Por Rubén Américo Liggera*
(para La Tecl@ Eñe)
“Hay que cuidarse de este
diario. Ataca como partido y,
si uno le contesta, se
defiende con la libertad de prensa”.
César Jaroslavsky
Los gobiernos democráticos y populares latinoamericanos en esta última
década han puesto en crisis la concepción misma de las democracias liberales.
En efecto, luego de la restauración de fines del siglo XX, en esta nueva
centuria han irrumpido en la escena política líderes con amplio respaldo
popular que han interpelado al poder de las élites conservadoras.
Peyorativamente, se los considera “populistas” y practicantes de la “demagogia
vocinglera” a los gobiernos democráticos de Venezuela, Bolivia, Ecuador,
Uruguay y Argentina. Sin duda, porque son tumultuosos, porque dialogan sin
intermediarios con las clases bajas y trabajadores, porque generalmente no se
avienen a las “formas” tradicionales.
Así, ciertos sectores, ahora amenazados en su antiguo poderío, anteponen la idea de “República” liberal,
restringida y aristocratizante a la de las “Democracias populares”. Y por lo
pronto, no han dejado de realizar campañas y operaciones de diverso tipo e
intensidad contra estos gobiernos.
Paradójicamente, su principal aliado resulta ser “el cuarto poder”: la
prensa. Fue imaginado para control de los otros tres: el ejecutivo, el legislativo
y el judicial pero, sin embargo, desde hace mucho, no deja de ser un
instrumento más de presión y de chantaje a favor de sus mandantes: el gran poder
económico devenido en político. La prensa, entonces, ya no es libre, o como
gustan autodefinirse, independiente (si acaso alguna vez lo fue), sino, por el
contrario, que responde a los intereses del
capitalismo más concentrado. Y no solamente en nuestros países,
considerados “bananeros” por subdesarrollados y dependientes, sino en el propio
corazón del capitalismo: Inglaterra o los Estados Unidos.
Según Noam Chomsky [i], existen
tres modelos de organización de medios de comunicación:1) el oligopolio de las
grandes empresas, 2) el control estatal y 3) una política democrática de
comunicaciones. En estos ensayos, se refiere a una propuesta de los obispos
brasileños hacia finales de los ´80. Y ya por esos años Chomsky alertaba sobre
el peligro que suponía la concentración de los medios de comunicación y observaba
con atención al caso brasileño. Un valioso antecedente de lo que se fue
gestando “por abajo” en estas tierras y culminó con los “Veintiún puntos
básicos por el derecho a la
comunicación”, fundamentos de la ley que luego se aprobara en el Congreso de la
Nación.
El tiempo ha demostrado que las hipótesis del lingüista y filósofo norteamericano
eran correctas.
El primer modelo “reduce la participación democrática a cero” ya que no
existen el control de la comunidad y sería lo “natural” para las democracias
capitalistas, especialmente en los Estados Unidos; en el segundo, todo depende
de cómo funcione el sistema político( el Muro de Berlín se derrumbaba por esos
días; Cuba podría ser un ejemplo paradigmático en la actualidad) y el tercero
“…está aún por probarse en la práctica; al igual que un sistema sociopolítico
con participación popular significativa es asunto del futuro; una esperanza o
un temor, según la valoración de cada uno del derecho del público a dar forma a
sus propios asuntos”(Pág.41)
A pesar de haber sido escrito en 1989 y publicado por primera vez en
español en 1992, estas observaciones acerca del comportamiento de los medios
parecieran encontrar en América Latina y sobre todo en nuestro país, un teatro
de operaciones concreto, posible de ser estudiado, monitoreado y aún,
modificado.
A partir de la sanción de la Ley de Medios de Servicios Audiovisuales en el
2009 existe entonces una puja de poderes e intereses tendientes a conservar el status quo (el primer modelo descripto
por Chomsky) o a instalar definitivamente nuevas y más democráticas relaciones entre los medios
masivos de comunicación y los sujetos con derecho a la información, o sea el pueblo
(el tercer modelo, desarrollado como hipótesis).
Pero, simultáneamente y como condición necesaria, habrá que definir y
concretar ideológicamente ese modelo de país que la haga posible.
Ya sabemos que aquella democracia
formal (o republicana de manual) sólo ha servido a intereses unas elites
minoritarias, poseedoras del poder real y del ejercicio del gobierno para unos
pocos. Democracias oligárquicas o plutocracias que a lo largo de la historia
han sabido disciplinar a las sociedades recurriendo a métodos legales y de los otros cuando fue necesario. Y
siempre, la prensa fue un aliado indispensable para la formación del “sentido común” o el “consenso” nacional.
