Por Jorge Garaventa*
(para La Tecl@ Eñe)
“Frente a los hechos de violencia que ocurren no debemos dejarnos llevar por quienes provocan a la violencia. Más allá de las personas hay que asegurar paz social y estoy dispuesto a hacerlo preservando a las personas y los bienes; por eso he dictado el estado de sitio.”
Fernando de La Rúa, 20 de diciembre de 2001
“miraba por televisión y me parecía increíble, la gente golpeaba ollitas y caminaba hacia Plaza de Mayo. En un momento pensé que me gustaría estar allí porque presumía que iba a pasar algo histórico. Las cacerolas sonaban cada vez más fuertes y más cercanas, estaba más allá de la televisión. Me asomé al balcón, vivía en un primer piso, ahí nomás, ahí abajo, estaban mi peluquera, varios de mis vecinos, algunas compañeras de trabajo, los empleados del almacén, el remisero. Agarré una ollita y bajé y al rato llegaba en la plaza sintiendo que era protagonista de un cambio histórico.”
Una paciente, enero de 2002
“- Hola, ¿qué tal?, ¿bien?
- Sí, bien. Estoy para espiar...”
“Frente a los hechos de violencia que ocurren no debemos dejarnos llevar por quienes provocan a la violencia. Más allá de las personas hay que asegurar paz social y estoy dispuesto a hacerlo preservando a las personas y los bienes; por eso he dictado el estado de sitio.”
Fernando de La Rúa, 20 de diciembre de 2001
“miraba por televisión y me parecía increíble, la gente golpeaba ollitas y caminaba hacia Plaza de Mayo. En un momento pensé que me gustaría estar allí porque presumía que iba a pasar algo histórico. Las cacerolas sonaban cada vez más fuertes y más cercanas, estaba más allá de la televisión. Me asomé al balcón, vivía en un primer piso, ahí nomás, ahí abajo, estaban mi peluquera, varios de mis vecinos, algunas compañeras de trabajo, los empleados del almacén, el remisero. Agarré una ollita y bajé y al rato llegaba en la plaza sintiendo que era protagonista de un cambio histórico.”
Una paciente, enero de 2002
“- Hola, ¿qué tal?, ¿bien?
- Sí, bien. Estoy para espiar...”
Conrado Yazenza, La Tecl@ Eñe Nº 1, Octubre de 2001
Muy orgullosamente en nuestro estilo sureño, y por otro lado como deben ser las cosas para no perder su chispa, no todos los argentinos nos hemos puesto de acuerdo acerca no solo de lo que fue sino lo que significó el movimiento social que sacudió el país en toda su extensión, hace casi 10 años.
En lo personal me resisto a creer que La Tecl@ Eñe, esta publicación digital que hoy homenajeamos, haya nacido por casualidad, apenas unas semanas antes del estallido social.
Mas bien me atrevería a asegurar, a riesgo de ser desmentido por su creador, Conrado Yazenza, que este medio político cultural, o cultural político, que no es lo mismo pero es igual, germinó de las mismas semillas del hartazgo que terminaron de expulsar el ensayo aliancista, aquel que surge de las luchas contra las medidas económicas que imponía Cavallo, y que culmina, tristemente trayendo a Cavallo para que invente el milagro económico que operaría la salvación de la ropa.
Por eso pretendo tomarme la licencia de desplegar un raconto historizador sobre algunos acontecimientos políticos que se desarrollaron a la par del crecimiento de La Tecl@ Eñe. Tal vez no aporte más que recuerdos personales de esa porción de historia que nos sacudió a todos…no es poco.
Diez años después, poco o nada se puede agregar a la historia, tantas veces contada, pero siempre hay espacio para historizar, y desde este acto creativo seguramente surgirá más verdad que del relato fiel y despojado de los hechos.
Historizar es interpretar los hechos históricos a partir de signos interrelacionables que permitan desinvisibilizar las verdaderas causas motivantes. La observación aguda, se espera, impide la afirmación arbitraria. La solvencia de la historización esta dada por la consistencia interna sustentable en el análisis de la misma.
