Consulta telefónica
(Sesiones con el psicoanalista perdido)
Ilustración: Ed Freeman(Sesiones con el psicoanalista perdido)
Era una madrugada como cualquier otra. La menor de mis hijas recién llegaba de bailar e hizo una de sus habituales entradas tipo tromba marina, por eso me desperté. Me dirigí a la cocina en elegante pantalón pijama corto y bata, el habitual traje nocturno que desde la adolescencia de mis hijas me vi obligado a usar. Como buen padre inseguro agradecí que llegara sin inconvenientes, por eso no la recibí con malacara cuando vino a la cocina para compartir un yogurt conmigo. Después que pasó el momento “Esperá que le mando unos mensajes a mis amigos” una grata charla surgió sobre sus proyecto e inquietudes. Quizás las altas horas de la madruga, quizás lo que no había bebido mucho, tal vez que no me encontrara parapetado detrás de un libro hizo el pequeño y esporádico milagro de la comunicación. En eso estábamos cuando sonó el teléfono.
Lamenté la intromisión a esa intimidad que hacía tiempo no lográbamos con Lucía, la dejé atender en la sensata convicción de que sólo alguna de sus amigas o amigos podría estar tan desubicado para llamar a casa a las cuatro de la mañana de un viernes.
Cuando escuché su voz contenida y entrecortada me preocupé, algo distinto y posiblemente grave estaba ocurriendo. Me acercó el teléfono con la más espectacular de sus caras de culo: -Un loco de los tuyos desde Nueva York. Lo dijo con el justo desprecio que los hijos sienten cuando un paciente les roba el afecto de su padre. Me arrojó el teléfono sobre la mesa y se fue puteando bajito hacia su pieza.
Cuando tomé el tubo de mala gana iba revisando quién podía ser y no se me ocurría ninguno. Sólo esperaba que no fuese quien más temía, ese hombre al que en mi casa conocíamos como: El Hombre de la Bolsa.
-¡Mi querido psicoanalista esta usted en lo cierto! Solo un desconsiderado como yo puede llamarlo a esta hora. Espero que me putee pero que no me corte, lo consulté con la Negra que esta aquí, al lado mío y le manda saludos, ella me insistió para que lo hiciera. Claro que ante tanto ajetreo aquí recién me di cuenta de la hora de Buenos Aires en el momento de hablarle. Mire el mundo es un pañuelo sería justo que hubiera una hora universal uniforme, ya sé que es un disparate. Pero lo quiero tener bien despierto necesito una sesión telefónica. La molestia se la pagaré con creces, eso usted sabe que no es problema.
Como buen psicoanalista que se ve sorprendido mi primera pregunta fue una pelotudez: -Qué hace usted en Nueva York, la última vez que lo vi se iba a París.
-Desde que resolvía el tema del banco parisino -que dicho sea de paso salió redondo- mi fama de hombre de negocios ha crecido a nivel mundial. Es verdad que la situación de la economía mundial colabora para que este quia se llene de guita. Estimado analista ya no salgo en busca de las oportunidades, por el contrario éstas me buscan a mí. Si me lo permite se lo digo así: ¡Soy Maradona después de meterle el segundo gol a los ingleses!
No pude menos que intentar bajarlo de un saque: -Que Maradona, ni Kempes, ni Mecí, ni que ocho cuartos, está en unos de esos típicos estados de excitación suyo y lo que es peor es que ha logrado arrastrarla a la Negra.
-Usted es un fenómeno siempre se la juega, hace cuatro meses que no me ve y trata de calibrarme el cardán de una. Por eso lo llamo y, aun que no lo crea, me acuerdo a cada paso de sus palabras. La Negra está bien y tranquila fue ella la que me recordó eso que nos dijo en una entrevista de pareja, algo así como los que se enferman al ganar plata o pierden ganado, algo así como que no se la bancan.
Como docente universitario corregí: -Los que fracasan al triunfar.
-Eso mismo, espere que se lo transmito a la Negra.
Mientras transcurren unos minutos de silencio me insulto por estar en esta situación. Para agravar la situación, mi hija furiosa se cambió y ya está con la ropa deportiva para ir a correr a Palermo. Le digo que no con la cara y ella me indica con gestos que sólo se queda si corto la comunicación.
