Por Ricardo Forster
(La Tecl@ Eñe)
Profundización versus el abanico fantasmagórico del ajuste.
No podríamos hablar de un clima
de amesetamiento en la dirección de las políticas públicas elaboradas por el
Gobierno Nacional pero es cierto que algunas leyes o decisiones del gobierno, que en su momento interpelaron a la sociedad muy
profundamente, hoy pareciera que no ocupan el papel destacado que debieran
seguir ocupando. Al mismo tiempo que observamos esto, notamos también que en
los últimos meses se han tomado alguna decisiones que a nivel legislativo son
muy significativas. Lo que la Presidenta Cristina Fernández llamó la sintonía
fina, y sobre todo en relación a la política cambiaria, a la necesidad de que
las petroleras y las mineras liquiden sus divisas de exportación en el país, lo
que constituyó luego el camino que se recorrió para llegar a la aprobación en
el Congreso Nacional de la Ley de Reforma Orgánica del Banco Central, la
reforma histórica del Código Civil que , sobre todo, tiene que ver con una política
a largo plazo y con políticas de Estado que tienen influencia directa sobre la
vida cotidiana, sobre estructuras familiares, etc.
Lo que pareciera ocurrir es que después del 54% de los votos obtenidos en Octubre del 2011, hay una decisión por parte de los medios hegemóncios que viene a exponenciar todo tipo de problemas, haciendo una suerte de abanico que va desde la megaminería hasta el caso Boudou, o lo que fuere cada semana, trayendo algo nuevo con tal de avanzar muy brutalmente, muy sistemáticamente, sobre lo que consideran que podrían ser puntos débiles del kirchnerismo, señalando que, de alguna manera, por la vía electoral se ha clausurado un camino y que de lo que se trata es de volver a trabajar sobre la espectacularización mediática: el amarillismo en las noticias, la condena ante todo juzgamiento, el uso indiscriminado del condicional como si fuera una verdad revelada, la producción de hechos que después quedan absolutamente olvidados o secundarizados o arrojados al basurero de la historia; lo que en un momento es convertido en fundamental, en torno a lo cual gira dramáticamente la coyuntura de la política y de la economía, las profecías que quieren ser autocumplidas, afirmaciones de crisis y catástrofes económicas. Un verdadero abanico fantasmagórico.
Lo que pareciera ocurrir es que después del 54% de los votos obtenidos en Octubre del 2011, hay una decisión por parte de los medios hegemóncios que viene a exponenciar todo tipo de problemas, haciendo una suerte de abanico que va desde la megaminería hasta el caso Boudou, o lo que fuere cada semana, trayendo algo nuevo con tal de avanzar muy brutalmente, muy sistemáticamente, sobre lo que consideran que podrían ser puntos débiles del kirchnerismo, señalando que, de alguna manera, por la vía electoral se ha clausurado un camino y que de lo que se trata es de volver a trabajar sobre la espectacularización mediática: el amarillismo en las noticias, la condena ante todo juzgamiento, el uso indiscriminado del condicional como si fuera una verdad revelada, la producción de hechos que después quedan absolutamente olvidados o secundarizados o arrojados al basurero de la historia; lo que en un momento es convertido en fundamental, en torno a lo cual gira dramáticamente la coyuntura de la política y de la economía, las profecías que quieren ser autocumplidas, afirmaciones de crisis y catástrofes económicas. Un verdadero abanico fantasmagórico.
Eso nos muestra, por un lado, un
gobierno que creo que pensó que la legitimización del 54% dejaba un camino más o menos abierto, o un
tiempo más largo, como para ir con más calma y que había, por lo menos, logrado
limitar muy fuertemente la presencia muy dura de ese núcleo opositor. Eso no ha
sucedido, es más, yo diría que de una manera más directa y mucho más grave es que
los medios hegemónicos han desplazado a toda otra forma de oposición, sea
política o propia del establishment económico, para convertirse en dueños del
lugar absoluto de la enunciación opositora. También está como en sordina, o en
un segundo plano, lo que es el núcleo duro del establisment económico que habla
a través de los editoriales de alguno de estos diarios o de sus periodistas. Esto
no es un dato menor cuando pensamos que, en otro contexto, empresas como Techint
u otras, hablaban directamente sobre la escena pública. Ahora parece más bien
que se trata del núcleo duro de los medios de comunicación hegemónicos el que
ha asumido la estrategia de confrontación directa con el gobierno, pasando por
innumerables temas que van cambiando semana tras semana: la megaminería ocupo casi todo el verano, el cianuro,
Catamarca, Andalgalá, Fámatina; los porteños de repente nos convertimos en expertos
en temas vinculados a la megaminería y hoy, como por arte de magia, han
desaparecido de los medios de comunicación, y sí aparece el caso Ciccone. Esto
va a durar el tiempo que la corporación mediática considere que el tema Ciccone
sea significativo, y bajará de el escenario cuando crena conveniente otro tema,
desde el tornado a una declaración de Obama o lo que fuere. Pareciera ser que
la potencia de legitimación del 54% y el
haber colocado en esa elección a Cristina Fernández en el lugar de liderazgo
claro y decisivo, ha provocado una especie de desconcierto de parte de las
militancias, del espectro kirchnerista respecto hacia lo que significa sintonía
fina, profundización del modelo y otras cuestiones que hoy provocan cierta
incertidumbre. Sucedieron también cosas como el duro golpe de lo que significó
el accidente en Estación Once, vinculado a las políticas de transporte público.