Volviendo a las jornadas de 19 y 20 de diciembre, en la explosión que condujo a la estampida del gobierno, ya a esa altura radical, confluyeron sectores de distinto signo, algunos incluso antagónicos, y lo que parecía constituir un grito homogéneo era en realidad una pluralidad de reivindicaciones sectoriales que no todas apuntaban a la salud republicana.
Por si ello fuera poco, no puede soslayarse que la elección que empieza a dar cauce definitivo a ese proceso da como vencedor en la primera vuelta al tristemente célebre riojano que deberá dirimir en balotaje con Néstor Kirchner, el delfín de Duhalde que aún ocupaba la primera magistratura, el último de los varios sucesores de De la Rúa.
Si hubo algo que preanunciaba el fracaso rotundo de quienes querían que se vayan todos era precisamente este final entre dos pejotistas, alumnos de la vieja escuela justicialista y tributarios de los vicios polítiqueros.
Ya era tarde para una respuesta contundente. Los ahorristas que supieron liderar gran parte de las demandas habían abandonado la lucha colectiva y recorrían individualmente caminos judiciales y administrativos que les permitieran volver a juntarse con sus tesoros arrebatados.
Las asambleas comenzaron a debilitarse por falta de un más allá unívoco que les permitiera avanzar hacia otro país posible, por el retiro de quienes confundían con el que se vayan todos con el repudio a cualquier forma de hacer política, y por la perpetuación de ciertos mecanismos del narcisismo de las diferencias.
Pero no obstante, así como pueden rastrearse antecedentes asamblearios en las respuestas organizadas al apagón por desidia de 1999, cuando cada esquina se convertía en un centro de organización y resistencia a la lógica capitalista que finalmente por primera vez debe recurrir a su capital para resarcir económicamente a usuarios no dispuestos a resignarse, las asambleas dejaron una huella en la epidermis social, y ya nada sería como antes. Como nunca y desde entonces surgen en cada conflicto, organizaciones independientes dispuestas a luchar por el ejercicio de sus derechos. Lo sectorial no obstante sigue careciendo de un eje que aglutine reivindicaciones.
Es en ese contexto que llegan las elecciones del 2003 con políticos perseguidos por el mal humor de la gente y que solo se asoman tibiamente en la campaña por temor al inevitable escrache.
Y es en ese contexto que Menem vuelve a ser el político mas votado con el 25 % de los sufragios seguido a metros por un casi desconocido Néstor Kirchner, el único político que se había negado a que se completara el mandato de De la Rúa y pedía elecciones ya en el 2001.
Pero el humor social estaba muy lejos de tolerar otro mandato del ex presidente y tanto los sondeos como el olfato político vaticinaban semejante debacle electoral que era mucho mas de lo que estaba dispuesto a tolerar el invicto riojano que finalmente decidió hacer mutis por el foro y dejó al santacruceño con la responsabilidad de recomponer un país que hasta ahí no era mas que una incógnita.
Ya habían caído Kosteki y Santillán, ya Duhalde había tenido que acortar plazos y aspiraciones, ya la sociedad había marcado el terreno y mostrado a las claras qué estaba dispuesta a tolerar y qué no.
Ha de haber pensado Kirchner entonces, en más de una oportunidad, que el afirmativo freudiano tal vez era veraz: “gobernar es una tarea imposible”
Hoy podemos afirmar que nada de lo ocurrido a partir de allí fue casual, ni el estilo de conducción, ni la orientación del gobierno, ni la elección de los adversarios a enfrentar.
Se trató de una reivindicación sectorial de la historia setentina cuyo punto de partida es claramente marcado por Kirchner el 24 de marzo de 2004 cuando ante una plaza desbordante de organismos y militantes de derechos humanos lanza el lacónico: “volvimos”. Hablaba del 1º de mayo de 1974 cuando la controversia entre Perón y los Montoneros resulta en el abandono de la plaza por parte de los numerosos grupos juveniles de la Tendencia Revolucionaria.
Lo que volvió no fueron ni los Montoneros, ni la Tendencia Revolucionaria, sino, mucho más valioso aún, la posibilidad de revisar el pasado y de debatir políticamente acerca de una época que había quedado ahogada en sangre por la acción genocida de las AAA y de la dictadura militar. Suele decirse, con cierta razón, se reinstaló “La Política”, sobre todo para quienes pretendemos no sinonimizar política y corrupción, sino que, lejos de ello, esta última es una degeneración de la primera.
