08 mayo 2012

Editorial/YPF: Soberanía popular y Juventud organizada/Por Conrado Yasenza


YPF: Soberanía popular y Juventud organizada.

Por Conrado Yasenza
(para La Tecl@ Eñe)

El camino hacia la expropiación

El 16 de Abril de 2012 quedará en la historia de la República Argentina como el capítulo más importante desde la recuperación democrática en 1983. La expropiación del 51 %  de las acciones de YPF es la medida reparadora más significativa– junto con la cancelación de la deuda externa, la re-estatización de los Fondos Jubilatorios, la Asignación Universal por Hijo, La Ley de Medios Audiovisuales, la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central y la Ley de Matrimonio Igualitario – realizada por un Gobierno que ha sabido escudriñar e interpretar los deseos transformadores de una sociedad que se ha brindado en su confianza hacia la recuperación de la acción movilizante de la política, y que ha sabido también exigir la concreción de la necesidad de construir un país más justo, libre y soberano, con dignidad social y respeto por los derechos humanos; exigencia hacia un Gobierno que propuso un curso para la historia reciente que no podríamos definir como revolucionario pero sí, y con claridad y justeza, profundamente reparador.
Esa sociedad, que luego de una situación abisal como la crisis del 2001 y junto a un proyecto político raro, anómalo, sorpresivo, encarnado por lo que todavía no se conocía como Kirchnerismo, y al que se lo sentenció desde la “Tribuna de Doctrina” a un año en el poder, emprendió con tenacidad y coraje cívico el proceso transformador más asombroso del que se tenga registro en la memoria popular desde “aquellos diez años felices”, ya lejanos pero vivos en la memoria del nuestro pueblo.
Y es que el kirchnerismo comprendió como ningún otro partido político aquella vieja máxima: Gobernar es movilizar. Y así lo hizo, siempre hacia adelante, y hasta contra todos los manuales de teoría política que indicaban que en situaciones de extrema gravedad institucional, como lo fue el lockout patronal de la insurgencia agraria destituyente en 2008, había que retraerse hacia acciones más conservadoras para aquietar las turbias humedades pampeanas y asegurar, una vez más, la debilidad institucional. Pero el Kirchnerismo movilizó, agitó, se desplegó en las calles y ciudades del país, dio la batalla en el Congreso, perdió pero ganó en capital militante y simbólico, en juventudes que descubrieron el viejo rostro del mal, disfrazado de falsos arlequines nacionalistas y con olor a naftalina y bosta hecha miles de dólares. Y siguió en su fuga hacia adelante con la promulgación de La Ley de Medios Audiovisuales, la madre de todas las batallas. Y su capital simbólico aumentó considerablemente. El rostro oscuro de los dueños de las corporaciones mediáticas se hizo visible y ya nada fue como antes. El pueblo conoció el Nombre de Magneto, aquel de las complicidades con la dictadura genocida militar del 76 y de la apropiación de Papel Prensa. Luego, la pluma inteligente del columnista del diario La Nación, Carlos Pagni, que desde las teorías universitarias de comunicación y trayéndonos algo del pensamiento foucaltiano, terminó apelando al más vil recurso de la estigmatización judeo-bolchevique-marxista al describir la figura del joven Viceministro de Economía, Axel Kicillof. Pagni, una promesa de renovación en el lenguaje periodístico conservador que derrapó ante la banalidad del mal argumento descalificador.

Un gesto de grandeza y el desafío de ser oposición

La votación en ambas cámaras del proyecto de ley sobre expropiación del 51%  de las acciones de YPF fue contundente: 63 a 3 en Senadores y 207 a 32 en Diputados. Un cambio del arco político opositor casi en su conjunto – menos el Macrismo de cuerpo pleno y plumaje amarillo – que votó una ley fundamental para la recuperación de la soberanía energética nacional, ley que destierra el concepto de comoditties sobre los recursos naturales como el petróleo y los declara como bienes no renovables de utilidad pública. Un gesto de grandeza política, hay que decirlo ya que no es un dato menor. El radicalismo y el Fap, junto a otras fuerzas, dejaron de lado la agenda política trazada por las corporaciones mediáticas, y votaron a favor de la República, no de un Gobierno. Ojalá sea este el punto de inflexión y esas mismas fuerzas políticas construyan una alternativa de poder basándose en ideas y agenda propias. Los asiste, para hacerlo, una historia de más de cien años en el caso del radicalismo, y una trayectoria de resistencia y compromiso político en el caso de Fernando Pino Solanas. No será fácil: las reprimendas desde las corporaciones de la empresa comunicacional fueron muy duras, y todo indica que recrudecerán. Allí el desafío de la hora para la oposición: Ser oposición política, no mediática.

