18 mayo 2010

Grande Alfredo/ La columna Grande

BICENTENARIO:
SIN FONDO MONETARIO
SIN FRENTE PROLETARIO.


Escribe Alfredo Grande

Especial para LA TECLA Eñe

“proletarios del mundo:, escucháos, mailiaos, chateaos, googleaos, mientras lamentamos que no os habéis uníos”
(aforismo implicado)

Saavedra dijo: “bueno, pero que parezca un accidente”. Hay otra versión: la del agua, que era mucha (claro, se refería al mar) y la del fuego, que era mucho también, pero, según Cornelio, lograron apagarlo. Siempre sostuve que “la derecha siempre tiene razón, aunque es una razón represora” Es importante, más allá de impugnar el pensamiento de Cornelio “Corleone” Saavedra, pensar cuánto de su profecía llegó para quedarse. Los fuegos revolucionarios fundantes serán apagados por océanos genocidas y sus oleajes de sucesivos exterminios. Abrimos entonces la frase del coronel que inaugura la impunidad en la revolución de mayo, para tomarla como potente analizador de otra revolución congelada. Y a unos doscientos años de pronunciada, qué valor de verdad todavía sostiene para intentar entender sobre nuestras penas, nuestros olvidos, y nuestras vaquitas siempre ajenas.[1]
No es lo mismo una foto que una película, y en estos doscientos años, las epopeyas libertarias han sido fuegos que nunca se apagaron del todo. Aunque los hirvientes océanos de las dictaduras, así como los congelados oleajes de las socialdemocracias, una y otra vez aplastaron rebeliones y luchas. Creo que el Bicentenario es apenas una foto. Con técnicas de montaje de última generación, para algunos será la apoteosis de un gobierno defensor de los derechos humanos, para otros el lamentable presente de un capitalismo serio que maquilla la ferocidad de su rostro, para otros la mejor excusa para turistear el fin de semana muy largo, y para los adictos a la orden templaria de Amore y
Stella, los gastadores compulsivos del insoportable banco, una buenísima ocasión para comprar basura en cuotas. Este Bicentenario dará para todo, incluso para el precalentamiento de otra fiesta de todos, por suerte con el gordo José María Muñoz viéndolo desde lejano palco infernal, y el “otro Corleone”, el eterno presidente de la AFA, viéndolo desde el palco celestial de la FIFA. Pero si otorgamos valor de “analizador” a la frase atribuida al Cid Campeador de la burguesía nacional de esos tiempos, el comendatore Cornelius Saavedra, no habrá mas remedio (aunque no adulterado como los del jeque Zanola) que tomar ese brebaje amargo y pestilente. En efecto: “…para apagar tanto fuego” No quiero ceder a la tentación de simplemente negarlo maníacamente. O al estilo de las barras bullangueras: “Moreno no se va, no se va, Moreno no se va”. Este Bicentenario tiene algunas resonancias que deploro: no tiene una marca anti imperialista, no tiene una marca revolucionaria. En esta Argentina del Bicentenario que aspira al Tri Campeonato, la izquierda política sigue nadando en océanos de sectarismo, seguidismo, oportunismo, iluminismo. No sé que es peor: si ahogarse en el mar o en un vaso de agua. Pero que la izquierda, se ahoga. La absoluta falta de expectativas electorales tampoco es buen clima para intentar desacreditar a la democracia representativa. Después de todo, es fácil no venderse cuando nadie te compra. [2] O te vota. Hay mucha queja, poca protesta, casi nada de combate. Incluso la categoría de “enemigo” ha sido clausurada del debate, y el odio que es la energía del oprimido para enfrentar a la clase dominante, ha sido expropiado por la derecha fascista para sostener su mesianismo oligopólico. Los derechos humanos, al no estar sostenidos por las necesidades básicas satisfechas, devienen abstractos. Hay muchísimos más deberes que placeres, y los mandatos del tipo “ahorren agua” no resultan convincentes hasta que por lo menos, las mineras no lo cumplan también. Enfrentamientos como los de la FUBA con el impresentable Hallú (ideal para una saga de “¿Dónde está Wally?”), la lucha de los obreros de la Kraft contra una patronal con bandera y seguridad extranjera, la presencia de los trabajadores del subte construyendo un sindicato propio lejos de la voracidad de la UTA, la ya legendaria lucha de la CTA por su personería gremial, mas allá de las discusiones que podamos tener por su personería política, la persistencia de la Liga Argentina por los derechos del Hombre en los juicios por el asesinato del negrito Avellaneda o contra el genocida Víctor Brusa, los emprendimientos del Colectivo Poder Autónomo, el trabajo incansable de la Fundación Pelota de Trapo, son evidencia necesaria y suficiente que algunos fuegos no se apagarán jamás. Sin embargo, si la revolución es un sueño eterno como enseñara para toda eternidad Andrés Rivera, no deja de ser cierto que las diferentes formas de contra revolución son una pesadilla al menos tan eterna como la anterior. Y por supuesto, no quiero limitarme a las pesadillas de las dictaduras cívico militares, aunque estén en primerísimo lugar en el ranking. Debo incluir a los gobiernos de las democracias formales, que con mayor o menor éxito buscaron los océanos del tercer movimiento histórico, del primer mundo, de los ajustes aliancistas post menemistas, y, en la actualidad del bicentenario, los transversalidades fracasadas. No lo veo a Moreno