-Hola. Estamos de acuerdo con la Negra eso nos preocupa. Acá los negocios crecen imagínese han caído dos bancos en un día, pero de esos bien pesado. El estado está haciéndose cargo de la deuda privada.
-No entiendo- digo ya otra vez sumergido en la trampa que este hombre me tiende sesión a sesión.
-¿Se acuerda de Cavallo? ¿Del apoyo del Chacho Alvarez al mega canje? Le explico un poco más acá los privados tomaron créditos y no los cumplen. Los bancos privados están fundidos o a punto de. Entonces presionan para que las arcas públicas se hagan cargo de sus deudas. Ni más, ni menos que un globalizado y generalizado paga dios en el pináculo de la economía de mercado. Imagínese cómo estamos de trabajo con la Negra. Las acciones bajan un cuatro por ciento por día y a los dos rebotan un seis. Los bancos más grandes compran bancos más chicos por monedas. Nosotros tenemos la mayoría accionaria de uno, somos la cabeza oculta, la materia gris de un grupo de amigos italo norteamericanos.
-¡Ahhh! vamos mejor ahora me va a decir que juega al poli ladro con los muchachos que comen los espaguetis que les hace la mamma en las películas y que usted les hace el culito a todos.
-Respetado analista ya veo que está tratando de mantener una conversación en los niveles acordados, sin que nos pusiéramos de acuerdo, entre usted y yo funciona una química que no necesita palabras. Acá inventaron y mejoraron ese control de calidad que suele grabar las conversaciones para mejorar la calidad empresaria.
-Y como de costumbre no puede dejarme afuera de sus audaces acciones. Lamento que haya logrado meter a la Negra en todo esto. Ahora sólo falta que me envuelva a mi y cartón lleno.
-Ve, ve que la sabe lunga. Que no hay con qué darle a sus intervenciones. Me juega al anticipo, usted tiene un sistema que le hace entrar de una en la radiografía de mi inconsciente.
-Déjese de adorarme la píldora, ya sabemos que después intenta hacer lo que quiere conmigo. Este llamado no es más que un anticipo. Me preparo para lo que viene.
-Ya sabía yo que no me va a dejar en la estacada. ¿Se acuerda de la caída del muro? ¿De la implosión de Rusia? ¿Vio que de esa circunstancia salieron millonarios poderosos y temibles? Acá, lo crea o no, está por pasar lo mismo. Mejor dicho está pasando lo mismo. La cosa se cae y hay que estar del lado de los que ganan y me buscan por mi experiencia en Argentina 2001, Ecuador 2004, Albania 1995, París 2006. Necesitan, los italo norteamericanos, especialistas de guante blanco, pero muy blanco. Que hagan todo en forma acelerada. Para que se de una idea entre ayer y hoy nos hicimos cargo de dos famosas bodegas californianas. Con la Negra necesitamos que se venga para acá. Es todo tan rápido que tiene que haber un momento en que podamos reflexionar, se nos ocurrió luego de ver a Los Soprano. Esas sesiones del tipo con la psicoanalista nos hicieron pensar en que si usted larga todo y se viene a vivir a Nueva York nos puede ayudar a consolidar este naciente imperio. Tiene que entender que aquí están los jugadores de las grandes ligas y que nadie se anda con chiquitas. Hemos hecho un pase de mano, hace unos días, por el que nos agenciamos de un petit hotel de veinte habitaciones en una zona muy bella. En ella podemos vivir las dos familias cómodamente hasta que consigamos ubicarlos a ustedes o que nos salga otra oportunidad y nos mudemos nosotros. Le pagamos su honorario actual en pesos traducidos a euros. Es decir si su sesión allí vale cien pesos aquí vale cien euros. Usted tendría un horario de ocho horas reconocidas más las extras nocturnas que se las pagaríamos dobles. Todos sus gastos los paga la empresa. Además la Negra insiste en que le demos un diez por ciento de los nuevos negocios. Calcule que tenemos trabajo para diez meses hasta que todo se termine de desplomar y con mis amigos y sensibles socios nos hagamos cargo de varias empresas, la idea es un holding. Su trabajo sería evitar esa cuestión de los que fracasan al triunfar. Como ve soy excitado pero no gil, hay muchos culitos al norte y lo necesito a mi lado para que la ponga, digo me ponga en el mejor lugar. Desde al cima del mundo todo se ve espléndido pero hay que cuidarse del vértigo. Le acabamos de girar con la Negra quinientos euros por Western Union por esta consulta, lo llamamos el lunes para ver si se anima a salir del cabotaje para esta participación en los cambios del mundo.
