Ricardo Carpani: Arte y revolución
Por Rubén Liggera*
(para La Tecl@ Eñe)
“Si mi poesía no sirve para cambiar la sociedad, no sirve para nada”
Roberto J. Santoro
Consustanciado con la época, algo semejante a lo expresado por el poeta dirá su contemporáneo, el pintor Ricardo Carpani:”Simplemente declaro mi convicción de que sólo puede ser un arte [el latinoamericano] afirmativo, comunicativo y abierto, exactamente lo opuesto a todo subjetivismo introspectivo, cerrado, ombliguista y enfermizo. Un arte revolucionario en su contenido y en su forma, pero en el único sentido legítimo que tiene esta palabra: su sentido social y humano, y por lo tanto político. Pues solamente el hombre, socialmente considerado, da la dimensión revolucionaria. Nada se revoluciona si simultáneamente no se revoluciona la realidad social íntegra” (Arte y militancia, Bs. As., 2010; pág. 25. N de la R: las itálicas son del autor) Pero, con las disculpas del lector, merece la pena continuar con el pensamiento de Carpani:”Las `revoluciones ´estéticas, formales, parcializadas en el puro lenguaje y/o cerradas en sí mismas y ajenas al entorno social general, son meras ´revoluciones ´de laboratorio aséptico, mero cambio inesencial, experimentación por la experimentación, bloqueada sin salida en la pura abstracción.
“La verdadera revolución es concreta: son los hombres, la sociedad, quienes cambian; y es abierta: abarca la totalidad de la realidad e implica un cambio cualitativo, una superación de ésta.”(Ibíd.)
Luego del vendaval neoliberal la reedición de este ensayo de Carpani, Arte y militancia, editado por primera vez en España en 1975, se da en un contexto favorable para el debate ideológico sobre el arte y la cultura. Sus 87 páginas prologadas por Norberto Galasso despliegan un razonamiento desde lo general a lo particular. Su método de análisis es el pensamiento dialéctico del marxismo pero a partir de las realidades nacionales latinoamericanas. Al igual que el trabajo manual, en el sistema capitalista el trabajo del artista está alienado, por eso, luego de la desaparición del arte burgués- el “arte-mercancía”- desconectado e incomunicado con la sociedad, “…el camino hacia la realización del arte pasa por la recuperación plena de la función social a la que históricamente está destinado y determinó su aparición” (pp.27-28) Este será el tema central de su pensamiento. Luego del triunfo del proletariado”…el arte-lo estético- se irá reabsorbiendo en la realidad, es decir, en la vida concreta de los individuos”(p.31) Este “nuevo arte” fue, es y será el desvelo de numerosos artistas y pensadores del siglo pasado:¿cómo recuperar esa “función social” del arte?¿cómo hacer que los artistas pasen a formar parte indisoluble de sus sociedades, compartiendo destino?¿Cómo convertir a las grandes masas en protagonistas del quehacer artístico?¿Cómo se liberarán el arte y el trabajo?
Pero además de reflexionar sobre el arte y sus destinatarios, Ricardo Carpían lo demostró con su propia trayectoria pictórica.
Por Rubén Liggera*
(para La Tecl@ Eñe)
“Si mi poesía no sirve para cambiar la sociedad, no sirve para nada”
Roberto J. Santoro
Consustanciado con la época, algo semejante a lo expresado por el poeta dirá su contemporáneo, el pintor Ricardo Carpani:”Simplemente declaro mi convicción de que sólo puede ser un arte [el latinoamericano] afirmativo, comunicativo y abierto, exactamente lo opuesto a todo subjetivismo introspectivo, cerrado, ombliguista y enfermizo. Un arte revolucionario en su contenido y en su forma, pero en el único sentido legítimo que tiene esta palabra: su sentido social y humano, y por lo tanto político. Pues solamente el hombre, socialmente considerado, da la dimensión revolucionaria. Nada se revoluciona si simultáneamente no se revoluciona la realidad social íntegra” (Arte y militancia, Bs. As., 2010; pág. 25. N de la R: las itálicas son del autor) Pero, con las disculpas del lector, merece la pena continuar con el pensamiento de Carpani:”Las `revoluciones ´estéticas, formales, parcializadas en el puro lenguaje y/o cerradas en sí mismas y ajenas al entorno social general, son meras ´revoluciones ´de laboratorio aséptico, mero cambio inesencial, experimentación por la experimentación, bloqueada sin salida en la pura abstracción.
