04 marzo 2009

Zona Crítica/El reality show de los medios masivos - Por Rubén Fernández Lisso




El reality show de los medios masivos



Por Rubén Fernández Lisso
(para La Tecl@ Eñe)

"Yo había nacido con dotes de periodista, pero me di cuenta que como periodista tenía que hacer de alcahuete del periodismo y yo quería ser libre; entonces me convenía ser mozo de café antes que periodista. Porque de mozo de café no comprometía mi libertad, y en cambio si trabajaba de periodista, tenía que escribir lo que estos hijos de puta me hacían escribir y terminar después por acostumbrarme, sugestionarme y convencerme de que estaba bien. Porque este mismo muchacho que es un tipo decente, que yo lo quiero mucho, que está bien orientado ideológicamente, va a un periódico y tiene que escribir lo que le encargan aunque no le guste. ¡Ah, no! Yo ajustando tornillos no comprometo mi libertad intelectual”. Arturo Jauretche, Escritos inéditos (Tomo 6 de las Obras Completas, editadas por El Corregidor).

Debo confesar que siento un grado de felicidad por la caída estrepitosa del mundo financiero internacional, en especial, porque es la derrota de sus ideólogos de la nada y de su fantástico mundo parasitario. Pero una caída tan estrepitosa indica que lograron vender sus fantasías en grande, gracias a muchos, pero muchos tipos de los que habla Jauretche, que se acostumbraron, se sugestionaron y se convencieron de que el modelo de sociedad que emana de los centros de poder mundial es el modelo acertado. Eco los llamó integrados. Encerrados en sus clanes, custodiados por su dinero, no fue tan difícil que lograran tal homogeneidad en tierras de tantos pobres. Pero lo que estos sujetos intentaron y seguirán intentando es un mundo en el que no exista nadie que diga lo que ellos no quieren que digan. Y mucho, pero mucho menos, estos tipos quieren que alguien haga lo que ellos no quieren que haga. Para ello concibieron la batalla mediática como avanzada de sus acciones. Porque no es la guerra de los estados, es la guerra de las corporaciones contra el Estado.



1. El primer filtro radica en la “magnitud, propiedad y orientación de los beneficios de los medios de comunicación”; es decir, la configuración empresarial del mercado de los medios. Como consecuencia de la reciente fe neoliberal en el “mecanismo del mercado”, más las desregulaciones y privatizaciones del mundo de la comunicación, el panorama mediático se configura como un ámbito oligopolístico, basado en enormes concentraciones empresariales. El texto de Chomsky y Herman es de 1988; Los medios globales, otro trabajo de Herman en colaboración con Robert McChesney (cfr. 1999), nos muestra el incrementado e imparable proceso de concentración mediática en los años 90, donde apenas diez macroempresas de comunicación controlan el panorama de los medios globales.



En cualquier caso, esto supone una barrera de entrada muy potente: los medios con escaso poder financiero son barridos o ignorados, y hoy hay que hablar de billones de dólares para poder entrar en el juego de la “libertad” informativa (cfr. Herman y McChesney, 1999). Podemos hacernos una idea de la naturaleza de los mensajes generados por estas estructuras, hijas de la globalización neoliberal: básicamente, contenidos proclives a retroalimentar la ideología que les da cobijo, y orientados totalmente hacia el mercado, hacia la rentabilidad, hacia los beneficios. Aparte de los gigantes mediáticos, Chomsky y Herman registran otros elementos de esta configuración institucional como el gobierno, los grupos de presión, los nexos de las empresas mediáticas con otras industrias y poderes financieros, etc.



Es indispensable, para fortalecer la capacidad de expresión de los diversos actores sociales, que se discuta una nueva ley de radiodifusión, que se abra el juego de la palabra, que se impulse el decir de muchos antes que la repetición incesante, interminable, perenne, aburridísima, de las mismas consignas de elite. La censura que ejecutan hoy las empresas de comunicación masiva es absoluta y vulgar. Y casi nadie lo dice porque casi todos los que se dicen periodistas no son más que voceros de la corporación mediática, que no es otra cosa que la corporación económica. De hecho, los periodistas son empleados de la corporación y, para resaltar las jerarquías, en los casos más emblemáticos, están muy bien pagos. Pero no son periodistas, casi diría que son propagandistas si no fuera porque al final siempre se comprueba que son súbditos.



