08 noviembre 2011

Política y Sociedad/El espantapájaros interior/Ángel Berlanga


Crónica en Alerta

El espantapájaros interior

Hasta hace unos poquitos años algunos periodistas y algunos medios eran aves sagradas: no se los podía rebatir ni cuestionar en público. El 23 de octubre, cuando Cristina Fernández resultó reelecta en primera vuelta, quedaron a la vista gran parte de las fábulas indignadas y, sobre todo, pudo al fin disfrutarse de un tiempo en el que las canciones de las aves salieron de los 40 principales

Por Ángel Berlanga*

(para La Tecl@ Eñe)

Ilustración:Mauricio Nizzero

Pájaros de mal agüero, loros del neoliberalismo, picasesos del establishment: el 14 de agosto por la noche el coro estable de aves redujo drásticamente los decibeles. El resultado de las Primarias fue tan rotundo que, en fin, buitres y analistas, pitonisas y gallinazos vieron en los espejos las plumas reales con las que presumían y fue evidente que no había ahí verdad, belleza, intuición, casi que ni vuelo. De tres años y medio de cacareos altisonantes a casi no decir ni pío. O bueno, mascar bronca, caranchear a los pollos en los que la hormona no prendió, reconocer incluso algún mérito al gobierno actual. Fatigada está la nómina de infamias de estos tres años y medio. Así que entre el 50 por ciento de agosto y el 54 por ciento del 23 de octubre, cuando Cristina Fernández resultó reelecta en primera vuelta, quedaron a la vista gran parte de las fábulas indignadas y, sobre todo, pudo al fin disfrutarse de un tiempo en el que las canciones de las aves salieron de los 40 principales.

En ese tiempo, sin embargo, pensaron con qué iban a volver y acá está el machaque con el dólar, un tema muy efectivo para desestabilizar, en los últimos tiempos sobre todo emocionalmente: ahí anda la angustiada Susana Giménez, sufriendo y sufriendo. Tras las elecciones pasadas se tomaron hasta marzo para mandar los tractores de los pobres Biolcatti y Llambías contra los chacarericidas Néstor y Cristina: con ellos al frente no habría productor agropecuario que contara el cuento. Curiosidades: la patrona que se llevaba a la sirvienta uniformada para que tocara la cacerola en Plaza de Mayo, las cuatro por cuatro que cortaban rutas y hablaban con Julio Bazán, los que se prendían de los bocinazos en las ciudades que manejaban autos nuevos comprados ahí nomás, durante el kirchnerismo. Cleto Cobos, héroe nacional. Por entonces, en simultáneo, también se agitaba el fantasma de “la apreciación del dólar”: notas de tapa de Maximiliano Montenegro en el prometedor diario Crítica, por ejemplo. Muchos años atrás Nostradamus Broda ya lo había vislumbrado a diez pesos. A Cavallo y a Melconián, afeitado este último para despistar, todavía les consultan seriamente las predicciones. Cuatro años atrás se tomaron unos meses, hasta marzo, pero ahora fue cosa de días: el 30 de octubre, a una semana de las elecciones, ya andaba Joaquín Morales Solá anunciando “la interrupción de la fiesta” y “la adquisición compulsiva de dólares”, asunto activamente fogoneado desde las páginas de La Nación, donde el mismísimo ex ministro Martín Lousteau te dice “Cuánto valdrá el dólar que querés comprar” y el ex admirador de Onganía y López Rega, profesor Grondona, menta un “corralito cambiario” que afecta “la libertad personal”.

Hasta hace unos poquitos años algunos periodistas y algunos medios eran aves sagradas: no se los podía rebatir ni cuestionar en público, casi –las universidades, al respecto, eran excepción, aunque tuvieran escasa resonancia-. El programa 6-7-8 revolucionó esto cuando se puso a discutir quién dice qué y por qué, y cómo, y para qué, y qué calla, y con qué te hace la cabeza (y esa discusión y esas preguntas, por supuesto, también le caben a ese ciclo), y lo expandió. Muchos de los mecanismos y resortes de funcionamiento de medios y figuras del periodismo eran desconocidos para el gran público. 6-7-8 fomentó el pensamiento crítico respecto a un tipo que aparece muy serio en un canal de televisión independiente o a alguien famoso y prestigioso que firma una página de un diario con la historia de Clarín o La Nación: ¿por qué no cuestionar o criticar a Magdalena Ruiz Guiñazú o a María Laura Santillán, por qué no analizar cómo incide eso que dicen?

Suelen desentenderse de asumir responsabilidades respecto a cómo incide el martilleo y la alarma inoculada a repetición en los comportamientos sociales. Los medios hegemónicos han jugado, por ejemplo, un rol muy importante en el aumento de los precios. En los últimos tiempos cada tanto hacen correr la bola de que se acabará el combustible, precipitan a los conductores a las estaciones de servicio y esa concentración en poco tiempo provoca que al menos, si no se termina acabando realmente, se complique la cosa con colas y molestias. ¿Cuántos vaticinios de inviernos o veranos sin gas o sin energía eléctrica hubo? ¿Cuántas descripciones catastróficas de “aislamiento del mundo” nos quisieron vender? Ahora vuelve el turno de alentar la corrida cambiaria, pero eluden en sus informes claves en los diagnósticos, comparaciones monetarias con socios comerciales y, sobre todo, el dato incontrastable que indica que durante los últimos ocho años el ahorro en dólares no fue negocio ni mucho menos. Ni siquiera está Redrado en el Central. Ya están cantando de nuevo las aves de la zozobra. Por eso es saludable mantener, para estos, el buen estado del espantapájaros interior.

*Periodista. Radar/Página12

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