Hace poco más de tres años que el Campamento TOAS, instalado en Plaza de Mayo, exige al Estado que los contenga en la ley del Ex Combatiente. Y aunque algunas miradas sólo los asocien a una decoración más del paisaje porteño, ellos se encargan de hablar y de moverse para que los escuchen.
“Para algunos el acampe es una postal -dice el ex conscripto Luis Giannini-, para otros un asentamiento, para nosotros es un lugar de lucha”. Giannini está por cumplir 50 años. La mitad de su vida se la pasó reclamando que se lo considere Veterano de Guerra del Conflicto Atlántico Sur, denominado guerra de Malvinas. Deambuló por despachos de legisladores, discutió con jefes militares, escuchó promesas y contó su historia tantas veces como pudo. El resultado siempre fue el mismo: nada. Sin embargo, con la insistencia del que avanza por una causa que considera justa, continúa. Hace poco más de tres años que es parte del Campamento TOAS instalado en Plaza de Mayo que exige al Estado que los contenga en la ley del Ex Combatiente. Y aunque algunas miradas sólo los asocien a una decoración más del paisaje porteño, ellos se encargan de hablar y de moverse para que los escuchen.
“Nosotros no cortamos calles ni hacemos quilombo; el acampe es pacifico”, dice Giannini, sentado en un banco de Plaza de Mayo como si estuviese en el jardín de su casa. Detrás suyo hay una carpa hecha con lonas, chapas y maderas, que soportó por igual lluvias y temperaturas de 40 grados durante más de mil días. Más atrás se ve la fachada gris del Ministerio de Economía. “Tomamos esta decisión -cuenta Giannini- después de que todos los gobiernos nos cajonearan proyectos. Lo hicimos para que se nos incluya en la ley y para concientizar al pueblo de que había una parte de la historia que no se contaba, la nuestra”.
Los ex soldados argumentan que pese a no haber estado en las islas fueron participes del conflicto con Gran Bretaña, cumpliendo ordenes en el Teatro de Operaciones del Atlántico Sur. Tal es el caso, afirma Giannini, “que tenemos 17 muertos de un helicóptero que derribaron en Caleta Olivia. Sus compañeros de campamento recogieron los pedazos de los cuerpos en bolsas de nylon. Anda a hablarle a ellos de que no estuvieron en guerra”. Según Giannini, estás misiones aparecen en los registros de las Fuerzas Armadas. Además, a modo de prueba, agrega: “varios de los que participan del acampe tienen el diploma y la medalla al ex combatiente entregados por el Congreso de la Nación. Lo raro es que ninguno de ellos está incluido en la ley que les daría beneficios sociales y económicos. Lo peor es que muchos sí los obtuvieron comprando certificados de ex combatientes en los 90”, denuncia.
En total son 400 ex conscriptos los que rotan por el campamento. Sólo uno vive allí, Daniel Repetto, el encargado de administrar los turnos y otros menesteres propios de un hogar, como la limpieza y la comida. Por las noches 10 o 15 hombres hacen guardias. Mate de por medio pasan el tiempo contando historias de la guerra y de los años posteriores. “Al principio -dice Giannini- hacíamos de psicólogos. Cada uno que venía hablaba 24 horas seguidas. No paraba. Acá fue como si nos hubiésemos encontrando con nosotros mismos”.
Se calcula que los veteranos de guerra TOAS no reconocidos son alrededor de 8500 en todo el país. Lo que proponen es crear un registro con los datos de las Fuerzas Armadas para que puedan entrar a la ley. En noviembre del 2010 estuvieron cerca de cumplir ese objetivo. La legislatura porteña había votado la Ley de Registro de la CABA, impulsada por Cristian Ritondo y apoyada por María José Lubertino, Juan Cabandié y Fabio Basteiro, entre otros. Sin embargo, a pesar de haber sido un proyecto del titular del macrismo legislativo, el Jefe de la Ciudad la vetó. “Fuimos a preguntarle a Macri -cuenta Giannini- por qué lo hizo. Pero no nos atendió. Seguro que ni sabe lo que dice la ley”.
“Nosotros reclamamos a todos los gobiernos, Nacional, Provincial y Municipal, a los que pasaron y a los que están”, dice Giannini. En el acampe temen que tras el año electoral los nuevos legisladores sigan postergando su situación. De todos modos saben que sus esfuerzos no fueron en vano. Además de unir a diferentes bloques políticos, la demanda por el reconocimiento tiene el apoyo del Inadi, Madres, Abuelas y Pérez Esquivel, entre otros referentes de los Derechos Humanos. “Esto es una lucha que va más allá del cerco de nuestras banderas -dice Giannini-. Acá se abrió una caja de Pandora. No tiene vuelta atrás”.
*Periodista. Radar /Página 12
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