12 julio 2009

Entrevistas/Eduardo Jozami: Un país y dos almas/ Conrado Yasenza


Entrevista a Eduardo Jozami*
Un país y dos almas

En esta entrevista el escritor y periodista, de larga trayectoria intelectual y política, Eduardo Jozami, reflexiona acerca de los últimos resultados electorales como también sobre la irrupción en el panorama político del ex-Presidente Néstor Kirchner y el desarrollo gubernamental de la actual presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Otros tópicos del reportaje abordan la función de los medios de comunicación social en el tratamiento y construcción de la realidad y la importante participación de la clase media en los procesos políticos actuales.


Por Conrado Yasenza
(para La Tecl@ Eñe)

- Para comenzar me interesa saber cuál es el análisis que hace usted de los resultados electorales.

- Más allá de los números negativos, lo preocupante es que el gobierno no consiguió que el debate central de la campaña se diera en torno a la significación de las transformaciones operadas desde el 2003. El constante cuestionamiento por autoritario a un gobierno que ha sido muy celoso del respeto de los derechos ciudadanos y el énfasis mediático en la “crispación” de Néstor Kirchner o en el estilo personal de la presidenta ocuparon un espacio tan considerable que desplazó cualquier discusión de fondo, mostrando un nivel antes no alcanzado de degradación del debate público y despolitización del discurso.

El debilitamiento del consenso social respecto del gobierno tuvo un punto de inflexión con el conflicto del campo y luego de las medidas adoptadas por Cristina Kirchner (estatización de Aerolíneas, traspaso al sector público de los fondos de pensión, negativa a desalentar las paritarias para pese a la presión empresarial) la presidenta debió enfrentar la oposición de un poderosos bloque que nuclea a los ruralistas y a los grandes grupos económicos con peso decisivo en la industria y las finanzas. Si sumamos el hostigamiento de la Iglesia y la feroz oposición de los medios, este bloque opositor resulta demasiado poderoso como para enfrentarlo sin más sustento político que un partido (el PJ) en el que gran cantidad de dirigentes no comparten la política de gobierno y sólo esperan el momento para la transición poskirchnerista-

Es necesario preguntarse si los importantes sectores de la población que votaron contra el supuesto autoritarismo del gobierno o por la novedad del candidato mediático, no vieron hasta que punto la oposición expresaba una derechización del discurso que llevaba a la restauración de lo peor del país de los 90. Sería errado analizar esta votación como una expresión totalmente homogénea de la derecha, pero no podemos subestimar hasta que punto se ha ido afirmando un sentido común conservador que glorifica el éxito y desprecia la igualdad, cuando la condición de multimillonario puede aparecer como lo más seductor de un candidato.

De todos modos, no sería bueno ignorar algunos aspectos sustantivos en los que el resultado acusa carencias de la acción de gobierno. Las mejoras en la distribución del ingreso y la reducción de la pobreza se estancaron en el último año y medidas tan significativas como la recuperación de los fondos de pensión y la movilidad jubilatoria hubieran tenido un mayor efecto social si se acompañaban de una mejora más significativa en los ingresos. Los cuestionamientos a las cifras del INDEC afectaron, por otra parte, la credibilidad de todos los datos que revelan cuanto ha cambiado el país desde el 2003. Algunas asignaturas pendientes como la reestructuración del transporte ferroviario tuvieron peso en el discurso opositor.

- Cómo analiza usted la irrupción del Néstor Kirchner en el panorama político del país?

- La irrupción de Néstor Kirchner fue un aporte para recuperar el sentido de la política, mostrando la posibilidad de transformaciones (anulación de las leyes de impunidad, adiós a las relaciones carnales, cambio de la Corte) que antes muchos habían considerado irrealizables. El kirchnerismo recuperó, desde el interior de un sistema político severamente cuestionado, muchas de las banderas de diciembre del 2001

- ¿Y cuál es su visión sobre el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner?
- El gobierno de Cristina avanzó en algunos temas muy importantes como los ya citados y esa es la razón de la feroz ofensiva opositora.
- ¿Cree que durante la discusión sobre el proyecto de resolución de retenciones, llamado la 125, se desarrolló en sectores políticos y económicos un “clima destituyente”?

