necesidad de la belleza funda la vida como deseo...
El deseo funda la conciencia como belleza...
La materia del arte es el recuerdo...
La esencia del recuerdo da nacimiento al devenir...

La vida es el principio de la vida...
La belleza es el fin de la belleza...
En los escondrijos de la belleza anida la verdad...
La verdad de la belleza brilla en la vida sin olvidos...

De la necesidad de los artistas nace el arte...
De la necesidad de los recuerdos nace la mañana...
He aquí el sentido de lo escrito:
Que una muchedumbre de gozo, alzada,
entierre el horror en soledad
que fue el ayer...

Vicente Zito Lema / marzo de 2006

DESAPARECIDOS

Ese hombre esa mujer no tienen rostro
No tienen nombre (no son más que la cresta
de una mar de ventura y nueva
que penetra en la frontera de piedra
apenas espuma
que con los vientos regios
siempre vuelve)
Un grito se alza en la noche brilla
en la espesura del silencio decae
fugaz
Después la sorpresa que abate la resistencia
sin milagro el tamaño
de la herida
por el suelo ropas / fotos / libros rotos
una cartera vacía
El coche avanza por la calle impune
nadie lo detiene
todos saben
Ese hombre esa mujer atados transpiran mucho
respiran mal
la pesadumbre el miedo
se ahogan
tiemblan
En ese mismo momento sucede
en el mundo la belleza
encuentros fortuitos / deseados / los instantes
perpetuos de la vida
Una niña en la puerta de su casa dice adiós
la gota de lluvia choca contra sus labios
hay un estallido de luciérnagas salvajes
hay un desierto de esmeraldas fundidas
Y de pronto la gran estrella polar la cruz del sur
al oeste la vía láctea
toneladas de arena incandescente
el pequeño universo que un rayo de luz
recorre en 300.000 años
Todo el cielo es una sinfonía de promesas
Pero ese hombre esa mujer no tienen rostro
ni ojos ni oídos para las glorias
Se abre una puerta
A sus espaldas queda la ciudad del corazón dormido
Una ciudad vencida
Los secretos del crimen del
horror se repiten en voz muy baja
Pero ellos
ese hombre esa mujer ya desnudos
los escuchan
vienen del techo del piso de las
paredes
están a su lado
crecen como flores negras malditas
como hongos pestilentes crecen
Los escuchan ¿son humanos?
¿Son humanos esos juramentos fieles de más dolor y
esas risas que les responden? (¿qué perversa alegría
qué perturbada detención de la historia
ocurre tras esas risas?)
Y ahora el frío y ahora la ebriedad
de una mala sentencia cumplida lentamente
día a día
sobre sus carnes abiertas (¡Y qué del alma! ¡Qué
de esa inocencia primera que fue quebrada!)
Ese hombre esa mujer sin fuerzas sin aliento casi
la venda que los cubre el piso que los recoge
su orín su fecalidad la oscuridad tremenda
ellos sueñan
Ese hombre esa mujer cualquiera de nosotros
ni vivos ni muertos
ni cielo ni tierra
ni siquiera oasis
apenas la precariedad del recuerdo
Una gaviota levanta vuelo en alba brumosa
El aire se agita pero vuelve a ser eterno
Ese hombre esa mujer esperan.

Vicente Zito Lema
Escrito en el exilio en 1978