Todo ello muestra el nivel de
complicidad y de beligerancia que se da en la escena política argentina y en el
ámbito de la construcción de los dispositivos discursivos y de lo que podemos
llamar la confrontación por el relato. Loe medios masivos han decidido que
el relato kirchnerista está debilitado
por la megaminería, por la política de transporte o por la crisis mundial, y van detrás
de estos temas para dejarlo sin
potencia. Eso produce un cierto desconcierto porque incluso personas que apoyan
el modelo se sienten un poco desorientadas ante campañas mediáticas muy
potentes que tienen una llegada directa sobre la sensibilidad, sobre la opinión
pública. Salir de esto es complicado. Un gobierno que tiene que demostrar que
lo que no hace no lo hace, se enfrenta con algunas dificultades serias porque
explicar que lo que dice tal medio de comunicación no es cierto ya supone un
lugar defensivo. El gobierno tuvo un
gran camino de ofensiva que culmina en octubre de 2011, donde yo diría que a
partir de fines del 2009 en adelante se fue desplegando una estrategia de
reconstrucción del discurso político y
de interpelación a vastos sectores de la sociedad que culminó finalmente en el
54% de los votos. Después hay efectivamente un transitar hacia una nueva etapa,
porque en Octubre terminó la segunda etapa del kirchnerismo , la que estuvo
marcada por el conflicto agrario por la Resolución 125, por la
emergencia de la militancia, por la
agudización de los conflictos o el corrimiento de ciertos velos acerca del
papel de las corporaciones, la ley de Servicios Audiovisuales, y otros temas
que conocimos, que reflejan la intensidad, la complejidad y conflictividad de los
cuatro primeros años de gestión de Cristina Fernández, a la que se le agregó
ese acontecimiento parte aguas que fue la muerte de Néstor Kirchner. Se entra así
en la tercera etapa que es la de consolidación, de crecimiento exponencial de
la legitimación de ese 54%, y también se entra en un nuevo momento, luego de
atravesar la primera etapa que es la de reconstrucción, la de la salida del
infierno, el país de la catástrofe que, como decía Néstor Kirchner, habían
generado una cantidad de medidas que tenían como eje fundamental reparar un daño
absoluto. Una segunda etapa es la de despliegue de lo que el kirchnerismo
empezó a hacer para la sociedad, un discurso propio, una identidad propia, una
interpelación fuerte, una ampliación del espectro participativo militante, los
jóvenes volcándose a la política, un discurso poderoso, potente y una
confrontación muy clara. Así se entra al tercer período, donde hay ciertas
precisiones respecto a las
características que tiene la profundización del modelo. Por un lado queda claro
que la escena internacional es de una complejidad
particularmente seria, que el impacto de la crisis mundial toca al conjunto de
las economías y a la argentina, eso significa avanzar en políticas que quizá no
estaban previamente establecidas como para desarrollarse ahora, como
sustitución de importaciones - obviamente que la sustitución de importaciones
supone avanzar sobre algo que es propio del proyecto pero que necesita mucha
más extensión que es el proceso de industrialización, una sustitución real,
genuina y estructural de las importaciones. El control muy estricto del mercado
cambiario, el fenómeno de la formación
de precios, el fenómeno de la inflación, que tiene que ver con los mercados
oligopólicos, monopólicos y la propia coyuntura, la fuga de capitales que está
ligada a la extranjerización de la economía, la problemática energética que
genera la necesidad de encarar una política de re-estatización, o de regulación
o intervención del Estado en forma decisiva sobre el mercado energético, y la
producción, en todo caso y en particular de petróleo. Allí la fundamental
medida enviada al Congreso para expropiar el 51 % de las acciones de Repsol. La
necesidad de encarar una política de transporte que vaya más allá, y simplemente, del atarlo con alambres para sostener una
situación que finalmente terminó explotando con el dramático accidente de la
Estación Once, y plantear una política más profunda en transporte en un momento
donde las condiciones económicas también son diferentes. Una puja, por
distintos motivos, políticos, salariales, ideológicos, con el sector del
moyanismo de la CGT, que plantea una lectura diferente respecto al lugar del
movimiento obrero organizado en el interior del proyecto. Esto, más la conflictividad con Gran Bretaña, la
inteligencia con la que se encaró la cuestión Malvinas por parte del Poder
