07 septiembre 2010

Política y Sociedad/Rubén. A. Liggera/Combatiendo al Capital

“COMBATIENDO AL CAPITAL”
Peronismo, política y economía. El proyecto inconcluso.

Especial para La Tecl@ Eñe
Por Rubén Américo Liggera*

Ilustración: Daniel Santoro

Resulta interesante advertir de qué manera la experiencia propia nos permite comprender los hechos del pasado. En efecto, a más de medio siglo del advenimiento del peronismo, los sucesos políticos y económicos de estos últimos años nos muestran cabalmente cómo pudieron haber sido de potentes, transformadores y revulsivos para el status quo los gobiernos populares del Gral. Perón entre 1946 y 1955
Los grupos que vieron afectados sus intereses reaccionaron airadamente y no dudaron en recurrir a la violencia para derrocar a la “segunda tiranía”.
Luego de terminar la Segunda Guerra Mundial el mundo necesitaba alimentos de manera que, una vez más Argentina se vio favorecida-como ahora-, por un ciclo de alto valor internacional de las materias primas.
Sin embargo, desde 1943 gobernaban en el país militares nacionalistas y el entonces Coronel Juan Perón era parte del mismo. Bajo su dirección se crea el Consejo Nacional de Post Guerra, a cargo de José Figuerola. Allí se diseña la política económica del gobierno militar y resulta ser un antecedente inmediato del Primer Plan Quinquenal (1947-52)
En 1945, el pueblo trabajador rescata a su líder en los sucesos del 17 de octubre; en 1946-con la oposición de la Unión Democrática y el embajador Braden- la fórmula Perón-Quijano gana limpiamente las elecciones.
En ese contexto, el gobierno popular de Perón reivindica el papel del Estado y su directa intervención en su política económica.
El tratado Miranda-Eady (1946), el Pacto Andes (1948) y la misión Cereijo (1950) trataron de alguna manera de aliviar las consecuencias del bloqueo de divisas y el boicot norteamericano.
El Plan Quinquenal se proponía: expansión industrial, rescate de la deuda pública y privada, nacionalización de los servicios públicos, redistribución de la riqueza, obras públicas, crecimiento del mercado y el consumo interno, pero sobre todo, financiación para la expansión industrial a partir de las cuantiosas ganancias de ese entonces producidas, como dijimos, por términos de intercambio muy beneficiosos.
El presidente Perón expresó en el Congreso al presentar las funciones básicas del plan:”Sin bases económicas no puede existir bienestar social; es necesario crear esas bases económicas.(…)Debemos producir el doble de lo que estamos produciendo; debemos a ese doble multiplicar por cuatro, mediante una buena industrialización, es decir enriqueciendo la producción por la industria; distribuir equitativamente esa riqueza y aumentar el standard de vida de nuestras poblaciones hambrientas, que son la mitad del país; cerrar ese ciclo con una conveniente distribución y comercialización de esa riqueza; y cuando el ciclo, producción, industrialización, comercialización, consumo, se haya cerrado, no tendremos necesidad de mendigar mercados extranjeros, porque tendremos el mercado dentro del país(Aplausos prolongados)y habremos solucionado con ello una de las cuestiones más importantes, la estabilidad social, porque el hambre es muy mala consejera de las masas(…)La solución del problema argentino está en aumentar la producción…” insiste Perón. Y continúa desarrollando la idea: "…debemos ir pensando en organizar, que hasta ahora está totalmente desorganizada, lo que ha dado lugar a que hasta el presente el beneficio de esa riqueza haya ido a parar a mano de cuatro monopolios, mientras los argentinos no han podido disfrutar siquiera de un minuto de esa riqueza (Aplausos prolongados) Esa riqueza se ha perdido por falta de organización. Y ¿quién ha de organizar la riqueza? ¿Los monopolios? Se habla de economía dirigida. Y yo pregunto ¿dónde la economía es libre? Cuando no la dirige el Estado, la dirigen los monopolios (Aplausos) con la única diferencia de que el Estado lo puede hacer para repartir el beneficio de la riqueza entre los catorce millones de argentinos, mientras los monopolios lo hacen para ir engrosando los inmensos capitales de las casas matrices, allá lejos, en el extranjero (Aplausos prolongados)…” (Malgesini, Graciela y Álvarez, Norberto, El Estado y la economía, 1930-1955, II, Bs.As., 1983, pp.31-32)