Para Argentina, estamos hablando de la patria agro exportadora, necesariamente
litoral y portuaria, dedicada a la producción primaria, según el esquema
imperial del siglo XIX. Un país para pocos, excluyente y por tanto, en algunos
momentos explícitamente represor.
Ahora bien, cuando las demandas sociales son receptadas, cambia el sentido
de las democracias. Si se escucha la voz de los postergados, ahora estamos ante
sistemas que intentan realizar cambios a favor de las mayorías afectando
intereses de los sectores tradicionales. Aparecen nuevas formas de acumulación
de poder e inevitablemente comienzan los enfrentamientos de clases que habían
sido acallados durante largos períodos. Son las democracias populares o
“populismos”, quizás las revoluciones posibles en nuestro continente.
Es de suponer cuál será la posición que adoptarán los medios concentrados
de comunicación que por otra parte, en el mundo capitalista y en Argentina, hace ya tiempo han dejado de ser empresas de
noticias para pasar a ser verdaderos oligopolios con actividades
diversificadas.
“La única fuerza que consigue aglutinar una acción opositora son los
medios, que se han transformado en el principal partido opositor. (Héctor)
Magnetto es uno de los ejes de la acción opositora en la Argentina, incluso si
él no actúa abiertamente en política. La acción opositora deriva hacia la
acción social de los medios y estos sectores representan la única oposición
creíble en este país”[ii], afirma
Ernesto Laclau, al analizar la realidad latinoamericana luego del reciente y
arrasador triunfo de Hugo Chávez en Venezuela y su paralelismo con nuestro
país, donde hoy la oposición se encuentra atomizada y sin liderazgos visibles.
Sin dramatizar, el denominado 7-D (por 7 de diciembre, fecha que estableció la Suprema Corte para que
el grupo Clarín se adecue a la Ley),
será una fecha clave para el desarrollo de nuestra democracia popular y
nacional.
Una mayor diversidad de voces democratizará la utilización de los medios
masivos de comunicación con la aparición de nuevos actores como universidades,
gobiernos provinciales, sindicatos, municipalidades, comunidades originarias,
villas, etc. al establecerse taxativamente el 33% para emisoras sin fines de
lucro, otro tanto para empresas comerciales y otro idéntico para el propio
Estado.
El caso argentino sería la avanzada de aquél futuro entrevisto por Noam
Chomsky hace un poco más de dos décadas en el país del norte:”El concepto de la
´democratización de los medios de comunicación` está desprovisto de significado
real en los términos del discurso político en estados Unidos. De hecho, la frase tiene connotaciones
paradójicas, o incluso, vagamente subversivas. La participación ciudadana se
consideraría una violación a la libertad de prensa, un atentado contra la
independencia de los medios de comunicación que distorsionaría la misión
emprendida de información al público sin temer a nada ni favorecer a nadie”(….)
“De acuerdo con los conceptos prevalecientes en EE.UU, no existe violación a la
Democracia si unas pocas grandes empresas controlan el sistema de
información…”(…)”Si sucede que la libertad de persuadir está concentrada en
pocas manos, debemos reconocer que ésa es la naturaleza de una sociedad libre”[iii] Luego
continúa desarrollando el concepto de las “ilusiones necesarias” que da título
al libro y refiere al permanente engaño a que los medios concentrados(y el
poder) someten al pueblo para ejercer -según ellos-una necesaria y atenta vigilancia
de la sociedad.
Pero el futuro es ahora: “Y aquí estamos, a días de saber si la democracia
podrá, si tendrá la fuerza suficiente como para torcerles el brazo a las
corporaciones. Y si sucede, si eso es lo que pasa, nadie sabe cómo será lo que
viene. Porque será un momento nuevo, absolutamente original. Será la primera
vez en la Argentina de los conglomerados mediáticos y del poder transnacional
en que las instituciones habrán puesto en su lugar a los que siempre, desde
hace 200 años, se vienen llevando puesta a la República”, afirma, esperanzada,
la docente y conductora Mariana Moyano.[iv]
Los sistemas políticos concretos, con sus virtudes y sus contradicciones, dan
contenido ideológico a la tensa disputa entre los intereses particulares, las
democracias restringidas y la ampliación de ciudadanía que suponen las
democracias populares y su lucha por la libertad.
*Periodista. Director del
Suplemento Cultural del diario La Voz de Junín
[i] Chomsky Noam, Ilusiones
Necesarias. Control del pensamiento en las sociedades democráticas, La
Plata, Bs. As., 2007
[ii] Cibeira,
Fernando. “ Los medios se han transformado en el principal partido opositor”,
entrevista a Ernesto Laclau, Página/12, 14.10.12
[iii] Chomsky, Noam, Op.Cit.,
pp.30 y ss.(Las negritas son nuestras)
[iv] Moyano, Mariana. “Un momento nuevo”, Página 12/, Opinión, 24.10.12
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