“La verdadera revolución es concreta: son los hombres, la sociedad, quienes cambian; y es abierta: abarca la totalidad de la realidad e implica un cambio cualitativo, una superación de ésta.”(Ibíd.)
Luego del vendaval neoliberal la reedición de este ensayo de Carpani, Arte y militancia, editado por primera vez en España en 1975, se da en un contexto favorable para el debate ideológico sobre el arte y la cultura. Sus 87 páginas prologadas por Norberto Galasso despliegan un razonamiento desde lo general a lo particular. Su método de análisis es el pensamiento dialéctico del marxismo pero a partir de las realidades nacionales latinoamericanas. Al igual que el trabajo manual, en el sistema capitalista el trabajo del artista está alienado, por eso, luego de la desaparición del arte burgués- el “arte-mercancía”- desconectado e incomunicado con la sociedad, “…el camino hacia la realización del arte pasa por la recuperación plena de la función social a la que históricamente está destinado y determinó su aparición” (pp.27-28) Este será el tema central de su pensamiento. Luego del triunfo del proletariado”…el arte-lo estético- se irá reabsorbiendo en la realidad, es decir, en la vida concreta de los individuos”(p.31) Este “nuevo arte” fue, es y será el desvelo de numerosos artistas y pensadores del siglo pasado:¿cómo recuperar esa “función social” del arte?¿cómo hacer que los artistas pasen a formar parte indisoluble de sus sociedades, compartiendo destino?¿Cómo convertir a las grandes masas en protagonistas del quehacer artístico?¿Cómo se liberarán el arte y el trabajo?
Pero además de reflexionar sobre el arte y sus destinatarios, Ricardo Carpían lo demostró con su propia trayectoria pictórica.
Luego de recibirse de abogado fue alumno tardío de Petorutti en 1952, fundador del Grupo Espartaco (Carpani, Sánchez, Mollari, Sessano, Butte, Diz y Di Bianco), sus tareas artísticas tuvieron, desde 1961, estrecha vinculación con las luchas obreras. En 1964, funda la revista Programa, con Alberto Belloni y Rubén Bornik. Un año después, ilustró con poderosos dibujos una edición popular del Martín Fierro: "Había que mostrar algo que el sistema ocultó sistemáticamente en la obra de Hernández: el gaucho perseguido por el aparato político."
Entre 1968 y 1972, junto a Rodolfo Walsh y otros intelectuales y militantes sociales, participa de las luchas de la combativa CGT de los Argentinos escindida de la oficial de la calle Azopardo. La lucha contra la dictadura de la Revolución Argentina (Onganía-Levingston-Lanusse) y el anhelado regreso de Perón lo encuentra junto a los trabajadores que protagonizaron el “Cordobazo” y otras rebeliones populares. Como militante político y como artista. En este período Carpani no solamente pintará murales para los sindicatos a cambio de la provisión de los materiales sino que también realizaría afiches políticos con sentido artístico: “Cuando se reestructura la CGT, creo que es en el '63 - con José Alonso como Secretario General, después de la Revolución Libertadora- surge el primer movimiento de protesta. Alonso me manda a llamar y me pide que haga el afiche, y ese primer afiche ´Ya Basta`, tuvo una gran repercusión, era la primera vez que se incorporaba una imagen artística a una causa concreta de lucha para los obreros. En general, los afiches se hacían solamente con texto o eran encargados a agencias de publicidad que les daban un estilo convencional publicitario. Por primera vez se incorporaba una imagen no convencional, y además con un fuerte contenido expresionista, en fin, tuvo una gran repercusión y a raíz de eso hice varios afiches más: el del primer aniversario de la desaparición de Felipe