2. El segundo filtro se basa en el “beneplácito de la publicidad”. Desde el siglo XIX, la publicidad es el determinante por antonomasia de la rentabilidad económica de los periódicos; un hecho que podemos comprobar, un siglo después, trasladado a la saturación publicitaria de la televisión (donde muchos programas, como determinadas teleseries, se hacen para la publicidad). Así exponen Chomsky y Herman esta dictadura secreta del imperativo comercial:



Con anterioridad al auge de la publicidad, el precio de un periódico debía cubrir todos los costes. Con el crecimiento de ésta, los periódicos que atraían anuncios podían permitirse un precio por ejemplar muy por debajo de los costes de producción. Ello representó una seria desventaja para los periódicos que carecían de anuncios: sus precios tendían a aumentar, reduciendo sus ventas y dejándoles un menor superávit para invertir y mejorar sus posibilidades de promoción (...). Por esta razón, un sistema basado en la publicidad llevaba a la disolución o a la marginación de las empresas y los géneros de comunicación que dependían exclusivamente de los beneficios obtenidos por las ventas. Con la publicidad, el mercado libre no ofrece un sistema neutral en el que finalmente decide el comprador. Las elecciones de los anunciantes son las que influyen en la prosperidad y la supervivencia de los medios” (Chomsky y Herman, 1990: 43).



La publicidad, además de constituir un modo indirecto de censura, ha provocado la obsesión por las audiencias, que tan nefastos resultados culturales genera en la televisión actual. Chomsky y Herman se centran más en la discriminación de la “calidad” de la audiencia, con unos anunciantes a la caza de públicos adinerados, lo cual no tiene mejores resultados democráticos que lo anterior: “La idea de que la consecución de grandes audiencias hace que los medios de comunicación sean «democráticos» sufre así una debilidad inicial, ¡cuyo equivalente político sería un sistema de voto ponderado por la renta!” (1990: 46). Lógicamente, el campo de discusiones y temas, la cultura resultante se caracterizará por “cuestiones secundarias o poco comprometidas” (Chomsky y Herman, 1990: 47), además de, podríamos decir, el reino del entretenimiento fácil y de todo aquello que sea comercial, vendible, alejado de profundidades abstrusas y visiones críticas molestas. Los anunciantes, en consecuencia, suelen apoyar programas que concuerden ideológicamente con ellos (a saber, contenidos que no osen poner en tela de juicio la ideología corporativa dominante): “Las grandes empresas que se anuncian en la televisión”, dicen los autores, “raramente patrocinarán programas que aborden serias críticas a las actividades empresariales” (Chomsky y Herman, 1990: 48). En Ilusiones necesarias, Chomsky cita al Economist londinense, el cual destaca que las “estaciones” y los “canales” han aprendido a llevarse bien con “las simpatías más delicadas de las grandes empresas” (en 1992a: 18). Simplemente: si alguna información (especialmente antiempresarial) agrede a los anunciantes, la información desaparece.
La estafa publicitaria, delito premeditado, dice Evaristo en ritmo punk. Sabina dice que los medios masivos no hablan de mí, ni de tí. Solamente hablan de ellos mismos, de sí mismos. Un sí mismos exclusivo, maravilloso, sabroso, jugoso, siempre un metro adelante de la nariz. O dos metros adelante, o diez, o cien. Pero también es indudable que mucha gente siente que su vida encuentra ideas y razones para ser en los mensajes que emiten los medios corporativos de difusión. La pertenencia al grupúsculo dueño del dinero es una zanahoria muy fuerte para el sector que aspira al engrandecimiento personal. A mí no me interesa ese tablero, prefiero los sucesos colectivos.

Hay una frase que se hizo famosa: el medio es el mensaje, es críptica, cortita, pero contiene algo de verdad. Por ejemplo, si decimos: Magneto es Clarín, Clarín es el mensaje, Magneto es el mensaje. ouch. También tengo que decir que ver como los pobres periodistas se van autoinmolando con estoicismo figurado en esos medios es conmovedor. Me conmueve hasta la indignación y llego hasta las lágrimas. Lágrimas de risa, porque no puedo dejar de reírme de sus caras fingiendo creer lo que dicen. Lo cierto, es que están vacíos, no tienen contenido y se les nota demasiado, son como las moscas después de que se las comió la araña, una cascarita.




