Hay un deseo de dolarización
muy presente en la sociedad, más acentuado en las clases medias. Sin embargo,
este rasgo cultural está lejos de ser inmodificable. Las medidas que el
Gobierno Nacional viene tomando desde el último semestre de 2011 apuntan a ir
desarmando esa cultura dolarizadora, robusteciendo el modelo instalado en 2003,
y en ese aspecto son positivas
Por Carlos Heller*
(para La Tecl@ Eñe)
Hay un deseo de dolarización de portafolios muy presente en la sociedad, si
bien más acentuado en las clases medias. Sin embargo, este rasgo cultural está
lejos de ser inmodificable.
Existen muchos ejemplos de la realidad de cada momento histórico que
inciden en las decisiones de las personas sobre los deseos de poseer dólares.
Resulta interesante analizar cómo puede el Estado modificar la cultura a
través de los modelos económicos aplicados, como sucedió con la
Convertibilidad, que llevó al paroxismo la conducta dolarizadora, y que además
modificó el Código Civil para aceptar que la moneda extranjera tenga poder
cancelatorio. Esta posibilidad aún persiste y es momento de evaluar su
continuidad.
Otro cambio en la cultura se dio a partir de la salida abrupta de la
Convertibilidad; la crisis de 2001 significó un avance obligado en la pesificación,
mientras que la bonanza posterior hizo olvidar los deseos por el dólar hasta
que estalló la crisis internacional en septiembre de 2007, con la irrupción de
las hipotecas de baja calidad estadounidenses. Estas conductas refuerzan la
tesis según la cual el interés por el dólar sufre los vaivenes de los cambios
estructurales, tanto a nivel de la economía doméstica como de la internacional.
En este último mes, no puede desconocerse el impacto de la insistente
mención a la cotización del dólar ilegal o “blue” en los distintos medios y la
“falsa” relevancia adjudicada por economistas ortodoxos al mercado ilegal, que
ha incentivado en muchos un interés por el dólar que no estaba en su día a día.
Ahora que estamos transitando un modelo de país y de economía totalmente
distinto al de los noventa, están dadas las condiciones para comenzar un
proceso de mayor fortalecimiento de nuestra moneda, para que las operaciones se
realicen en la moneda nacional, como sucede en el resto de los países.
Ya se han dado pasos importantes para desdolarizar las operaciones de
comercio exterior. En 2008, los bancos centrales de Argentina y Brasil crearon
un sistema bilateral de pagos, cuyo objetivo es facilitar las transacciones
entre los dos países en monedas locales, aunque ha sido muy poco utilizado
hasta el momento. A un acuerdo similar han llegado recientemente China y Japón,
es decir, comercializar con las propias monedas, dejando de utilizar otras
divisas.
Con el entorno de la aguda crisis financiera y económica que están viviendo
los países centrales, y que se está trasladando a todo el mundo, es lógico y
necesario que el gobierno tenga un adecuado manejo de las operaciones
cambiarias y del mantenimiento del alto nivel de reservas internacionales. En
ese contexto, es totalmente justificable que el gobierno restrinja la compra de
divisas para atesoramiento, siendo un bien que en la actual situación resulta
escaso. Significa sostener el interés de todos por encima del de aquellos pocos
que pueden ahorrar en dólares o especulan. También es conveniente frenar el
crecimiento del mercado ilegal de divisas, el nombre correcto para el mercado
paralelo, un mercado que se utiliza para la especulación y el lavado de dinero.
Salvo las operaciones para atesoramiento, la compra de dólares para usos
determinados se viene realizando fluidamente, con medidas de mayor
transparencia; es así que están todos los dólares disponibles para las
importaciones con licencia aprobada, para las operaciones de créditos
hipotecarios para la compra de viviendas, y también para el turismo.
Creo que las medidas que se vienen tomando desde el último semestre de 2011
apuntan a ir desarmando esa cultura dolarizadora, robusteciendo el modelo
instalado en 2003, y en ese aspecto son positivas. En relación a la compra de
inmuebles y los viajes al exterior, estas operaciones pueden pactarse, y es
saludable que se realicen, en moneda nacional.
Respecto a la normativa de turismo, desde que se conoció expresé que era
una medida positiva y que llevaría a que los usuarios compren los paquetes en
pesos al tipo de cambio oficial.
Sin embargo, algunos medios recibieron la noticia en forma negativa. El Cronista informó en la tapa: “Dicen
que los requisitos que comienzan a regir hoy para los viajeros que deban
comprar moneda extranjera provocan temor y llevan a la cancelación de viajes”
(29.05.12); por su parte, el título principal de la portada de La Nación del mismo día fue “Confusión y
nervios por las nuevas normas para viajar”.
Una vez que el sistema comenzó a funcionar, las opiniones vertidas fueron
sustancialmente distintas; en El Cronista
del 08.06.12, se citan declaraciones de autoridades de la Cámara Argentina de
Turismo, que dicen que “desde que el formulario del ente recaudador fue
estrenado la semana pasada, el 90% de las operaciones de compra de divisas para
viajar están siendo validadas...”, para aclarar que “el 10% restante se trata
de personas que no tienen código fiscal o que, directamente, tienen todos sus
ingresos en negro”. El mismo día, La
Nación cita a varios representantes de la industria turística que hablan de
los beneficios de la citada resolución 3333.
En el entorno descrito, la decisión de la Presidenta de pasar su plazo fijo
en dólares a uno en pesos tiene un gran contenido simbólico que expresa la
decisión del gobierno de que no habrá ninguna política de shock, y que el Banco
Central va a seguir manejando el dólar como hasta ahora, sin sobresaltos. Creo
que es un acto personal de la Presidenta destinado a transmitirle confianza al
conjunto de la sociedad y salir al cruce de los devaluacionistas; de allí su
importancia.
** El artículo fue escrito especialmente para La Tecl@ Eñe el 12/06/12
* Diputado
Nacional, Frente Nuevo Encuentro
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