Hacia Octubre: La posibilidad histórica del gran cambio
El estado de desconcierto e impotencia de los diversos partidos opositores es una de las características más importantes de la actual situación política. Ante la percepción de una derrota, crece la preocupación ante la posibilidad de que el modelo implementado en el 2003 se profundice más y se fortalezca a partir de las elecciones de octubre.
Por Norberto Galasso*
(para La Tecl@ Eñe)
El panorama político de la Argentina está signado hoy por la gran inquietud que manifiestan los sectores privilegiados, la cual deriva en el acrecentamiento de la degradación que alcanzan sus representantes políticos y mediáticos. El estado de desconcierto, confusión e impotencia de los diversos partidos opositores es una de las características más importantes de la actual situación política. Perciben la próxima derrota y se preocupan ante la posibilidad de que el modelo implementado en el 2003 se profundice más y de que el frente nacional se consolide y fortalezca a partir de las elecciones de octubre.
Tanto los barones del agro, como los industriales más concentrados así como las multinacionales y cierta embajada que los resguarda ya no duermen tranquilos y monstruosas pesadillas les anuncian los tiempos por venir. Por ello, sus personeros emiten declaraciones delirantes que sólo pueden entenderse como provenientes de la desesperación ante el repudio popular que ya avizoran en las próximas elecciones.
Ningún dirigente opositor desarrolla un proyecto alternativo al “modelo” que viene impulsando el kirchnerismo. Esta situación sólo puede obedecer a dos razones: la primera, que realmente sólo les interesa llegar al poder y carecen de planes para resolver los problemas, la otra: que el proyecto es tan impresentable que lo ocultan, ya sea que algunos pretenden volver al 2001 y los más audaces hasta se atreven a soñar con la posibilidad de regresar al modelo agroexportador anterior al 17 de octubre. Lo cierto es que el nivel político de los reportajes y mesas redondas resulta cada más bajo. Y ni que hablar de las alianzas que están surgiendo: en el radicalismo, la de Alfonsín con González Fraga y De Narváez que sonroja a los escasos afiliados que todavía tienen respeto por don Hipólito; en restos marginales del peronismo, cuando el gobernador de Chubut logra un triunfo con una misérrima cantidad de votos después de pronosticar que ganaría por treinta puntos, abrazándose ahora a Duhalde quien no vacila en llamar a la concordia nacional para liberar de toda sanción a los represores, como tampoco la de peronistas que se consideraban de izquierda en pleno idilio con socialistas de derecha.
En ese panorama se desarrollan las operaciones mediáticas lideradas por Magneto y compañía. Durante varias semanas se demoniza a Moyano mostrándolo como un peligroso personaje que quiere desplazar a Cristina para quedarse con el poder. Con posterioridad aprovechan el “caso Shocklender” para repicar durante varias veces al día –en gráfica, radiofonía y especialmente, con la cadena televisiva- para intentar la descalificación de las Madres de Plaza de Mayo, en otro tiro de elevación hacia el kirchnerismo. Inflación, inseguridad y corrupción se convierten en los temas preferidos de los opositores sin proyecto, llevados hasta el paroxismo por los delirios de Carrió y adornados de proclamas “republicanas” por Alfonsín. Con ellos ansían ganar a un sector importante de los sectores medios, siempre hipersensibles a la moralina escandalosa.
Este discurso de inflamadas denuncias moralistas pudo tener efecto en el pasado, en épocas de despolitización, irritando a hipócritas defraudadores de impuestos o pícaros revendedores o profesionales inescrupulosos. Bastaría recordar un caso muy estudiado, el de las denuncias multiplicadas contra Getulio Vargas en Brasil en 1954, que lo llevaron al suicidio o de las campañas del 55 en la Argentina para legitimar el golpe militar contra el presidente Perón. Pero hoy los sectores medios se están reorientando hacia el campo popular y de ello da cuenta la caída al abismo por parte de Carrió, en las encuestas. Uno de los acontecimientos más importantes logrados durante el kirchnerismo es la repolitización de la sociedad argentina y la aparición de algunos programas televisivos que impiden los lavados de cerebro que se aplicaban en el pasado.
