06 mayo 2012

Política y Lenguajes/Debate en torno al Relato y el Kirchnerismo/Del complejo de Edipo al mito de Néstor/Invernizzi Hernán


DEL COMPLEJO DE EDIPO AL MITO DEL NÉSTOR.

Primera parte.

Por Hernán Invernizzi*
(para La Tecl@ Eñe)

El oficio más antiguo del mundo no es la prostitución (¡No a la trata!) sino contar cuentos - para dormir a los niños, para explicar la prohibición del incesto o cómo fue el edén peronista. Los niños se duermen con los cuentos “de dormir”; la humanidad prefiere no acostarse con mamá (fíjate cómo le fue a Edipo...), y todo el mundo sabe que hubo un tiempo que fue hermoso y fuimos libres de verdad. Sin embargo, se dice que las hadas de los cuentos son metáforas del terror; que las versiones del mito de Edipo no coinciden con la obra de Sófocles; y para colmos, que durante el paraíso peronista, por dar un ejemplo, había compañeros que rechazaban el voto femenino - hasta que Evita les pegó tres gritos.

La pelea por los relatos no es nueva. Hace siglos que la “corpo” discute los relatos, pero ahora se puso de moda. Lo cual querría decir a) que sufrimos una epidemia de semiólogos fanáticos de Tinelli, b) que la cultura argentina está dominada por la epistemología de la historia y no por la cumbia boliviana, o c), mucho más interesante, que estamos atravesando una coyuntura de intenso debate político y disputa de poder. Si suponemos que c) es lo más probable, digamos entonces que el matrimonio Kirchner comprendió que un presidente con un proyecto es el verdadero ministro de cultura.
¿Por qué de cultura y no de economía? No porque la economía sea irrelevante sino porque hay un ida y vuelta constante entre cultura y sociedad, entre práctica social y cultura. Todas nuestras conductas significan algo. Todas interactúan socialmente. Lo cual permite proponer que existe una relación de ida y vuelta permanente entre lo social y lo cultural. Por eso Bourdieu interpretó a la cultura como un espacio de reproducción social y organización de las diferencias. Si todas nuestras conductas están cargadas de significación, y como todas nuestras conductas participan de la interacción social, entonces la cultura es algo así como una escena en la cual adquieren sentido las transformaciones sociales, la administración del poder y la lucha contra el poder. Como sintetiza García Canclini, la cultura entendida como una instancia de conformación del consenso y la hegemonía. Es decir que en la cultura se dramatizan los conflictos sociales – por lo tanto estamos en el terreno del conflicto político-ideológico. Y de este modo, la cultura se convierte en uno de los protagonistas de las luchas por el poder. Ahora bien, hasta donde yo sé, los relatos son parte de la cultura. (Y según algunos autores, su núcleo principal).
El debate actual sobre los relatos se presenta como una polémica acerca de qué es y quién escribe la historia (y las noticias). No hay una historia sino varias. No hay noticias sino relatos de hechos (¿hipotéticos?). No hay hechos ni noticias - apenas relatos. Muchos relatos. Somos lo que relatamos y nos relatan lo que somos. Se sostiene que eso no estaría tan mal, porque todo está atravesado por luchas de intereses. Otros afirman que esto de los relatos es un invento oportunista para justificar la difusión de una mitología que distorsiona la verdad y confunde a la sociedad.
Pero quienes dicen que esto de los relatos es pura manipulación oportunista, al mismo tiempo también dicen a) que con los medios se engaña a la sociedad con una mitología mentirosa y b) que los medios no influyen tanto sobre la sociedad. Si los medios no influyen tanto sobre la sociedad, ¿por qué alterarse tanto frente al proyecto de imponer una mitología oportunista? No se entiende... porque, en realidad, hay otros ambientes teóricos agazapados detrás de esta polémica. No se trata sólo de epistemología de la historia ni de deontología periodística. También se trata de teoría de la comunicación. Una cosa es el debate acerca de si hay una o varias historias/relatos, otra cosa es cómo se comunican tales historias/relatos, y otra cómo y cuánto esa comunicación influye sobre una sociedad. Ahora está todo mezclado.
Las clases dominantes saben desde siempre (saber es poder y poder es saber, Foucault básico) que todo poder sustentable necesita, entre otras cosas, un relato al menos verosímil. A principios del siglo XX (desarrollo de la radio, el cine, etc. más la Revolución Rusa) el problema se complicó: necesitaban nuevos avales científicos para legitimar sus estrategias discursivas. A su vez, los nuevos medios también necesitaban a la ciencia para mejorar su influencia sobre la sociedad: para ganar eficacia comunicacional necesitaban conocer mejor su relación con las audiencias. Al mismo tiempo, buscaban respaldo científico para optimizar su desarrollo empresarial (si para la ciencia los medios son influyentes y poderosos, el valor y el prestigio de los medios crecen). Sobre estas articulaciones aparentemente contradictorias, algunos desarrollos científicos obligan a ser un poco paranoicos cuando se trata de comunicación y teoría cultural.
Hasta principios de los 50 se creía que los medios podían manipular las mentes de los niños. Y también de los adultos, ya sea para orientar su consumo (el joven marketing), ya sea para orientar su voto en las elecciones (las democracias burguesas necesitaba herramientas eficaces para inducir el voto soberano). Predominaba una teoría lineal de la comunicación en la cual el emisor era la referencia fuerte y el receptor un sujeto débil. La comunicación era como una inyección, la “teoría hipodérmica”, en la cual al receptor se le inyectaba una información sin que se diera cuenta. Si los medios eran como una secreta inyección comunicacional que invadía la mente de todos, entonces era legítimo y necesario usar, financiar y controlar a los medios.
Paul Lazarsfeld (Universidad de Columbia) estaba interesado en mejorar la eficacia del marketing y de las campañas políticas y publicó dos estudios que desbarataron la creencia de que los medios podían manipular las mentes: concluyó que tenían sólo una “influencia limitada” sobre las decisiones de las audiencias.[1] Su colega y discípulo Joseph Klapper publicó en 1960 una investigación que había elaborado en los’40: la influencia de los medios sobre los niños estaba condicionada por la familia, la escuela, los amigos y los mismos medios.[2] Los adultos no son lo mismo que los niños, pero como nos enseñó Doña Rosa, “las masas” son como niños frente a los medios...

