8D
El 7D empieza algo. El
7D termina algo. El 7D no pasa nada. Muchos problemas del país concreto,
estructural, de difícil gestión, siguen ahí. Antes, durante o después de
Clarín. Como la tragedia del tren Sarmiento, que expuso la política de
transporte y que tiene funcionarios culpables. Más allá de la suerte de
Magnetto, un país tan grande y tan complejo como la Argentina no se merece este
mono-tema por tantos años. Que la
justicia ayude a dar vuelta la página. Y que todos se ajusten a ella.
Por Martín Rodríguez*
(para La Tecl@ Eñe)
1.
Sólo invocando su “espíritu” podemos decir que
la ley más anticapitalista es la que derriba al engendro más capitalista del
país. La tan mentada ley de medios ofrece (relativamente) “un mundo ideal”
ajeno a los fines de lucro de cualquier negocio frente a una criatura
maquiavélica y feroz, tal como se presenta al grupo Clarín, crecido y amparado
por diversos gobiernos temerosos de su poder siempre en alza. La ley de medios
está diseñada por un núcleo duro de organizaciones sociales e intelectuales que
en nombre de la representación popular proyectaron un ideal alternativo y
plural de comunicación insostenible si sólo dependiera del mercado. (No hay
nada que sólo dependa del mercado, pero entendamos de qué estamos hablando.)
2.
Los medios existen y son poderosos porque son
rentables, porque son negocios, porque son medios para otros negocios, y así
sucesivamente. Clarín fue expuesto no sólo como un multimedios sino como algo
más: como un grupo de poder económico y político, abanderado de la
independencia del estado en una actividad siempre bajo el foco de la influencia
de la pauta oficial. Es independiente pero “influye” sobre diversos estamentos
políticos, parlamentarios y judiciales en beneficio propio. O sea, Clarín es
independiente en tanto resiste con su propio mercado su rentabilidad, pero
cualquier repaso de su historia obliga a mirar los mil nexos que lo unieron al
estado argentino para asegurársela, para crecer, etc. El gobierno expuso la calidad y la raíz de esa “mano invisible” que
colocó al grupo en un lugar hegemónico, pretendiendo visibilizar esta batalla
como la última de la transición democrática. Clarín enfrenta una gran operación que lo ubica como contradicción principal de un "materialismo histórico" de la democracia argentina. Y su historia atenúa y
devuelve una imagen casi heroica del alfonsinismo (con el que también aplicó su
rigor). Y un dato más: Menem en 1995 también paladeó el placer triunfante
contra un enemigo íntimo en su victoria electoral. También dijo que le ganó a
Clarín. Un grupo que lo “acosaba” para beneficiarse en su plan de
privatizaciones. Cosa que ocurrió. En suma, derribar a Clarín (según el análisis del kirchnerismo más duro) está a la altura
del disciplinamiento a los carapintadas de los primeros años democráticos.
Aquel partido militar, siguiendo esta línea, sería la primera capa de un
conjunto de corporaciones que hicieron imposible la soberanía de la
política. Política versus corporaciones, en estilo alfonsinista, y Clarín –tal
la narrativa- representa el lugar de mayor condensación de ese mantra llamado
“complicidad civil” de la dictadura (con su rol en Papel Prensa como evidencia
de intimidad con el poder de aquellos años duros). Nota: la
obligación de un medio por vocación mercantil será siempre la de acompañar los
humores sociales. Las mutaciones de las líneas periodísticas, a medida que la
democracia y el mercado avanzan, minan un poco el juicio ético. La confusión
entre política y negocios es el centro del problema y es un problema sin
solución. Que alguien nombre un solo diario sin vinculaciones, tráfico de
información e influencias políticas. La ley, esta nueva ley, también disciplina
a la política y sus tentaciones de crear corporaciones. Ya que las
corporaciones no se crean solas, y, mucho menos, sin ayudas políticas.
3.
Seamos realistas: en el mundo de los negocios
nadie puede ser acusado de codicia, de romper códigos o de expandirse sin
límites. Todo empresario tiene ese impulso animal, al que desde la sociedad de
consumo, la ley o lo que sea se va poniendo límites. Por eso es difícil la narrativa de un grupo económico: ¿cómo contar la
colonización de espacios, la sujeción y las trampas como un movimiento moral?
