Poder Mediático y Control Social: límites y
alcances de la ley de medios
Por Flavio Crescenzi*
(especial para La TEcl@ Eñe)
"Si la evolución de la
humanidad conduce a la mundialización del mercado, la hora del destino ha
sonado. Las exigencias del mercado mundial son mucho más drásticas que las de
una teoría, tan exigente como ella sea; por ejemplo, el análisis institucional.
En los periódicos, ni un solo suplemento ha sido consagrado a la lucha contra
el virus del nacionalismo, mucho más remanente que el del cólera, mucho más
pandémico que el del SIDA. Toda epistemología, toda ética en las ciencias de la
materia, de la vida, del hombre, están, de ahora en más, cubiertas por el
paraguas del comercio mundial a modo de “gran novela”. En fin, es la ideología
dominante, hegemónica –la del mercado, de la “circulación”, como decía Marx en
La cuestión judía– la que se impone en el laboratorio, como en el terreno o de
cara a las nuevas escribanías electrónicas. Los paradigmas o los proyectos
políticos, los programas de investigación o de acción por esto y contra aquello,
están ajustados al mismo Referente, al mismo Interpretante último: la
democracia ya no es el fin a alcanzar, la libertad no es más una causa vital;
son las condiciones de instalación y mantenimiento de una libre circulación del
capital, de la mercancía."
René Lourau
"Es sencillo buscar
correspondencias entre tipos de sociedad y tipos de máquinas, no porque las
máquinas sean determinantes, sino porque expresan las formaciones sociales que
las han originado y que las utilizan. Las antiguas sociedades de soberanía
operaban con máquinas simples, palancas, poleas, relojes; las sociedades
disciplinarias posteriores se equiparon con máquinas energéticas, con el riesgo
pasivo de la entropía y el riesgo activo del sabotaje; las sociedades de
control actúan mediante máquinas de un tercer tipo, máquinas informáticas y
ordenadores cuyo riesgo pasivo son las interferencias y cuyo riesgo activo son
la piratería y la inoculación de virus. No es solamente una evolución
tecnológica, es una profunda mutación del capitalismo."
Gilles Deleuze. Post-scriptum sobre las sociedades del control.
Gilles Deleuze. Post-scriptum sobre las sociedades del control.
“El informativo
televisado, estructurado como una ficción, no está hecho para informar, sino
para distraer. La sucesión rápida de noticias breves y fragmentadas produce un
doble efecto negativo de sobreinformación y desinformación. Y, porque querer
informarse sin esfuerzo es una ilusión que tienen que ver con el mito
publicitario más que con la movilización cívica.”
Ignacio Ramonet
“Porque los medios de
información y la difusión de ideas están gobernadas, como los precios en el
mercado y son también mercaderías.”
Arturo Jauretche
I
Karl Marx, en La ideología Alemana,
afirmaba que "las ideas de
la clase dominante son en todas las épocas, las ideas dominantes”. Este
postulado, si bien pasible de ser aplicado actualmente a instituciones que en
el siglo XIX tenían una limitada existencia, sería el punto de partida para
entender, de manera cabal y profunda, la problemática encierran los medios masivos de comunicación.
La cultura de masas es el principal y más exitoso invento del capitalismo; de
esto se infiere que buena parte del sistema de producción de bienes, servicios
e ideas habría aceptado un modelo basado en la tecnología, el consumismo y la
satisfacción a corto plazo. El mecanismo perverso de este proceso demuestra que
todo deviene mercancía: hasta el arte e incluso la cultura crítica pueden
comercializarse.
En tiempos más cercanos, la escuela de
Frankfurt afirmaba que la gente se subordina a la determinación de las imágenes
y a los planteos habituales del sistema dominante. En sintonía con la teoría de
la sociedad de masas, Marcuse aseguraba que la sociedad es “unidimensional” y que su
manutención se debe, en buena medida, a la “industria cultural”. Es así como los productos de la industria
cultural (y más específicamente los medios) exhiben la versión del mundo que el
poder necesita difundir entre su audiencia.
Tal como se puede desprender de lo
anteriormente señalado, no debe sorprendernos el hecho de que los medios
masivos de comunicación se ocupan de desarrollar dispositivos de reproducción
del pensamiento hegemónico. Mucho se ha escrito al respecto; podemos mencionar
los trabajos de Althusser, Foucault y Chomsky, sin ir más lejos, además de los
de los autores citados en los epígrafes. Todos, de una u otra forma, coinciden
en que las clases dominantes, para mantener y legitimar esta hegemonía,
necesitan controlar los aparatos de producción ideológicos y simbólicos, haciéndolos
trabajar para su propio beneficio. En las actuales
circunstancias históricas, los medios masivos de comunicación son la principal
herramienta de producción cultural, es decir, la principal herramienta de coerción.
Los medios de comunicación difunden mensajes propagandísticos
provenientes de los poderes económicos, regulan pautas sociales, narcotizan al
ciudadano potencialmente crítico mediante la abundante información que recibe. La hegemonía ya no se impone en
términos disciplinarios, propios de una dictadura militar, sino que adopta la
forma de la dictadura de la imagen única, de la palabra única, del pensamiento
único, disfrazados de diversidad tecnológica y democrática. El panóptico de
Bentham ha alcanzado su más perversa expresión a través de la globalización y
de su consecuente tráfico de noticias fabricadas.
II
El FMI, el Banco Mundial y el Tesoro de los
EE.UU. han venido manejando la economía latinoamericana a través del llamado
“Consenso de Washington”, esta dominación económica tiene una sutil pero efectiva continuación en
la dominación ideológica (en busca siempre de otro tipo de consensos),
evidenciada a nivel global en el proceso de fusión de grandes empresas de
comunicación y de poderosas agencias de noticias, todo en manos de grandes
capitales internacionales ligados a los países representantes del poder
mundial.
