Afianzar el cambio: Del debate cultural a la instrumentación del conocimiento.
Eduardo Anguita es un periodista que ha tomado realmente en serio el ejercicio del oficio periodístico y la libertad de expresión. Y esta convicción se expresa tanto en la dirección del diario Miradas al Sur como en la conducción de su programa de radio, Hoy más que nunca, en Radio Nacional. Y en ese sentido su visión sobre el Kirchnerismo y las tensiones que supone un gobierno que impulsó transformaciones político-sociales profundas, ofrece una idea de dialogo con los diferentes intereses en pugna que, a través del debate cultural, intente enriquecer un modelo de sociedad y de país que todavía está en construcción. También en esta entrevista, Anguita da su opinión sobre el caso Shocklender y sobre la compulsa por el ADN en la causa Marcela y Felipe Noble Herrera.
Por Conrado Yasenza
(para La Tecl@ Ele)
- Teniendo en cuenta la prevalencia de Cristina Fernández en las encuestas, y ateniéndonos a los sondeos actuales, inferir una posible victoria de la Presidenta, la inquietud es preguntarle si el kirchnerismo puede ser una instancia superadora del peronismo ó si todavía no se lo puede concebir por fuera de la estructura del partido justicialista.
- El kirchnerismo, ahora el Cristinismo, por decirlo así, son todavía fenómenos que no tienen un anclaje como para afirmar que se han se convertido en la gran identidad de la sociedad argentina. El peronismo fue un movimiento que, además de tener identidad política, representó un período emblemático de la Argentina porque produjo la sustitución de importaciones, porque significó un papel activo del Estado en materia económica, política y social; llegó a parir en 1948 una Constitución que enarboló los derechos sociales a niveles que en ese momento estaban por encima de algunas Constituciones europeas, después de la Segunda Guerra. Por otro lado hay que pensar que los trabajadores en la Argentina, que si bien tenían una historia de organización a través de la lucha del anarquismo, de las diferentes corrientes que intentaron organizarse a niveles sindicales, digo, tuvieron como gran entidad de organización representativa de los trabajadores al peronismo. Entonces, me parecen datos históricos demasiado importantes como para pensar que ahora se necesita una instancia superadora.
Yo provengo de la izquierda marxista; en los años ’70 fui militante de una organización revolucionaria, y teniendo en cuenta lo que significó ese ensayo revolucionario, uno también tiene que volver a preguntarse y dialogar con la historia. Y en ese sentido me parece que la historia del peronismo deja un punto de partida muy importante que en principio hace innecesario replantearse una necesidad de superación de este movimiento histórico. Lo que uno puede preguntar en el terreno de la política es si las luchas internas del peronismo nos hacen pensar que hay sectores con los cuales la profundización del modelo es más fácil o más difícil. Sin embargo, a esa pregunta contestaría que hay sectores que provienen de la militancia de los años ’70 y hoy tienen un papel muy activo en el kirchnerismo, y también hay sectores que hoy están siendo parte sustantiva y que provienen de un sector más tradicional, hasta diría más conservador, como también hay sectores que provienen de otras experiencias políticas, ya sea de la izquierda o de experiencias del radicalismo o del socialismo mismo. De modo tal que diría, hasta donde podemos pensar como aporte de la política, el kirchnerismo es una instancia interesante. Y teniendo en cuenta que lo que dejó el neoliberalismo en la Argentina es tan duro, es muy difícil pensar que hoy – y con sólo ocho años de gobierno kirchnerista – ya se haya establecido un fenómeno de potencia histórica que modifique o supere al peronismo. Y por último diría que me parece que una de las cosas más interesantes es que el kirchnerismo les ha abierto las puertas a las organizaciones sociales, a los militantes de derechos humanos; y además quiero destacar la participación activa de Abuelas, Madres y Madres de Plaza de Mayo línea fundadora, que todas ellas han sido un canal para sectores de la sociedad que no ven la política con un nivel de compromiso muy alto y sí lo han visto en los derechos humanos y se han acercado al kirchnerismo desde ese lado. Pero lo que se ha dado, particularmente a partir de la muerte de Néstor Kirchner, es la participación de sectores de la juventud. Es un fenómeno todavía muy nuevo, muy inorgánico, pero da la impresión de ser un fenómeno que puede tener una potencia muy grande que le daría al kirchnerismo un aspecto muy importante y relativamente novedoso en lo que ha sido el campo de la política desde la recuperación de la democracia con Raúl Alfonsín.
- Y que no entrarían en tensión con las estructuras más orgánicas, ortodoxas, como suponen ciertos relatos de los medios hegemónicos al revisitar aquella teoría de los ’70 en donde la estructura justicialista entraba en disputa con los movimientos militantes juveniles. En este momento no podemos pensar que exista una suerte de tensión entre esas estructuras más antiguas, más sólidas, y esta militancia todavía inorgánica.