Vallese, otro sobre el segundo aniversario, otro sobre la desocupación, otro con el programa de la CGT de aquella época. Pero ya empezaba en el '64, todo el proceso de burocratización de la CGT histórica, entonces me abro, pero sigo colaborando a nivel de organizaciones obreras de base, con la resistencia peronista, trabajando ideológicamente, escribiendo, militando. Cuando surge la CGT de los Argentinos, creo que es en el '68 en el Congreso de Huerta Grande, con Ongaro, ahí me ligo de nuevo con el movimiento obrero organizado y empieza la etapa más intensa de colaboración, de trabajo gráfico y político, panfletos... en fin, incorporar la imagen artística a las reivindicaciones concretas de los trabajadores” (Fuente: HIJOS Rosario, Revista Pedro Rojas, 1996, en www.elortiba.org)
El golpe militar del ´76 lo obligó a autoexiliarse en Europa donde se hallaba. Al regresar, la realidad nacional será muy diferente:”De manera que esta realidad no la podes encarar con la misma imaginería, con la misma gráfica de aquella época, (…) El humor, la ironía y el sarcasmo son también armas críticas revolucionarias y hay que tratar de emplearlas, y bueno, en eso estoy. Si ustedes ven mi obra plástica de hoy en día están mezclados esos elementos, no son los obreros protestando y gritando porque ya no existen, en cambio hay un análisis crítico, la incorporación de la jungla como metáfora de la sociedad, en fin, todo un proceso que comenzó en el exilio. Hay una nueva imaginería, lo cual no quiere decir que se anule la anterior, sino más bien que se la complementa y profundiza. El arte auténtico es el que responde necesariamente a la sociedad de la cual surge, y que constituye una respuesta reactante con esa realidad, para mí ese es el único arte que tiene importancia” (Entrevista citada arriba)
Ahora luchará por la recuperación de la memoria histórica y la reivindicación de la democracia”…porque después de todo la democracia burguesa nos permite actuar políticamente”, expresó a H.I.J.O.S, pocos meses antes de su muerte el 9 de septiembre de 1997, a los 67 años. Incluso se atrevió a manifestar la necesidad de revisar el concepto marxista de “lucha de clases”. Es que en los ´90 ya no hay obreros industriales sino exclusión social: “ Este es el desafío que presenta el momento, porque la propia marginalidad tampoco se vislumbra a sí misma como un factor social de cambio, ni mucho menos, al contrario, es un factor ideológicamente hasta reaccionario. La pobreza no crea conciencia, la pobreza crea pobreza ideológica”. (El subrayado es nuestro)
Dejemos esta extensa digresión que nos sirvió para comprender al personaje y su época y volvamos al libro que nos ocupa.
Luego del tratamiento de la alienación y desaparición histórica del arte, decíamos: lo general, pasa a la discusión del arte “europeizante”en América Latina; arte nacional y militancia (“No hay pues modelos formales a copiar, ni estilo alguno a seguir, oficializándolo como arte oficial latinoamericano. El único modelo es la realidad social concreta y viva en su especificidad, a la cual el arte para ser nacional, debe adaptarse, siempre, en función de los criterios de eficacia comunicacional”, tengamos esto en cuenta); finalmente, la propuesta concreta: los talleres de militancia plástica de base. A esto queríamos llegar como lectores. Queríamos saber cómo se cerraba el círculo del pensamiento carpaniano. Arte más inserción en la clase obrera más producción “desde ella y para ella en función de sus necesidades y objetivos políticos liberadores” más “priorización de la eficacia comunicativa social del mensaje artístico” más función social del arte igual a prácticas nuevas (pp.77 y ss.)