Utilizando símbolos emocionales para contar la
historia de acuerdo a sus propios intereses, los dueños de los medios de
comunicación construyen estereotipos
que, con su difusión masiva, se transforman en verdaderas categorías mentales
para la mayoría de los miembros de una cultura determinada. El relato de los
acontecimientos históricos sobre la base de una estructura mitológica facilita
su asimilación por las masas, creando las condiciones necesarias para la legitimación
de la clase dominante.
Podemos mencionar, a modo de ejemplo, algunas
palabras que forman parte de un arsenal utilizado con frecuencia, aunque vaciado
de su contenido original, por las grandes corporaciones mediáticas:
Palabras que remiten al Bien: Libertad, Democracia, Estado de Derecho,
Mundo Libre, etc.
Palabras que se identifican con el Mal: Opresión,
Dictadura, Fundamentalismo, Corrupción,
etc.
Lo “político” ha caído también en la lista de
los demonizados; de este modo, los poderes pueden garantizar que el concepto no
se emplee en su acepción positiva: la de transformar la realidad. De cara a este escenario, es decir, de
cara a la concentración de medios de comunicación en manos de pocas empresas
privadas transnacionales, el logro de una mayor igualdad en la circulación de
la información es mucho más que necesario. La desigualdad que se plantea en ese
plano, subrayo a riesgo de pecar de redundante, está estrechamente relacionada
con la desigualdad en la distribución de la riqueza; ambos frentes son parte de
una misma gran batalla.
III
En nuestro país, la problemática que tratamos
presenta un caso extremo. En 1978, dos años después del golpe cívico militar, la
viuda de David Graiver, Lidia Papaleo de Graiver, legítima dueña
de Papel Prensa S.A., fue obligada por el poder de facto a vender las
acciones de la compañía a los diarios Clarín, La
Nación y La
Razón. Tras las espurias negociaciones de traspaso, el abogado del Diario Clarín, Bernardo Sofovich, le
advirtió a Papaleo que debía huir del país por su propia seguridad.
En 1980, se promulga la Ley de Radiodifusión 22.285. Para
ese año, Clarín se había convertido en el mayor distribuidor de diarios en el
mundo hispanohablante. Como vocero del establishment, el crecimiento de este
diario fue vertiginoso. En el año 1990, con la privatización de varios medios
de comunicación, Clarín comienza a expandirse a otros medios. Primero adquiere Radio Mitre.
Luego, gana la licitación para operar el Canal 13 mediante su subsidiaria Arte Radiotelevisivo
Argentino (ARTEAR). También incursiona en la televisión por cable
mediante Multicanal en 1992. En 1993, Artear
lanza el canal de cable Todo
Noticias (TN), y en 1994, la señal Volver.
En 1996, aparece la versión online de
Clarín y sale a las calles el Diario
Olé. Asimismo, se crea el portal Ciudad Internet en 1997. En ese mismo año,
también crea la
Compañía Inversora de Medios de Comunicación S. A. (CIMECO),
junto al diario La Nación. La firma administra matutinos en
el interior del país; entre ellos, La Voz del Interior y Los
Andes. El Grupo Clarín se constituye formalmente como Sociedad Anónima en 1999 e introduce como
accionista minoritario a Goldman Sachs. En el año 2000, el grupo compra el
diario La Razón, se asocia con la productora
televisiva Pol-ka y
participa en las acciones de la cinematográfica Patagonik.
Entre 2005 y 2007, el Grupo Clarín adquiere Cablevisión, proveedor de TV por cable
que competía con Multicanal. Luego, ambas empresas se fusionan y presentan
juntas un servicio de Televisión Digital. Actualmente es el
conglomerado mediático más grande de la Argentina y, de acuerdo a algunas fuentes, el
grupo de medios más grande de toda América Latina. ¿Monopolio? Creo que
la respuesta salta a la vista.
Tras la recuperación de la democracia, se
intentó derogar la Ley
promulgada por la dictadura militar, en
varias oportunidades. Los presidentes Raúl Alfonsín en 1988 y Fernando de la Rúa en 2001, presentaron sus
correspondientes proyectos de ley, proyectos que no pudieron ser tratados, debido a fuertes presiones por parte
de la gran corporación mediática argentina.
El 10 de octubre de 2009 se promulgó la Ley
26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual que establece un
límite razonable de licencias para cada grupo empresario, favoreciendo así la
pluralidad de voces al evitar la concentración mediática y su consecuente abuso
de poder. En 2011, al vencer el plazo para adecuarse al límite de licencias por
decisión de la Corte Suprema
de Justicia, Clarín presentó una medida cautelar que lo eximía de la adecuación
por 36 meses. La fecha del 7 de diciembre, como bien se sabe, surgió del fallo
de la Corte Suprema
sobre la cautelar interpuesta por Clarín contra los artículos 45 y 161 de la
ley. Bien, Clarín no sólo no se avino a desinvertir, sino que mediante probables
sobornos, logró prorrogar la cautelar. La prórroga en cuestión ha sido
desestimada por la Corte ,
pero sabemos que el monopolio mediático no cesará en sus intentos de
eludir la ley y
solazarse una vez más en su histórica impunidad.
Para los que trabajamos por una cultura
emancipatoria, la Ley
de Medios representa una oportunidad sin precedentes. No sólo por lo que
enuncia su texto, inobjetable en varios puntos, sino también porque ofrece la posibilidad de
ponerle fin a los excesos de una corporación que representa lo más nocivo de
nuestra idiosincrasia, idiosincrasia que, afortunadamente, está ahora sujeta a discusión.
*Poeta, Ensayista
y Docente
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