Algunas hipótesis para pensar sobre la juventud “tomada”
Por Jorge Garaventa*
(para La Tecl@ Eñe)
(para La Tecl@ Eñe)
Ilustración: Río Rojo-Mondongo
En este país en el que las patotas matan a los militantes para hacer tronar el escarmiento, la juventud duele.
Hace mucho tiempo que nuestras preocupa- acciones son en torno a la juventud, su destino de blanco móvil y sus movimientos de implosión inducida. Hemos ido mostrando como la sociedad tiene una dirección clara hacia el sector: margina, estigmatiza y finalmente elimina. Sea cual fuere la acción final que quitó una vida joven, sea cual fuere el acto que lo colocó en la mira, el circuito completó su recorrido exitosamente.
La juventud molesta, esto no es nuevo. Molesta su sexualidad, molestan sus exigencias, molesta su diversión…molesta.
Aquí es interesante mostrar un movimiento social que se aceita para expulsar. Sabido es que lo más efectivo de los patovicas suele ser su capacidad de captar a las víctimas proyectando paranoicamente sus propios sentimientos y experiencias de marginación, y que en un solo movimiento, en una burda identificación con el agresor escupen la misma saliva que sintieron en su epidermis y salen a matar.
La desvalorización y sometimiento de la mujer, propiciada desde nuestra realidad patriarcal, no sería posible sin el concurso de la transmisión que de madres a hijas, vía colonización mental, apunta a perpetuar el rol.
Lo que intentamos señalar es que cuando decimos que la sociedad propicia, estamos hablando de un todo hegemónico que da contorno a una cultura dominante, que también incluye porciones juveniles. No seríamos veraces si no señaláramos que la masiva movilización de la iglesia católica contra el matrimonio igualitario estaba poblada mayoritariamente por adolescentes y jóvenes.
De cualquier manera es importante decir que no hay una actitud de, o sobre la juventud, que pueda pensarse como abarcativa del todo. También, que a los fines de este escrito sinonimizamos, tal vez caprichosamente, adolescencia y juventud.
Hace unos días los medios y sus analistas se sorprendían por la masiva presencia de jóvenes de clase media durante el velatorio de Néstor Kirchner. Sin embargo, que los monopolios de la información hubieran decidido negarlo no nos exime a nosotros de reconocer que “esa juventud maravillosa” ya viene transitando las calles encabezando las diversas luchas y que se muestra inquebrantable a la hora de las exigencias que considera legítimas por derecho propio. No es ocioso señalar una vez más que ha sido la juventud la que con más víctimas sigue regando el tránsito hacia una democracia consolidada.
Esta juventud de pie que encanta hoy a los medios opositores y oficialistas es, no obstante, solo una expresión sectorial difícil de cuantificar seriamente.
Hay otras realidades sobre las que es imprescindible detenerse. Venimos diciendo enfáticamente que no creemos en las caracterizaciones que terminan en la criminalización de los jóvenes, sobre todo porque son arbitrarias, antojadizas y mentirosas. Pero a la par venimos advirtiendo que los hay, y no pocos, y tal vez cada vez mas, inmersos en espirales de violencia autogeneradas, otros subidos a la pira sacrificial del Paco y muchos transitando la carretera del aturdimiento, tomados por el alcohol. Nuestro horror radica en la sospecha de que serán demasiados los que no podrán decir mañana, “que fue una etapa de su vida” porque encuentran cerrada la senda de ese mañana.
Una excursión a los alrededores de los lugares de diversión es un viaje a imágenes que muestran la lastimadura más sangrante del tejido social. ¿Qué ha pasado por la vida de esas chicas y muchachos para que devengan despojo amontonado por el alcohol? ¿Cómo fue que de la graciosa ceremonia de hacer el cuatro, desembocamos en este ritual de shock etílico donde lo que se puede perder no es la estabilidad sino la vida misma? Porque quede claro, lo que hablamos, poco o nada tiene que ver con las bacanales romanas que tenían un marco, un sentido y una resolución. Aquí no hay marco continente, es el reino del sinsentido y la vida queda atrapada en el juego macabro donde la única resolución es el fuera de juego.
Sabemos que las estructuras psíquicas particulares hacen nudo con las ofertas sociales patológicas y generan sintomatologías de época. Hasta ahí una explicación individual que nos permite discernir porque los unos si y los otros no. De paso damos por tierra con la tentación moralizante. No hay los buenos y los malos sino los mas o menos expuestos, los mas o menos vulnerables.
Hablamos del alcohol que ni siquiera gusta, porque no se saborea. Se traga para que queme. El consumismo tiene mucho que ver con esto. Pero a secas no explica nada. Liquidadas las expectativas de Ser a través de un desarrollo vital, cobra espacio el Tener. “No se roba por la merca sino por la marca”, concluí en un estudio informal sobre jóvenes en conflicto por la ley penal. Se crean demandas que luego se hacen inalcanzables y cuando se llega…ya es tarde.
La mentada carrera tecnológica y su espantoso marketing es la vidriera. Siempre se está un modelo atrás en el celular, llegamos a la notebook cuando ya está la netbook, un mundial sin plasma no es mundial, y así sucesivamente.
