Otro voto en favor de la
juventud
Por Ronaldo Wright*
(para La Tecl@ Eñe)
Decíamos en artículos anteriores,
publicados en la revista digital de cultura y política “La Tecl@ Eñe”, que los jóvenes indignados del mundo vienen
reclamando con cierta insistencia por democracias más participativas en sus
países de pertenencia. Muy por el contrario, en la actualidad nuestros
adolescentes argentinos concurren a audiencias públicas realizadas en la Cámara
Alta del congreso nacional con el fin de exponer sus puntos de vista sobre la ampliación del voto a los menores de más
de dieciséis años de edad. Agrupados en centros de estudiantes, en
organizaciones juveniles o militando en algún
partido político, la juventud asistió con entusiasmo al salón Arturo
Illia y debatió en la Comisión de Asuntos Constitucionales del Senado de la
Nación esta posibilidad de aumentar sus derechos
ciudadanos, que consideran una
legítima conquista.
En primer término, queremos destacar
lo relevante que es para los adolescentes el poder reunirse detrás de un
proyecto, de una causa común; que otra vez los seduzca eso de
grupal que tiene la política. Como siempre, seguimos hablando de la posibilidad
de lograr un verdadero cambio de época, de romper con la era del vacío y terminar con el individualismo posmoderno como
única propuesta para la juventud. Basta de pibes encerrados en sus casas o en
sí mismos; basta de chicos atomizados, pues se trata de decir no a la
desmotivación comunitaria y social. Adolescentes de las más diversas
extracciones ideológicas opinando y participando es una hermosa oportunidad para
rejuvenecer
la política. Significa tanto la inclusión en la vida ciudadana como así también
el derecho a participar y, por qué no, incluso a equivocarse.
Todo parece encaminarse hacia la aprobación pluripartidista de la ley, pues el proyecto que habilita el voto juvenil
fue recientemente aprobado por un total de cincuenta y dos senadores —con sólo dos
abstenciones y tres votos en contra— pasando luego a la Cámara Baja para su correspondiente
tratamiento. De mantener los diputados esta ampliación
de ciudadanía, votar en las
elecciones nacionales será obligatorio para los adolescentes de 16 y 17 años
(tal como lo dispone el art. 37 de nuestra Constitución Nacional), aunque no
serán objeto de multas en caso de que no concurran a sufragar. En síntesis, ha
primado entonces el criterio de aquellos legisladores que defendieron el carácter voluntario de este derecho al voto sin la aplicación de sanción
ninguna para el casi millón y medio de jóvenes que se incorporarán al padrón
electoral.
En estos tiempos caracterizados
por el individualismo como signo de indiferencia, por la globalizada era de la fluidez y del
aburrimiento juvenil, pensamos que es este un avance en el sendero que lleva a
la consolidación de los adolescentes como sujetos activos y plenos de derechos.
El Estado y las instituciones deben asumir el compromiso de acompañar a los
sectores juveniles de la población para introducirse cada vez más en la vida comunitaria.
Estar a favor de la participación de los pibes en la política los forma como
ciudadanos —no sólo como meros consumidores— ampliando la esfera democrática
del país todo. Así, este proyecto de ley
brinda la posibilidad de participar a los jóvenes que quieran hacerlo y
otorga la libertad de no
sufragar a quienes no lo deseen. Estamos
claramente ante una concreta apuesta inclusiva.
Por su parte, creemos que sería de
suma importancia que, de aprobarse esta ley —al parecer en el curso del
presente mes de noviembre de 2012— se profundicen luego los contenidos pedagógicos referidos tanto a la instrucción cívica y democrática,
como a las responsabilidades derivadas del derecho al voto. Sería más que interesante
poder trabajar grupalmente en los colegios con pibes participando y cooperando
entre sí, en pos de ir incorporándose con la máxima naturalidad a las ideas y
convicciones políticas. Y sobre todo, aprendiendo desde temprana edad a
respetar a los que piensan distinto para así generar debates serios y
profundos. Toda tarea grupal es esencial y altamente enriquecedora. Concluimos
diciendo que aquello que sume actores al proceso
de decisiones institucionales
debe ser gratamente aceptado y siempre bienvenido.
*Psicólogo Social y Abogado,
www.ronaldowright.com.ar
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