acusarlo a Saavedra de traidor. El autor del Plan Revolucionario de Operaciones tenía claro que Cornelius era fiel a su clase. Y que la Revolución nunca tendrá el apoyo de ningún converso. Por eso es absurdo etiquetar como si de Facebook se tratara, al “Cara de Piedra” Cobos de traidor. En todo caso, traidor por partida doble, porque ya había traicionado al propio Partido Radical. Y seguramente habrá una tercera, después de todo, los reflejos de clase están intactos en todos los representantes enmascarados del eterno Partido Conservador. Creo que la “traición” de Cobos es insoportable para el Gobierno K, no por traición sino porque golpea duramente la ilusión de hegemonía. Algo que el revolucionario de Mayo nunca tuvo. Y por cierto, 200 años después, podemos decir que lamentablemente apagado el fuego jacobino, otros océanos encontraron a traidores convencidos, corruptos consecuentes, y genocidas entrenados, dispuestos a apagar todos los fuegos que alumbraran sobre la tragedia de nuestra américa nativa. La tarea de que no se apaguen del todo esos fuegos, es una guerra del fuego que mucho le debemos a intelectuales, militantes, estudiantes, obreros. El fuego nunca se apagó, pero al menos para estos tiempos del Bicentenario Oficial, no alcanzan para calentar los sueños de la revolución. La de Mayo de 1810 es otra de las revoluciones congeladas. Y la derrota revolucionaria tiene como marca haber comprado y adoptado los valores del consumismo burgués, incluso como receta para salir de la crisis. Quizá la asignación universal por hijo sea un mecanismo mejor que el PAN, o el de Jefas y Jefes de Hogar. Espero que sea un medio idóneo de llevar necesidades básicas a su completa satisfacción, más allá de que el mate cocido sea cortado con un poco de leche. Pero también me interesa pensar en la catástrofe cultural que implica sostener, después de 200 años de tanta sangre derramada, la imaginaria presencia de otro Estado Benefactor, con el riesgo de que termine siendo un gran “Otro”. Es el gobierno, cualquier gobierno, quien debe agradecer la lucha de organismos de derechos humanos, colectivos revolucionarios, fábricas recuperadas, obreros en lucha, minorías no tan minoritarias en su lucha por la identidad de género y sexual, trabajadoras y trabajadores que no van de su casa al trabajo y del trabajo a su casa, a veces porque no tienen trabajo, a veces porque no tienen casa, y a veces porque además de tener casa y trabajo siguen sosteniendo militancia social y política en barrios y asentamientos. Un gran “Otro” no necesariamente deviene en otro “Amo”. Pero no conviene correr ese riesgo en un país, que al decir de Abelardo Ramos no se animó a ser Nación, porque la tentación de glorificar al líder de turno (el sirraulismo en época de Alfonsín, el hipermenemismo cuando estaba el turco y su neblina del primer mundo, y el actual recontra kirchnerismo donde todo el mundo no K es gorila) transforma al federalismo contrariado en un festín del unitarismo triunfante. Algunos llaman a esto presidencialismo, mayoría automática, decretos de necesidad y urgencia, delirios estadísticos, coparticipación asimétrica, gestión y gobernabilidad. Después de 200 años sabemos todo lo que no podemos festejar en este Bicentenario. No tendremos cientos de miles de banderas rojas en un aluvión zoológico de animales políticos que haga temblar a la burguesía nacional y a la burguesía off shore. Este Bicentenario será otra maldita fiesta de todos porque en la Argentina existe un decreto, éste si de absoluta necesidad y urgencia para el sistema burgués y su nuevo acompañante terapéutico, el capitalismo serio, de abolir la lucha de clases. Consenso, disenso bien informado, negociación, mediación, papá corazón, civilización sin barbarie, que nadie saque los pies del plato, gatillo cada vez más fácil. Castelli, Moreno, Belgrano, incluso San Martín, no estarán presentes en su nivel fundante en los festejos del Bicentenario. Más que fiesta, me temo que sea un carnaval. Al estar anestesiadas las utopías revolucionarias, porque el feudalismo reaccionario sigue impune en la mayoría de las provincias argentinas, y no creo que nadie confunda a la Patria Grande con el Unasur, podemos parafraseando a León Gieco que “otros dos siglos igual”. A lo mejor el festejo del Bicentenario fue por anticipado en el Cordobazo, en la Reforma Universitaria del 18, en el 17 de octubre del 45, en la resistencia obrera a las privatizaciones menemoides. Sin darnos cuenta, al igual que la deuda estafa que se pagó varias veces, nuestro Bicentenario de los Pueblos se festejó muchas veces. Llegamos a mayo de 2010 sin Fondo Monetario, al menos, sin deuda con el Fondo Monetario, porque la argentina sigue estando y votando, críticamente claro está, el ajuste en Grecia. Y también sin Frente Proletario. Tristeza que puede tener fin, cuando saquemos a los héroes de sus tumbas y los llevemos como bandera de lucha.


[1] Homenaje a Osvaldo Soriano y Atahualpa Yupanqui.
[2] En el periódico Enfoques Alternativos, que dirigía Jorge Beinstein, escribí en el apogeo de Autodeterminación y Libertad. “Las lomas de Zamora, o la ilusión del poder apartidario”. Aun sin ser gurú, pronostiqué la caída del zamorismo real.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

comentarios