La recuperación de YPF y el futuro

Otro capítulo es el que comienza ahora. El desafío de la recuperación de YPF para el Estado Nacional es enorme. Requerirá del máximo compromiso político y la mayor responsabilidad para lograr una empresa eficaz, seria, que invierta, explore, acompañe el desarrollo y crecimiento económico y social del país. No se trata de volver al pasado, a la añoranza de la YPF  de la década del ´70. Esa empresa no existe más: Fue privatizada por el Partido Justicialista en el 92 y rematada en el 98 hasta la venta de la acción de Oro. Luego fue expoliada por REPSOL y la ofidia y malsana burguesía nacional – ¿o fue una ingenua ilusión?- encarnada en los banqueros Esquenazi. Entonces habrá que convocar a los mejores técnicos, profesionales y trabajadores – que los hay y muchos – y trabajar por una nueva YPF que le sirva al pueblo argentino en su conjunto. La designación por parte da la presidenta Cristina Fernández de Miguel Galuccio, de 43 años, que trabajó en los yacimientos petroleros de Las Heras (Pcia. de Santa Cruz) y renunció a YPF cuando REPSOL tomó la empresa, es una decisión más que promisoria. El petróleo sí tiene ideología: la de un Estado que decidió poner nuevamente una empresa como YPF al servicio de La Patria.

Vélez y la Juventud organizada

El acto realizado en el estadio de Vélez y organizado por agrupaciones políticas juveniles del Kirchnerismo, es otro dato relevante del cambio de época, del cambio cultural que se ha venido desarrollando desde el 2003 hacia aquí. Cambio que tiene profundas implicancias culturales ya que la apropiación de la política por parte de los jóvenes, su trabajo militante y social, es el signo de un tiempo que destierra, y esperemos que por siempre, la lógica política neoconservadora de los años ´90, la segunda década infame, encarnada en las figuras de Menen y Cavallo y continuadas por la terrible y desgarradora experiencia de la Alianza, liderada por Fernando de la Rúa. No es verdad que en los ´90 no hubo política ni Estado: el desembarco de la derecha neoconservadora con sus políticas de ajuste fiscal, desempleo, desindustrialización, privatización, desocupación y hambre conformó una manera de entender el Estado, que no fue bobo, sino un Estado expulsor de los intereses nacionales – reactualización del Estatuto del Coloniaje – y socio chico de corporaciones multinacionales que hicieron de la especulación financiera un paradigma noventista. Eso fue El Estado y la Política en la umbrosa década de los ´90.
Hoy, debido a un cambio de paradigma político en la República y en Suramérica, liderado en sus inicios por Lula y Kirchner, la política ha vuelto a ser una herramienta para el cambio, para  la transformación, para la reparación del Gran Daño. Y el kirchnerismo ha interpelado y convocado, desde la imbatible combinación de palabras traducidas en actos políticos concretos, a los jóvenes para que sean ellos los encargados de continuar un proceso de 9 años en el que el país cambió considerablemente. Serán ellos, con la fuerza de los ideales, la juventud y la militancia, junto al acompañamiento o la conducción de los actores políticos actuales – mal que le pese a Osvaldo Pepe y Carlos Pagni – los que deberán continuar el proyecto político kirchnerista al cual todavía le quedan muchas, pero muchísimas, asignaturas pendientes como lo son el trabajo en negro, la pobreza aun presente, la salud, la vivienda, el transporte. Osvaldo Bayer siempre dice que mientras exista una sola villa miseria, mientras haya hambre, no tendremos una varadera democracia. Y ese es el gran desafío de la hora. Y esto debe ser comprendido como un maravilloso estímulo para trabajar sin respiro por un país más justo, más igualitario, con trabajo y sin hambre. Los pibes militantes, que trabajan en los barrios y no son muy afectos a las cámaras de televisión; los jóvenes diputados de las agrupaciones cercanas al kirchnerismo saben que el compromiso político con un proyecto de cambio que no se estanque puede depararles un lugar destacado en la historia democrática de la Argentina. Y por eso se organizan, se unen, se buscan y sueñan al tiempo que trabajan para ser mejores y para hacer una Argentina deseable, vivible y digna. El multitudinario acto organizado por las jóvenes agrupaciones políticas el 27 de Abril pasado en el estadio de Vélez, así lo demostró. Y esto asusta a los dinosaurios – a quienes no puedo imaginar en la cama, como canta Charly.
Sí, esto asusta. Y mucho.

Por Conrado Yasenza

4 comentarios:

  1. Mas claro no podía ser! Una alegría encontrar la expresión de una Argentina que vive el camino con la misma pasión que crea cada dia, un hoy.

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  2. Muchas Gracias Ayelén! Y gracias por leer la revista. Saludos. Conrado

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    1. .."asusta a los dinosaurios".. el gran problema...en el mundo!!!

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  3. Hola gente, les quería pedir un favor, si me pueden pasar el contacto de Marcelo Benítez, que necesito comunicare con él por algo importante. Mi email es ceciliapalmeiro@hotmail.com.
    Gracias!
    cecilia

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