YPF: Soberanía popular y Juventud organizada.
Por Conrado Yasenza
(para La Tecl@ Eñe)
El camino hacia la expropiación
El 16 de Abril de 2012 quedará en
la historia de la República Argentina como el capítulo más importante desde la
recuperación democrática en 1983. La expropiación del 51 % de las acciones de YPF es la medida reparadora
más significativa– junto con la cancelación de la deuda externa, la re-estatización
de los Fondos Jubilatorios, la Asignación Universal por Hijo, La Ley de Medios
Audiovisuales, la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central y la Ley de
Matrimonio Igualitario – realizada por un Gobierno que ha sabido escudriñar e
interpretar los deseos transformadores de una sociedad que se ha brindado en su
confianza hacia la recuperación de la acción movilizante de la política, y que
ha sabido también exigir la concreción de la necesidad de construir un país más
justo, libre y soberano, con dignidad social y respeto por los derechos humanos;
exigencia hacia un Gobierno que propuso un curso para la historia reciente que
no podríamos definir como revolucionario pero sí, y con claridad y justeza,
profundamente reparador.
Esa sociedad, que luego de una situación abisal como
la crisis del 2001 y junto a un proyecto político raro, anómalo, sorpresivo,
encarnado por lo que todavía no se conocía como Kirchnerismo, y al que se lo
sentenció desde la “Tribuna de Doctrina” a un año en el poder, emprendió con
tenacidad y coraje cívico el proceso transformador más asombroso del que se
tenga registro en la memoria popular desde “aquellos diez años felices”, ya
lejanos pero vivos en la memoria del nuestro pueblo.
Y es que el kirchnerismo
comprendió como ningún otro partido político aquella vieja máxima: Gobernar es movilizar. Y así lo hizo,
siempre hacia adelante, y hasta contra todos los manuales de teoría política
que indicaban que en situaciones de extrema gravedad institucional, como lo fue
el lockout patronal de la insurgencia agraria destituyente en 2008, había que
retraerse hacia acciones más conservadoras para aquietar las turbias humedades
pampeanas y asegurar, una vez más, la debilidad institucional. Pero el
Kirchnerismo movilizó, agitó, se desplegó en las calles y ciudades del país,
dio la batalla en el Congreso, perdió pero ganó en capital militante y
simbólico, en juventudes que descubrieron el viejo rostro del mal, disfrazado
de falsos arlequines nacionalistas y con olor a naftalina y bosta hecha miles
de dólares. Y siguió en su fuga hacia adelante con la promulgación de La Ley de
Medios Audiovisuales, la madre de todas las batallas. Y su capital simbólico
aumentó considerablemente. El rostro oscuro de los dueños de las corporaciones
mediáticas se hizo visible y ya nada fue como antes. El pueblo conoció el
Nombre de Magneto, aquel de las complicidades con la dictadura genocida militar
del 76 y de la apropiación de Papel Prensa. Luego, la pluma inteligente del
columnista del diario La Nación, Carlos Pagni, que desde las teorías
universitarias de comunicación y trayéndonos algo del pensamiento foucaltiano,
terminó apelando al más vil recurso de la estigmatización
judeo-bolchevique-marxista al describir la figura del joven Viceministro de
Economía, Axel Kicillof. Pagni, una promesa de renovación en el lenguaje
periodístico conservador que derrapó ante la banalidad del mal argumento
descalificador.
Un gesto de grandeza y el desafío de ser oposición
La votación en ambas cámaras del
proyecto de ley sobre expropiación del 51%
de las acciones de YPF fue contundente: 63 a 3 en Senadores y 207 a 32 en
Diputados. Un cambio del arco político opositor casi en su conjunto – menos el
Macrismo de cuerpo pleno y plumaje amarillo – que votó una ley fundamental para
la recuperación de la soberanía energética nacional, ley que destierra el
concepto de comoditties sobre los recursos naturales como el petróleo y los
declara como bienes no renovables de utilidad pública. Un gesto de grandeza
política, hay que decirlo ya que no es un dato menor. El radicalismo y el Fap,
junto a otras fuerzas, dejaron de lado la agenda política trazada por las
corporaciones mediáticas, y votaron a favor de la República, no de un Gobierno.
Ojalá sea este el punto de inflexión y esas mismas fuerzas políticas construyan
una alternativa de poder basándose en ideas y agenda propias. Los asiste, para
hacerlo, una historia de más de cien años en el caso del radicalismo, y una
trayectoria de resistencia y compromiso político en el caso de Fernando Pino
Solanas. No será fácil: las reprimendas desde las corporaciones de la empresa
comunicacional fueron muy duras, y todo indica que recrudecerán. Allí el
desafío de la hora para la oposición: Ser oposición política, no mediática.
La recuperación de YPF y el futuro
Otro capítulo es el que comienza
ahora. El desafío de la recuperación de YPF para el Estado Nacional es enorme.