Kirchner sabía, el desgobierno de Illia así lo había mostrado, lo difícil que era gobernar con el 23 % de los votos. Tal fue la perversa jugada del riojano, no someterse a una derrota y mucho menos darle consenso al futuro presidente.
Lo que para algunos fue una opción acorde con su militancia histórica y para otros un espectacular ejercicio de oportunismo, constituyó en realidad un riesgoso desafío de supervivencia frente a una sociedad efervescente que ya no toleraba mas de lo mismo.
No fue casual pero tampoco programático. Poco de lo que encaró el gobierno en políticas de derechos humanos y sociales había sido bandera de campaña. Una eficaz jugada que despertó entusiasmo popular en un gobierno al que pocas semanas antes el 77% de los votantes había dado la espalda.
La presencia de mandatarios populares de Latinoamérica fue el marco que entusiasmo a muchos y erizó la piel de no pocos. Fidel Castro, Lula, Chávez, Bachelet, Lugo, eran presencias demasiado fuertes para la asunción de un presidente que sospechado de ser el encargado de sepultar los reclamos del 19 y 20 de diciembre de 200, se convierte en su abanderado y hacedor. Porque en honor a la verdad, que el balotaje fuera entre Menem y Kirchner, dos representantes de las viejas políticas repudiadas era la representación del fracaso de aquella lucha.
Entonces podremos decir sobre el 25 de mayo de 2003, que aquí nace el amor y aquí nace el odio, que es como decir, se ponen blanco sobre negro las dos argentinas.
Aún quienes suponen oportunismo en las políticas de Derechos Humanos no pudieron dejar de asombrarse de cómo las banderas de la impunidad fueron arriadas y pudimos ver en el banquillo a quienes ya habíamos desistido de la esperanza de verlos juzgados y condenados.
No hablamos de un gobierno revolucionario, mas bien podríamos decir progresista y hasta conservador en algunos aspectos. Pero sería necio no reconocer que en la política contra los genocidas y sus cómplices no ha habido hasta hoy una sola vacilación.
Hace apenas unos meses Cristina Fernández corrió el eje de la discusión. “En el 2003 optamos por gobernar en esta dirección.” Ya no importaba que hubiera pasado antes sino cual era el camino que hoy se recorría.
Hubo algunas posiciones reprochables como por ejemplo el vacilante comportamiento político tras la masacre de Cromañón y el insólito sostén a Ibarra para quien el gobierno tenía planes que debió dejar en el camino. Probablemente algo de ese desacierto sea el germen que permitió el crecimiento de la derecha en Capital. Si el gobierno no hubiera intentado cobijar los constantes desaciertos de su ex aliado probablemente el porteño no sería tan esquivo. Porque bueno es recordar que según sondeos de la época y la percatación del clima social, Cromañón caló hondamente en los habitantes de Buenos Aires.
La inoportuna e improvisada estrategia política de retenciones planteada por Losteau rompe las trabajosas alianzas que Kirchner se había planteado con el grupo Clarín y los distintos sectores del campo pero pone en evidencia que esos grupos no tejen alianzas sino que defienden privilegios. Tal vez desde 1955 que no mostraban su inescrupulosidad de forma tan desembozada. No había grupos militares esta vez que pudieran encarar el trabajo sucio.
No obstante el flamante gobierno de Cristina Fernández no pudo captar que como todo movimiento conservador el empellón del campo se sustentaba en una cierta base popular, descreyó de la rebelión de los pueblitos del interior y se refugió en los “anuncios destituyentes” de la inteligentzia porteña encarnada en el Grupo Carta Abierta y pagó un alto precio en las elecciones del 2009.
Tampoco los patrones del campo y de la opinión advirtieron que sin el auxilio de los sables sangrantes sus victorias eran tan efímeras como pírricas y menospreciaron la capacidad de recuperación del gobierno que cuando pudo correrse de las riñas especulares tejió políticas sociales y revolucionó el espectro político. Ya no solo los genocidas darían con sus huesos en las cárceles comunes, los homosexuales podrían casarse y adoptar, la ley de medios quebraba el espinazo de los monopolios y ponía condiciones igualitarias para poder decir y escuchar, a la vez que la asignación universal por hijo y el plan Conectar Igualdad abrochaban a miles niños al sistema educativo.