Cuando terminó la conversación ya hacía un largo rato que había salido el sol. Mi hija volvió con un muchacho de pelo muy largo y musculosos muy marcados, estaban ambos muy transpirados y pasaron al lado mío sin mirarme hacia su habitación.
Lamenté la intromisión a esa intimidad que hacía tiempo no lográbamos con Lucía, la dejé atender en la sensata convicción de que sólo alguna de sus amigas o amigos podría estar tan desubicado para llamar a casa a las cuatro de la mañana de un viernes.
Cuando escuché su voz contenida y entrecortada me preocupé, algo distinto y posiblemente grave estaba ocurriendo. Me acercó el teléfono con la más espectacular de sus caras de culo: -Un loco de los tuyos desde Nueva York. Lo dijo con el justo desprecio que los hijos sienten cuando un paciente les roba el afecto de su padre. Me arrojó el teléfono sobre la mesa y se fue puteando bajito hacia su pieza.
Cuando tomé el tubo de mala gana iba revisando quién podía ser y no se me ocurría ninguno. Sólo esperaba que no fuese quien más temía, ese hombre al que en mi casa conocíamos como: El Hombre de la Bolsa.
-¡Mi querido psicoanalista esta usted en lo cierto! Solo un desconsiderado como yo puede llamarlo a esta hora. Espero que me putee pero que no me corte, lo consulté con la Negra que esta aquí, al lado mío y le manda saludos, ella me insistió para que lo hiciera. Claro que ante tanto ajetreo aquí recién me di cuenta de la hora de Buenos Aires en el momento de hablarle. Mire el mundo es un pañuelo sería justo que hubiera una hora universal uniforme, ya sé que es un disparate. Pero lo quiero tener bien despierto necesito una sesión telefónica. La molestia se la pagaré con creces, eso usted sabe que no es problema.
Como buen psicoanalista que se ve sorprendido mi primera pregunta fue una pelotudez: -Qué hace usted en Nueva York, la última vez que lo vi se iba a París.
-Desde que resolvía el tema del banco parisino -que dicho sea de paso salió redondo- mi fama de hombre de negocios ha crecido a nivel mundial. Es verdad que la situación de la economía mundial colabora para que este quia se llene de guita. Estimado analista ya no salgo en busca de las oportunidades, por el contrario éstas me buscan a mí. Si me lo permite se lo digo así: ¡Soy Maradona después de meterle el segundo gol a los ingleses!
No pude menos que intentar bajarlo de un saque: -Que Maradona, ni Kempes, ni Mecí, ni que ocho cuartos, está en unos de esos típicos estados de excitación suyo y lo que es peor es que ha logrado arrastrarla a la Negra.
-Usted es un fenómeno siempre se la juega, hace cuatro meses que no me ve y trata de calibrarme el cardán de una. Por eso lo llamo y, aun que no lo crea, me acuerdo a cada paso de sus palabras. La Negra está bien y tranquila fue ella la que me recordó eso que nos dijo en una entrevista de pareja, algo así como los que se enferman al ganar plata o pierden ganado, algo así como que no se la bancan.
Como docente universitario corregí: -Los que fracasan al triunfar.
-Eso mismo, espere que se lo transmito a la Negra.
Mientras transcurren unos minutos de silencio me insulto por estar en esta situación. Para agravar la situación, mi hija furiosa se cambió y ya está con la ropa deportiva para ir a correr a Palermo. Le digo que no con la cara y ella me indica con gestos que sólo se queda si corto la comunicación.
-Hola. Estamos de acuerdo con la Negra eso nos preocupa. Acá los negocios crecen imagínese han caído dos bancos en un día, pero de esos bien pesado. El estado está haciéndose cargo de la deuda privada.
-No entiendo- digo ya otra vez sumergido en la trampa que este hombre me tiende sesión a sesión.
