El sentido común de la democracia
Por Jorge Giles*
(especial para La Tecl@ Eñe)
Se dice con propiedad intelectual
que el monopolio de la comunicación es el que liga y representa a los demás
monopolios vigentes en esta etapa del capitalismo.
Para asaltar bancos y saquear
financieras precisan de una buena prensa que transforme en víctimas a los
victimarios.
Para ajustar salvajemente a los
pueblos, expulsándolos del paraíso terrenal del trabajo, la educación, la
salud, la vivienda, la libertad, precisan de una buena prensa que transforme a
las víctimas en culpables de su propio desamparo social.
Para desguazar un Estado, para
privatizar los bienes de la esperanza, para que sólo quepan en la geografía de
la sobreabundancia una tercera parte de la sociedad, empujando al vacío de la
supervivencia a los otros dos tercios de las mayorías, precisan de una buena
prensa que hable de las bondades del Estado mínimo en manos de gerentes del FMI
y que nos acostumbremos a aceptar que, al fin y al cabo, “pobres hubo siempre”.
La política lo sabía, quizá. Pero
se rendía ante el monopolio que con sólo mostrar la punta del berrenque
editorial, disciplinaba la agenda del legislador, del presidente, del concejal,
del juez, del fiscal, del carnicero, del panadero, del almacenero, de la
peluquera del barrio.
“Si salió en Clarín será por
algo”, era la sentencia afirmativa de un jurado colectivo y pasivo que
certificaba cada tapa del diario del día y cada pantalla partida de TN.
Así, Clarín se transformó durante
muchos años con sus titulares, en la continuidad reproductora del “por algo
será” de la dictadura.
Era el sentido común de los
argentinos.
Así fue hasta que llegaron a la
presidencia Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner.
Aquella imagen inmaculada de Clarín,
es la que ha llegado a su fin.
Cuando Martín Sabbatella ingresó
a la sede del Grupo, en la mañana del 17 de diciembre de 2012, para decirles
con tono calmo y seguro: “Vengo a notificarles el inicio de la transferencia y
la adecuación de oficio a la ley de servicios de comunicación audio-visual”, la
democracia y las leyes vigentes pusieron en ese mismo instante una bandera de
luz allí donde reinó la impunidad y el desacato.
Lo que se roto es ese contrato
invisible de credibilidad entre un conjunto de medios monopolizados y sus
lectores y consumidores.
Ahora lo sabemos todos, más allá
del laberinto incendiado por el Grupo Clarín.
¿Y qué cosa sabemos?
Sabemos que no son “periodistas”
que dicen “sus verdades”, sino operadores que emiten sonidos guturales a favor
de un poderoso grupo empresario que actuaba cual estado paralelo.
Sabemos que, mal acostumbrados a
la impunidad de todo gran poder autoritario, no acataron, no acatan, ni
acatarán respetuosamente jamás la soberanía legal de un estado democrático.
“El estado soy yo”, dirían
Magneto, escribas y lenguaraces.
Sabemos que el gobierno
democrático de Cristina, como antes fue el de Néstor, no se desmaya ante nada
ni ante nadie, por poderoso que sea.
Marca el horizonte de justicia,
inclusión y libertad, de soberanía y dignidad como Nación y hacia allá avanza
con lo que puede y tiene a mano.
Y sabemos que no es poco lo que
tiene: la voluntad política de su Presidenta y la participación de los sujetos
más activos y esclarecidos de la sociedad.
Hay cambios legales,
institucionales, estructurales que se explican por la relación de fuerzas en
cada momento y lugar. En ese marco, hay avances y retrocesos. De uno y otro
lado.
Pero hay otros cambios que se
producen al interior del inconciente colectivo y que sólo se explican por la
acumulación de experiencias y transformación cultural que dan los pueblos en
cada etapa de la historia.
El gobierno nacional viene
demostrando desde el 2003 que inventa sus propios manuales para saber cuál es
el momento de presentar batalla política y legal. No se rigió nunca por los
códigos tradicionales para medir la temperatura y la cocción de cada coyuntura.
Saltó hasta las estrellas cuando
la prudencia aconsejaba agacharse y resignarse a la espera de más fuerzas.
Bajó los cuadros de los genocidas
con el 22 % de los votos.
Con un poquito más le dijo “NO”
al ALCA. Y así siguió avanzando.
Es posible que recién ahora se
hayan alineado todos los planetas del cambio de época. Por que ahora hay tras
el kirchnerismo fuerzas representativas de las mayorías populares, hay
conocimiento y experiencia de gestión, hay decisiones trascendentes que indican
a las claras que vamos por el rumbo correcto, hay mirada estratégica, hay
humildes, hay trabajadores, hay clases medias, hay un claro liderazgo y
conducción de Cristina, hay política.
La prueba que es así fue la Plaza
de Mayo del 9 de diciembre.
En este contexto alumbra
definitivamente la ley de medios en toda su extensión. Artículo 161 incluido.
En este contexto regresa
victoriosa la Fragata Libertad.
En este contexto el Presidente de
la hermana República Bolivariana de Venezuela, Comandante Hugo Chávez, lidera,
dolorosamente ausente, la victoria de su pueblo en 20 de las 23 gobernaciones.
En este contexto los dignos pibes
y pibas de “La garganta poderosa” inauguran su taller de trabajo editorial en
el espacio de la ex ESMA.
En este contexto se explica tanto
esfuerzo y tanta paciencia para construir, como se construye, esta ley de
medios de la democracia.
En este contexto, hoy el sentido
común ya no lo impone el monopolio sino que lo construye el proyecto de país
inclusivo, con DNI kirchnerista.
Que el disfrute de esta hora
histórica no nos haga olvidar algo que aprendimos con Kirchner: no hay que
dejar las convicciones en la puerta de ninguna casa; tampoco de ningún
monopolio.
Por eso fue que Martín Sabbatella
entró tan digno y orgulloso a notificar la ley en nombre de la democracia. Y
con él entró una sociedad que quiere ser más justa, más plural y más libre.
Pero ahora no se vaya que viene
lo mejor: el deseo sincero de una feliz Navidad y un feliz Año nuevo.
*Periodista y Escritor
No hay comentarios:
Publicar un comentario
comentarios