Ilustración:Roberto Carpani; Dios es argentino
“porque me gusta el fútbol, odio los mundiales” (aforismo implicado)
Finalizada la contienda con el triunfo de la madre patria, nada es lo que era antes. Se ha creado una curiosa y lamentable asociación entre la alegría y la manía. Diferenciar ambas es necesario para no pasar de triunfalismos vociferantes, al aplastamiento melancolizante. Hace tiempo que no he visto mayor carencia de pensamiento crítico que el empleado para analizar a nuestro seleccionado. Desde la clasificación, producto de una patriada de Schiavi/ Palermo, hasta el lapidario 0-4 contra los teutones, todo ha sido desmesura y Apocalipsis. El seleccionado era una serialidad de individuos brillantes. Incluido el técnico, que aparece como prenda de paz y de guerra luego del fracaso de Basile cuando los jugadores deciden que para que van a ganar cuando se puede empatar o perder. Los cachetazos / goles contra Bolivia fueron ocasionados según se dijo, por la altura. Un inmenso concierto de desaciertos que fueron tapados prolijamente por una propaganda oficial donde nada se puede decir contra el Diego. Un artículo de Pablo Llonto llegó a advertir de la polaridad “gorilas o maradonianos”. Ante el primer triunfo (con gol en contra) un mensaje que me llegó decía: Viva Perón. Otros compararon a Diego con el Che. El talento, la genialidad de Maradona no merece esta caricatura. La idealización es lo opuesto al ideal. ¿O se creyeron que el dedo era el de Dios? La picardía/astucia/estafa de un gol con la mano no se repara por una jugada antológica para la historia del “balonpié”. Diego no tenía con que ser director técnico de una selección que venía cuesta abajo, que soportaba estoicamente la alegría de haber sido y el dolor de ya no ser. Lo digo claramente: Maradona es el mejor jugador de fútbol de la historia del profesionalismo. Pero la “marca Maradona” no puede sostener y arreglar un proceso deportivo que se cae a pedazos. Ni puede ser el padre padrone Julio Grondona, que fue nombrado por el holding militar, el presidente de una asociación de fútbol, a menos que esta asociación tenga un funcionamiento mafioso. Y el Diego que supo enfrentar a Joao Havelange, lamentablemente negoció con Grondona. Y el Poder Ejecutivo que enfrenta al monopolio Clarín también negoció con Grondona, o sea, otro monopolio. Y entonces el seleccionado de fútbol genera la situación patética que el mejor jugador en la actualidad, botín de oro, no hace ni un solo gol, y como todos sabemos, los maderos no se corren. Poste, travesaño son el límite que separa la gloria del fracaso. Messi fracasó y sería bueno que se blanqueara por qué. No fue buen comienzo que ante la clasificación, conseguida con la misma dosis de suerte que tuvo el protagonista de “Match Point”, la invitación haya sido a “mamenlán”. Festejado por los que confunden lo popular con una simple grosería, y cualquier crítica con una confabulación de gorilas en la niebla. Agravado por el no menos famoso “la tenés adentro”, peligrosa analogía que se sabe donde empieza pero no necesariamente en el culo de quien termina. Otra grosería fue no aceptar la invitación presidencial para un saludo necesario, aunque seguramente menos necesario que recibir a todas y todos los que todavía no pueden disfrutar a plenitud de las ventajas de la economía K. Como decía el inolvidable Cholo Simeone, “a la suerte la busco y cuando la encuentro la acompaño”. Pues bien: hubo suerte en el gol en contra, en el gol en “orsay” del apache Tèvez, en empezar todos los partidos adelante en el marcador. Pero no se la pudo acompañar. Un gol con pelota parada, o sea, pura carambola, al principio del partido, que es lo mejor que te puede pasar, no pudo ser resuelta. El 0-4 es una catástrofe, apenas, porque no estaba en el horizonte deportivo de NADIE. Como el 0-6 contra Suecia, el 0-5 contra Colombia. Un cínico podría decir que de todos modos estamos mejorando, porque apenas perdimos 0-4, pero la negación maníaca de este fracaso no ayuda. Insisto: no fue derrota, porque no se perdió con un equipo mejor. La derrota ante España lo prueba y el partido que Uruguay le hace, a pesar de también empezar perdiendo, lo termina de demostrar. El travesaño (otra vez los maderos) impidió que la celeste de la mano, en realidad del pie, de Cachavacha Forlán, impusiera el pánico en el conjunto alemán. Y para colmo de todos los colmos, es elegido el mejor jugador del Mundial, otra cuestión que NADIE pudo anticipar. Superando a los 22 que jugaron la tristísima y aburrísima final de finales.
El Mundial de Fútbol o de balero no es una Causa Nacional. Para que lo sea, el Estado tiene que ser Totalitario, Hegemónico, Fascista, Dictatorial. No es la situación actual, y poco favor nos hacen los que lo plantean en términos de “Selección o Dependencia”. No quiero otra “fiesta de todos”. Hacerlo hasta el extremo de la pasión ridícula solo logrará bastardear la verdadera lucha de los pueblos.
