06 mayo 2012

Política y Sociedad/En torno a las declaraciones de Videla/La Confesión/Liggera Rubén


LA CONFESIÓN: MILITARES Y CIVILES EN EL GOLPE DE ESTADO DE 1976


“Dios sabe lo que hace, por qué lo hace y para qué lo hace. Yo acepto la voluntad de Dios.  Creo que Dios nunca me soltó la mano”.

Jorge Rafael Videla

Por Rubén Américo Liggera*
Especial para La Tecl@ Eñe

Ilustración: León Ferrari


El golpe de estado del 24 de marzo de 1976, no solamente implicó la usurpación del poder por parte de las Fuerzas Armadas, sino también, la complicidad de civiles, el poder económico, la iglesia católica, la justicia y hasta de partidos políticos.
Según Vicente Muleiro 1,”José Alfredo Martínez de Hoz integró precisamente la principal usina civil del golpe, el grupo Perriaux, así denominado porque su numen fue Jaime Luis Enrique Perriaux, alias ´Jacques´ un abogado e intelectual de derecha que había sido ministro de Justicia del ex presidente Roberto Marcelo Levingston en los primeros 70 y titular del primer fuero judicial que juzgó a la guerrilla, popularmente conocido como ´Camarón´”. Participaban de estas reuniones –según la investigación de Muleiro: Enrique Loncan, Mario Cadenas Madariaga, Luis y Carlos García Martínez, Guillermo Zubarán, Horacio García Belsunce, entre otros.