No es mi idea hacer profesión de fe kirchnerista, trato de pensar cuales fueron los factores que dieron vuelta la tortilla y cementaron el sorpresivo y apabullante resultado electoral de hace unos días.
En el medio de tanto revuelo, tal vez en la mañana más tranquila de estos 10 años, el 27 de octubre de 2010 el corazón de Néstor Kirchner dice basta y puebla calles y casas de desconcierto.
Pero no por muy dicho deja de ser cierto. Las calles y plazas del país mostraron una vez mas lo impensado hasta ese momento, la masiva presencia juvenil que dejaba atrás décadas de indiferencia y que parece, habrá que demostrarlo, dispuesta a no regalar los destinos del país.
Fueron 10 años. Hoy nada es igual a entonces, salvo algo, sumamente importante, la generosidad de Conrado Yazenza que mes a mes nos abrió las puertas de La Tecl@ Eñe porque siempre supuso que algo tendríamos para decir…y el convite es tentador. Gracias y Feliz cumpleaños!!!
Muy orgullosamente en nuestro estilo sureño, y por otro lado como deben ser las cosas para no perder su chispa, no todos los argentinos nos hemos puesto de acuerdo acerca no solo de lo que fue sino lo que significó el movimiento social que sacudió el país en toda su extensión, hace casi 10 años.
En lo personal me resisto a creer que La Tecl@ Eñe, esta publicación digital que hoy homenajeamos, haya nacido por casualidad, apenas unas semanas antes del estallido social.
Mas bien me atrevería a asegurar, a riesgo de ser desmentido por su creador, Conrado Yazenza, que este medio político cultural, o cultural político, que no es lo mismo pero es igual, germinó de las mismas semillas del hartazgo que terminaron de expulsar el ensayo aliancista, aquel que surge de las luchas contra las medidas económicas que imponía Cavallo, y que culmina, tristemente trayendo a Cavallo para que invente el milagro económico que operaría la salvación de la ropa.
Por eso pretendo tomarme la licencia de desplegar un raconto historizador sobre algunos acontecimientos políticos que se desarrollaron a la par del crecimiento de La Tecl@ Eñe. Tal vez no aporte más que recuerdos personales de esa porción de historia que nos sacudió a todos…no es poco.
Diez años después, poco o nada se puede agregar a la historia, tantas veces contada, pero siempre hay espacio para historizar, y desde este acto creativo seguramente surgirá más verdad que del relato fiel y despojado de los hechos.
Historizar es interpretar los hechos históricos a partir de signos interrelacionables que permitan desinvisibilizar las verdaderas causas motivantes. La observación aguda, se espera, impide la afirmación arbitraria. La solvencia de la historización esta dada por la consistencia interna sustentable en el análisis de la misma.
Volviendo a las jornadas de 19 y 20 de diciembre, en la explosión que condujo a la estampida del gobierno, ya a esa altura radical, confluyeron sectores de distinto signo, algunos incluso antagónicos, y lo que parecía constituir un grito homogéneo era en realidad una pluralidad de reivindicaciones sectoriales que no todas apuntaban a la salud republicana.
Por si ello fuera poco, no puede soslayarse que la elección que empieza a dar cauce definitivo a ese proceso da como vencedor en la primera vuelta al tristemente célebre riojano que deberá dirimir en balotaje con Néstor Kirchner, el delfín de Duhalde que aún ocupaba la primera magistratura, el último de los varios sucesores de De la Rúa.
Si hubo algo que preanunciaba el fracaso rotundo de quienes querían que se vayan todos era precisamente este final entre dos pejotistas, alumnos de la vieja escuela justicialista y tributarios de los vicios polítiqueros.
Ya era tarde para una respuesta contundente. Los ahorristas que supieron liderar gran parte de las demandas habían abandonado la lucha colectiva y recorrían individualmente caminos judiciales y administrativos que les permitieran volver a juntarse con sus tesoros arrebatados.
Las asambleas comenzaron a debilitarse por falta de un más allá unívoco que les permitiera avanzar hacia otro país posible, por el retiro de quienes confundían con el que se vayan todos con el repudio a cualquier forma de hacer política, y por la perpetuación de ciertos mecanismos del narcisismo de las diferencias.