- Fue un acierto de Carta Abierta calificar como destituyente el clima político generado a partir de la resolución 125, para el que no resultaba apropiado el término golpista, asociado a la intervención militar. Ese ánimo destituyente se expresó en los cortes de ruta, en la inusitada violencia verbal, en el pedido de “que se vaya” la presidenta, en el intento de deslegitimar a un gobierno que pocos meses antes había asumido con una fuerte mayoría popular. En el enfrentamiento con el “campo” -identificado con los valores tradicionales de la República- revivió un viejo discurso antiperonista. El gobierno subestimó la reacción que la 125 podía provocar y se privó de la posibilidad de plantear una política agraria diferenciada para quebrar el frente único de los ruralistas

- ¿Cuál es su visión sobre los enfrentamientos entre el gobierno actual y lo que podríamos denominar ampliamente como la derecha argentina?

- Aunque no haya avanzado con la misma decisión en todos los terrenos, el gobierno de Kirchner hizo un replanteo muy profundo de la política argentina. La derecha –desde el primer día – se opuso a esa orientación. Recordemos que “La Nación” auguró que no cumpliría un año de mandato. La asunción de Cristina fue la señal para una ofensiva restauradora a la que se acoplaron sectores empresariales que habían obtenido grandes beneficios con el actual modelo económico. El fortalecimiento de la capacidad negociadora de los sindicatos y la preocupación del gobierno por evitar el deterioro de los ingresos de los trabajadores provocaron la reacción de los grandes grupos económicos que ofrecieron garantizar una relativa estabilidad del empleo a cambio de no actualizar las propuestas salariales.

Por supuesto que esta lucha de intereses aparece mediada por la discusión sobre modales y estilos de gobierno. La derecha consigue arrastrar sectores medios a un enfrentamiento con el hegemonismo kirchnerista que poco tiene que ver con sus reales intereses. La elección de De Narváez en el conurbano muestra que incluso los sectores más pobres no son indemnes a esta convocatoria.

- ¿Qué opina de la incidencia de las candidaturas testimoniales en el resultado?

- La menor votación de la lista de Kirchner en la provincia respecto a las de concejales puede atribuirse en algunos casos a una deserción de los intendentes, pero no creo que ello baste para explicar el resultado. Ni el gobierno consiguió conmover a la opinión con la idea de que los intendentes “ponían el cuerpo” para plebiscitar una política, ni la crítica de la oposición pesó más que otros argumentos del discurso antikirchnerista. De todos modos, en la propuesta de las testimoniales, con su reclamo de un alineamiento de todos los dirigentes del Pj, subyace un reconocimiento sobre la debilidad del vínculo que une a muchos de estos dirigentes con el kichnerismo.

- ¿Qué opinión le merece el tratamiento de la realidad por parte de los grandes medios de comunicación?

- Los medios fueron los grandes protagonistas en la construcción de la ofensiva restauradora. El lanzamiento del proyecto de ley de Medios Audiovisules llevó a profundizar el discurso mediático que muestra un gobierno intolerante, que no dialoga con nadie y está enfrentado con toda la sociedad. Como el universo mediático no registra los poderes fácticos, las decisiones de gobierno que pueden afectar a éstos son presentadas como medidas contra la gente. Los medios, además, hicieron del campo un sujeto mítico, sin contradicciones internas, asociado con la naturaleza, con el trabajo, con Dios en última instancia, lo que resaltaba la perversidad de quienes querían dividirlo y no reconocer sus derechos.

Pero más allá de esta manipulación mediática, un discurso antisolidario que glorifica el éxito y hace responsables a los pobres por la inseguridad tiende a volverse el sentido común de esta sociedad. Es impensable avanzar con el proyecto iniciado en el 2003 si no enfrentamos esta colonización de las subjetividades que niega la misma idea de ciudadanía e inhibe toda convocatoria para una épica de la transformación.


- ¿Existe en nuestra sociedad una inclinación a repetir ciclos o experiencias políticas y económicas que, ha quedado demostrado, dañaron profundamente el tejido social?