¿Acaso un “realismo socialista” latinoamericano? De ninguna manera. En estos talleres populares se desarrollará primero una “tarea estrictamente política”, colectiva, acerca de la hegemonía política, social, cultural y artística de la clase obrera y luego, “desde las bases la incorporación de la imagen plástica a la lucha política revolucionaria”. Los pasos serán los siguientes: 1) cuestionamiento los moldes estéticos vigentes, 2) poner al arte en contacto con la clase obrera y el pueblo, 3)elaboración artística de la conciencia colectiva siendo reconocidas por las masas, 4) profundización de la actividad militante en la realización de un arte nacional simultáneamente con la realización del proyecto nacional y social y 5) como actividad complementaria, ayudar a la objetivación de su propia cultura, “en nuevas imágenes depuradas de todo vestigio elitista, y por tanto, colonizado”(p.81)
No se trata de hacer participar a la gente de los barrios en obras murales sin un objetivo preciso, intrascendente, sino en la “elaboración de imágenes dignas y calificadas, para comenzar posteriormente a desplegar la imaginación y la creatividad populares a partir de una base lo más sólida posible” (pp.83-84)
Es posible entonces recuperar el arte y sus mecanismos para transformarlos en el gran arte, el arte de todos, no como apología de un régimen o de un partido político sino para dotarlo otra vez de su función social desde una visión propia, nacional y popular.
Los mismos miedos, las mismas dudas, la misma alegría, la misma lucha, los mismos sueños, pero ahora, compartidos, fuera del mercadeo de las galerías y de la restricción de los museos.
Al pintor Rubén Pío Soberano, in memoriam.
*Poeta y Periodista. Dtor. del Suplemento Cultural del diario La Voz de Junín, Pcia. de Bs As
Entre 1968 y 1972, junto a Rodolfo Walsh y otros intelectuales y militantes sociales, participa de las luchas de la combativa CGT de los Argentinos escindida de la oficial de la calle Azopardo. La lucha contra la dictadura de la Revolución Argentina (Onganía-Levingston-Lanusse) y el anhelado regreso de Perón lo encuentra junto a los trabajadores que protagonizaron el “Cordobazo” y otras rebeliones populares. Como militante político y como artista. En este período Carpani no solamente pintará murales para los sindicatos a cambio de la provisión de los materiales sino que también realizaría afiches políticos con sentido artístico: “Cuando se reestructura la CGT, creo que es en el '63 - con José Alonso como Secretario General, después de la Revolución Libertadora- surge el primer movimiento de protesta. Alonso me manda a llamar y me pide que haga el afiche, y ese primer afiche ´Ya Basta`, tuvo una gran repercusión, era la primera vez que se incorporaba una imagen artística a una causa concreta de lucha para los obreros. En general, los afiches se hacían solamente con texto o eran encargados a agencias de publicidad que les daban un estilo convencional publicitario. Por primera vez se incorporaba una imagen no convencional, y además con un fuerte contenido expresionista, en fin, tuvo una gran repercusión y a raíz de eso hice varios afiches más: el del primer aniversario de la desaparición de Felipe Vallese, otro sobre el segundo aniversario, otro sobre la desocupación, otro con el programa de la CGT de aquella época. Pero ya empezaba en el '64, todo el proceso de burocratización de la CGT histórica, entonces me abro, pero sigo colaborando a nivel de organizaciones obreras de base, con la resistencia peronista, trabajando ideológicamente, escribiendo, militando. Cuando surge la CGT de los Argentinos, creo que es en el '68 en el Congreso de Huerta Grande, con Ongaro, ahí me ligo de nuevo con el movimiento obrero organizado y empieza la etapa más intensa de colaboración, de trabajo gráfico y político, panfletos... en fin, incorporar la imagen artística a las reivindicaciones concretas de los trabajadores” (Fuente: HIJOS Rosario, Revista Pedro Rojas, 1996, en www.elortiba.org)
