29 abril 2011

Sociedad/Tercera entrega de El desperdicio argentino/Mirta Vazquez de Teitelbaum

Tercera entrega de El desperdicio argentino

Aquello que amamos nos hace sufrir, lo que nos gusta a veces nos mata, lo que apetecemos está prohibido. ¿Qué hacer?

Por Mirta Vazquez de Teitelbaum*

(para La Tecl@ Eñe)
Foto: Man Ray

Contar hasta tres

La lengua nos da refranes. Contar hasta diez… es un modo de contener la impaciencia y posponer, mediante una apretada reflexión, un acto que se preveía violento.
Si se realiza como ejercicio 10 segundos, bien contados, son suficientes para permitir, a veces, detener la reacción. Aunque sabemos en psicoanálisis del valor de la prisa, ya que en otras tantas ocasiones 10 segundos suponen perder la oportunidad de actuar.
Otra vez la relatividad del tiempo cronológico y su articulación con la subjetividad como indicaba en la segunda entrega respecto de Hamlet.
Contar hasta por lo menos 3 se refiere al tiempo del acto, donde el sujeto sufre una pérdida, no al tiempo más o menos rápido de una reacción.
Paso a explicarlo.
Acabo de ver una obra de teatro de Rafael Spregelburd: Apátrida.
Se trata de un duelo entre un pintor famoso y un crítico español que tuvo lugar en el siglo XIX en Buenos Aires. La anécdota histórica le sirve a Spregelburd para mostrar una modalidad de enfrentamiento bajo la forma lógica del “o bien-o bien”, “o esto o lo otro”.
Es lo especular donde hay sólo dos lugares y Lacan lo refiere al modo en que se manifiesta la agresividad: “o yo o el otro”.
Lo interesante de la obra es que Spregelburd les hace decir a cada uno de sus personajes frases que encierran parte de una verdad. Pero no hay más que verdad a medias, la verdad no puede decirse toda…porque no hay todo.
Lo especular lleva a la confrontación a muerte y los personajes llegan a batirse a duelo.
Otra obra, esta vez un libro escrito por Cristina Bajo, Como vivido 100 veces, plantea la misma falsa opción pero a nivel nacional. La trama se desarrolla entre los años 1829 y 1934 en la provincia de Córdoba, Argentina, y el desenlace es una guerra civil.
La contienda armada obedece a la lógica del todo o nada y las pérdidas se contabilizan luego de finalizada. Hay vencedores y vencidos y cada parte sabrá lo que apostó, lo que perdió y lo que obtuvo como ganancia.
El tema, tanto en una como en otra obra, es que desde esta posición se juega la vida. Y también a veces se juega con la vida de los que forman parte de la situación.
Lo especular tiene su punto de partida en la constitución del sujeto que se realiza, según Lacan con la articulación de 3 registros: imaginario, simbólico y real. Los describe como redondeles anudados con una intersección central. De modo que este nudo es indisoluble pero, cuando se trata de “o uno u otro” prevalece el eje imaginario. Hay sólo dos lugares. Por eso el otro aparece como en espejo.
Y conviene contar hasta 3… Tomar los 3 registros anudados por una parte y, por otra, establecer cierta dialéctica entre los dos términos antagónicos que permita obtener algo novedoso, una solución que no estaba pensada antes.
Algunos la llaman una solución “superadora”. ¿De qué? Ningunos de las dos partes se quedará satisfecha por haber renunciado parcialmente a lo que considera su “verdad” aunque quizás pueda rever el asunto con lo que obtuvo de la verdad del otro. Es algo.
Lacan trabaja la paradoja del robo: “la bolsa o la vida”. Es la lógica del o bien-o bien.
Y en realidad dirá que la elección, forzada, compromete a ambas: si no se le da la bolsa se pierde la vida, si se le da queda una vida empobrecida. Es una apuesta. Y un ejemplo.
En algún momento se pensó que lo simbólico podía atemperar el goce. Es lo que se trata de transmitir en un psicoanálisis, uno por uno, aunque en la práctica nos encontramos con sujetos que no quieren eso y es lo que se llama resistencia.
No es voluntaria, es inconciente. El neurótico se da excusas y justificaciones permanentemente para mostrar que sufre sin merecerlo. Es lo que se dice: “se patea en contra”. Freud había encontrado a los que “fracasan al triunfar” en su práctica y escribió un artículo con ese título.
“Las paradojas del goce” es también el título de un libro de Jacques Alain Miller.
[1]
Aquello que amamos nos hace sufrir, lo que nos gusta a veces nos mata, lo que apetecemos está prohibido. ¿Qué hacer?
El psicoanálisis propone una salida individual.
La pregunta que me guía es respecto a lo colectivo. La Argentina es campo propicio para estas contiendas y sobran los ejemplos.
El discurso jurídico tiene el valor de relativizar la verdad de cada uno y, a diferencia de la guerra, permite plantear el desacuerdo de manera incruenta, pero antes de esa instancia: ¿qué hacer cuando predomina lo especular?
Cuando no se consigue moderar el odio, morigerar la revancha o llegar a acuerdos cediendo, no el deseo, sino algo de esa verdad que parecía inamovible aparece la violencia. Es la lucha a muerte con el otro, se desea su aniquilación.
Contar con el tres, entonces, antes que contar hasta tres.
Reubicar las diferencias en ese lugar tercero, exterior a la verdad de cada uno, no el punto medio porque no hay toda-verdad, y el medio supone una división justa.
Cada uno sabrá qué cede y qué retiene para que no se repita, “como vivida 100 veces” la misma historia.
De últimas, la historia está escrita por sujetos neuróticos. Los perversos cometen sus actos sin negación ni culpa alguna. Ellos no necesitan justificación.

*Mirta Vazquez de Teitelbaum
Psicoanalista
Miembro de la AMP (Asociación mundial de Psicoanálisis)
Miembro de la Eol (Escuela de la orientación lacaniana)
Miembro de Comisión Directiva de Aiap (Asociación de interacción Arte-Psicoanálisis)



[1] Jacques Alain Miller. Psicoanalista francés. Fundador de la Asociación Mundial de psicoanálisis.

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