La ansiedad es la expresión del deseo que puede concretarse, o no pero que lega una constante sensación de angustia insatisfecha o de insatisfacción angustiosa.
Olvidamos decir que este es el mundo del adulto exitoso que está siempre en guardia, con el teléfono móvil gatillado, dispuesto a disparar en cualquier momento. Se corre, no se sabe para que pero se corre, se cambia de negocio, de empleo, de facha.
El adolescente mira ese mundo por la puerta entreabierta. La calesita gira cada vez más rápido, y hay que montarse en ella porque de eso se trata el triunfo en el mundo moderno. Genera ansiedad a cuenta por la que va a venir en el ¿futuro? Se angustia también a cuenta. Es tiempo de diversión, luego vendrá el resto. La diversión, el ocio creativo se suponen la recarga de batería para seguir habitando el mundo de la productividad. Pero, aún no empezó y ya hay una insatisfacción que suena a estructural, una ansiedad que “es parte de la personalidad”, hay que llenar un tanque que parece desfondado. ¿Hay forma de satisfacción?
Ahí empieza la serie porque lo que llamamos insatisfacción es un agujero negro que no solo no se puede llenar sino que genera dudas acerca de si es posible hacerlo alguna vez. Y nada más angustioso que un deseo insatisfecho que amenaza con eternidad. Y nada más angustioso que la incertidumbre.
El mundo adulto no es el escenario mas deseado para la juventud como lo fue en otras épocas, que no por pasadas fueron mejores pero si algo más previsibles. Hay la sospecha de un mundo inhóspito, agresivo, competitivo, cruel, desvalorizante y encima inmerso de valores enajenantes y violentos. No es una buena invitación crecer, no es una buena idea sentir, no es lo mejor conectarse.
Pero ocurre que el mundo joven tampoco es un bálsamo. Involucrarse suele ser un camino, poder pensar el mundo con otros. No siempre se puede, no todos lo pueden.
La anestesia alcohólica engaña con olvidar, y de ahí al despropósito hay un paso. Los drinkings de la desazón son el fileteado en el cuerpo de una cabeza que ya lucía quemada.
Como dicen Los Redondos: “…este mundo, esta empresa, este mundo de hoy, que te esnifa la cabeza una y otra vez, en una línea y otra línea y otra línea mas, voy cumpliendo como puedo, yo me bajo acá…”
Pero no todos pueden…
*Psicólogo
Hace mucho tiempo que nuestras preocupa- acciones son en torno a la juventud, su destino de blanco móvil y sus movimientos de implosión inducida. Hemos ido mostrando como la sociedad tiene una dirección clara hacia el sector: margina, estigmatiza y finalmente elimina. Sea cual fuere la acción final que quitó una vida joven, sea cual fuere el acto que lo colocó en la mira, el circuito completó su recorrido exitosamente.
La juventud molesta, esto no es nuevo. Molesta su sexualidad, molestan sus exigencias, molesta su diversión…molesta.
Aquí es interesante mostrar un movimiento social que se aceita para expulsar. Sabido es que lo más efectivo de los patovicas suele ser su capacidad de captar a las víctimas proyectando paranoicamente sus propios sentimientos y experiencias de marginación, y que en un solo movimiento, en una burda identificación con el agresor escupen la misma saliva que sintieron en su epidermis y salen a matar.
La desvalorización y sometimiento de la mujer, propiciada desde nuestra realidad patriarcal, no sería posible sin el concurso de la transmisión que de madres a hijas, vía colonización mental, apunta a perpetuar el rol.
Lo que intentamos señalar es que cuando decimos que la sociedad propicia, estamos hablando de un todo hegemónico que da contorno a una cultura dominante, que también incluye porciones juveniles. No seríamos veraces si no señaláramos que la masiva movilización de la iglesia católica contra el matrimonio igualitario estaba poblada mayoritariamente por adolescentes y jóvenes.
De cualquier manera es importante decir que no hay una actitud de, o sobre la juventud, que pueda pensarse como abarcativa del todo. También, que a los fines de este escrito sinonimizamos, tal vez caprichosamente, adolescencia y juventud.
Hace unos días los medios y sus analistas se sorprendían por la masiva presencia de jóvenes de clase media durante el velatorio de Néstor Kirchner. Sin embargo, que los monopolios de la información hubieran decidido negarlo no nos exime a nosotros de reconocer que “esa juventud maravillosa” ya viene transitando las calles encabezando las diversas luchas y que se muestra inquebrantable a la hora de las exigencias que considera legítimas por derecho propio. No es ocioso señalar una vez más que ha sido la juventud la que con más víctimas sigue regando el tránsito hacia una democracia consolidada.
Esta juventud de pie que encanta hoy a los medios opositores y oficialistas es, no obstante, solo una expresión sectorial difícil de cuantificar seriamente.