Con respecto a la renta diferencial de la tierra, con las regulaciones del comercio exterior por medio del IAPI (Instituto Argentino para la promoción del Intercambio) se logra desacoplar el precio de comercialización interna de los valores internacionales con un precio sostén. Además, con la diferencia entre la compra a los productores y la venta internacional se financiaba la industrialización subsidiando la importación de bienes de capital. “La idea que subyacía en estas medidas probablemente haya sido que si se pagaban mejores precios a los agricultores, éstos no hubieran encauzado sus ahorros hacia el desarrollo del sector industrial, que era el objetivo de la política oficial. Por el contrario podía haberlo dispersado hacia empresas no productivas o especulativas en negocios inmobiliarios” (Di Tella, Guido y Zymelman, Manuel, “Las etapas del desarrollo económico argentino”, citado por Kandel Pablo, Claves de la economía argentina 1810-1983, Bs. As., 1983)
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia…
La agresiva reacción de la patronal del campo ante la Resolución 125 en el 2008 que establecía retenciones a la producción agrícola puede explicarse por este antecedente de política económica implementada por un gobierno nacional y popular.
La llamada “Comisión de Enlace” (SRA, CRA, CARBAP y FAA), como la Sociedad Rural en los ´50, no pudo esta vez convocar a las Fuerzas Armadas para interrumpir un proceso democrático. Por suerte la realidad nacional e internacional cambió.
Pero un nuevo protagonista hizo su aparición: el monopolio mediático que con su inmenso poder puso en jaque al gobierno nacional. Distorsionando la realidad, ninguneando, evadiendo el análisis de la historia económica de la Argentina, con el apoyo de vastos sectores medios y paradójicamente de grupos de izquierda, jugaron sus cartas a la erosión del poder presidencial y a su eventual recambio. Todo dentro de las reglas de la democracia, claro.
Debemos reconocer que las retenciones son necesarias para financiar políticas de Estado pues, como dijera Perón, nadie puede garantizar, sino el propio Estado, la distribución equitativa de la riqueza. Además, es su función indelegable concebir y desplegar la estrategia del desarrollo nacional y la distribución equitativa de la riqueza.
El modelo agro exportador- como es sabido-no hizo de Argentina un gran país; el “granero del mundo” es el mito del Centenario creado por quienes se beneficiaron y sus lenguaraces.
Muy por el contrario, la enorme riqueza de las ventajas comparativas fue dilapidada alegremente y no contribuyó a la financiación de la industria nacional y al bienestar del pueblo.
Que en el siglo XXI se haya reinstalado la idea de que la producción primaria, basamento ideológico de la “patria sojera”, sea nuestro destino manifiesto es un verdadero despropósito.
La cuestión de fondo, la que nos convoca por estos días, es volver a discutir el “modelo de país”, como tantas otras veces en nuestro devenir histórico.
Sabemos también que la historia no se repite, otros son los personajes y otras las circunstancias, pero cuando se reincide en los errores, suele pagarse un alto costo.
Lo cierto es que de una adecuada integración de la economía argentina depende el futuro de las próximas generaciones.
Igual que en otras oportunidades, nos vemos polemizando con quienes pretenden restaurar un elemental sistema portuario de producción primaria de escaso valor agregado.
La anhelada Justicia Social será posible si acumulamos riqueza y si la distribuimos entre los trabajadores, si vamos en ayuda de los sectores más postergados.
Los estragos del neoliberalismo o del anti-proyecto de los ´90 [i] –igual que los producidos por el modelo conservador de principios del siglo XX - deberán ser reparados en el menor tiempo posible. Las necesidades no pueden esperar más. El rumbo definitivo de nuestra economía deberá ser consolidado con una propuesta económica de desarrollo industrial que ampare a los cuarenta millones de compatriotas.
Combatir al capital, como expresa el saber popular, es nada más ni nada menos que humanizarlo, ponerle nombres y rostros; hacer que valga la pena vivir en Argentina.
*Poeta

[i] Véase Poratti, Armando, “Anteproyecto de la sumisión incondicionada al norte imperial”, opuesto al Proyecto de la Justicia Social, 1945-1976, en Cirigliano Gustavo et.al. Proyecto Umbral. Resignificar el pasado para conquistar el futuro, Bs.As., 2009

2 comentarios:

  1. Muy buen articulo, estoy casi 100% de acuerdo contigo :)

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  2. Felicitaciones, muy interesante el articulo, espero que sigas actualizandolo!

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