Requerirá del máximo compromiso político y la mayor responsabilidad para lograr
una empresa eficaz, seria, que invierta, explore, acompañe el desarrollo y
crecimiento económico y social del país. No se trata de volver al pasado, a la
añoranza de la YPF de la década del ´70.
Esa empresa no existe más: Fue privatizada por el Partido Justicialista en el
92 y rematada en el 98 hasta la venta de la acción de Oro. Luego fue expoliada
por REPSOL y la ofidia y malsana burguesía nacional – ¿o fue una ingenua
ilusión?- encarnada en los banqueros Esquenazi. Entonces habrá que convocar a
los mejores técnicos, profesionales y trabajadores – que los hay y muchos – y
trabajar por una nueva YPF que le sirva al pueblo argentino en su conjunto. La
designación por parte da la presidenta Cristina Fernández de Miguel Galuccio,
de 43 años, que trabajó en los yacimientos petroleros de Las Heras (Pcia. de
Santa Cruz) y renunció a YPF cuando REPSOL tomó la empresa, es una decisión más
que promisoria. El petróleo sí tiene ideología: la de un Estado que decidió
poner nuevamente una empresa como YPF al servicio de La Patria.
Vélez y la Juventud organizada
El acto realizado en el estadio
de Vélez y organizado por agrupaciones políticas juveniles del Kirchnerismo, es
otro dato relevante del cambio de época, del cambio cultural que se ha venido
desarrollando desde el 2003 hacia aquí. Cambio que tiene profundas implicancias
culturales ya que la apropiación de la política por parte de los jóvenes, su
trabajo militante y social, es el signo de un tiempo que destierra, y esperemos
que por siempre, la lógica política neoconservadora de los años ´90, la segunda
década infame, encarnada en las figuras de Menen y Cavallo y continuadas por la
terrible y desgarradora experiencia de la Alianza, liderada por Fernando de la
Rúa. No es verdad que en los ´90 no hubo política ni Estado: el desembarco de
la derecha neoconservadora con sus políticas de ajuste fiscal, desempleo,
desindustrialización, privatización, desocupación y hambre conformó una manera
de entender el Estado, que no fue bobo, sino un Estado expulsor de los
intereses nacionales – reactualización del Estatuto del Coloniaje – y socio
chico de corporaciones multinacionales que hicieron de la especulación
financiera un paradigma noventista. Eso fue El Estado y la Política en la
umbrosa década de los ´90.
Hoy, debido a un cambio de
paradigma político en la República y en Suramérica, liderado en sus inicios por
Lula y Kirchner, la política ha vuelto a ser una herramienta para el cambio,
para la transformación, para la
reparación del Gran Daño. Y el kirchnerismo ha interpelado y convocado, desde
la imbatible combinación de palabras traducidas en actos políticos concretos, a
los jóvenes para que sean ellos los encargados de continuar un proceso de 9
años en el que el país cambió considerablemente. Serán ellos, con la fuerza de
los ideales, la juventud y la militancia, junto al acompañamiento o la
conducción de los actores políticos actuales – mal que le pese a Osvaldo Pepe y
Carlos Pagni – los que deberán continuar el proyecto político kirchnerista al
cual todavía le quedan muchas, pero muchísimas, asignaturas pendientes como lo
son el trabajo en negro, la pobreza aun presente, la salud, la vivienda, el
transporte. Osvaldo Bayer siempre dice que mientras exista una sola villa
miseria, mientras haya hambre, no tendremos una varadera democracia. Y ese es
el gran desafío de la hora. Y esto debe ser comprendido como un maravilloso
estímulo para trabajar sin respiro por un país más justo, más igualitario, con
trabajo y sin hambre. Los pibes militantes, que trabajan en los barrios y no
son muy afectos a las cámaras de televisión; los jóvenes diputados de las
agrupaciones cercanas al kirchnerismo saben que el compromiso político con un
proyecto de cambio que no se estanque puede depararles un lugar destacado en la
historia democrática de la Argentina. Y por eso se organizan, se unen, se
buscan y sueñan al tiempo que trabajan para ser mejores y para hacer una
Argentina deseable, vivible y digna. El multitudinario acto organizado por las
jóvenes agrupaciones políticas el 27 de Abril pasado en el estadio de Vélez,
así lo demostró. Y esto asusta a los dinosaurios – a quienes no puedo imaginar
en la cama, como canta Charly.
Sí, esto asusta. Y mucho.
Por Conrado Yasenza
Mas claro no podía ser! Una alegría encontrar la expresión de una Argentina que vive el camino con la misma pasión que crea cada dia, un hoy.
ResponderEliminarMuchas Gracias Ayelén! Y gracias por leer la revista. Saludos. Conrado
ResponderEliminar.."asusta a los dinosaurios".. el gran problema...en el mundo!!!
EliminarHola gente, les quería pedir un favor, si me pueden pasar el contacto de Marcelo Benítez, que necesito comunicare con él por algo importante. Mi email es ceciliapalmeiro@hotmail.com.
ResponderEliminarGracias!
cecilia