3. El tercer filtro se basa en el suministro de noticias a los medios de comunicación. Básicamente, el modelo de propaganda funciona mediante la información generada por el gobierno, las administraciones públicas, las instituciones burocráticas y las corporaciones (de hecho, la clase empresarial es la única que puede producir información y propaganda al mismo nivel que el estado, y se plasma en sus enormes inversiones en publicidad política y relaciones públicas). La información que reciben los periodistas está cuidadosamente preparada por las burocracias o las empresas, con el fin de “facilitarles” el trabajo, sin contar con las frecuentes subvenciones económicas que reciben los medios. Resultado: información frecuentemente acrítica, y lógicamente al servicio de su fuente primaria. Así, a través de la manipulación de los medios se manipula a los públicos y la información “independiente” que éstos reciben. Propaganda en su estado puro, como propagandística es la financiación de “expertos” que se pronuncian sobre diversos temas. Chomsky y Herman describen a estos “expertos” como intelectuales a sueldo que justifiquen los intereses de las elites y, entre otras cosas, abonen el campo para la credibilidad y penetración de la ideología corporativa:
De acuerdo con esta fórmula, durante los años setenta y a principios de los ochenta se creó una retahíla de instituciones y se reactivaron las ya existentes con el fin de dar publicidad a los puntos de vista empresariales. Varios cientos de intelectuales fueron captados por estas instituciones, que financiaron sus trabajos y diseminaron su producción entre los medios de comunicación mediante un sofisticado esfuerzo propagandístico. La financiación empresarial y la clara finalidad ideológica de este esfuerzo no ha tenido un efecto perceptible sobre la credibilidad de estos intelectuales, sino que, por el contrario, la financiación y la promoción de sus ideas les ha catapultado a la prensa (Chomsky y Herman, 1990: 59-60).



Además de los intelectuales “expertos” están los “expertos” mediáticos promocionados por las propias empresas de comunicación (una clase de líder de opinión críticamente retratado por Guy Debord en sus “Comentarios a la sociedad del espectáculo”), o los antiguos radicales políticos reconvertidos al credo neocapitalista, toda vez han llegado a “ver la luz”, como dicen los autores. De hecho, y a manera de ejemplo ilustrativo, el periodista Luis Ignacio López ha subrayado que la revolución neoconservadora de Reagan fue teorizada por pensadores ex comunistas (cfr. López, 1988: 52-54)
Lula, el presidente brasileño, admitió que no lee la prensa de su país porque le da “acidez” y lamentó la actitud “prejuiciosa” con que los medios tratan a su Gobierno. Lula, además, aseguró que los grandes medios de comunicación “históricamente” lo han hostilizado. Lula, goza de una popularidad masiva. Con Evo pasa lo mismo, con Chávez, ni hablar, para los medios es el hijo del demonio. Con Correa, otro tanto. Con Lugo, no sé, pero sospecho que no debe ser fácil. Con Fidel, bueno, ya lo sabemos, todos los medios consideran a ese viejo valiente, inteligente, agradable, perseverante, fiel, sin duda, la personalidad viva más importante de Latinoamérica, como el mismísimo demonio. Y con Cristina, de esto soy testigo, el enfrentamiento que le plantan los medios masivos más poderosos es encarnizado.
De hecho, para tratar de contrarrestar los efectos de la manipulación informativa casi todos los jefes de estado progresistas de Latinoamérica apelan a las columnas que llevan su firma, publicadas en diferentes periódicos, o hacen programas de radio que todos pueden escuchar, o deciden hacer transmisiones propias de los actos de gobierno. También están intentando con relativo éxito generar nuevos medios de comunicación con respaldo estatal o dependientes de agrupaciones sociales. Es una ardua tarea, fundamentalmente porque la actitud de los más poderosos medios masivos de comunicación en Latinoamérica es antipopular y antidemocrática. El trato que reciben sus periodistas menos renombrados habla a las claras de la consideración que tienen los emporios de prensa con sus empleados. Los grandes medios masivos son la reserva moral del conservadurismo. Solo diría que son patéticos, si no fuera porque lograron movilizar a muchísimos sujetos a su manifestación más importante, en el Monumento de los Españoles. La gesta popular más amargante que yo haya visto en mi vida. La Alianza Patriotera.



