06 mayo 2012

Conversación con Alberto Szpunberg/Poeta


Una charla en la encrucijada

Esta entrevista es parte de una larga conversación, vía correo electrónico, con el poeta Alberto Szpunberg. La charla fue surgiendo al calor de diferentes temas de interés y actualidad que derivaron en formulaciones más generales como, por ejemplo, la pregunta por la cultura, qué significa hablar de cultura, la pregunta por la vida misma urdida por palabras precarias apuntaladas por sus silencios.

Alberto Szpunberg (poeta)
(para La Tecl@ Eñe)



– La última vez que nos comunicamos me quedé con ganas de charlar sobre qué es la cultura.

– ¿La cultura? Bueno, un viejo tema ¿no?, tan viejo como la cultura misma, aunque imaginemos: en sus primeros atisbos, mucho, muchísimo antes de que asumiesen el pensamiento los sacerdotes y el músculo los currantes, la cultura no se preguntaba por sí misma, no era un tema, sino la realidad de un milagro: la vida misma, urdida como los hilos de una misma e infinita trama... No hay palabras o no hay más que la precariedad de las palabras, apuntaladas por sus propios silencios, para definir la cultura... A lo sumo un poema, un trazo rupestre, un fragmento de Heráclito... Se me ocurre que bastaba con las primeras chispas y la exhalación del aire sobre las brasas para que brote el fuego, ese derecho elementalmente humano –aún no vigente para gran parte de la humanidad– a la luz, al calor, al alimento... Pero no nos pongamos serios... ¿Sabés qué? Mejor imaginemos que acaso fue por esos tiempos prehistóricos del siglo XXI que un jefe de gobierno de la ciudad comenzó a bailotear sospechosamente (que no es bailar...) alrededor los rescoldos al ritmo de "Hagamos Buenos Aires". Y soplo va, soplo viene, llegamos a este estado de cosas: fuegos más fatuos que milagrosos, hasta el límite del macricidio...  

– Luego de años de algunas lecturas, entiendo que la cultura es el escenario en el cual se escenifican los dramas sociales, las disputas por el poder y por el sentido común...

– Veo, Conrado, que estás decidido a hablar en serio... Pero permitime que te conteste a mi manera... Hay términos y expresiones y hasta gestos muy significativos. Vos mismo hablás de la cultura como "escenario", nueva palabreja que se las trae... La muletilla "a ver...", otro ejemplo hoy tan de moda. Probable efecto colateral del show corporativo, todos los pensantes profesionales, como para confirmar cierta condición gerencial  –intelectuales, politólogos, políticos, escribas mediáticos...–, anteponen la necesidad de "ver" antes de hablar, como si realmente se tratase de una puesta en escena... Yo siempre creo, aún a riesgo de pecar de populismo (sé que por menos se va al infierno...), que el más indicado para decir "a ver..." es el pastorcito del conde Lucanor, ya que, cuando dice "a ver...", ve, y además dice con todas las letras lo que ve: "el rey está desnudo". Y mirá, Conrado, otro signo de los tiempos: la palabra "relato"... Es lo "lato" que se vuelve doblemente "lato", es decir, más dilatado, más "latoso", más dislate... Es el marido patriarcal machista de la "lata", por supuesto femenina... Hasta la Real Academia da una acepción sugestiva de la entrada "relato": "Se dice del sentido que, por extensión, se da a las palabras, sin que exacta o rigurosamente les corresponda". Más claro, agua...

– El esquema de un emisor poderoso sigue vigente, más aún luego de las concentraciones o fusiones empresariales y la globalización comunicacional. El receptor es un sujeto todavía débil, maleable e influenciable fácilmente...

– Es curioso el devenir de ciertas palabras clave... Allá por los años 40, se hablaba de la "circunstancia". La frase era: "El ser humano es él y su circunstancia". Bastaba citar entonces a "los doctores Ortega y Gasset" para que la conversación adquiriese aires de seriedad, rango de "cultura". Y perdón por la reiteración de una fuente monárquica, pero es divertido: entre otras acepciones, la Real Academia aún explica la entrada "circunstancia" como "el mundo en cuanto mundo de alguien". Este resabio de la Ilustración implicaba aceptar lo inevitable: algo tiene que ver lo que le pasa a todo ser humano –vos, yo, nuestros vecinos, el que lee estas líneas...– con el "mundanal ruido" que lo rodea, que lo "circunda", que lo "circunstancia".

– Esto sigue suponiendo un debate profundo en relación a la construcción de nuevos lenguajes, no sólo en los medios, sino en el lenguaje cotidiano, en la lengua en la que hablamos y discutimos en la calle, en las universidades...

