LAS RETENCIONES DE TROYA
Escribe Alfredo Grande (especial para La Tecla Ñ)
“El poder no es solamente la capacidad de triunfar en la batalla sino es la capacidad de elegir los contrincantes” (aforismo implicado)
En el mundo del boxeo, lo más importante para fabricar un campeón es elegirle los adversarios. De vez en cuando hay un per saltum (por ejemplo el inolvidable Rocky) pero la rutina de armar una meditada escalera donde los escalones son los boxeadores que van a ir al matadero para cimentar el nacimiento de una nueva estrella. Alguna vez en la vida, algunas peleas son momentos claves de la historia. Cuando Muhamad Alí derrota a George Foreman, el rechazo a la guerra de Vietnam que le costara perder el título de campeón al que alguna vez fuera conocido como Cassius Clay, quedó ampliamente legitimado. Las grandes historias relatan a los boxeadores-gladiadores que patean el tablero de las maffias de las apuestas, para terminar ganando una pelea que debían perder.
¿Hay una pelea que está arreglada previamente entre los contrincantes autoelegidos: Gobierno y Campo? Estos contrincantes son lo manifiesto, pero no son lo fundante. El ministro que instrumenta las retenciones móviles es dado de baja sin que le agradezcan los servicios prestados, sin saber demasiado si no los había prestado o si el estilo actual es no agradecer. Entonces lo que es apenas una medida instrumental de aumento de las retenciones, se convierte en una épica de la cuestión nacional. Un escenario de exasperación y “ascensión de los extremos”, aqueos y troyanos buscan a un Homero que cante sus proezas. Incluso designar el corte de rutas como “piquete de la abundancia”, es de una irónica generosidad. No por la abundancia, que tanto a los dueños de la tierra les sobra, sino porque el significante “piquete” tiene una génesis político social de la cual estas aventuras ruteras carecen. Quizá como se dijera de Napoleón, la única grandeza de este gobierno sea el ser derrotado por un enemigo que él mismo inventó. El Campo es una monstruosidad política, donde todo está atado con alambre y con un lucro obsceno. Los pequeños productores aparecen como la cara decente de la protesta, supongo porque lo “pequeño” genera ternura y cierta simpatía. Lo que empieza a resultar francamente paradojal (y por lo tanto productor de parálisis, perplejidad, bronca, sensación de vacío, etc.) es satanizar al contrincante (el campo) y simultáneamente, reconocer que fue el campo el sector mas beneficiado con la política de no sustitución de importaciones, es decir, la política que privilegió desde el 2003 el modelo agroexportador. Que incluyó la deforestación-contaminación de los suelos. Minería a cielo abierto y ganancias de los grupos monopólicos a cielo bien cerrado. Con el agravante de exportar agua a precios de regalo, en zonas desérticas del país. Por lo tanto no está en discusión el modelo de país, lo que podría haberse hecho por ejemplo con la decisión del tren bala. Menem pontificó: ramal que para, ramal que cierra. Ahora es: ramal que no es bala, ramal que sigue cerrado. Lo único que se discute es cuanto te retengo, mucho, poquito, siempre algo, nunca nada, pero jamás cuanto te llevas, mucho, muchísimo, demasiado. Si es cierto que puede hablarse de una “gaucho cracia” al decir de Horacio González, no es menos cierto que hay diferentes formas de “cracias”, o sea de aparición de castas mientras