4. El cuarto filtro bascula sobre las críticas a los contenidos de los medios de comunicación; un número heterogéneo de respuestas negativas que son orquestadas por las elites gubernamentales y económicas para acallar cualquier información o emisión que suponga un atentado contra sus intereses. Los autores citan en Los guardianes de la libertad determinadas instituciones norteamericanas dedicadas a velar porque los medios ofrezcan una imagen correcta del mundo empresarial; no por casualidad, tales instituciones están organizadas por la gran empresa.
Y acá aprovecho para alegar en contra el discurso antipopulista, o sea, el discurso de elite. Quieren convertir al populismo en mala palabra. Pero nunca podrán contra lo popular, porque lo popular es por sí mismo. Es así, es popular. Los redonditos de ricota no necesitaron de la prensa. El peronismo tampoco necesitó a la prensa. Acá, solo lo pop necesita de prensa, porque lo popular es por sí mismo. La cumbia villera no le pidió permiso a nadie. Antes, el tango tampoco. Y si fuera por la prensa corporativa, el folklore sería una antigüedad en desuso. Pero acá estamos, aunque la última propaganda sea del audi seis, bailando una chacarera. Hay una gran trampa para los seres humanos que es querer sentirse especiales. Queremos vanagloriarnos en nosotros mismos. Pero es una actitud tan superflua que no merece esfuerzo de análisis. Cuenta un libro sagrado que un tal Cristo, durante su estancia en el desierto, desechó la oferta de grandeza personal que le hacía el demonio. La grandeza personal no es grandeza en absoluto.



5. El quinto filtro se basa en el anticomunismo como mecanismo de control ideológico. Quizá está ya obsoleto tras la caída del muro de Berlín y el colapso de la URSS, pero su operativa (típicamente propagandística, y centrada en la “regla de la simplificación y del enemigo único” de la que habló Domenach hace ya medio siglo: ellos contra nosotros –cfr. Domenach, 1986-.) puede extrapolarse fácilmente a casos como el de la guerra del Golfo, mientras que los resabios ideológicos del anticomunismo (básicamente, un escudo para los intereses de los ricos) prosigue en los medios, promocionando el individualismo proempresarial (desde la prensa de derechas a algunas series juveniles de televisión, por citar medios españoles) y el ataque sin cuartel al estado del bienestar.
Este resumen de los filtros de la información de Chomsky y Heman se puede consultar en este link: http://www.ull.es/publicaciones/latina/2002/latina47febrero/4704pineda.htm



Hablando de comunicación, no vamos a ser tan profanos como para no mencionar la internet, que cobija los nuevos formatos de comunicación mediante las computadoras personales interconectadas. Las páginas personales, las comunidades virtuales, youtube y demás, incluidos Cumbio y los fotolog, son la nueva instancia que se incorpora al tablero de las comunicaciones, pero aún no sobresalen como medios que modifiquen radicalmente la comunicación de las personas. En general, no son más que espacios reproductores de las ideas que ya conocemos. Y, aunque se divisan algunos sitios interesantes con grados elogiables de originalidad, en general sucede, creo yo, lo mismo que cada vez que se difunde masivamente un nuevo medio de comunicación: surgen todo tipo de contenidos y de teorías disparatadas para explicarlos. Pasó con la radio, con la tele, con los diarios. Ya le llegará el turno al iphone. La red, más que nada, facilita el acceso a las ideas emanadas por los centros de poder económico. La libertad de prensa, salvo por unos escasísimos ejemplos, no es más que libertad de empresa. También lo dijo Jauretche.