– En una de sus Cartas desde la cárcel, Gramsci bromea con la palabra "idiota" y señala cómo derivó en un término despectivo el "idiota" de los griegos, o sea, el poseedor del "idios", de ese don de excelencia peculiar y propio que hace que un individuo sea destacado, sobresaliente por encima de los demás... Sin duda, Gramsci era un lector de Dostoyevski... Pero sigamos con la deriva de algunas palabras... Tras la "circunstancia" de Ortega, a mediados de los 50, el grupo "Contorno" impuso la consigna del "compromiso", que se convirtió en emblema de la izquierda y un amplio espectro progresista. Más de un poeta confundió el significante con un estuche y, de contrabando, ocultó en su interior un mensaje esclarecedor... Hasta Sábato se proclamó  escritor "comprometido"... El problema surgió cuando, al promediar la década, la Fusiladora demostró que, en estas latitudes, el "compromiso" estaba más cerca de los basurales de José León Suárez que del café parisino donde discutían Sartre y Camus. Este sobresalto del paisaje reforzó otro término: "coyuntura". Al menos, esta palabra implicaba una realidad más visceral. O para decirlo con cierta malicia, más "orgánica". En efecto, "coyuntura" es, en primera instancia, un término de la anatomía: "articulación o trabazón movible de un hueso con otro". Sólo después, en tiempos más bravos, se convirtió en una "combinación de factores y circunstancias que, para la decisión de un asunto importante, se presenta en una nación". Por las dudas, aclaro que mi cita reiterada de la RAE no es una maniobra de Repsol ni invalida mi apoyo a la estatización de YPF... Pero, para que la cum (con) iunctura (unión) fuese una verdadera "coyuntura", una verdadera "comunión", había que poner el cuerpo, esta única anatomía que tenemos. Había que arriesgarse, física y espiritualmente, a ser "orgánico". Y es lo que toda una generación asumió en los años 60-70. Para "los muchachos" se hizo evidente que la lengua vive en el habla, es coyuntura en serio, de carne y hueso, y no vive en el diccionario ni en la gramática ni en los manuales, incluso de marxismo-leninismo... Por eso el Che, que entonces nadie imaginaba como una cuestión de "diseño" (otra palabrita reveladora...), formuló aquello de que "en una revolución, cuando es auténtica, se triunfa o se muere". Él murió. Nuestros 30.000 muertos también murieron. Cabe sin embargo la pregunta: ¿su / nuestra revolución murió? Mejor dicho: ¿la necesidad de su / nuestra revolución desapareció? ¿Perdió "autenticidad"? Por favor, que nadie me diga "a ver..." 

– A mí me parece que las teorías de la comunicación de los 70 y 80, en relación al poder anestesiante y manipulador de los mass-medias burgueses, no está tan perimida; sigo poniendo en cuestión la verdadera capacidad de resignificación de los relatos, noticias, de titulares y  copetes leídos rápidamente por todavía una gran cantidad de personas de a pie que sostienen el "lo leí en los diarios" o " lo vi en la tele". Digamos: el Receptor medio argentino.

– Es cierto lo que planteás... Pero ahora, y no es casual, me acuerdo de un poema de Luis Luchi, Al  día siguiente: la paz, y dejame que te lo diga: "En  paz, que me dejen  en  paz, / no me voy a mi casa, / todos murieron en la guerra / y los recuerdos junto a los libros / mensajes tirados por debajo de la puerta / estallaron con la explosión de la bomba, / lo que queda está en la calle / y no me voy por nada, / falta la revolución". Luchi también murió, y en el exilio, y hoy acá sigue olvidado, que es una manera de negarlo, de rematarlo. Y ese "Receptor medio argentino" que mencionás no tiene ni idea de qué estamos hablando vos y yo... Pero fijate: en El Masnou, donde yo viví mi exilio, conocí una gatita que se llamaba "Nidea". Sus dueños le habían puesto así porque nadie tenía "ni idea" de qué nombre ponerle... Para decirlo en términos cabalísticos, la clave es siempre descubrir el Nombre del Innombrable, y eso es una tarea colectiva, social, generalmente anónima... Y volvemos al mito: al fin y al cabo, nombrar, llamar a las cosas por su nombre, es una de las primeras tareas que Dios le atribuye al ser humano en los comienzos de la Creación... (Génesis, II: 19-20)... Ahí es cuando la intervención del Pastorcito es decisiva para llamar a las cosas por su nombre: con o sin Indec, sólo él sabrá llamar pobres a los pobres y ricos a los ricos, así como gobernantes y gobernados, dirigentes y dirigidos, consumidores y consumidos... En este sentido, creo que el pueblo argentino está dando en estos tiempos pasos importantes... No me defino como kirchnerista porque no sé exactamente en qué consiste o acaso en qué consisto yo, que por encima de todo me siento compañero y punto, pero me conmueve pensar que "estos son tiempos de cristinas en flor"... Y asocio estos tiempos con los ríos de juventud que cada vez más caudalosos desbordan las manifestaciones populares... Entonces, con todo el pesimismo de mi escasa inteligencia y todo el optimismo de mi delirante corazón, celebro que los retratos de los asesinos hayan sido descolgados, aplaudo la nacionalización de las AFJP, la Ley de Medios, la asignación universal por hijo, la expropiación de YPF... Fijate qué hermosa palabra: "Expropiación"... Lástima que no estén De Giovanni ni Radowitzky para disfrutarlo... ni tantos miles de compañeros "expropiadores", porque, quien más, quien menos, éramos todos "expropiadores". En buen romance: anticapitalistas. Eso es algo que no debemos olvidar, porque, si no, hasta la misma memoria se volverá mercancía... Si el "modelo" que hay que profundizar es una vuelta de tuerca sobre el mismo modelo capitalista, estamos jodidos... Aunque aún no terminé de asimilar la derrota catastrófica  de la Comuna, yo no sueño con un mundo donde los índices de bienestar estén signados por el incremento de la venta de coches o televisores o celulares... Concibo este momento como una tregua, una etapa de "acumulación de fuerzas", para decirlo en la jerga tradicional... Porque Luchi no está equivocado, la poesía no se equivoca, y no sé cómo ni cuándo, pero sigue pendiente el asalto al cielo... La existencia misma de la humanidad depende de ello...

– Todo esto es para un debate que en este clima de parte-aguas veo difícil...

– Sí, es difícil, dificilícimo, como para agarrarse la cabeza, pero qué apasionante... No sólo el pueblo argentino; toda la humanidad está en una encrucijada... esa de González Tuñón: "Para que bebamos la rubia cerveza del pescador Schiltigheim / es necesario no asustarse de partir y volver, camaradas. Estamos / en una encrucijada de  caminos que parten y caminos que vuelven"...  


Abril-Mayo de 2012
para La Tecl@ Eñe

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