- Cuando eso ocurre, como hoy lo advertimos, es porque no se ha profundizado el debate social sobre las causas de aquellos ciclos negativos. En el 2001, la sociedad argentina comprobó la gran mentira del discurso económico neoliberal y salió a protestar contra la irrepresentatividad y el vaciamiento de sentido de la acción política. Para algunos que impulsaron propuestas participativas y de organización solidaria fue el momento de una búsqueda de profundización de la democracia, para otros que sólo reclamaban por sus depósitos congelados significó una afirmación cerril del individualismo, el rechazo de toda forma de acción colectiva y, en consecuencia, el reemplazo de la política por el liderazgo de los exponentes de la banalidad mediática y los grandes empresarios. Esa lucha entre “las dos almas” del 2001 todavía no se ha resuelto en la sociedad argentina.

-¿Qué significa hoy el Peronismo? Es un territorio de la cultura popular o responde más a una estructura orgánica vinculada al Justicialismo?

- El peronismo me interesa como territorio de la cultura popular antes que como estructura del Partido Justicialista, pero ambas cosas existen. El PJ como estructura hace rato que no puede considerarse como el instrumento apto para una política de transformaciones populares. Salvo excepciones, el tipo de liderazgo que predomina en las gobernaciones provinciales y los municipios del conurbano tiene demasiado que ver con la vieja política y con la resistencia a cualquier cambio profundo. Esto no debe hacernos olvidar que existe una cultura popular peronista que a veces se subestima cuando se explica el voto de los más pobres por las relaciones clientelistas. En la nueva etapa yo no creo que pueda construirse un proyecto con vocación y posibilidades de cambio que no recoja la tradición nacional y popular del peronismo y pelee por conservar un espacio dentro del justicialismo, pero descreo de cualquier propuesta de unidad del peronismo. El Partido Justicialista no es el partido del orden, pero el partido del cambio se construirá dentro y fuera del justicialismo.

- ¿Cómo definiría a la clase media argentina?

- Por la identificación de sus valores con el discurso que circula por los medios, hay momentos en los que parece que la clase media se confundiera con la sociedad toda. Por eso, tener a la clase media en contra es mucho más peligroso que perder un alto porcentaje de votos, puede dar la impresión de que se está al margen del sentido común de la sociedad y ello explica también que esa merma electoral pueda magnificarse.
Se ha escrito demasiado –desde el peronismo y el pensamiento de izquierda- sobre las veleidades e inconstancias de la pequeña burguesía. Haríamos mal en retomar sin más esas expresiones para justificar nuestra imposibilidad de ganar algunos sectores medios. Existe una amplia fracción de las capas medias que vota concientemente a la derecha y participa plenamente de su visión antipopular. Pero también hay amplios sectores medios que aunque tienen dificultades históricas para relacionarse con un gobierno peronista valorarán, por ejemplo, una acción común contra el macrismo y sienten simpatías por la política de Derechos Humanos o la política exterior hoy en curso. Aumentar la credibilidad del gobierno, abrir espacios de participación, no subestimar demandas de transparencia, son aspectos importantes para ubicarnos en mejores condiciones para convocar a los sectores medios.

- Para finalizar, ¿la concentración de poder a cualquier costo y en base a todo tipo de alianzas, es signo de una sociedad que no tolera el disenso; es síntoma de cierto grado de violencia dentro y desde lo institucional (oficialismos y oposiciones)?

- La sociedad tolera poco el disenso porque no valora demasiado el debate político. La mala imagen de la política facilita una actitud de enfrentamiento con el gobierno que reúne las orientaciones más diversas. El kirchnerismo hizo un aporte para dar mayor racionalidad a los consensos y disensos dotando a la sociedad de una agenda que replanteaba las posibilidades de cambio y afectaba algunos poderosos intereses. Estos no dudaron en asumir un discurso violento –recordemos que Kirchner fue comparado con Hitler- para deslegitimar cualquier posibilidad de transformación. Esto revela la debilidad de las convicciones democráticas proclamadas por estos sectores opositores.

Recreando cierta mística de la transformación, el kirchnerismo avanzó en la recuperación de sentido de la política, pero ese avance no pudo consolidarse con la definición más clara de la propuesta política y la convocatoria a una amplia participación.


Entrevista realizada por Conrado Yasenza
Julio de 2009


*Profesor titular consulto de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, profesor de la maestría en Historia en la Universidad Nacional de Tres de Febrero, director del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti. Autor del libro Rodolfo Walsh, la palabra y la acción (Norma). Ex legislador y constituyente porteño.