Se te pudre el cuello
se te pudren las orejas
se te pudren los ojos
Ay! Ay! Ay! Ay!
Tu comida está podrida
y tu agua corrompida
Respiras aire podrido
Ay! Ay! Ay! Ay!
Podredumbre!
La ciudad está podrida
y sus calles descompuestas
y la gente que se oxida
Ay! Ay! Ay! Ay!
Podredumbre
Hombres, mujeres y niños
se encierran en sus guaridas
y la podredumbre avanza,
y nadie puede pararla.
Lo han roto todo!
Lo han roto todo!
En el gheto de chapa y de latón...
a los hombres les queda el alcohol...
Las mujeres a la prostitución...
Ha llegao la civilización!
(Podredumbre, La polla records)


La realidad es el tema más difícil. La única verdad es la realidad, dijo Perón, pero al fin y al cabo, qué cosa es la realidad: ¿El país de las maravillas o el mundo afuera del espejo? ¿Es lo mismo mi realidad de sujeto censurado por el mundo desde el nacimiento que la realidad de Nelson Castro que dice ser censurado porque le levantaron el programa en una empresa de comunicación? ¿O será que la realidad son todos los que están todavía más censurados que yo por la sociedad? No sé lo que es la realidad, pero sí puedo dar fe de mi realidad. Un ejemplo: desde que conocí a Buzzi, a Llambías y a De Angelis mi país está conmocionado para mal. Yo a estos tipos nunca les había visto la cara y, para mí, son los máximos responsables de las complicaciones políticas que tuvo el país en el último año. Fundamentalmente, Buzzi, que fue la piedra angular que trabó el conflicto para favorecer a las grandes corporaciones y ahora aparece como el vocero del reclamo prepotente.

Yo, como pobre, tengo claro que si mis representantes me llevan a perder, no son mis representantes. Y eso fue lo que pasó con la Resolución 125. Buzzi les está haciendo perder dinero a los pequeños y medianos productores desde que los arengó para que boicotearan al país, para tratar de quebrar al gobierno democrático, logro obtenido a un cuarto, diría yo, o quizás sea que simplemente arengaron a un grupo importante que los acompaña con ceguera fundamentalista, pero que parece que va perdiendo convicción.

«Porque es muy cansador manifestarse viste, todo el día en la ruta, es un plomo te digo, prefiero estar en casa con el aire, pero yo, te digo, soy militante, yo mando a los paisanitos, qué querés, que me calcine al mediodía, no, por favor, yo voy a la nochecita, cuando está la tele, salgo en telenoche, viste».

Sinceramente no sé evaluar la adhesión que lograron. Pero la defección de Cobos en el Senado, será memorable en la historia política de nuestro país por mucho tiempo.
Me acuerdo con precisión cuando la presidenta Cristina Fernández salió a presentar la Resolución 125 y argumentó que los precios de los alimentos estaban siendo manipulados por los fondos buitre que salían de la burbuja financiera y que por eso implementaban las retenciones móviles: si el precio subía, subían las retenciones, si el precio bajaba, bajaban las retenciones. En ese momento, todos los hoy maldecidos gurúes económicos decían que nos encaminábamos a diez años de aumento continuo de los alimentos, que la soja iba a costar mil dólares la tonelada. Algunos bochazos sostenían que la hectárea que se pudiera plantar con soja debería valer 20.000 mil dólares. Decían que era razonable el petróleo a 140 dólares. De hecho, esa especulación sobre los productos básicos provocó un aumento del precio de la comida, además de importantes reclamos sociales en algunos países del mundo pobre, como en India.

La soja aumentó en un año de 300 a 600 dólares. Los dueños de las finanzas llegaron a la cima de su neurosis cuando se abalanzaron sobre los alimentos, era el último recurso. Un desatino. Estaban dispuestos a destruir el mundo antes que admitir su derrota total, aplastante, vergonzosa. Igual que acá con De la Rúa, que todavía no nos pidieron perdón, pero ahora, todos los que apoyaron a De la Rúa quieren aparecer como los custodios del federalismo. Los patéticos estertores del radicalismo, del duhaldismo y del menemismo persiguen lo mismo: como no puedo hacer nada, rompo todo. No quieren admitir que están afuera.

