Citas: ¿Afinidad o uso?
El repertorio de las citas
habla menos de una afinidad que de un uso. El desplazamiento de una liturgia
respetada desde siempre y desde todos los sectores del peronismo no puede
interpretarse simplemente como una abjuración de las viejas tradiciones sino
que habla de una necesidad de cambio de herramientas.
Por Marcos Mayer*
(para La Tecl@ Eñe)
Arturo Jauretche es una cita constante en el discurso presidencial donde
Perón no aparece y Evita es más una actitud que palabras del pasado a las que
se apele para sostener las actitudes presentes. La marchita no se canta en los
actos de los que participa Cristina. Este desplazamiento de una liturgia
respetada desde siempre y desde todos los sectores del peronismo –la
practicaron Montoneros y menemistas, para pensar en términos antagónicos- no
puede interpretarse simplemente como una abjuración de las viejas tradiciones y
un alejamiento irreversible de la línea histórica del justicialismo (como
sostienen los representantes del llamado peronismo histórico o federal) sino
que habla de una necesidad de cambio de herramientas. El repertorio de las
citas habla menos de una afinidad que de un uso. Seguramente Perón tenía pocas
coincidencias con Lenín cuyo “sólo la organización vence al tiempo” era una
constante en su discurso cuando buscaba articular los distintos sectores del
peronismo.
La elección de Jauretche se acentuó a partir de los conflictos de la 125.
Un episodio que marca una ruptura de aguas (creo que más en términos
discursivos que políticos y sociales) en la sociedad argentina. Allí Buzzi lo
citó y Aníbal Fernández le replicó que a Jauretche lo avergonzaría formar parte
del discurso agrario. Luis D’Elía criticó que Beatriz Sarlo lo ninguneara.
Braga Menéndez sostuvo que de estar vivo Jauretche sería kirchnerista, algo que
no se atrevería a decir respecto de Perón o de Evita.
Esta incorporación se puede ver
replicada en las redes sociales, donde quienes adhieren al gobierno, en
especial después de las cacerolas prefieren esta cita a todas las demás, de
manera casi abrumadora: “odian las minorías, porque conquistar derechos provoca
alegría, mientras perder privilegios provoca rencor.” A diferencia de Perón,
Jauretche sirve para moralizar, utilidad a la que habría que sumarle su incansable
crítica a las clases medias (sobre todo las urbanas) y su cuestionamiento de la
prensa tradicional. Queda de lado, aunque alguna vez Cristina haya aludido a
ella, la idea de “colonización pedagógica” que se reitera a lo largo de los
libros.
El cambio de sistema de citas responde a un posicionamiento diferente
dentro de un país que se imagina como partido al medio, Jauretche provee a la
autoafirmación del oficialismo una serie de valores que tienen la ventaja de
formar parte del sentido común. Del otro lado no parece haber a ver a quién
citar. Felizmente algunos viejos paradigmas –como Aguinis o Mariano Grondona-
han terminado de craquelar y como contrapartida discursiva está la sátira
devaluada de Lanata y los intentos (no siempre logrados) de construir una
mirada opositora racional por parte de Beatriz Sarlo y en menor medida, de
Caparrós.
En ningún caso parecen puntos de partida para pensar la situación de un
modo superador que permita pasar de este momento de ruptura y cruce de
acusaciones a la construcción de nuevos discursos que si apelan a las citas no
sea a la hora de calzarse el uniforme.
*Periodista
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