se niega la lucha de clases. La guerra de troya también fue de cracias: la aquea y la de la ciudad sitiada. Creo que la polémica sobre el monto de las retenciones, ocupa el mismo lugar teórico y político que el caballo que diseñara el astuto Ulises. O sea: ya que no podemos conquistar de frente, vamos a psicopatear un poco. Es el pasaje del Frente para la Victoria al jubileo de la jefatura del Partido Justicialista. Todo tiene que ver con todo, el problema es como dimensionar cada cuestión. Conquistar una ciudad, o la voluntad popular, exige descubrir-inventar-alucinar un enemigo. No importa si el enemigo de hoy haya sido aliado-cómplice-beneficiario privilegiado –socio minoritario, etc. No importa que sea la defensa a palos y gases del Casino Flotante, Catedral del capitalismo lumpenizado. Como el enemigo real sigue protegido, es necesario caricaturizar como enemigo al que fuera aliado. Lo dijo D'Elia: “los que cortan rutas son los principales beneficiados con la política de 4 años de gobierno” Escribir ahora sobre la oligarquía, cuando fue resucitada y recreada con la dolarización de la economía mediante la nueva convertibilidad, revela mas astucia que la del propio Ulises, y eso que no era poca. Frente a la destrucción planificada de los suelos por la soja, la utilización de cultivos para el bio-diesel, en el país que fuera granero del mundo y llegó a autoabastecerse de petróleo, inmolarse por el aumento de porcentaje de las retenciones suena tan peligroso como la decisión de los troyanos de abrir las puertas y derribar muros para que el enorme caballo entrara a la orgullosa ciudad. Cuando los troyanos se dieron cuenta que en realidad habían dado alojamiento permanente a una máquina de guerra, ya estaban sentenciados. Y la mayoría ejecutados. Me parece que la única opción teórica y política que nos permite llegar al nivel fundante del conflicto, es vedar el acceso a todos los caballos, yeguas, ponis de troya con los cuales la cultura represora intenta demoler la resistencia de los verdaderos luchadores. Es más importante, por ejemplo, volver a la Junta de Granos, y a todos los sistemas del control que el Estado necesita, que paralizar rutas y mentes en discutir el derrame de las retenciones. ¡Cuanta nostalgia de los 90 tiene el Gobierno, y no solo el de la provincia de Buenos Aires!
Si hubiera una moraleja, no podría ser otra que: “ante la presencia de cualquier caballo de troya, destrúyalo”.
Escribe Alfredo Grande (especial para La Tecla Ñ)
“El poder no es solamente la capacidad de triunfar en la batalla sino es la capacidad de elegir los contrincantes” (aforismo implicado)
En el mundo del boxeo, lo más importante para fabricar un campeón es elegirle los adversarios. De vez en cuando hay un per saltum (por ejemplo el inolvidable Rocky) pero la rutina de armar una meditada escalera donde los escalones son los boxeadores que van a ir al matadero para cimentar el nacimiento de una nueva estrella. Alguna vez en la vida, algunas peleas son momentos claves de la historia. Cuando Muhamad Alí derrota a George Foreman, el rechazo a la guerra de Vietnam que le costara perder el título de campeón al que alguna vez fuera conocido como Cassius Clay, quedó ampliamente legitimado. Las grandes historias relatan a los boxeadores-gladiadores que patean el tablero de las maffias de las apuestas, para terminar ganando una pelea que debían perder.
