Lo que la batalla
por la Ley de Medios oculta
Por Rubén Dri*
(especial para La
Tecl@ Eñe)
El ser humano siempre sospechó que detrás o
debajo de lo que aparece a primera vista hay algo que se oculta y al cual se siente ligado, y, en
consecuencia, busca descubrirlo, pero al mismo tiempo le teme. Atracción y
repulsión, ansiedad y miedo. Como un imán se siente atado a ese secreto que se
rehúsa mostrarse.
Sin esa tendencia a descubrir lo que se
sospecha que está debajo de lo que se ve no habría habido filosofía ni ciencia,
pero sin ese miedo a lo que estaría en lo oscuro no habría habido tanta
represión al saber. Conocer el bien y el
mal es ser como Dios, pero entonces el paraíso está perdido.
Los griegos fueron los grandes maestros del
develamiento del secreto o de los secretos que se ocultan detrás de lo que
aparece, de las apariencias, de lo primero que se muestra. Ese desocultamiento
siempre intentado, nunca logrado plenamente, mueve la historia.
Hegel discurría que en el necesario develamiento
de lo oculto se procede por pasos. Lo oculto primero “parece”, hace su primera
aparición que resulta ser sólo un “parecer” que oculta un verdadero “aparecer”
que viene luego. No es un simple velo de Maya que engaña, porque detrás del
parecer hay un verdadero “aparecer”.
Pero en este aparecer lo que oculta, el
meollo de lo que aparece todavía no se ha mostrado en su plenitud. Ello sólo se
realizará en un tercer momento en el que finalmente se muestra tal cual es. Para
que se muestre tal cual es necesario obligarlo, presionarlo.
El grupo de filósofos del romanticismo que
floreció en la Universidad de Jena a inicios del siglo XIX sostenía que ese
subsuelo buscado se encontraba detrás de los velos de la diosa Sais.
Finalmente, dice Novalis, el filósofo prototipo del romántico: “Un hombre logró
levantar el velo de la diosa Sais. Y ¿Qué fue lo que vio? Milagro de los milagros:
¡se vio a sí mismo!” Y ¿hay algo más valioso y al mismo tiempo peligroso que
uno mismo?
Para descubrir ese fondo, para descubrirse,
se necesita coraje. Sobre el tema decía otro romántico de la época, Friedrich
Schlegel: “Es hora de rasgar el velo de Isis y revelar el secreto. Quien no
pueda resistir la visión de la diosa que huya o que perezca”.
Desde hace tres años se desarrolla en nuestro
país una batalla, una verdadera gigantomaquia, en torno a una denominada “Ley
de los Medios Audiovisuales” y como si fuese la diosa Sais, dicha ley fue
descorriendo sus velos, o mejor, unos autores de la gigantomaquia fueron
descorriendo los velos que ocultaban la realidad, mientras que otros trataban
de vestir la realidad con otros velos.
El primer velo que cae es el que oculta que
detrás de los medios de comunicación hay empresas, o mejor, constituyen empresas.
¡Chocolate por la noticia!, tal vez se diga. El problema es que esta verdad se
ha ocultado y se la trata de seguir ocultando por todos los medios, tras el
velo de la “libertad de expresión”.
El “periodismo independiente”. El
encarnizamiento de la batalla, la manera de atacar con mentiras, falsedades,
insultos, tergiversaciones, muestra la “pata de la zota”, la materialidad de
los intereses. ¿En peligro la libertad de expresión, o en peligro, la hegemonía
de determinados monopolios como el grupo Clarín? Ningún acontecimiento como
esta batalla ha descorrido el velo que ocultaba los intereses que mueven a los
medios de comunicación. Nadie puede hoy leer el Clarín, la Nación, Página 12 o
Tiempo Argentino o ver los canales de TV, sin preguntarse qué proyecto político
o qué intereses mueven las opiniones ahí vertidas o la manera de comunicar las
noticias. Y esto constituye uno de los grandes logros de esta batalla. La
inocencia ha desaparecido y, con ella, el paraíso que resultó ser “el paraíso
de los animales” como dice Hegel.
Las conciencias se clarifican, los miedos
desaparecen y se hace frente a la verdad. Ya no está el paraíso, pero avanzamos
hacia una sociedad mejor.
El segundo velo que “vuela” es el que oculta
el poder de dichas empresas. El carroñero Lanata y el “independiente” Tenenbaum
se encargan de aportar el grueso velo de la supuesta “debilidad” de la empresa
Clarín en lucha por no ceder ninguna de las licencias a la que está obligado
por una ley aprobada la amplia mayoría de ambas cámaras legislativas. Tres años resistiendo con éxito a los tres
poderes del Estado, muestran sin embargo para ambos periodistas del grupo que en esta lucha “Clarín es el débil”. Velo de
los velos para ocultar el poder de un monopolio que se enfrenta a todas las
leyes de la democracia.
El tercer velo que desaparece es el que ocultaba
toda la podredumbre que encierran estructuras que vienen de épocas anteriores, estructuras jurídicas,
gremiales, burocráticas, que ante el
miedo al descorrimiento del velo que oculta sus negociados y sucios intereses
se atrincheran, desafiando los poderes del Estado. El descorrimiento de este
velo ha mostrado con claridad meridiana lo
complejo, complicado y contradictorio que es transformar aunque sea un poco una
realidad enquistada que de por sí, por
esclerosis estructural, se rehúsa a cambiar, pero que además está
sostenida por quienes se aferran a esas
estructuras como si fuesen feudos de los cuales se sienten dueños y señores.
El cuarto velo que se rasga, como el velo
sacerdotal del Templo a la muerte de Jesús, es de los “democráticos” y “republicanos”
que prefieren ocultarse tras el velo de la “libertad de expresión”, cuando
ellos se atreven a usar expresiones contra la presidenta de la nación como
nunca se ha oído y leído en estas tierras.
El quinto velo es mostrar claramente por
dónde pasa la lucha de clases en nuestra abigarrada sociedad tercermundista,
latinoamericana. Grupo Clarín y su tropa, caceroleros del 8N, pretendido “paro”
obrero con cortes de ruta y apoyo de la
paleoizquierda, de un lado, y masiva presencia activa en Plaza de Mayo y
alrededores para festejar la Democracia y los Derechos Humanos, del otro lado.
Ya no hay derecho para ignorar de qué lado debe uno estar en la Argentina de
hoy.
El sexto velo que se descorre, por lo menos
para aquellos que todavía no habían visto esa realidad, y son muchos, es el que pretendía ocultar la firmeza, claridad, y
competencia con que Cristina conduce los destinos de la nación. Hugo Moyano,
después de tantos otros de adentro y de afuera, han comprendido finalmente que
es inútil pretender condicionar a la presidenta.
Con la desaparición de todos esos velos el
ciudadano hoy puede enfrentarse sin miedo a la realidad, a “su” realidad, y no
tiene que huir o desaparecer como decía Schlegel, refiriéndose a quienes no
podían enfrentarse al develamiento de Isis.
Podemos enfrentarnos a nuestra sociedad, a
nosotros mismos, ensambles de relaciones sociales y políticas, vernos tal como
somos y “tomar partido”. Cada cual sabe dónde debe estar.
*Filósofo, Teólogo
y Docente Universitario
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