¿Sobre qué vertebra el grupo su relato? Clarín
llevó años de ganador imbatible cuya fuerza alguien la dictaminó así:
ningún gobierno resiste más de dos o tres tapas del diario en su contra. Sin
embargo todos los razonamientos o argumentos que colocan a ese grupo en el
centro de una gran escena maquiavélica se ponen cerca del límite de la
paranoia: ¿todo lo inventó Clarín? ¿Clarín fue el aliado oculto del Proceso?
¿Clarín derribó a Alfonsín, planificó privatizaciones e inventó a la Alianza?
Ya no sólo su presente, su rol político, sino también toda su historia parecen desproporcionadas,
el centro del movimiento de todos los hilos invisibles de los últimos años de
historia.
4.
Clarín exhibe ahora su última razón de ser: es
una garantía social frente a la política. Dice: finalmente no existe más que
Clarín como límite al poder político kirchnerista. Y encuentra un argumento político más para su poder económico: “sólo un
poder así de fuerte puede ser
independiente del estado”. Eso dice. Sólo
si soy poderoso me eximo del cirujeo por la pauta oficial al que se somete el
promedio del empresariado de medios. Es decir: Clarín también vive como funcional
a sus intereses el hecho de que hoy no haya oposición porque eso le otorga al
reclamo de “ajustarse a la ley” y desinvertir una épica política resistente. No
lo hizo a propósito pero le vino bien este vacío opositor para redimensionarse.
En las encuestas un porcentaje alto de gente lo visibiliza como EL actor
opositor. Razona: finalmente la sociedad civil (¡esa que ayudamos a construir!)
funcionará como límite porque verá en nosotros a la institución auténtica del
“cuarto poder”.
5.
El grupo cocinó su comida entre bambalinas. Y un
error del gobierno para contar la historia de Clarín (con La historia de Papel Prensa) fue haberle puesto arriba la sábana
simbólica de los delitos de lesa humanidad. Un círculo que encierra delitos
gravísimos que debe contener límites claros a la hora de ser reconocidos. Si Magnetto interrogó a Lidia Papaleo o si
los hijos de Ernestina son hijos de desaparecidos. Judicialmente: lo
primero falso, lo segundo también. En vez de ceñirse a la línea secuencial
comprobable: Clarín cometió delitos económicos, fue socio de la última
dictadura militar en una operación económica relevante por la que mantuvo una
posición hegemónica dañina e incompatible con cualquier competencia sana de
mercado, y “respetada” durante años en una industria sensible para la
construcción de ciudadanía, si es que nos circunscribimos a la producción de
papel para diarios como mínimo. Fue inteligente, plural, ecléctico, en la
producción de contenidos, y firme en la defensa de intereses (algo que incluyó
una política de mano dura en la medida de lo posible hacia la sindicalización
de sus trabajadores). Un diario moderado en el triángulo que fijó Jacobo
Timmerman como clave del éxito: económicamente de derecha, políticamente de
centro y culturalmente de izquierda.
6.
Sin embargo la ley de medios –aún para quien la
defiende inocentemente- debería hacernos concientes de todo lo gatopardista que tiene en cuanto al
cambio cultural que propone. Resulta -un poco- como matar a Clarín para que nada cambie, es decir, tiene como resultado
concreto una redistribución del negocio y del espacio, aunque hecha en nombre
de criterios comunitarios. En tal caso es una ley para distribuir
equitativamente entre nuestro capitalismo existente: es más Manzano, más Vila, más
Cristóbal López, más Hadad (?), más Spolsky, etc., para achicar al mesiánico
Dr. Magnetto. No trocamos Magnetto por radios
comunitarias, sino por empresarios aventureros tan ambiciosos de hegemonía
y doradores de píldoras de los poderes de turno como Clarín; claro que Clarín
tuvo –como todos los grandotes- la posibilidad de fijar sus propias reglas. Es
una ley que sirvió mucho más de herramienta de disciplina contra la complejidad
de un grupo de poder (de una corporación hasta ahora invisibilizada) que para
la posibilidad de un cambio cultural. Clarín tenía/tiene medios de calidad y
productos de consumo de primera línea muy por encima de la calidad de los
medios bendecidos oficialmente. La calidad de la producción cultural del
kirchnerismo es inseparable del valor de “resistencia” o denuncia del
monopolio. Sólo contiene méritos políticos. Contra
la corpo, contra la opo. Nada claro acerca de cómo sería el mundo del día
después cuando empiece la posguerra de la batalla cultural (mucha gente se
pregunta sobre el destino del gran Marcelo Tinelli). Da miedo ahora -en la
inminencia- pensar en las capacidades de quienes deberían empezar a avanzar en
la “positiva”, en la agenda de la industria del entretenimiento de la posguerra
cultural, ahí cuando la batalla baje intensidades y nos encontremos de nuevo
con la sociedad desnuda, una para la cual éstos
no fueron tiempos de vida o muerte. Porque
la fecha del 7D apunta a un amanecer, a un renacimiento y/o a una extinción. (Nada
que se acerque a la realidad concreta de cambios graduales que surjan, del
devenir de litigios complejos y de las pequeñas alteraciones de un mapa que
cambiará de propietarios esencialmente.)