Hay otras realidades sobre las que es imprescindible detenerse. Venimos diciendo enfáticamente que no creemos en las caracterizaciones que terminan en la criminalización de los jóvenes, sobre todo porque son arbitrarias, antojadizas y mentirosas. Pero a la par venimos advirtiendo que los hay, y no pocos, y tal vez cada vez mas, inmersos en espirales de violencia autogeneradas, otros subidos a la pira sacrificial del Paco y muchos transitando la carretera del aturdimiento, tomados por el alcohol. Nuestro horror radica en la sospecha de que serán demasiados los que no podrán decir mañana, “que fue una etapa de su vida” porque encuentran cerrada la senda de ese mañana.
Una excursión a los alrededores de los lugares de diversión es un viaje a imágenes que muestran la lastimadura más sangrante del tejido social. ¿Qué ha pasado por la vida de esas chicas y muchachos para que devengan despojo amontonado por el alcohol? ¿Cómo fue que de la graciosa ceremonia de hacer el cuatro, desembocamos en este ritual de shock etílico donde lo que se puede perder no es la estabilidad sino la vida misma? Porque quede claro, lo que hablamos, poco o nada tiene que ver con las bacanales romanas que tenían un marco, un sentido y una resolución. Aquí no hay marco continente, es el reino del sinsentido y la vida queda atrapada en el juego macabro donde la única resolución es el fuera de juego.
Sabemos que las estructuras psíquicas particulares hacen nudo con las ofertas sociales patológicas y generan sintomatologías de época. Hasta ahí una explicación individual que nos permite discernir porque los unos si y los otros no. De paso damos por tierra con la tentación moralizante. No hay los buenos y los malos sino los mas o menos expuestos, los mas o menos vulnerables.
Hablamos del alcohol que ni siquiera gusta, porque no se saborea. Se traga para que queme. El consumismo tiene mucho que ver con esto. Pero a secas no explica nada. Liquidadas las expectativas de Ser a través de un desarrollo vital, cobra espacio el Tener. “No se roba por la merca sino por la marca”, concluí en un estudio informal sobre jóvenes en conflicto por la ley penal. Se crean demandas que luego se hacen inalcanzables y cuando se llega…ya es tarde.
La mentada carrera tecnológica y su espantoso marketing es la vidriera. Siempre se está un modelo atrás en el celular, llegamos a la notebook cuando ya está la netbook, un mundial sin plasma no es mundial, y así sucesivamente.
La ansiedad es la expresión del deseo que puede concretarse, o no pero que lega una constante sensación de angustia insatisfecha o de insatisfacción angustiosa.
Olvidamos decir que este es el mundo del adulto exitoso que está siempre en guardia, con el teléfono móvil gatillado, dispuesto a disparar en cualquier momento. Se corre, no se sabe para que pero se corre, se cambia de negocio, de empleo, de facha.
El adolescente mira ese mundo por la puerta entreabierta. La calesita gira cada vez más rápido, y hay que montarse en ella porque de eso se trata el triunfo en el mundo moderno. Genera ansiedad a cuenta por la que va a venir en el ¿futuro? Se angustia también a cuenta. Es tiempo de diversión, luego vendrá el resto. La diversión, el ocio creativo se suponen la recarga de batería para seguir habitando el mundo de la productividad. Pero, aún no empezó y ya hay una insatisfacción que suena a estructural, una ansiedad que “es parte de la personalidad”, hay que llenar un tanque que parece desfondado. ¿Hay forma de satisfacción?
Ahí empieza la serie porque lo que llamamos insatisfacción es un agujero negro que no solo no se puede llenar sino que genera dudas acerca de si es posible hacerlo alguna vez. Y nada más angustioso que un deseo insatisfecho que amenaza con eternidad. Y nada más angustioso que la incertidumbre.
El mundo adulto no es el escenario mas deseado para la juventud como lo fue en otras épocas, que no por pasadas fueron mejores pero si algo más previsibles. Hay la sospecha de un mundo inhóspito, agresivo, competitivo, cruel, desvalorizante y encima inmerso de valores enajenantes y violentos. No es una buena invitación crecer, no es una buena idea sentir, no es lo mejor conectarse.
Pero ocurre que el mundo joven tampoco es un bálsamo. Involucrarse suele ser un camino, poder pensar el mundo con otros. No siempre se puede, no todos lo pueden.
La anestesia alcohólica engaña con olvidar, y de ahí al despropósito hay un paso. Los drinkings de la desazón son el fileteado en el cuerpo de una cabeza que ya lucía quemada.
Como dicen Los Redondos: “…este mundo, esta empresa, este mundo de hoy, que te esnifa la cabeza una y otra vez, en una línea y otra línea y otra línea mas, voy cumpliendo como puedo, yo me bajo acá…”
Pero no todos pueden…
*Psicólogo
Notas
1) La canción es “Rock para los dientes”, de Solari y Bellisón
2) Snifar, del inglés, Sniff, aspirar por la nariz
1) La canción es “Rock para los dientes”, de Solari y Bellisón
2) Snifar, del inglés, Sniff, aspirar por la nariz
que buena información!! de donde esta sacada? realmente es muy interesante!!
ResponderEliminarestoy en una de mis oficinas amobladas en buenos aires trabajando y me encantaría leer mas sobre esto ya que es muy difícil estar con adolescentes y ayudarlos