Finalizada la contienda con el triunfo de la madre patria, nada es lo que era antes. Se ha creado una curiosa y lamentable asociación entre la alegría y la manía. Diferenciar ambas es necesario para no pasar de triunfalismos vociferantes, al aplastamiento melancolizante. Hace tiempo que no he visto mayor carencia de pensamiento crítico que el empleado para analizar a nuestro seleccionado. Desde la clasificación, producto de una patriada de Schiavi/ Palermo, hasta el lapidario 0-4 contra los teutones, todo ha sido desmesura y Apocalipsis. El seleccionado era una serialidad de individuos brillantes. Incluido el técnico, que aparece como prenda de paz y de guerra luego del fracaso de Basile cuando los jugadores deciden que para que van a ganar cuando se puede empatar o perder. Los cachetazos / goles contra Bolivia fueron ocasionados según se dijo, por la altura. Un inmenso concierto de desaciertos que fueron tapados prolijamente por una propaganda oficial donde nada se puede decir contra el Diego. Un artículo de Pablo Llonto llegó a advertir de la polaridad “gorilas o maradonianos”. Ante el primer triunfo (con gol en contra) un mensaje que me llegó decía: Viva Perón. Otros compararon a Diego con el Che. El talento, la genialidad de Maradona no merece esta caricatura. La idealización es lo opuesto al ideal. ¿O se creyeron que el dedo era el de Dios? La picardía/astucia/estafa de un gol con la mano no se repara por una jugada antológica para la historia del “balonpié”. Diego no tenía con que ser director técnico de una selección que venía cuesta abajo, que soportaba estoicamente la alegría de haber sido y el dolor de ya no ser. Lo digo claramente: Maradona es el mejor jugador de fútbol de la historia del profesionalismo. Pero la “marca Maradona” no puede sostener y arreglar un proceso deportivo que se cae a pedazos. Ni puede ser el padre padrone Julio Grondona, que fue nombrado por el holding militar, el presidente de una asociación de fútbol, a menos que esta asociación tenga un funcionamiento mafioso. Y el Diego que supo enfrentar a Joao Havelange, lamentablemente negoció con Grondona. Y el Poder Ejecutivo que enfrenta al monopolio Clarín también negoció con Grondona, o sea, otro monopolio. Y entonces el seleccionado de fútbol genera la situación patética que el mejor jugador en la actualidad, botín de oro, no hace ni un solo gol, y como todos sabemos, los maderos no se corren. Poste, travesaño son el límite que separa la gloria del fracaso. Messi fracasó y sería bueno que se blanqueara por qué. No fue buen comienzo que ante la clasificación, conseguida con la misma dosis de suerte que tuvo el protagonista de “Match Point”, la invitación haya sido a “mamenlán”. Festejado por los que confunden lo popular con una simple grosería, y cualquier crítica con una confabulación de gorilas en la niebla. Agravado por el no menos famoso “la tenés adentro”, peligrosa analogía que se sabe donde empieza pero no necesariamente en el culo de quien termina. Otra grosería fue no aceptar la invitación presidencial para un saludo necesario, aunque seguramente menos necesario que recibir a todas y todos los que todavía no pueden disfrutar a plenitud de las ventajas de la economía K. Como decía el inolvidable Cholo Simeone, “a la suerte la busco y cuando la encuentro la acompaño”. Pues bien: hubo suerte en el gol en contra, en el gol en “orsay” del apache Tèvez, en empezar todos los partidos adelante en el marcador. Pero no se la pudo acompañar. Un gol con pelota parada, o sea, pura carambola, al principio del partido, que es lo mejor que te puede pasar, no pudo ser resuelta. El 0-4 es una catástrofe, apenas, porque no estaba en el horizonte deportivo de NADIE. Como el 0-6 contra Suecia, el 0-5 contra Colombia. Un cínico podría decir que de todos modos estamos mejorando, porque apenas perdimos 0-4, pero la negación maníaca de este fracaso no ayuda. Insisto: no fue derrota, porque no se perdió con un equipo mejor. La derrota ante España lo prueba y el partido que Uruguay le hace, a pesar de también empezar perdiendo, lo termina de demostrar. El travesaño (otra vez los maderos) impidió que la celeste de la mano, en realidad del pie, de Cachavacha Forlán, impusiera el pánico en el conjunto alemán. Y para colmo de todos los colmos, es elegido el mejor jugador del Mundial, otra cuestión que NADIE pudo anticipar. Superando a los 22 que jugaron la tristísima y aburrísima final de finales.
El Mundial de Fútbol o de balero no es una Causa Nacional. Para que lo sea, el Estado tiene que ser Totalitario, Hegemónico, Fascista, Dictatorial. No es la situación actual, y poco favor nos hacen los que lo plantean en términos de “Selección o Dependencia”. No quiero otra “fiesta de todos”. Hacerlo hasta el extremo de la pasión ridícula solo logrará bastardear la verdadera lucha de los pueblos.
*Médico Psiquiatra, Psicoanalista y Cooperativista. Miembro Fundador y actual Presidente Honorario de ATICO, la cooperativa en trabajo en salud mental. Docente Universitario en las Universidades de Lomas de Zamora, Buenos Aires, La Matanza y Favaloro.
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