7.
Estos años contaron la historia política de un
grupo con un núcleo duro de intereses y un juego político pendular y
movimientista. Clarín: el representante
de la clase media reaccionaria. Clarín: el partido de los caceroleros. Clarín:
el golpe de estado tácito en democracia. Clarín: el creador del Frepaso. Clarín: el que abrió sus alamedas también
a los derechos humanos. Porque el antimenemismo cultural también tuvo
contención ahí en los años noventa. Supo ayudar en la “articulación” de escenas
de ruptura y continuidad, y repito lo que me quedó de un texto paranoico que
escribí para la revista Crisis: Clarín
terminó siendo el partido Justicialista de la clase media, el mejor
narrador y representante de una modernidad deseada: de casa al mercado y del mercado a casa. Con todo lo amplio,
deforme y policlasista que eso sugiere. Como sugirió Horacio González en 678,
la historia de Clarín está atravesada por los progresismos fracasados. La
historia de sus redacciones. Osvaldo Bayer en los '70, los alfonsinistas, los
ex PC’s hoy. Los trotskistas en economía.
8.
Vamos a lo concreto y a la incertidumbre: El 7D
empieza algo. El 7D termina algo. El 7D no pasa nada. Muchos problemas del país
concreto, estructural, de difícil gestión, siguen ahí. Antes, durante o después
de Clarín. Como la tragedia del tren Sarmiento, que expuso la política de
transporte y que tiene funcionarios culpables. Más allá de la suerte de un
miserable como Magnetto, un país tan grande y tan complejo como la Argentina no
se merece este mono-tema por tantos
años. Que la justicia ayude a dar vuelta la página. Y que todos se ajusten a
ella.
*Periodista. Suplemento Ni a Palos y columnista en el programa radial Gente de a Pie
Excelente.
ResponderEliminarA partir del 8D yo voy a estar esperando la autocrítica del think-tank que craneó la Ley de Medios. No entienden cómo funcionan los medios de comunicación en la sociedad contemporánea. Se limitan a hacer una tosca conjunta entre "intereses de clase de los propietarios" y "discurso del medio en cuestión". Clarín fue buena parte del anti-menemismo, del anti-neoliberalismo, incluso. Se pudo haber hecho mucha centro-izquierda sin romper las bolas con Clarín. Ahora el 8D es el Mundial de los directamente implicados, la sociedad lo mira como si fuese el Mundial de handball, un engendro de la política cultural K, que no tuvo reparo en bardear a los chicos de Noble para tal fin y con ellos a la política de Derechos Humanos encarnada por el Estado argentino.
ResponderEliminarGracias Nicolás.
ResponderEliminarDiego: comparto el espíritu de tu comentario, en parte. Si lo ves en detalle, hasta la desinversión deja en buenas condiciones la competitividad del grupo. Nadie tiene la vaca atada en relación a la tracción social frente a ciertas empresas y objetivos. Las proporciones duras de indiferencia siempre pueden ser pinchaglobo de los mitos de la historia. El kirchnerismo también aprendió a que no pagas costos con sus excesos, porque no los pagó en las elecciones del año pasado. ¿Pero a esa tosca conjunta cómo la nombrarías? ¿No hay articulación nunca, en nada, entre intereses y discurso"? ¿No es ingenuo negarlo? Abrazo, como siempre.
Dos hechos "políticos" de esta semana parecen desmentir lo de MONO-TEMA, 1-YPF se hizo cargo del 70% de metrogás 2- Se reformó por ley el mercado financiero. No es poca cosa, gestión sigue habiendo, comparto con vos igual que la cosa se "chupó" toda discusión mediática, dejando poco y nada de lugar para otros temas. Muy buen artículo.
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