Pero no obstante, así como pueden rastrearse antecedentes asamblearios en las respuestas organizadas al apagón por desidia de 1999, cuando cada esquina se convertía en un centro de organización y resistencia a la lógica capitalista que finalmente por primera vez debe recurrir a su capital para resarcir económicamente a usuarios no dispuestos a resignarse, las asambleas dejaron una huella en la epidermis social, y ya nada sería como antes. Como nunca y desde entonces surgen en cada conflicto, organizaciones independientes dispuestas a luchar por el ejercicio de sus derechos. Lo sectorial no obstante sigue careciendo de un eje que aglutine reivindicaciones.
Es en ese contexto que llegan las elecciones del 2003 con políticos perseguidos por el mal humor de la gente y que solo se asoman tibiamente en la campaña por temor al inevitable escrache.
Y es en ese contexto que Menem vuelve a ser el político mas votado con el 25 % de los sufragios seguido a metros por un casi desconocido Néstor Kirchner, el único político que se había negado a que se completara el mandato de De la Rúa y pedía elecciones ya en el 2001.
Pero el humor social estaba muy lejos de tolerar otro mandato del ex presidente y tanto los sondeos como el olfato político vaticinaban semejante debacle electoral que era mucho mas de lo que estaba dispuesto a tolerar el invicto riojano que finalmente decidió hacer mutis por el foro y dejó al santacruceño con la responsabilidad de recomponer un país que hasta ahí no era mas que una incógnita.
Ya habían caído Kosteki y Santillán, ya Duhalde había tenido que acortar plazos y aspiraciones, ya la sociedad había marcado el terreno y mostrado a las claras qué estaba dispuesta a tolerar y qué no.
Ha de haber pensado Kirchner entonces, en más de una oportunidad, que el afirmativo freudiano tal vez era veraz: “gobernar es una tarea imposible”
Hoy podemos afirmar que nada de lo ocurrido a partir de allí fue casual, ni el estilo de conducción, ni la orientación del gobierno, ni la elección de los adversarios a enfrentar.
Se trató de una reivindicación sectorial de la historia setentina cuyo punto de partida es claramente marcado por Kirchner el 24 de marzo de 2004 cuando ante una plaza desbordante de organismos y militantes de derechos humanos lanza el lacónico: “volvimos”. Hablaba del 1º de mayo de 1974 cuando la controversia entre Perón y los Montoneros resulta en el abandono de la plaza por parte de los numerosos grupos juveniles de la Tendencia Revolucionaria.
Lo que volvió no fueron ni los Montoneros, ni la Tendencia Revolucionaria, sino, mucho más valioso aún, la posibilidad de revisar el pasado y de debatir políticamente acerca de una época que había quedado ahogada en sangre por la acción genocida de las AAA y de la dictadura militar. Suele decirse, con cierta razón, se reinstaló “La Política”, sobre todo para quienes pretendemos no sinonimizar política y corrupción, sino que, lejos de ello, esta última es una degeneración de la primera.
Kirchner sabía, el desgobierno de Illia así lo había mostrado, lo difícil que era gobernar con el 23 % de los votos. Tal fue la perversa jugada del riojano, no someterse a una derrota y mucho menos darle consenso al futuro presidente.
Lo que para algunos fue una opción acorde con su militancia histórica y para otros un espectacular ejercicio de oportunismo, constituyó en realidad un riesgoso desafío de supervivencia frente a una sociedad efervescente que ya no toleraba mas de lo mismo.
No fue casual pero tampoco programático. Poco de lo que encaró el gobierno en políticas de derechos humanos y sociales había sido bandera de campaña. Una eficaz jugada que despertó entusiasmo popular en un gobierno al que pocas semanas antes el 77% de los votantes había dado la espalda.
La presencia de mandatarios populares de Latinoamérica fue el marco que entusiasmo a muchos y erizó la piel de no pocos. Fidel Castro, Lula, Chávez, Bachelet, Lugo, eran presencias demasiado fuertes para la asunción de un presidente que sospechado de ser el encargado de sepultar los reclamos del 19 y 20 de diciembre de 200, se convierte en su abanderado y hacedor. Porque en honor a la verdad, que el balotaje fuera entre Menem y Kirchner, dos representantes de las viejas políticas repudiadas era la representación del fracaso de aquella lucha.
