“Dios sabe lo que hace, por qué lo hace y para qué lo hace. Yo acepto
la voluntad de Dios. Creo que Dios nunca
me soltó la mano”.
Jorge Rafael Videla
Por Rubén Américo Liggera*
Especial para La Tecl@ Eñe
Ilustración: León Ferrari
El golpe de estado del 24 de
marzo de 1976, no solamente implicó la usurpación del poder por parte de las
Fuerzas Armadas, sino también, la complicidad de civiles, el poder económico,
la iglesia católica, la justicia y hasta de partidos políticos.
Según Vicente Muleiro 1,”José
Alfredo Martínez de Hoz integró precisamente la principal usina civil del
golpe, el grupo Perriaux, así denominado porque su numen fue Jaime Luis Enrique
Perriaux, alias ´Jacques´ un abogado e intelectual de derecha que había sido
ministro de Justicia del ex presidente Roberto Marcelo Levingston en los
primeros 70 y titular del primer fuero judicial que juzgó a la guerrilla,
popularmente conocido como ´Camarón´”. Participaban de estas reuniones –según
la investigación de Muleiro: Enrique Loncan, Mario Cadenas Madariaga, Luis y
Carlos García Martínez, Guillermo Zubarán, Horacio García Belsunce, entre
otros.
Profesaban ideas del libre
mercado e impusieron sus ideas a las cúpulas militares y una vez tomado el
poder, Martínez de Hoz fue designado Ministro de Economía. También cumplieron
funciones de gobierno otros miembros del grupo como: Cadenas Madariaga
(Secretario de Agricultura); Luis García Martínez (Jefe de Asesores del
Gabinete); Zubarán (Secretario de Energía); García Venturini (EUDEBA) y Loncan,
asesor del Gral. Díaz Bessone en Planeamiento.
Incluso se debe el nombre de
“Proceso de Reorganización Nacional” al
mismo Perriaux, un fanático antiperonista que creía que debía refundarse el
país.
Otro grupo ultra liberal se
nucleaba en el “Club Azcuénaga” cuyo líder era el Coronel Federico de Alzaga,
donde asistían Perriaux y Suárez Mason.
Un tercer núcleo de conspiradores
es el denominado “Grupo La Plata” liderado por Enrique Rodríguez Varela, luego
Ministro de Justicia y más tarde defensor de Videla. Si bien muchos habían
participado del grupo Azcuénaga, su mayor influencia se desarrolló en la
capital de la provincia de Buenos Aires, durante el gobierno del Gral. Ibérico
Saint James y la jefatura de policía del carnicero Ramón Camps.
El ultra liberalismo llegaba así
al poder escudado tras los militares genocidas. Rápidamente desmontaron la
maquinaria económica del país e impusieron sus ideas. Mientras tanto, el terror
paralizaba a la sociedad argentina. Se disuelve el Congreso y se remueven los
integrantes de la Corte Suprema de Justicia, se suspenden las actividades de
los partidos políticos, se intervienen las universidades, la CGT, las “62
Organizaciones” y la CGE. Se deja sin efecto el derecho de huelga y se elimina
el fuero sindical; se reemplazan diplomáticos, se intervienen las cuentas
bancarias de dirigentes justicialistas y se crean Consejos de Guerra para
reprimir cualquier alteración del orden público.
En este contexto Martínez de Hoz
despliega tranquilamente su credo: libertad de precios, de cambio, de comercio
exterior, de exportaciones e importaciones,
de contratación salarial, de tasas de interés, de arrendamientos urbanos
y rurales; eliminación de todo tipo de subsidios, protecciones y privilegios,
reforma financiera (aún vigente) Políticas que sin duda tuvieron nefastas
consecuencias para el país: inflación, pauperización del salario, desempleo,
quiebras, endeudamiento externo, especulación financiera, destrucción de la
industria nacional.
Por supuesto, contó con el apoyo
explícito del imperialismo norteamericano. “El Ministro de Economía, José A.
Martínez de Hoz, es un amigo personal mío que hace diez años era miembro de
nuestro Comité Internacional”, expresa David Rockefeller al visitar nuestro
país en 1979 y agrega:”La intención más importante de mi viaje al sur de
América era apoyar a Martínez de Hoz y contribuir a que su política no se
extinga”2 Una demostración más del carácter antinacional y
antipopular de las políticas económicas puestas en práctica por la dictadura
cívico militar entre 1976 y 1983 de la mano de hombres ligados a la banca
mundial, a las multinacionales y los organismos financieros
internacionales.
La Sociedad Rural Argentina, a la
que estaban ligados muchos de estos personeros, en una solicitada manifiesta: “Hasta
la fecha se ha logrado una importante recuperación cuya magnitud está dada por
el orden y la seguridad pública (…) Exhortamos al gobierno nacional a que
continúe con fe en el camino emprendido” (4/5/1978)
No es de extrañar entonces, dada
su continuidad histórica como grupo de poder en Argentina, su claro desempeño
en la asonada agro mediática del 2008, puesto que ya los militares no podrían
ser instrumento útil para una restauración neoconservadora.
Ledesma, Ford, Mercedes Benz,
Loma Negra son algunas de las grandes empresas que deberán explicar al país
cuál fue su participación en la desaparición de delegados, activistas y
abogados defensores.
Con retazos, con infranqueables
lagunas, pudo reconstruirse esta trágica historia de poder y codicia. Capítulo
aparte merecen la iglesia católica y los partidos políticos.