Lo cierto es que muñecos servidores de la oligarquía y sus aliados no consiguen mantenerse en pie y van cayendo uno a uno, cada vez que el pueblo se pronuncia. En Catamarca, quedaron liquidados Cobos y Sanz. Después se bajaron Pino Solanas y Mauricio Macri de las elecciones presidenciales pues las encuestas les anticipaban una catástrofe electoral. Ahora, se borra también Felipe Solá.
Magneto, Biolcati, los grandes bancos, las multinacionales y el embajador norteamericano –especialmente ahora que ha triunfado Humala en el Perú- se toman la cabeza ante el “desfile de extrañas figuras”, obras maestras del terror, que constituyen la oposición, ninguno de los cuales sirve para sus planes de restablecer aquella Argentina tan hermosa de que gozaron a partir de la muerte de Perón.
Por más obstáculos que se pongan en el camino, por más operaciones mediáticas que inventen, el gobierno marcha hacia las elecciones de octubre con todas las posibilidades de un triunfo en la primera vuelta. Ese triunfo deberá ser contundente para cambiar la correlación de fuerzas y ello permitirá la profundización del modelo. Hemos avanzado notablemente desde aquella Argentina destruida del 2003 pero es preciso continuar avanzando. Ello sólo será posible con un resultado muy importante en las urnas y si, al mismo tiempo, logramos crear los cuadros necesarios para las nuevas transformaciones que urgen. La Argentina y América Latina se hallan viviendo un momento excepcional y si bien sabemos que las fuerzas que se oponen son poderosas, es preciso aprovechar esta oportunidad que nos ofrece la historia para los grandes cambios.
*Norberto Galasso es Investigador e Historiador
El estado de desconcierto e impotencia de los diversos partidos opositores es una de las características más importantes de la actual situación política. Ante la percepción de una derrota, crece la preocupación ante la posibilidad de que el modelo implementado en el 2003 se profundice más y se fortalezca a partir de las elecciones de octubre.
Por Norberto Galasso*
(para La Tecl@ Eñe)
El panorama político de la Argentina está signado hoy por la gran inquietud que manifiestan los sectores privilegiados, la cual deriva en el acrecentamiento de la degradación que alcanzan sus representantes políticos y mediáticos. El estado de desconcierto, confusión e impotencia de los diversos partidos opositores es una de las características más importantes de la actual situación política. Perciben la próxima derrota y se preocupan ante la posibilidad de que el modelo implementado en el 2003 se profundice más y de que el frente nacional se consolide y fortalezca a partir de las elecciones de octubre.
Tanto los barones del agro, como los industriales más concentrados así como las multinacionales y cierta embajada que los resguarda ya no duermen tranquilos y monstruosas pesadillas les anuncian los tiempos por venir. Por ello, sus personeros emiten declaraciones delirantes que sólo pueden entenderse como provenientes de la desesperación ante el repudio popular que ya avizoran en las próximas elecciones.
Ningún dirigente opositor desarrolla un proyecto alternativo al “modelo” que viene impulsando el kirchnerismo. Esta situación sólo puede obedecer a dos razones: la primera, que realmente sólo les interesa llegar al poder y carecen de planes para resolver los problemas, la otra: que el proyecto es tan impresentable que lo ocultan, ya sea que algunos pretenden volver al 2001 y los más audaces hasta se atreven a soñar con la posibilidad de regresar al modelo agroexportador anterior al 17 de octubre. Lo cierto es que el nivel político de los reportajes y mesas redondas resulta cada más bajo. Y ni que hablar de las alianzas que están surgiendo: en el radicalismo, la de Alfonsín con González Fraga y De Narváez que sonroja a los escasos afiliados que todavía tienen respeto por don Hipólito; en restos marginales del peronismo, cuando el gobernador de Chubut logra un triunfo con una misérrima cantidad de votos después de pronosticar que ganaría por treinta puntos, abrazándose ahora a Duhalde quien no vacila en llamar a la concordia nacional para liberar de toda sanción a los represores, como tampoco la de peronistas que se consideraban de izquierda en pleno idilio con socialistas de derecha.