Profesaban ideas del libre mercado e impusieron sus ideas a las cúpulas militares y una vez tomado el poder, Martínez de Hoz fue designado Ministro de Economía. También cumplieron funciones de gobierno otros miembros del grupo como: Cadenas Madariaga (Secretario de Agricultura); Luis García Martínez (Jefe de Asesores del Gabinete); Zubarán (Secretario de Energía); García Venturini (EUDEBA) y Loncan, asesor del Gral. Díaz Bessone en Planeamiento.
Incluso se debe el nombre de “Proceso de Reorganización  Nacional” al mismo Perriaux, un fanático antiperonista que creía que debía refundarse el país.
Otro grupo ultra liberal se nucleaba en el “Club Azcuénaga” cuyo líder era el Coronel Federico de Alzaga, donde asistían Perriaux y Suárez Mason.
Un tercer núcleo de conspiradores es el denominado “Grupo La Plata” liderado por Enrique Rodríguez Varela, luego Ministro de Justicia y más tarde defensor de Videla. Si bien muchos habían participado del grupo Azcuénaga, su mayor influencia se desarrolló en la capital de la provincia de Buenos Aires, durante el gobierno del Gral. Ibérico Saint James y la jefatura de policía del carnicero Ramón Camps.
El ultra liberalismo llegaba así al poder escudado tras los militares genocidas. Rápidamente desmontaron la maquinaria económica del país e impusieron sus ideas. Mientras tanto, el terror paralizaba a la sociedad argentina. Se disuelve el Congreso y se remueven los integrantes de la Corte Suprema de Justicia, se suspenden las actividades de los partidos políticos, se intervienen las universidades, la CGT, las “62 Organizaciones” y la CGE. Se deja sin efecto el derecho de huelga y se elimina el fuero sindical; se reemplazan diplomáticos, se intervienen las cuentas bancarias de dirigentes justicialistas y se crean Consejos de Guerra para reprimir cualquier alteración del orden público.    
En este contexto Martínez de Hoz despliega tranquilamente su credo: libertad de precios, de cambio, de comercio exterior, de exportaciones e importaciones,  de contratación salarial, de tasas de interés, de arrendamientos urbanos y rurales; eliminación de todo tipo de subsidios, protecciones y privilegios, reforma financiera (aún vigente) Políticas que sin duda tuvieron nefastas consecuencias para el país: inflación, pauperización del salario, desempleo, quiebras, endeudamiento externo, especulación financiera, destrucción de la industria nacional.
Por supuesto, contó con el apoyo explícito del imperialismo norteamericano. “El Ministro de Economía, José A. Martínez de Hoz, es un amigo personal mío que hace diez años era miembro de nuestro Comité Internacional”, expresa David Rockefeller al visitar nuestro país en 1979 y agrega:”La intención más importante de mi viaje al sur de América era apoyar a Martínez de Hoz y contribuir a que su política no se extinga”2 Una demostración más del carácter antinacional y antipopular de las políticas económicas puestas en práctica por la dictadura cívico militar entre 1976 y 1983 de la mano de hombres ligados a la banca mundial, a las multinacionales y los organismos financieros internacionales. 
La Sociedad Rural Argentina, a la que estaban ligados muchos de estos personeros, en una solicitada manifiesta: “Hasta la fecha se ha logrado una importante recuperación cuya magnitud está dada por el orden y la seguridad pública (…) Exhortamos al gobierno nacional a que continúe con fe en el camino emprendido” (4/5/1978)      
No es de extrañar entonces, dada su continuidad histórica como grupo de poder en Argentina, su claro desempeño en la asonada agro mediática del 2008, puesto que ya los militares no podrían ser instrumento útil para una restauración neoconservadora.       
Ledesma, Ford, Mercedes Benz, Loma Negra son algunas de las grandes empresas que deberán explicar al país cuál fue su participación en la desaparición de delegados, activistas y abogados defensores.
Con retazos, con infranqueables lagunas, pudo reconstruirse esta trágica historia de poder y codicia. Capítulo aparte merecen la iglesia católica y los partidos políticos.
Ahora, las recientes declaraciones del dictador Jorge Rafael Videla, primero a la revista española Cambio 16 y luego al periodista Ceferino Reato para su último libro, Disposición Final, blanquearon de alguna manera lo que ya se sabía: cómo fue la participación civil –empresarios, jerarquía eclesiástica y partidos políticos-en el golpe del ´76.
Resulta interesante observar la justificación que Videla ensaya: “Desde el punto de vista estrictamente militar no necesitábamos el golpe; fue un error”. Opinión razonable, pues el poder de fuego de los grupos guerrilleros para ese entonces ya era escaso. Entonces, a continuación, manifiesta las indudables y verdaderas intenciones: “Nuestro objetivo (el 24 de marzo de 1976) era disciplinar a una sociedad anarquizada. Con respecto al peronismo, salir de una visión populista, demagógica; con relación a la economía, ir a una economía de mercado, liberal. Queríamos también disciplinar al sindicalismo y al capitalismo prebendario”.
Admite que desaparecieron siete u ocho mil personas, que no podían juzgar con la ley, tampoco fusilar, entonces había que “ocultar”, “enmascarar”, “disimular”. Y además, desnuda, corrobora, lo que siempre se supo, la complicidad civil con el golpe: “Se quedaron cortos, tendrían que haber matado a mil, a diez mil más”, afirmó Videla que le decían algunos empresarios.
También reconoce un “método”: primero, la reunión de información no solamente por los servicios sino también por datos aportados por “empresarios, sindicalistas, profesores y dirigentes políticos y estudiantiles”; luego, los interrogatorios en “lugares o centros secretos o clandestinos”; la muerte de los detenidos considerados “irrecuperables” decidida por los jefes de zona; y finalmente, la “desaparición” de los cuerpos. Ante tanta organicidad, la sustracción de menores también debió de haber respondido a un “plan sistemático”.
Lo que el convicto ex general no dijo fue dónde están los cuerpos de los desaparecidos, quién confeccionaba los listados y dónde fueron ocultados, dónde funcionaban los centros clandestinos, quiénes fueron -con nombres y apellidos- los instigadores civiles del golpe.
Hay mucho por saber todavía; la Justicia acaba de ordenar allanamientos en su domicilio y en los de los Generales Riveros y Harguindeguy. Se encontraron diversos elementos que tal vez contribuyan a esclarecer el modus operandi de los genocidas.
Pero, para desazón del diario La Nación, Videla tampoco manifestó ningún tipo de arrepentimiento sobre sus responsabilidades en el secuestro, tortura y la “disposición final” de los cuerpos maltratados, como si las personas fueran rezagos, objetos ya inútiles. En su Editorial del 29 de Abril, dice “la tribuna de doctrina”: “En la medida en que no estén impregnadas de arrepentimiento, las confesiones del ex comandante de las Fuerzas Armadas sólo serán un argumento más para fogonear el afán de venganza antes que la necesaria búsqueda de la verdad”. 3
Ya en otra nota de opinión, curiosamente publicada unos días antes de las revelaciones del periodista Ceferino Reato, había expresado el editorialista de La Nación: “Con el lema `Memoria, juicio y castigo a los culpables´, se ha desarrollado una enorme presión sobre la Justicia, volcándola hacia el juzgamiento de solo una de las partes. Los avances hacia la reconciliación que se habían dado con las leyes de obediencia debida, de punto final y los indultos fueron desandados con la anulación, claramente inconstitucional, de esas leyes. Los numerosos juzgamientos y condenas a militares, policías, gendarmes y civiles han dejado de lado el principio de legalidad, así como el de la irretroactividad de la ley penal.”4 (N de la R: el destacado es nuestro)
¿Habrá sido pura coincidencia o conociendo el contenido de esas entrevistas se estaba preparando el terreno para una nueva embestida contra la marcha de los juicios y su desenlace?
Otra vez la teoría de los “dos demonios”, otra vez la memoria “incompleta”, otra vez la teoría de la venganza, otra vez el decreto 2772 del gobierno democrático anterior al golpe, otra vez la revancha de los guerrilleros que hoy ocupan puestos importantes en el Gobierno, incluidos Néstor y Cristina Kirchner.  
Desagraciadamente, por enésima vez, los voceros del poder –a 35 años de la usurpación del gobierno por parte de  las Fuerzas Armadas- tratan de justificar lo injustificable, tratan de confundir a la opinión pública, tratan de falsear la historia.   
Sin embargo, el gobierno nacional, encarnado por lo peor que les pudo pasar a los genocidas, el kirchnerismo, según el propio Videla, ha demostrado su invariable voluntad de que se imparta justicia y se repare la memoria de miles de damnificados.     
La revisión de los hechos del pasado y sus consecuencias, de ninguna manera podría entorpecer el camino hacia el futuro, como afirman quienes pretenden echar un manto de impunidad y olvido. Muy por el contrario, los días por venir construidos sobre la verdad, la memoria y la justicia serán mucho más sólidas y estables.                                                                                                                                             

*Poeta y Periodista. Director del Suplemento de Cultura del diario La Voz de Junín.

  1. Muleiro, Vicente, “El golpe con traje y corbata”, Clarín, 18.03.2001
  2. Citado por Galasso, Norberto, La dictadura “Procesista”, Cuadernos para la otra historia, Centro Cultural “Enrique Santos Discépolo”, Buenos Aires, 2005
  3. “La confesión de Videla”, la Nación, 29.04.12
  4. “Memoria Completa y reconciliación”, La Nación, 10.04.12



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