Y entonces vino George Gerbner con su “teoría del cultivo” [3]: los seres humanos somos las historias que nos cuentan y que contamos. La mayor parte de lo que sabemos o creemos saber no se lo debemos a la experiencia personal sino a un sistema de relatos (mitos, religión, arte, ciencia, etc.) Lo especial del mundo contemporáneo es que la TV envasa y difunde este sistema de relatos por todo el planeta. Y como la TV llega a los niños antes de que sepan hablar o leer, se concluye que se trata del mayor sistema de socialización conocido. Todos los grupos y clases sociales son influidos por el medio, pero no todos ellos lo procesan de la misma manera. Positivista y mecanicista, esta teoría es exitosa en los Estados Unidos y en nuestro país trabaja un experto ecuatoriano que la comparte.
Las fuerzas dominantes y las empresas dedicadas a la comunicación detestan a las llamadas “teorías de las audiencias” , que no fueron concebidas por los totalitarismos sino en el muy cool USA.[4] En vez de preguntarse qué le hacen los medios a las audiencias, se preguntan que le hacen las audiencias a los medios (Halloran). E inclusive que hacen las audiencias “con” los medios, agregamos. Proponen que las audiencias se “apropian” de los medios, los interpretan, los resignifican. Sabemos bastante poco acerca de estos procesos – pero al menos sabemos que las audiencias son más activas de lo que se creía. Se derivan de acá las llamadas teorías de la recepción. Hay por supuesto otras teorías de la comunicación, pero no viene al caso ocuparse de ellas porque son “izquierdizantes” y/o populistas.[5]
Y entonces volvemos a la polémica actual. Las lecciones de la historia político-cultural del siglo XX, articuladas con las teorías de la comunicación reseñadas, convergen en una síntesis crispada: las fuerzas y sectores emergentes de la explotación globalizada reconocen y respetan la participación de los medios en la sociedad contemporánea, pero les dicen que los relatos (y la cultura en general) son algo que construyen con ellos, o contra ellos, pero nunca sin ellos. Porque, si es cierto que en la cultura se dramatizan los conflictos sociales, entonces el que pierde la batalla cultural sabe que antes o después perderá la guerra. O dicho de una manera menos setentista, si el poder dominante pierde la batalla cultural, entonces está en las vísperas de una crisis de hegemonía. Y ahí es donde, otra vez, mete la cola el “relato peronista”.


*Periodista. En los últimos 20 años realizó numerosos trabajos de investigación sobre la Dictadura 1976-1983


[1] Lazarsfeld, P. F., Berelson, B. & Gaudet, H.: The People’s Choice. Duell, Sloan and Pearce. Nueva York. 1944. Lazarsfeld, P. y Katz, E.: Personal Influence. The Free Press. Nueva York. 1955.
[2] Klapper, Jospeh: The Effects of Mass Comunication. The Free Press. Nueva York. 1960. Edición española: Efectos de las comunicaciones de masas. Poder y limitaciones de los medios de difusión. Aguilar. Madrid. 1974.
[3] Gerbner, George: Violence and Terror in the Mass Media. UNESCO. París. 1988. (Se puede descargar en formato .PDF en el sitio de la UNESCO). Gerbner, George y Gross, Larry: El mundo del teleadicto, en La ventana electrónica: Tv y comunicación. EUFESA. México. 1983. Gerbner, G., Gross, L. y otros: Living with television, en Bryanr, J. y Zillman, D. (Comp).: Perspectives on Media Effects. Lawrence Erlbau Ass. New Jersey, 1986.
[4] Mendelsohn, H.: Mass Entertainment. College and Univesity Press. New Haven. 1966. Halloran, James D. (Comp.): The effects of Television. Panther. Nueva York. 1970. Halloran, James D., y Jones, Marcia: Learning about the Media. UNESCO. Paris. 1987. Newcomb, H. y Alley, R. The Producer's Medium: Oxford University Press. Nueva York. 1983.
[5] Ver por ejemplo: Charles Creel, M. y Orozco Gómez, G. Educación para los medios: Una propuesta integral para maestros, padres y niños. ILCE-UNESCO. México. 1992. García-Canclini, N.: Culturas híbridas.  Grijalbo. México. 1990. García-Canclini, Néstor: Diferentes, desiguales y desconectados. Gedisa. Barcelona. 2004.  Martín-Barbero, J.: De los medios a las mediaciones. G. Gili. México. 1987.

1 comentario:

  1. Yo conocía de Invernizi "Un golpe a los libros", sobre censura en la DM. Excelente! También lo lei en Sur. Este texto es diferente, siempre muy claro y directo pero acá es más teórico... Qué buena propuesta otra vez, siempre mira las cosas desde otro lado
    Muchas gracias!
    alfredoquiroga08@gmail.com

    ResponderEliminar

comentarios