Ejecutivo, me parece que configuran o
van planteando un escenario, insisto, no simple ni sencillo, y donde
efectivamente algunas leyes que son muy importantes, o que igualmente tuvieron
en su momento un impacto muy fuerte, hoy pareciera, por esta suerte de manía de
la vida cotidiana y de la política de lo mediático, quedan como olvidadas
frente a la última novedad , que a su vez va a ser vieja mañana a la mañana y
va a ser reemplazada por la última rutilante novedad. La instalación de la
agenda por parte de los medios construye, por ejemplo, la culpabilidad
estructural del vicepresidente de la Nación en el caso Ciccone sin estar siquiera
imputado. Este es el modo en que funciona una maquinaria mediática que captura
todo tipo de palabras que andan sueltas por cualquier lugar con tal de que
sirvan para la estrategia de debilitamiento del gobierno central y obviamente
de la Presidenta. También hay un carácter propio del kirchnerismo que viene
desde la época de Néstor, y que en Cristina también está muy fuertemente
presente, que es lo que genéricamente podríamos definir como “el decisionismo
político”, es un liderazgo que toma decisiones que en general están atravesadas
por un fuerte contenido de sorpresa y que produce un impacto muy fuerte. Las
medidas significativas que tomó el gobierno las aplicó tomando por sorpresa a
una parte sustancial de la sociedad. Esto es interesante, es parte de la
complejidad de lo político en la actualidad, pero también tiene sus problemas
respecto a cómo la base de sustentación social, la militancia, las
organizaciones acompañan lo que también es una sorpresa para ellos. Por
ejemplo, cómo definir cuestiones políticas
trascendentales: a través de un debate público o un debate en sordina. La
ley de Medios audiovisuales tuvo un debate público extraordinario, que recorrió
el país y creo que le hizo un enorme
bien a la democracia y que terminó habilitando la aprobación de la ley en ambas
cámaras. Me parece que un debate público sobre la política energética del
gobierno, con organización, con audacia, con participación popular, sería muy
interesante. Pero parecería ser que las decisiones van por otro lado y se construyen
bajo otra lógica, con otros mecanismos que tienen elementos reconocibles y
positivos en términos de lo que es el mapa social, político y económico del
país pero que también plantean dificultades para ese mismo espacio político-
social. Eso es lo que quizás da esa imagen, en parte, de cierta incertidumbre o
preocupación porque no queda claro qué significan algunas definiciones; el
concepto de sintonía fina para algunos tiene la forma encubierta de un ajuste,
para otros es la capacidad de intervenir mucho más precisamente sobre ciertos
centros neurálgicos de la economía. Por ejemplo, la decisión de que un sector
del Ministerio de Economía que está en este momento comandado por Axel
Kiciloff, trabaje específicamente sobre la cuestión de la renta y de la productividad
para ir resolviendo la problemática de los subsidios y las necesidades de
distintos sectores de la economía, es una decisión muy importante a la que
también habría que darle una exposición pública y una explicación mucho más
clara. Las decisiones respecto a seguir interviniendo en el mercado del trabajo,
o en la economía con recursos del Estado para impedir que una lógica de crisis
económica mundial pueda afectar la política de salario y la política de trabajo
del gobierno, que implica definir si estamos o no frente a decisiones
keynesianas o neo-keynesianas. Todo eso me parece que es parte de algo que está
sucediendo y que a muchos le resulta difícil de traducir, de comprender, más la
política sistemática, de bombardeo permanente de los grandes medios que van, insisto,
tomando cada uno de los temas y convirtiéndolos en temas absolutamente
brutales: inflación, inseguridad, corrupción, aislamiento internacional,
problemas medio-ambientales, dificultades con tal o cual sector aliado con el
gobierno. Cada uno de esos temas se convierte en una suerte de misil que se
arroja dentro de la conciencia pública o del sentido común de la sociedad y
tiene su impacto. El kirchnerismo ha mostrado claramente a lo largo de estos
años, que tiene recursos para salir a disputar, a confrontar, y lo ha hecho con
mucha inteligencia. Hoy está frente a nuevos desafíos, a nuevas dificultades,
nuevas acechanzas y tiene que volver a demostrar su audacia, su inteligencia y
su capacidad para convocar política y socialmente.
Medios y la persistencia de Lógicas Destituyentes.