- A esto te contestaría dos cosas: Primero coincido con vos en que no se vislumbra esa creación, ese artificio teórico generado por los medios hegemónicos. En segundo lugar, me parece que hay que pensar que en cualquier movimiento político, sobretodo si éste no tiene una estructura de partido centralista - y pensar en partido centralista me parece muy antiguo – el crecimiento de una política capaz de representar diversos intereses en un mismo territorio, en un mismo espacio político, supone que es lógico y es bueno que haya tensiones. En un movimiento policlasista que defiende los intereses nacionales, y esos intereses nacionales incluyen desde los trabajadores organizados hasta los trabajadores informales, pasando por movimientos sociales, por la juventud, etc.; en un país que todavía no encontró un perfil industrial que permita hablar de sustitución de importaciones, que permita recuperar un protagonismo del capital nacional, que permita recuperar un papel protagónico del Estado con un perfil industrial, bienvenidas sean las tensiones. Todavía falta mucho. Cuando Cristina Fernández habla de profundización del modelo todavía ni siquiera sabemos en que parámetros está pensando ella. Vemos, en todo caso, medidas como la Asignación Universal por Hijo, que son políticas inclusivas. Pero cuando se trata de pensar en cómo la Argentina va a lograr más soberanía a la hora de un perfil industrial propio, todavía es muy difícil avizorarlo. De modo tal que diría bienvenidas las tensiones y bienvenida una generación de militantes políticos que acepten el debate tanto en el campo conceptual como en el campo de los intereses que entran en pugna.
- En estos días asistí al debate “Izquierda y Kirchnerismo” en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA . Allí observé que todavía en un sector fuerte de la izquierda universitaria el kirchnerismo es altamente resistido. Plantean la teoría de que como vivimos en un Estado capitalista existe una tensión lógica entre Estado y Mercado pero dentro de los cánones del capitalismo. Y en ese sentido el kirchnerismo es todavía muy resistido por estar inserto en el capitalismo, aún teniendo en cuenta que los organismos de derechos humanos apoyan al gobierno y al proyecto nacional y popular. Viniendo Usted de la izquierda ¿cómo analiza esa resistencia?
- Quiero hacer una salvedad: Yo vengo de una izquierda revolucionaria; participé de una organización, el PRT-ERP, que en realidad planteaba, siguiendo el ideario del Che, el ideario latinoamericanista, y siguiendo lo que eran las luchas en otros países como Vietnam, una transformación revolucionaria en la Argentina. En ese sentido, como toda organización ha cometido errores. Pero la pretensión de la organización no era un pretensión mezquina de tener un pequeño espacio en la disputa electoral, en un sindicato o en un territorio. En realidad nosotros teníamos una vocación de transformación revolucionaria. Muchísimos de los que militaron en el PRT-ERP hoy están participando activamente de este proyecto nacional, y del mismo modo que algunos no lo harán, no lo hacen quienes quizá participaron de experiencias del peronismo y hoy no están dentro del kirchnerismo. Dejame diferenciar aquella experiencia de las organizaciones de izquierda universitarias de hoy, que posiblemente no tengan muchos puntos en común con la experiencia que lideró Mario Santucho allá en los ’70. En ese sentido, yo no puedo ponerme en ese lugar, y esto dicho sin desmerecer a los que participan en organizaciones de izquierda hoy, pero tampoco puedo interpretarlos o interpelarlos. Creo que con todas las limitaciones que pueden tener los procesos latinoamericanos hoy en Brasil, en Venezuela, en Bolivia, en Perú, en Uruguay, en la Argentina y en Paraguay, hoy hay una legitimidad hacia los proyectos nacionales, y que en el caso de la Argentina el antecedente más cercano es el del peronismo, como tal vez en Brasil es un fenómeno que tiene 30 años como es el de Lula y el PT; o en Uruguay el antecedente puede ser Tupamaros. En fin, no creo que el hecho de que haya un proyecto nacional en marcha, como lo hay en otros países como Ecuador, no signifique que haya sectores que dicen estar a la izquierda, pero es también una autodefinición. Yo en ese sentido lo dejaría de lado y te propongo lo siguiente: Pensemos la sociedad argentina como sujeto de cambio. Yo creo que el Kirchnerismo se vincula con la sociedad argentina entendiéndola y respetándola como un sujeto de cambio; dialoga con los trabajadores organizados, entendiéndolos como un sujeto de cambio, y en ese sentido tiene a la CGT como un puntal muy importante pero también reconoce a la CTA como un fenómeno de lucha, como reconoce también muchas otras expresiones. Y por algo el Kirchnerismo ha impulsado leyes de sectores de la sociedad que no necesariamente influyen en la política, ha promulgado la Ley de Matrimonio Igualitario , y no lo ha hecho con una expectativa de orden político sino ideológico, por impulsar la diversidad, por respetar la diversidad de voces. Y, en definitiva, diría que la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual más que una ley antimonopólica es una ley genuina de diversidad de voces en el campo de la comunicación, y en ese sentido yo me identifico con ese fenómeno del kirchnerismo, lo cual no significa que esté de acuerdo plenamente con todas las acciones del gobierno, pero sí me siento parte de ese fenómeno y dialogo con eso.
- En el diario “Miradas al Sur” trataron valientemente – y Usted en particular - el tema Schoklender cuando muchos de los otros medios no lo abordaban por esta cuestión de ser funcionales a la derecha o a los grandes medios. ¿Cómo analiza la situación actual del caso Schoklender?