Volviendo a la zaga de los especuladores de siempre, resultó que los aliados locales de los centros del poder decidieron que no podían dejar que un gobierno popular se encaminara a consolidarse en esos diez años consecutivos de bonanza que venían para los productores de alimentos, que especulaban inauditos de ganancias que no estaban dispuestos a compartir con la plebe. Entre sus fuerzas, los dueños del dinero, hacen abuso de la inmensa estructura que instrumentaron al apoderarse de los medios masivos corporativos, que operan a pleno a favor de los poderes económicos concentrados. Hay que decir que lo más globalizado que existe en este mundo es la corporación mediática. Pero, siempre hay un pero, así es la especulación y esta vez los que apostaron al desastre alimentario no tuvieron suerte. En ese momento pugnaban para no compartir esas ganancias descomunales, y hoy, un año después, dicen que reclaman por su pobreza. Es el mismo discurso que utilizan los centros financieros de poder caídos en desgracia. Ahora, los ganadores, los winners, los ensalzados en sí mismos, los que nos desprecian impúdicamente, le piden ayuda al gobierno.

Escuchen bien: los más ricos le están pidiendo a todos los gobiernos del mundo que les traspasen todo, les exigen, porque si no, no saben lo que va a pasar... Pero si vuestra pretensión es que TODO siga caminando, por favor, depositen cinco mil millones de dólares de los pobres en esta cuenta, que es mía. Serían iguales que los mendigos si no fueran extorsionadores profesionales. Son los máximos hipócritas que habitan el planeta. Y ahora que rompieron TODO ni siquiera se suicidan. Pero no son idiotas, son unos malditos perversos. Yo creo que no tienen vergüenza y Mi realidad me dice que no están diciendo la verdad, pero como decía, qué es la realidad.

Lo que hoy sí es realidad, es que Cristina tenía razón. Ahora ya lo sabemos, la burbuja no solo era inmobiliaria, la llamaban ingeniería financiera, pero no era más que el fraude del avión, o de relevance, o cualquier pirámide económica que hace usufructo del último incauto que cae en la trampa. Puramente ficticia, fundamentalmente fraudulenta, una verdadera estafa de los centros del poder a todos los idiotas que juntan dinero, y que, encima, ahora pagaremos todos los que no tenemos nada. Nosotros, los pobres, ya estamos pagando el desastre. Nosotros siempre pagamos el desastre. Sinceramente, siento que habría que encarcelar a todos estos financistas, pero como ellos son los dueños de la Ley, porque son los dueños del Dinero, seguro que la culpa de ellos recae sobre nosotros.

¿Es la realidad Macri, Duhalde, De Narváez, Solá? ¿Es la realidad Elisa Carrió, Gerardo Morales, Sanz, Aguad? ¿Es la realidad Cobos, Vilma Ripoll, Pino Solanas? ¿Es la realidad Kirchner, Moyano, los intendentes? ¿Es la realidad Lozano, Macaluse, Sabatella? ¿Son los cuatro jinetes de la mesa de enlace, la realidad? ¿Son representativos? Yo no sé, pero la política hoy forma parte de la realidad, de la discusión. Durante muchos años, acá, la política parecía ser algo casi insondable, inalcanzable. Otro dato me alienta: hoy todos los políticos hablan del futuro, de octubre, del 2011. Antes, acá, teníamos vedado por pudor el hablar del futuro. El no future acá no era una especulación atómica, acá el no futuro era el no presente. Solamente se podía hablar del maldito presente y del doloroso pasado.

Bueno, ahora se habla del futuro, no es poco. Por otro lado tengo la amarga sensación de que no tiramos todos para el mismo lado, digo en lo básico, en la felicidad de la gente. O en la alegría, o en el buen vivir, tranquilo, sencillo, sin escándalos. Hay un grupúsculo de gente, muy mediática, que está emperrada en no dejarnos disfrutar de la vida. Es una pena, porque de nuevo los trabajadores, los que andamos en el tren, los que nos mojamos con la lluvia y nos acaloramos con el sol, los que nos cansamos, estamos dando ejemplo de convivencia. No somos los responsables de los daños. Por el contrario, los que viven con abundancia de elementos se muestran inflexibles, prepotentes, disconformes. Y, para peor de todo, dañinos.