Entonces podremos decir sobre el 25 de mayo de 2003, que aquí nace el amor y aquí nace el odio, que es como decir, se ponen blanco sobre negro las dos argentinas.
Aún quienes suponen oportunismo en las políticas de Derechos Humanos no pudieron dejar de asombrarse de cómo las banderas de la impunidad fueron arriadas y pudimos ver en el banquillo a quienes ya habíamos desistido de la esperanza de verlos juzgados y condenados.
No hablamos de un gobierno revolucionario, mas bien podríamos decir progresista y hasta conservador en algunos aspectos. Pero sería necio no reconocer que en la política contra los genocidas y sus cómplices no ha habido hasta hoy una sola vacilación.
Hace apenas unos meses Cristina Fernández corrió el eje de la discusión. “En el 2003 optamos por gobernar en esta dirección.” Ya no importaba que hubiera pasado antes sino cual era el camino que hoy se recorría.
Hubo algunas posiciones reprochables como por ejemplo el vacilante comportamiento político tras la masacre de Cromañón y el insólito sostén a Ibarra para quien el gobierno tenía planes que debió dejar en el camino. Probablemente algo de ese desacierto sea el germen que permitió el crecimiento de la derecha en Capital. Si el gobierno no hubiera intentado cobijar los constantes desaciertos de su ex aliado probablemente el porteño no sería tan esquivo. Porque bueno es recordar que según sondeos de la época y la percatación del clima social, Cromañón caló hondamente en los habitantes de Buenos Aires.
La inoportuna e improvisada estrategia política de retenciones planteada por Losteau rompe las trabajosas alianzas que Kirchner se había planteado con el grupo Clarín y los distintos sectores del campo pero pone en evidencia que esos grupos no tejen alianzas sino que defienden privilegios. Tal vez desde 1955 que no mostraban su inescrupulosidad de forma tan desembozada. No había grupos militares esta vez que pudieran encarar el trabajo sucio.
No obstante el flamante gobierno de Cristina Fernández no pudo captar que como todo movimiento conservador el empellón del campo se sustentaba en una cierta base popular, descreyó de la rebelión de los pueblitos del interior y se refugió en los “anuncios destituyentes” de la inteligentzia porteña encarnada en el Grupo Carta Abierta y pagó un alto precio en las elecciones del 2009.
Tampoco los patrones del campo y de la opinión advirtieron que sin el auxilio de los sables sangrantes sus victorias eran tan efímeras como pírricas y menospreciaron la capacidad de recuperación del gobierno que cuando pudo correrse de las riñas especulares tejió políticas sociales y revolucionó el espectro político. Ya no solo los genocidas darían con sus huesos en las cárceles comunes, los homosexuales podrían casarse y adoptar, la ley de medios quebraba el espinazo de los monopolios y ponía condiciones igualitarias para poder decir y escuchar, a la vez que la asignación universal por hijo y el plan Conectar Igualdad abrochaban a miles niños al sistema educativo.
No es mi idea hacer profesión de fe kirchnerista, trato de pensar cuales fueron los factores que dieron vuelta la tortilla y cementaron el sorpresivo y apabullante resultado electoral de hace unos días.
En el medio de tanto revuelo, tal vez en la mañana más tranquila de estos 10 años, el 27 de octubre de 2010 el corazón de Néstor Kirchner dice basta y puebla calles y casas de desconcierto.
Pero no por muy dicho deja de ser cierto. Las calles y plazas del país mostraron una vez mas lo impensado hasta ese momento, la masiva presencia juvenil que dejaba atrás décadas de indiferencia y que parece, habrá que demostrarlo, dispuesta a no regalar los destinos del país.
Fueron 10 años. Hoy nada es igual a entonces, salvo algo, sumamente importante, la generosidad de Conrado Yazenza que mes a mes nos abrió las puertas de La Tecl@ Eñe porque siempre supuso que algo tendríamos para decir…y el convite es tentador. Gracias y Feliz cumpleaños!!!
*psicólogo
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