Por Alfredo Grande.
(para La Tecl@ Eñe)
“en el mundo de las apariencias, las apariencias no engañan” (aforismo implicado)
Cuenta una historia que un hombre
llega a su casa y encuentra a su esposa teniendo sexo con su mejor amigo.
Atribulado, apenas llega a balbucear, dirigiéndose al amigo: pero cacho, que lo
haga yo, está bien, soy el marido…pero vos ¿Qué necesidad? La pregunta está
abierta: ¿Qué necesidad hay, en el marco de un gobierno nacional y popular, que
tiene como respaldo consistente una mayoría de votos que asegura respaldo
legislativo al ejecutivo, ese mismo que no tuvo Raúl Alfonsín, el padre de la
democracia, cuando quiso aprobar la denominada Ley Mucci, que necesidad hay de
inventar tres vicepresidentes de derecha? Y luego, al menos en los dos primeros
casos, acusarlos de serlo, de traidores, de no tener sintonía fina, ni gruesa,
con el gobierno nacional.
Scioli primero, Cobos después, cayeron en la
desgracia cuando para nadie, excepto la lejana transversalidad, tuvieron gracia
alguna. Scioli, un producto de la probeta menemista, fertilización asistida
para que naciera peronista aunque con carga genética liberal. Mosaico genético
que le dicen, y que habilita que nazca un genio o un monstruo. Cobos era otro
de los orozcos, radical de derecha de una provincia de derecha. ¡Hay que tener
mal gusto! Curiosamente, los ataques contra Cobos no tuvieron efecto boomerang
sobre aquellos y aquellas que lo eligieron. Los responsables de Cobos éramos
todos menos el Gobierno. El libro Giness aguarda impaciente. Boudou es otro de
los resultados del mosaico peroncho liberal. Hay cientos de miles de compañeros
y compañeras peronistas, incluso de derecha, pero con todo el derecho de ser
compañeros de una fórmula que se sabía ganadora. Si Cristina hacía fórmula con
Piñón Fijo, no sacaba menos votos. Quizá más. Es evidente que el voto fue para
Néstor y Cristina, en la elección primera y en la re. Por lo tanto la elección
del vicepresidente no es política sino ideológica. Y eso es lo grave. Lo que me
parece, que como la triste verdad, no tiene remedio. Ya no tiene remedio porque
el tercer vice del kirchnerismo también viene de odres liberales, el vino ni es
tan nuevo, ni es tan bueno. La estatización de una empresa privada fraudulenta,
con acusaciones muy graves y que arrasó en su investigación con un Juez (Daniel
Rafecas) y con el Jefe de los Fiscales, el último camporista verdadero (Esteban
Righi), no debería pasar inadvertida como las sesiones de nuestro Congreso quieren
y pueden por mayoría semi-automática, hacer aparecer. ¿Qué necesidad hay de
llegar a este extremo de complacencia con prácticas obviamente ilegales pero lo
que es peor, absolutamente ilegítimas? Está bien que se disfrace de
resocialización lo que en realidad es privilegio e impunidad para presos VIP. Es
decir, está mal. Pésimo. Pero en el caso del Vicepresidente no hay
resocialización que valga. ¿O en realidad estamos resocializando al capitalismo
en joda, no ya de amigos, al decir de Lavagna, sino de cómplices y compinches?
La masacre de Once no convoca a palabra alguna desde el Poder. Jaime, Schiavi,
son los nombres vacíos del horror pleno. Más de 50 personas, y todas sus
familias acuchilladas para siempre, en la blanca traición de subsidios
derramados a empresarios oligopólicos. Pero en el escenario de la política, que
se está acercando a un circo romano, está el Odiado Macri, que garantiza, como
agujero negro, en realidad agujero blanco y rubio, que el absoluto mal le quede
pegoteado. Méritos le sobran al Jefe del Operativo Deshaciendo Buenos Aires.
Cierra servicios esenciales en salud, desabastece comedores, realiza planes de
construcción/destrucción de altísima rentabilidad para él y sus más de 40
ladrones. Decir que al Odiado lo legitimó dos
veces el voto popular sería la banalización absoluta de la democracia.
El origen no es el destino, y el Odiado ganó porque nuestro “retroprogresismo”[1]
hizo todo lo posible para errar los goles fáciles y permitir que le hagan los
goles difíciles. No olvidemos la trifecta “Filmus, Boudou, Tomada”. Triste
forma de elegir candidatos elegidos previamente por el Ejecutivo, y elegidos
finalmente por el Ejecutivo. Tres marcas en la góndola de la Gobernación de la Ciudad para ver quien medía
mejor. A uno de los que medía peor se lo premió con un billete premiado: la
fórmula presidencial. De esa forma, con un discurso anodino, el vecinal, que
luego siguió prendiendo, Macri ganó trotando. Luego despedazó a las comunas,
pero ya nada importa. De la misma forma que me resulta difícil el discurso anti
90 en la ciudad autónoma, para tolerarlo en la provincia de buenos aires, ahora
me sigue resultando paradojal tener que aceptar a un vicepresidente liberal y
no aceptar a un jefe de gobierno liberal. Aunque yo lo llame fascista de
consorcio, no lo es más que el Bendito Guildo, aliado de un Gobierno que
debería ser su enemigo.
Lo amado en una época será lo
odiado en la próxima. Triste final de las utopías populares sostenidas en
dobles, triples discursos y una distancia cada vez mayor entre el sentir, el
pensar y el hacer. ¿Se puede odiar a Magneto y amar a Roggio? Yo puedo odiarlos
a los dos, a los tres, porque hace tiempo aprendí que para amar al socialismo,
primero hay que odiar al capitalismo. Aunque sea serio. Y quizá justamente por
eso.
*Médico Psiquiátra y Psicoanalista. Cooperativista. Miembro fundador de
Ático Cooperativa de Salud
[1] “Retroprogresismo” es el
título de un trabajo de mi autoría que publicó la Agencia de Noticias Pelota
de Trapo.
ResponderEliminarEsto es retropelotudismo .
¿Se puede odiar al capitalismo y vivir cómodamente de el, como hace este creador de metáforas de sobre de azúcar?
Se puede, siendo muy hipócrita.
Te agradezco tu profundo análisis de mi texto. Sos lo maximo
ResponderEliminarComo siempre dijiste: "consistencia, coherencia y credibilidad". Y lo seguis practicando. Es cierto tu análisis querido Alfredo, y es muy cierto que se han desperdiciado oportunidades preciosas para el campo popular y que no se dan habitualmente. También la ha tenido Alfonsín, padre biológico y político de muchos que hoy están en el gobierno. Y fue la excepción, porque siempre parecería que está dentro del peronismo esa posibilidad de convencer a las grandes mayorías (que no son la oligarquía que nos gobierna), incluso la parte de la clase media (que no es la mayoría aunque que sí quiere ser oligárquica). Pero hay que esperar que el mono se vista de rosa? No. Pero parecería que hay que meterse en el cambiador, dentro de esas mayorías para que algo cambie en esos momentos preciosos. Y esta es la discusión: cómo hacer una política que llegue a esas mayorías para tener oportunidad de que algo cambie. Mientras tanto la resistencia cultural-polítca-social la seguiremos expresando, pero es una expresión que (por ahora) no transforma la penosa realidad de aquellas mayorías. Querido amigo, con el afecto de siemnpre te mando un abrazo. Oscar.
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