También tengo que decir me duele cuando personas que considero agradables le dan la espalda en forma descarada a Cristina. Siento que la mina se está rompiendo el lomo para ser una Presidenta de excelencia, en este país ultrapedorro. Y veo a gentes, que históricamente coincidieron con ella, haciendo uso de la mera especulación argumentativa. Por suerte, también sé que el voto de Mariano Grondona vale lo mismo que el de cualquiera. Es el voto universal, que a tan pocos con mucho poder disgusta.
Y encima ahora que ganan los gobiernos populares se descree de los resultados de las elecciones, se montan matos de sospecha, se enrarece el clima. Todo puesto en el tablero por los autodenominados defensores de la república, se dicen demócratas, pero no hacen más que desconocer y, si pueden, proscribir, a sus vencedores legales. Se dicen defensores de las instituciones pero judicializan la política en modo insensato. Y al mismo tiempo dicen que no le creen a la Justicia. Son la antipolítica.

Aborrecen a los militantes, a la gente interesada, a los que participan. Odian a los gremialistas, que no son otra cosa que los representantes de los trabajadores. Odian los aumentos de sueldo. Odian tantas cosas que me aburre indexar. Y, además, sin ponerse colorados dicen: son terroristas, son negros, son chorros, son corruptos, son indios, son vulgares y no sé cuántas cosas más dicen. Y ni siquiera se dan cuenta de que son soberbios, violentos, prepotentes, clasistas, divisionistas. Charly García los llamó dinosaurios, pero estos todavía no se extinguieron. En Latinoamérica los conocemos todos.

El mundo muta y los conservadores y codiciosos dueños del poder se quedan sin la excusa de la democracia liberal ante los proyectos autónomos, porque los proyectos con fuerte contenido autónomo se están imponiendo en las democracias liberales. En las urnas. Todo, porque los centros de poder económico realizaron por el mundo una campaña de propaganda de la democracia liberal, sabían que contaban con los medios para imponer representaciones fraudulentas para erigir democracias fraudulentas. Impusieron sus intereses a los de las mayorías, con represión, con proscripción, con censura. Autoproclamadas democracias de minorías que no son democracia en absoluto, se imponen mediante la conquista psicológica, por medio de la construcción de un determinado estatus de conciencia, para ello, utilizan descaradamente sus intrusivos medios de comunicación masiva, sus expertos, sus verdades para todos.

Son los dueños de la palabra, son los que hablan y son los que callan a los otros. Así es la tercera guerra mundial, no tengan la menor duda. Sutil, cuasi natural, si está en la tele, es un encanto, un verdadero canto de sirenas. Es la gran apuesta de los centros de poder. Claro, si no resulta, también tienen armas jodidas y conciencias sucias que las usan con descaro. Son perversos y terroristas, porque insisten en generar miedo. Y si no alcanza el miedo, también son los dueños del terror. Son bárbaros. Pero se visten tan lindo... Y tienen tanta plata... Los bancos se funden y sus ejecutivos nadan en dinero. No es humor negro, es terrorismo.

¿Es la realidad mi vieja cambiándole los pañales a mi abuela? ¿O Pato cambiándole los pañales a Juanita que recién nació? ¿Es la realidad Elisa Carrió diciendo que hay que pedirle de nuevo préstamos al Fondo Monetario Internacional? ¿O el chico trabajando? ¿O la mamá excluida del mundo que sale llorando de la escuela pública porque aceptaron a sus hijos y le entregaron los elementos básicos para que los niños puedan concurrir? A mí, sinceramente, me parecía imposible que una mujer tan preparada sea la Presidenta de mí país y hoy la disfruto. A otros, les parece imposible que esa mujer sea la Presidenta de la Nación y hoy la combaten. Otro día, si las ganas me acompañan, también voy a hablar de nuestra izquierda boba. Pero ahora las ganas no me acompañan.

Juro que estoy esperando con ansias la gran encuesta, la que verdaderamente influye en nuestras vidas, espero por el día en que hablamos todos, conteniendo mis expectativas. Espero, porque confío en que esperar el momento oportuno es un mérito. Estoy esperando con ganas para ver cuál es el resultado de las elecciones, de este verdadero plebiscito puesto en escena por los medios masivos de comunicación corporativa como principales opositores, que imponen una sarta de candidatos sin representatividad. Estoy esperando octubre con ganas, para ver si la realidad está cerca de lo que dicen los medios o de lo que yo veo, de lo que yo siento.

Febrero de 2009

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