Por Conrado
Geiger*
(para La Tecl@
Eñe)
“Los argentinos
somos como manejamos” es el título de un poema del Maestro Miguel Cantilo, y me
parece un acierto sociológico. A partir de esto me surgieron una serie de ideas
concatenadas azarosamente, con una lúcida propuesta final.
Cada vez que sucede algo conmovedor, cuando hace falta un donante de
órganos o algo así, salen los medios a machacar la idea de que “los argentinos
somos solidarios”. ¿Solidarios? ¿Pueden desaparecer 30.000 personas en un país
solidario?
También es habitual salir a putear a la dirigencia política, como si esta
fuera distinta a la dirigencia empresarial, a la dirigencia deportiva o a la
dirigencia sindical. La sociedad argentina no es mucho mejor que sus
dirigentes.
Un modelo muy representativo de la argentinidad son las viejas chotas, las
artífices del “algo habrá hecho, a mi no me
pasó nada”, “hay que matarlos a todos”
o “yo no lo voté”
Imaginemos una cuadra tipo de la Ciudad de Buenos Aires. Cien metros de
vereda de unos tres metros de ancho. Cada tanto un árbol, y –llegando a la
esquina- un kiosco de revistas. ¿Dónde se juntan a hablar dos viejas? Justo
donde la vereda se estrangula, delante del kiosco. Ella son el colesterol de la
sociedad, pero no son distintas al resto.
Cuando van caminando no caminan. Derivan. Van sin rumbo, a velocidad
intestable, sin fijarse en quien viene detrás. Imaginate si estuviera
manejando…
También son un modelo nacional los mal educados. Cuando digo “mal educados”
no me refiero a los groseros, a los soeces o a los rústicos. Me refiero a los
que se consideran a sí mismos educados, que conocen las normas de la “Buena
Educación”, pero que las aplican mal.
Veamos un ejemplo: Llego a la parada del colectivo. Hay dos personas
esperando, de modo que paso a ser el tercero. Después de una breve espera llega
nuestro colectivo. En ese preciso instante viene una señora mayor. Sin dudarlo,
el primero de la fila le cede el lugar. “Hay que cederle el lugar a las señoras
mayores”, piensa. La señora sube. Luego sube el presunto caballero, detrás de
este el que estaba segundo en la fila y último yo. Al llegar arriba me percato
de que quedaban tres lugares libres. El mejor lo ocupa la vieja, el otro lo
ocupa el presunto caballero y el ex segundo ocupa el último lugar… Y yo quedo parado. El tipo no le cedió su
lugar - ¡Le cedió el mío!
Otra característica nuestra es el ”hay-que-hacerismo”.
Es común escuchar a taxistas o
periodistas (no se cual copia a cual) diciendo cosas como: “¡Hay que echar a todos los funcionarios!”, “¡Hay que parar la ola de inseguridad!” o “Hay
que parar la inmigración”… Hay que hacer esto, hay que hacer lo otro… Eso
es la fannymandelbaumización de la sociedad. La indignación generalizada, sin
más información, simplificada, reclamando que otro la resuelva.
¿Y que pasa con el tránsito? Decir que Buenos
aires tiene un tránsito cada vez más lento, suena escatológico, da ciudad
estreñida.
Podemos putear por el estado del tránsito y
echar la culpa al gobernante de turno (a Macri con particular placer), pero más
allá de que no se hayan hechos cosas que se tendrían que haber hecho (como el
desarrollo de los recorridos de los subtes, los túneles debajo de los
pasaniveles), que se hayan hecho cosas que se tenían que hacer, pero se
hicieron mal (como las bicisendas), que se hayan hecho cosas mal que no se
deberían haber hecho (hacer doble mano, avenidas que no se lo merecían), de que
los semáforos estén fuera de sincro… además de todo eso, hay algo en el
comportamiento de los choferes (tanto profesionales como amateurs) que no
condice con la imagen de solidarios que recurrentemente intentamos imponernos.
Existe una cultura del “Como sí”. Todos hacen
“como sí” estuvieran haciendo algo que no están haciendo. Esto un poco tiene
que ver con que otra característica argentina es que los fachos son anarquistas. Un Fascista es
intolerante, pero obedece las leyes de modo vertical. Acá los taxistas no se ponen el cinturón de
seguridad, pero como saben que es obligatorio hacen que se lo ponen. Lo ponen
cruzado, pero suelto. Es “Como sí” usaran el cinturón de seguridad.
Los Guardiasde seguridad están sentado allí, con cara de aburridos,
haciendo como sí estuvieran vigilando. Los policías en las esquinas, mandando
mensajitos de texto, apostados como si estuvierna controlando algo. Los
empleados de cualquier servicio al público están sentados detrás de un
mostrados haciendo como si estuvieran haciendo otra cosa que es mucho más
importante que atender al público.
“Los argentinos somos como manejamos”. Todas estas características que fui desgranando
de modo desordenado, se peden verificar viendo el tránsito.
El incumplimiento sistemático de la reglas, genera modos asociales de
conducta aceptados por todos. El gran ejemplo son LAS NORMAS DE TRÁNSITO.
Veamos el ejemplo de los semáforos: “Los semáforos son dispositivos de
señales que se sitúan en intersecciones
viales, pasos
de peatones y otros lugares para regular el tráfico”. El
color de sus luces establece si avanzar, detenerse o la inminencia del cambio
de uno a otro. En todo el mundo tiene la fuerza de un cartel. De una
obligación. Acá son sólo una sugerencia que se subordina a otras variables a
criterio del conductor.
-
Señor, Usted acaba de cruzar el semáforo
en rojo
-
Sí, lo que pasa es que no venía nadie…
Tal vez la solución a todos nuestros
problemas de tránsito sea hacer una normativa acorde a nuestra realidad. Leyes
escritas para como somos, no para como nos gustaría ser.
La nuevas reglas deben establecer con
claridad derechos y obligaciones de cada uno de los ciudadanos. Vayan seis a
guisa de ejemplo:
- El semáforo es una sugerencia que el conductor considerará respecto a
otras variables como pueden ser si viene otro, su apuro o sus ganas de
detenerse.
- La prioridad de paso es para quien viene más rápido.
- Se puede estacionar en cualquier lado en doble fila simplemente
poniendo la baliza.
- El peatón cruzará por la esquina, por la mitad de la cuadra o por
donde pueda, siempre que no venga un auto.
- En las esquinas los peatones podrán esperar a cruzar parados en la
calzada a metro y medio de la vereda.
- La velocidad máxima la definirá las posibilidades mismas del
automóvil.
Este sinceramiento, servirá para que todos
puedan manejar como lo hacen regularmente sin la sensación de que las normas
son sólo para recaudar. Estas reglas permitirán también que los vigilantes
puedan mandar tranquilos mensajitos de texto a sus novias y familias, sin
sentirse importunados por tener que intervenir en el tránsito.
También puede que sirvan para que cada uno
sepa que el caos del tránsito es responsabilidad de todos. Y que “todos” lo
incluye a uno.
*Periodista y Cómico
Stand Up
Muy bueno!
ResponderEliminarDisfruto de tu "relato sociológico" sobre nuestro modo de manejar (o ser peatones). Casi siento culpa de necesitar aún el Wagen a los 83 sin haber chocado o atropellado a alguien o algo. El esfuerzo por no lograrlo es estresante. Debo insistir un tiempo más y ya se me dará. Con todo cariño, Conrado, sigo tus escritos aunque me quede con las ganas de ver tus presentaciones. Va un abrazo.- Carlos Haller
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