El golpe militar del ´76 lo obligó a autoexiliarse en Europa donde se hallaba. Al regresar, la realidad nacional será muy diferente:”De manera que esta realidad no la podes encarar con la misma imaginería, con la misma gráfica de aquella época, (…) El humor, la ironía y el sarcasmo son también armas críticas revolucionarias y hay que tratar de emplearlas, y bueno, en eso estoy. Si ustedes ven mi obra plástica de hoy en día están mezclados esos elementos, no son los obreros protestando y gritando porque ya no existen, en cambio hay un análisis crítico, la incorporación de la jungla como metáfora de la sociedad, en fin, todo un proceso que comenzó en el exilio. Hay una nueva imaginería, lo cual no quiere decir que se anule la anterior, sino más bien que se la complementa y profundiza. El arte auténtico es el que responde necesariamente a la sociedad de la cual surge, y que constituye una respuesta reactante con esa realidad, para mí ese es el único arte que tiene importancia” (Entrevista citada arriba)
Ahora luchará por la recuperación de la memoria histórica y la reivindicación de la democracia”…porque después de todo la democracia burguesa nos permite actuar políticamente”, expresó a H.I.J.O.S, pocos meses antes de su muerte el 9 de septiembre de 1997, a los 67 años. Incluso se atrevió a manifestar la necesidad de revisar el concepto marxista de “lucha de clases”. Es que en los ´90 ya no hay obreros industriales sino exclusión social: “ Este es el desafío que presenta el momento, porque la propia marginalidad tampoco se vislumbra a sí misma como un factor social de cambio, ni mucho menos, al contrario, es un factor ideológicamente hasta reaccionario. La pobreza no crea conciencia, la pobreza crea pobreza ideológica”. (El subrayado es nuestro)
Dejemos esta extensa digresión que nos sirvió para comprender al personaje y su época y volvamos al libro que nos ocupa.
Luego del tratamiento de la alienación y desaparición histórica del arte, decíamos: lo general, pasa a la discusión del arte “europeizante”en América Latina; arte nacional y militancia (“No hay pues modelos formales a copiar, ni estilo alguno a seguir, oficializándolo como arte oficial latinoamericano. El único modelo es la realidad social concreta y viva en su especificidad, a la cual el arte para ser nacional, debe adaptarse, siempre, en función de los criterios de eficacia comunicacional”, tengamos esto en cuenta); finalmente, la propuesta concreta: los talleres de militancia plástica de base. A esto queríamos llegar como lectores. Queríamos saber cómo se cerraba el círculo del pensamiento carpaniano. Arte más inserción en la clase obrera más producción “desde ella y para ella en función de sus necesidades y objetivos políticos liberadores” más “priorización de la eficacia comunicativa social del mensaje artístico” más función social del arte igual a prácticas nuevas (pp.77 y ss.)
¿Acaso un “realismo socialista” latinoamericano? De ninguna manera. En estos talleres populares se desarrollará primero una “tarea estrictamente política”, colectiva, acerca de la hegemonía política, social, cultural y artística de la clase obrera y luego, “desde las bases la incorporación de la imagen plástica a la lucha política revolucionaria”. Los pasos serán los siguientes: 1) cuestionamiento los moldes estéticos vigentes, 2) poner al arte en contacto con la clase obrera y el pueblo, 3)elaboración artística de la conciencia colectiva siendo reconocidas por las masas, 4) profundización de la actividad militante en la realización de un arte nacional simultáneamente con la realización del proyecto nacional y social y 5) como actividad complementaria, ayudar a la objetivación de su propia cultura, “en nuevas imágenes depuradas de todo vestigio elitista, y por tanto, colonizado”(p.81)
No se trata de hacer participar a la gente de los barrios en obras murales sin un objetivo preciso, intrascendente, sino en la “elaboración de imágenes dignas y calificadas, para comenzar posteriormente a desplegar la imaginación y la creatividad populares a partir de una base lo más sólida posible” (pp.83-84)
Es posible entonces recuperar el arte y sus mecanismos para transformarlos en el gran arte, el arte de todos, no como apología de un régimen o de un partido político sino para dotarlo otra vez de su función social desde una visión propia, nacional y popular.
Los mismos miedos, las mismas dudas, la misma alegría, la misma lucha, los mismos sueños, pero ahora, compartidos, fuera del mercadeo de las galerías y de la restricción de los museos.
Al pintor Rubén Pío Soberano, in memoriam.
*Poeta y Periodista. Dtor. del Suplemento Cultural del diario La Voz de Junín, Pcia. de Bs As
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