Ahora, las recientes
declaraciones del dictador Jorge Rafael Videla, primero a la revista española Cambio 16 y luego al periodista Ceferino
Reato para su último libro, Disposición
Final, blanquearon de alguna manera lo que ya se sabía: cómo fue la
participación civil –empresarios, jerarquía eclesiástica y partidos
políticos-en el golpe del ´76.
Resulta interesante observar la
justificación que Videla ensaya: “Desde el punto de vista estrictamente militar
no necesitábamos el golpe; fue un error”. Opinión razonable, pues el poder de
fuego de los grupos guerrilleros para ese entonces ya era escaso. Entonces, a
continuación, manifiesta las indudables y verdaderas intenciones: “Nuestro
objetivo (el 24 de marzo de 1976) era disciplinar a una sociedad anarquizada.
Con respecto al peronismo, salir de una visión populista, demagógica; con
relación a la economía, ir a una economía de mercado, liberal. Queríamos también
disciplinar al sindicalismo y al capitalismo prebendario”.
Admite que desaparecieron siete u
ocho mil personas, que no podían juzgar con la ley, tampoco fusilar, entonces
había que “ocultar”, “enmascarar”, “disimular”. Y además, desnuda, corrobora, lo
que siempre se supo, la complicidad civil con el golpe: “Se quedaron cortos,
tendrían que haber matado a mil, a diez mil más”, afirmó Videla que le decían
algunos empresarios.
También reconoce un “método”:
primero, la reunión de información no solamente por los servicios sino también
por datos aportados por “empresarios, sindicalistas, profesores y dirigentes
políticos y estudiantiles”; luego, los interrogatorios en “lugares o centros
secretos o clandestinos”; la muerte de los detenidos considerados “irrecuperables”
decidida por los jefes de zona; y finalmente, la “desaparición” de los cuerpos.
Ante tanta organicidad, la sustracción de menores también debió de haber
respondido a un “plan sistemático”.
Lo que el convicto ex general no
dijo fue dónde están los cuerpos de los desaparecidos, quién confeccionaba los
listados y dónde fueron ocultados, dónde funcionaban los centros clandestinos,
quiénes fueron -con nombres y apellidos- los instigadores civiles del golpe.
Hay mucho por saber todavía; la
Justicia acaba de ordenar allanamientos en su domicilio y en los de los
Generales Riveros y Harguindeguy. Se encontraron diversos elementos que tal vez
contribuyan a esclarecer el modus
operandi de los genocidas.
Pero, para desazón del diario La Nación, Videla tampoco manifestó
ningún tipo de arrepentimiento sobre sus responsabilidades en el secuestro,
tortura y la “disposición final” de los cuerpos maltratados, como si las
personas fueran rezagos, objetos ya inútiles. En su Editorial del 29 de Abril,
dice “la tribuna de doctrina”: “En la medida en que no estén impregnadas de
arrepentimiento, las confesiones del ex comandante de las Fuerzas Armadas sólo serán un argumento más para fogonear
el afán de venganza antes que la necesaria búsqueda de la verdad”. 3
Ya en otra nota de opinión,
curiosamente publicada unos días antes de las revelaciones del periodista
Ceferino Reato, había expresado el editorialista de La Nación: “Con el lema
`Memoria, juicio y castigo a los culpables´, se ha desarrollado una enorme
presión sobre la Justicia, volcándola hacia el juzgamiento de solo una de las
partes. Los avances hacia la
reconciliación que se habían dado con las leyes de obediencia debida, de punto
final y los indultos fueron desandados con la anulación, claramente
inconstitucional, de esas leyes. Los numerosos juzgamientos y condenas a
militares, policías, gendarmes y civiles han dejado de lado el principio de
legalidad, así como el de la irretroactividad de la ley penal.”4 (N
de la R: el destacado es nuestro)
¿Habrá sido pura coincidencia o
conociendo el contenido de esas entrevistas se estaba preparando el terreno
para una nueva embestida contra la marcha de los juicios y su desenlace?
Otra vez la teoría de los “dos
demonios”, otra vez la memoria “incompleta”, otra vez la teoría de la venganza,
otra vez el decreto 2772 del gobierno democrático anterior al golpe, otra vez
la revancha de los guerrilleros que hoy ocupan puestos importantes en el
Gobierno, incluidos Néstor y Cristina Kirchner.
Desagraciadamente, por enésima
vez, los voceros del poder –a 35 años de la usurpación del gobierno por parte
de las Fuerzas Armadas- tratan de
justificar lo injustificable, tratan de confundir a la opinión pública, tratan
de falsear la historia.
Sin embargo, el gobierno
nacional, encarnado por lo peor que les pudo pasar a los genocidas, el
kirchnerismo, según el propio Videla, ha demostrado su invariable voluntad de
que se imparta justicia y se repare la memoria de miles de damnificados.
La revisión de los hechos del
pasado y sus consecuencias, de ninguna manera podría entorpecer el camino hacia
el futuro, como afirman quienes pretenden echar un manto de impunidad y olvido.
Muy por el contrario, los días por venir construidos sobre la verdad, la
memoria y la justicia serán mucho más sólidas y estables.
*Poeta y Periodista. Director del Suplemento de Cultura del diario La
Voz de Junín.
- Muleiro,
Vicente, “El golpe con traje y corbata”, Clarín, 18.03.2001
- Citado
por Galasso, Norberto, La dictadura
“Procesista”, Cuadernos para la otra historia, Centro Cultural
“Enrique Santos Discépolo”, Buenos Aires, 2005
- “La
confesión de Videla”, la Nación,
29.04.12
- “Memoria
Completa y reconciliación”, La
Nación, 10.04.12
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