En ese panorama se desarrollan las operaciones mediáticas lideradas por Magneto y compañía. Durante varias semanas se demoniza a Moyano mostrándolo como un peligroso personaje que quiere desplazar a Cristina para quedarse con el poder. Con posterioridad aprovechan el “caso Shocklender” para repicar durante varias veces al día –en gráfica, radiofonía y especialmente, con la cadena televisiva- para intentar la descalificación de las Madres de Plaza de Mayo, en otro tiro de elevación hacia el kirchnerismo. Inflación, inseguridad y corrupción se convierten en los temas preferidos de los opositores sin proyecto, llevados hasta el paroxismo por los delirios de Carrió y adornados de proclamas “republicanas” por Alfonsín. Con ellos ansían ganar a un sector importante de los sectores medios, siempre hipersensibles a la moralina escandalosa.
Este discurso de inflamadas denuncias moralistas pudo tener efecto en el pasado, en épocas de despolitización, irritando a hipócritas defraudadores de impuestos o pícaros revendedores o profesionales inescrupulosos. Bastaría recordar un caso muy estudiado, el de las denuncias multiplicadas contra Getulio Vargas en Brasil en 1954, que lo llevaron al suicidio o de las campañas del 55 en la Argentina para legitimar el golpe militar contra el presidente Perón. Pero hoy los sectores medios se están reorientando hacia el campo popular y de ello da cuenta la caída al abismo por parte de Carrió, en las encuestas. Uno de los acontecimientos más importantes logrados durante el kirchnerismo es la repolitización de la sociedad argentina y la aparición de algunos programas televisivos que impiden los lavados de cerebro que se aplicaban en el pasado.
Lo cierto es que muñecos servidores de la oligarquía y sus aliados no consiguen mantenerse en pie y van cayendo uno a uno, cada vez que el pueblo se pronuncia. En Catamarca, quedaron liquidados Cobos y Sanz. Después se bajaron Pino Solanas y Mauricio Macri de las elecciones presidenciales pues las encuestas les anticipaban una catástrofe electoral. Ahora, se borra también Felipe Solá.
Magneto, Biolcati, los grandes bancos, las multinacionales y el embajador norteamericano –especialmente ahora que ha triunfado Humala en el Perú- se toman la cabeza ante el “desfile de extrañas figuras”, obras maestras del terror, que constituyen la oposición, ninguno de los cuales sirve para sus planes de restablecer aquella Argentina tan hermosa de que gozaron a partir de la muerte de Perón.
Por más obstáculos que se pongan en el camino, por más operaciones mediáticas que inventen, el gobierno marcha hacia las elecciones de octubre con todas las posibilidades de un triunfo en la primera vuelta. Ese triunfo deberá ser contundente para cambiar la correlación de fuerzas y ello permitirá la profundización del modelo. Hemos avanzado notablemente desde aquella Argentina destruida del 2003 pero es preciso continuar avanzando. Ello sólo será posible con un resultado muy importante en las urnas y si, al mismo tiempo, logramos crear los cuadros necesarios para las nuevas transformaciones que urgen. La Argentina y América Latina se hallan viviendo un momento excepcional y si bien sabemos que las fuerzas que se oponen son poderosas, es preciso aprovechar esta oportunidad que nos ofrece la historia para los grandes cambios.
*Norberto Galasso es Investigador e Historiador
Estimado Galasso, cómo disfruto sus párrafos, créame no por su lenguaje sino por su claridad conceptual.
ResponderEliminarHoy, no obstante, me siento frustrado ante las elecciones porteñas y el desempeño de Macri. Y mi preocupación tiene referencia directa al avance de la derecha. Me parece que Macri va a ser el referente de la oposición dentro de unos 4 ó 5 años y no puedo creerlo, elaborarlo racionalmente, admitirlo. ¿Será que los porteños son raros?