Tal vez suene un poco
exagerado, pero se podría sostener la
idea de que estamos en un clima destituyente permanente? Da la sensación que
desmontar a diario informaciones, el bombardeo mediático que Ud. Bien relataba
ya genera en algunos, me incluyo, la sensación de que esa idea primigenia
destituyente del 2008 hoy es una realidad constante.
Nicolás Casullo decía que la derecha en la
sociedad contemporánea, en el giro neoliberal de las últimas décadas, son fundamentalmente
los grandes medios de comunicación por el lugar estratégico que ocupan en la
construcción de opinión pública y de sentido común, por su potencia de fuego
para intentar la transformación de la vida social-política y cultural en la
sociedad del espectáculo, o la culturización
de la vida social. El papel, en ese sentido, de la corporación
mediática, que por supuesto no es sólo la corporación mediática sino un
proyecto de sociedad, una estructura mucho más amplia de capitalismo bajo
valorización financiera, tiene que ver con la historia de las últimas décadas
en la Argentina, y tiene que ver con la persistencia de una concepción de lo
económico, de lo social, de lo político ligado a esta concentración de las
riquezas en pocas manos, y en este caso la concentración discursiva, la
capacidad de producir sentido común y opinión pública es tendida
exponencialmente sobre nuestra sociedad. Todo esto genera que sean los grandes
medios de comunicación las vanguardias, los mecanismos, que tiendan a debilitar,
a complicar, a horadar, proyectos de matriz popular en la Argentina y en
cualquier país que hoy esté atravesando por algún proyecto social de cambio,
sea en Bolivia, en Ecuador, en Venezuela, incluso en Brasil. A nivel europeo, las
redes comunicacionales concentradas operan bajo la misma lógica: la complicidad
fundamental de los grandes medios de comunicación con las políticas de ajuste y
las decisiones de Alemania y Francia y el Banco Europeo en la ruina social de
Grecia ó en los procesos salvajes del ajuste español es decisiva. Es decir,
claramente vemos que hay un posicionamiento de los grandes medios de
comunicación, que hoy son, insisto, el núcleo fundante y la vanguardia de las
políticas neoliberales. Eso significa que van a actuar continuamente tratando
de cooptar la sensibilidad social, generando formas de conciencia y de
producción de subjetividad que se adapten a la manera de cómo conciben a la
sociedad y el modo a cómo los individuos deben actuar en el interior de esa
sociedad, y tenderán a generar procesos, sospechas, sobre todo lo que tenga que
ver con lo político, con el rol del Estado, con proyectos de transformación
tratando de convertir a esos proyectos en espacios atravesados por la
corrupción, traduciendo al Estado a la lógica de la caja, a los individuos a
simples actores de intereses personales. Todo esto es parte de una dinámica que
tiene que ver con el despliegue del cualunquismo social –político en las
sociedades contemporáneas. Frente a eso, yo diría que la persistencia del
concepto de lo destituyente es la realidad de nuestra época. En otro contexto
histórico teníamos la forma tradicional del golpe de Estado, la doctrina de
seguridad nacional por parte de las Fuerzas Armadas. Eso ha cambiado porque
incluso ha cambiado la matriz de lo democrático en nuestras sociedades, pero el
lugar clave en ese sentido, es esa capacidad de debilitar y de destituir a
aquellos gobiernos que tengan capacidad de transformación en un sentido no
querido por las corporaciones y el núcleo ideológico de las políticas neoliberales
Hay algo más que es interesante:
la crisis desatada por la corporación agro-mediática, sucedió tres meses después
del casi 47% de la primera elección de Cristina Fernández en el 2007, llega en
un momento de legitimación social, de reconocimiento, de tranquilidad económica,
de expansión. En el 2011 no esperaron ni tres meses y empezaron con la movida
del dólar, fuga de capitales, antes y después de la elección de Cristina Fernández
en su segundo mandato por un 54%; luego fueron avanzando por los lados donde
leían que podría haber un flanco débil, y allí aparecieron temas como la minería,
el transporte público, el caso Ciccone, o convertir a Moyano en un aliado
estratégico de TN y Clarín. Todo eso es parte de una oposición y de un posicionamiento
que justamente actúa con mayor fuerza cuando paradojalmente el gobierno ha
alcanzado las máximos índices de legitimidad. La elección por el 54% es la
tercera en importancia de votos logrados en la historia de la elección de
presidentes argentinos, después de la de Perón del ’52 y del ’73, y con mayor
distancia respecto a una segunda fuerza, licuada, fragmentada por dirigentes
que no tienen discurso propio. Entonces es la corporación mediática la que toma
al toro por las astas y se convierte en el actor fundamental de la lógica
destituyente. Y sobre esto, no hay duda.
(Testimonio recogido
telefónicamente por Conrado Yasenza)
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