-¿Se acuerda de Cavallo? ¿Del apoyo del Chacho Alvarez al mega canje? Le explico un poco más acá los privados tomaron créditos y no los cumplen. Los bancos privados están fundidos o a punto de. Entonces presionan para que las arcas públicas se hagan cargo de sus deudas. Ni más, ni menos que un globalizado y generalizado paga dios en el pináculo de la economía de mercado. Imagínese cómo estamos de trabajo con la Negra. Las acciones bajan un cuatro por ciento por día y a los dos rebotan un seis. Los bancos más grandes compran bancos más chicos por monedas. Nosotros tenemos la mayoría accionaria de uno, somos la cabeza oculta, la materia gris de un grupo de amigos italo norteamericanos.
-¡Ahhh! vamos mejor ahora me va a decir que juega al poli ladro con los muchachos que comen los espaguetis que les hace la mamma en las películas y que usted les hace el culito a todos.
-Respetado analista ya veo que está tratando de mantener una conversación en los niveles acordados, sin que nos pusiéramos de acuerdo, entre usted y yo funciona una química que no necesita palabras. Acá inventaron y mejoraron ese control de calidad que suele grabar las conversaciones para mejorar la calidad empresaria.
-Y como de costumbre no puede dejarme afuera de sus audaces acciones. Lamento que haya logrado meter a la Negra en todo esto. Ahora sólo falta que me envuelva a mi y cartón lleno.
-Ve, ve que la sabe lunga. Que no hay con qué darle a sus intervenciones. Me juega al anticipo, usted tiene un sistema que le hace entrar de una en la radiografía de mi inconsciente.
-Déjese de adorarme la píldora, ya sabemos que después intenta hacer lo que quiere conmigo. Este llamado no es más que un anticipo. Me preparo para lo que viene.
-Ya sabía yo que no me va a dejar en la estacada. ¿Se acuerda de la caída del muro? ¿De la implosión de Rusia? ¿Vio que de esa circunstancia salieron millonarios poderosos y temibles? Acá, lo crea o no, está por pasar lo mismo. Mejor dicho está pasando lo mismo. La cosa se cae y hay que estar del lado de los que ganan y me buscan por mi experiencia en Argentina 2001, Ecuador 2004, Albania 1995, París 2006. Necesitan, los italo norteamericanos, especialistas de guante blanco, pero muy blanco. Que hagan todo en forma acelerada. Para que se de una idea entre ayer y hoy nos hicimos cargo de dos famosas bodegas californianas. Con la Negra necesitamos que se venga para acá. Es todo tan rápido que tiene que haber un momento en que podamos reflexionar, se nos ocurrió luego de ver a Los Soprano. Esas sesiones del tipo con la psicoanalista nos hicieron pensar en que si usted larga todo y se viene a vivir a Nueva York nos puede ayudar a consolidar este naciente imperio. Tiene que entender que aquí están los jugadores de las grandes ligas y que nadie se anda con chiquitas. Hemos hecho un pase de mano, hace unos días, por el que nos agenciamos de un petit hotel de veinte habitaciones en una zona muy bella. En ella podemos vivir las dos familias cómodamente hasta que consigamos ubicarlos a ustedes o que nos salga otra oportunidad y nos mudemos nosotros. Le pagamos su honorario actual en pesos traducidos a euros. Es decir si su sesión allí vale cien pesos aquí vale cien euros. Usted tendría un horario de ocho horas reconocidas más las extras nocturnas que se las pagaríamos dobles. Todos sus gastos los paga la empresa. Además la Negra insiste en que le demos un diez por ciento de los nuevos negocios. Calcule que tenemos trabajo para diez meses hasta que todo se termine de desplomar y con mis amigos y sensibles socios nos hagamos cargo de varias empresas, la idea es un holding. Su trabajo sería evitar esa cuestión de los que fracasan al triunfar. Como ve soy excitado pero no gil, hay muchos culitos al norte y lo necesito a mi lado para que la ponga, digo me ponga en el mejor lugar. Desde al cima del mundo todo se ve espléndido pero hay que cuidarse del vértigo. Le acabamos de girar con la Negra quinientos euros por Western Union por esta consulta, lo llamamos el lunes para ver si se anima a salir del cabotaje para esta participación en los cambios del mundo.
Cuando terminó la conversación ya hacía un largo rato que había salido el sol. Mi hija volvió con un muchacho de pelo muy largo y musculosos muy marcados, estaban ambos muy transpirados y pasaron al lado mío sin mirarme hacia su habitación.
Relato incluido en "El Psicoanalista Perdido"
César Hazaki
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