¿Hay una pelea que está arreglada previamente entre los contrincantes autoelegidos: Gobierno y Campo? Estos contrincantes son lo manifiesto, pero no son lo fundante. El ministro que instrumenta las retenciones móviles es dado de baja sin que le agradezcan los servicios prestados, sin saber demasiado si no los había prestado o si el estilo actual es no agradecer. Entonces lo que es apenas una medida instrumental de aumento de las retenciones, se convierte en una épica de la cuestión nacional. Un escenario de exasperación y “ascensión de los extremos”, aqueos y troyanos buscan a un Homero que cante sus proezas. Incluso designar el corte de rutas como “piquete de la abundancia”, es de una irónica generosidad. No por la abundancia, que tanto a los dueños de la tierra les sobra, sino porque el significante “piquete” tiene una génesis político social de la cual estas aventuras ruteras carecen. Quizá como se dijera de Napoleón, la única grandeza de este gobierno sea el ser derrotado por un enemigo que él mismo inventó. El Campo es una monstruosidad política, donde todo está atado con alambre y con un lucro obsceno. Los pequeños productores aparecen como la cara decente de la protesta, supongo porque lo “pequeño” genera ternura y cierta simpatía. Lo que empieza a resultar francamente paradojal (y por lo tanto productor de parálisis, perplejidad, bronca, sensación de vacío, etc.) es satanizar al contrincante (el campo) y simultáneamente, reconocer que fue el campo el sector mas beneficiado con la política de no sustitución de importaciones, es decir, la política que privilegió desde el 2003 el modelo agroexportador. Que incluyó la deforestación-contaminación de los suelos. Minería a cielo abierto y ganancias de los grupos monopólicos a cielo bien cerrado. Con el agravante de exportar agua a precios de regalo, en zonas desérticas del país. Por lo tanto no está en discusión el modelo de país, lo que podría haberse hecho por ejemplo con la decisión del tren bala. Menem pontificó: ramal que para, ramal que cierra. Ahora es: ramal que no es bala, ramal que sigue cerrado. Lo único que se discute es cuanto te retengo, mucho, poquito, siempre algo, nunca nada, pero jamás cuanto te llevas, mucho, muchísimo, demasiado. Si es cierto que puede hablarse de una “gaucho cracia” al decir de Horacio González, no es menos cierto que hay diferentes formas de “cracias”, o sea de aparición de castas mientras se niega la lucha de clases. La guerra de troya también fue de cracias: la aquea y la de la ciudad sitiada. Creo que la polémica sobre el monto de las retenciones, ocupa el mismo lugar teórico y político que el caballo que diseñara el astuto Ulises. O sea: ya que no podemos conquistar de frente, vamos a psicopatear un poco. Es el pasaje del Frente para la Victoria al jubileo de la jefatura del Partido Justicialista. Todo tiene que ver con todo, el problema es como dimensionar cada cuestión. Conquistar una ciudad, o la voluntad popular, exige descubrir-inventar-alucinar un enemigo. No importa si el enemigo de hoy haya sido aliado-cómplice-beneficiario privilegiado –socio minoritario, etc. No importa que sea la defensa a palos y gases del Casino Flotante, Catedral del capitalismo lumpenizado. Como el enemigo real sigue protegido, es necesario caricaturizar como enemigo al que fuera aliado. Lo dijo D'Elia: “los que cortan rutas son los principales beneficiados con la política de 4 años de gobierno” Escribir ahora sobre la oligarquía, cuando fue resucitada y recreada con la dolarización de la economía mediante la nueva convertibilidad, revela mas astucia que la del propio Ulises, y eso que no era poca. Frente a la destrucción planificada de los suelos por la soja, la utilización de cultivos para el bio-diesel, en el país que fuera granero del mundo y llegó a autoabastecerse de petróleo, inmolarse por el aumento de porcentaje de las retenciones suena tan peligroso como la decisión de los troyanos de abrir las puertas y derribar muros para que el enorme caballo entrara a la orgullosa ciudad. Cuando los troyanos se dieron cuenta que en realidad habían dado alojamiento permanente a una máquina de guerra, ya estaban sentenciados. Y la mayoría ejecutados. Me parece que la única opción teórica y política que nos permite llegar al nivel fundante del conflicto, es vedar el acceso a todos los caballos, yeguas, ponis de troya con los cuales la cultura represora intenta demoler la resistencia de los verdaderos luchadores. Es más importante, por ejemplo, volver a la Junta de Granos, y a todos los sistemas del control que el Estado necesita, que paralizar rutas y mentes en discutir el derrame de las retenciones. ¡Cuanta nostalgia de los 90 tiene el Gobierno, y no solo el de la provincia de Buenos Aires!
Si hubiera una moraleja, no podría ser otra que: “ante la presencia de cualquier caballo de troya, destrúyalo”.
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